Cuando ella cierra los ojos, piensa en el. Cuando sonríe, piensa en el. Pero cuando llora, no es por él. Es por ella.
Ella nunca había experimentado la aventura de poder vivir una vida llena de sensaciones, siempre con lo mismo y con el miedo de poder ser libre. Le dolía el estomago al pensar lo que podría haber hecho con solo abrir su boca, o haber hecho algún acto. Siempre arrepintiéndose por sus acciones, por esconderse, en lo más profundo de su ser. Protegiéndose del daño, protegiéndose del mayor sufrimiento. Protegiéndose del mundo. Sintiéndose sola.
-Es ella.
-¿La que no habla?
Desvió los ojos, escuchando una risita.
-Sí, es muy rara. No la mires.
Cerró los ojos, apretando con fuerza su falda, sintiendo a su corazón alborotándose.
"Estará bien, es lo de siempre"
-Me pregunto cómo será su voz –murmuro por otro lado.
-Oí que suele encontrarse con chicos fuera del colegio.
-Creo que la otra vez la vi besándose con el novio de Nao.
-¿Qué esperabas? Se hace la callada, pero es una zorra.
"Mentira"
-He oído que su padre gana millones, y no quiere juntarse con la clase baja como nosotros.
-¡Es una estirada!
"Cállense"
-Hey, tú, ¿Por qué no reaccionas? –una mano se coloca sobre su hombro- Contesta.
-¿A caso te crees superior?
Esquivó sus miradas, apretó los labios.
-¡Habla! –Gritó, tan cerca de su oído que su cabeza parecía explotar- ¡Habla!
"Cierren sus bocas"
Y al unisonó la clase comenzó a repetir lo mismo, "Habla", su garganta ya formaba un nudo, cada vez apretaba más fuerte la tela de su falda, sus piernas no reaccionaban, sus labios temblaban ¿Podía gritar? ¿Podía sacar lo que tenía muy dentro de ella? Las palabras chocaban cada vez mas fuerte contra su ser, ella podría haber sido un guerrero que flechas recibían su cuerpo, se le había caído su escudo y el dolor era cada vez más insoportable ¿Soportaría más? No, todo aquello que decían eran mentiras, puras mentiras. Nunca había besado a un chico, al único chico que habla es un primo, nunca había ido a otro lado después del colegio, de allí directo a casa. Todo era mentira, todo. Sus manos soltaron la falda, arrugada, y sus ojos tenían lágrimas por la rabia acumulada. Sus piernas no parecían responder, al igual que sus labios. Soltó aire, debía sacarlo, debía de ser menos tímida, sacar sus opiniones, sus preocupaciones y lo que realmente le molesta.
"Vamos, hazlo"
-Y-yo…
La puerta se abrió de sorpresa, un señor calvo de ojos oscuros ingreso a la clase, con la mirada puesta frente a todas. Cada una retomo su lugar, en silencio. Las voces se habían ido, sus mejillas se encontraban rojas, su corazón seguía latiendo fuerte.
"¿Por qué no lo hice? ¿Por qué no accione al instante?"
Se encogió los hombros, abrazándose a sí misma.
"Soy una cobarde."
La clase de matemática había comenzado, pero se le era imposible poder prestar atención, de nuevo miradas hacia su persona. Quería escapar, siempre metida en esta clase de situaciones, quería paz, quería un lugar libre para soñar, quería un lugar donde podría ser feliz. Nuevamente, risas, y comentarios. Sin embargo, cuando la campana sonaba la libertad podía ser la escapatoria.
Cuando era una niña siempre se cuestionaba porque se le era difícil poder hablar con otras personas, nunca había tenido este tipo de problema, era una niña risueña, no tenía problema en hablar. Se lo cuestionaba y al instante los sombríos recuerdos atacaban a su interior, el miedo, los roces, y sus palabras que fueron tirados al mar, sin destino alguno.
Todas las noches intentaba no recordar lo que había sucedido hace años, aún tenía rastros. Aún tenía alucinaciones sobre el tema. Cada vez que eso venía a su cabeza se sentía vulnerable y con terror.
Sin embargo, es algo que pasó y todo debe de seguir.
O al menos eso pensaba ella.
Hinata podía disfrutar del cálido Sol de la tarde, pero debía de apresurarse si quería llegar a casa y poder ver el mañanero capítulo de cocina que había guardado y tanto esperado. Quería saber realizar aquella receta para el cumpleaños de su hermana menor, este mes no obtuvo el dinero suficiente para ahorrar y poder comprarle un regalo decente, así que no le quedaba otra opción de hacer su postre favorito.
Las personas venían caminando con los hombros pesados, las caras largas y soltando bostezos. El día laboral también había acabado, Hinata podía ver los padres cansados llevando a sus hijos encima de sus hombros, también algunos ancianos cerrando sus tiendas y por otro lado al Sol que lentamente iba entrando para dar espacio a la noche.
Sintió un leve toque de un dedo en su hombro izquierdo, se dio la vuelta para encontrarse con unos ojos azules y el rostro totalmente sudado.
-¡Perdona! Pero ¿Me podrías explicar cómo llego a Shibuya?
Hinata se quedó plasmada ¿A ella se dirigía? ¿Shibuya? ¿Cómo diablos se llega allí? Algo en que era pésima a parte de poder hablar con extraños era las direcciones.
-E-eh... -logró soltar a penas- Yo...
Pero el chico parecía apresurado, Hinata pensó que quizás tenga algo importante que hacer y ella estaba tardando en responder una simple pregunta. Tragó saliva y negó con la cabeza, sin embargo el chico no la prestó atención, las piernas de él y Hinata iban moviéndose, Hinata no supo cómo pero el chico ya había agarrado su mano y lejos habían corrido de dónde estaban.
-Ahora necesito que me expliques como llegar, estoy muy apresurado pero te aseguro que nada te pasará. Una vez que los perdamos estarás a salvo.
¿A salvo? ¿A qué se refiere?
-¡Naruto Uzumaki! ¡Pare en nombre de la ley!
Hinata dio un grito de susto al ver que la policía iban detrás de ellos ¿Qué diablos sucedía? ¿Por qué perseguían a este chico? Y lo más importante ¡¿Porqué ella seguía corriendo con él?!
Hinata no podía seguir adelante, su respiración se escuchaba entrecortada y su corazón latía con más fuerza que nunca. El chico no parecía parar y poco a poco su visión se volvía borrosa. Necesitaba un respiro, pero la policía pisaba sus pasos. El chico rubio de ojos azules soltó una arrogante sonrisa y en un cerrar de ojos se encontraban en otro callejón, esquivando a la policía.
El chico soltó una risa como victoria, sin embargo, Hinata cayó al piso, exhausta. A penas podía recuperar el aliento y aquel chico se dedicaba a reír. Hinata observó al chico de pies a cabeza, notando el gran abrigo naranja que llevaba puesto, con un gran bulto donde estaría su estómago, aparentándose peso de más. Tenía unas tres líneas por el rostro, como unas cicatrices.
-¡Lo siento por esto! ¡Pero no temas! No creas que soy un asalta carteras o un acosador. Al contrario, lo que hago va para una buena causa -El chico le regaló a Hinata una gran sonrisa, reconfortando un poco a Hinata-. Oh, que tonto soy.
El chico bajó la cremallera del abrigo, dejando caer varias bolsas de snacks. Hinata al verlo pensó que el chico pasaba hambre y robaba para poder alimentarse, aunque el chico parecía de una buena familia, lo dedujo, al ver la marca de sus zapatillas.
-Estos snacks se podrían dañar sólo estando en mi abrigo -Pasó una mano detrás de su nuca, sonriendo-. Estos refrigerios son muy importantes.
El chico miró a Hinata.
-Por cierto ¿Cuál es tu nombre?
Hinata no podía hablar, estaba aún en shock por el suceso. A pesar de que recuperó el aliento necesario no podía decir algo, y a pesar de que el chico no parecía alguien malo ella no quería hablar.
-¡Oh, claro! No dirás nada si yo no digo también mi nombre. Bien ¡Soy Uzumaki Naruto! ¡Un gusto!
El chico nuevamente sonriente miraba a Hinata pero Hinata no respondía, Naruto se mostró un poco molesto ante eso.
-Vaya, ya te expliqué que no soy un ladrón ni nada ¿Qué te sucede? ¿No sabes hablar?
"Yo..."
-Está bien, comprendo, esto es algo muy raro. -bufó, con desagrado- Pero es algo muy mal educado de tu parte no responderme ¡Estoy siendo amable contigo!
De pronto Hinata recordó que debía volver a su casa, era bastante tarde y su madre lo más probable es que esté preocupada, a estas instancias ella ya estaba llegando y la excusa de que un tren retrasó no era válida. Vivía cerca del colegio donde iba. También del programa, debía de apresurarse sino su primo Neji borraría la grabación y debería de recurrir a otro regalo de emergencia. La policía también iba detrás de ella por culpa del chico, y no sabía cómo escapar, cuando lo más probable es que sea buscada por los policías luego de no tener algún contacto con el chico.
"Naruto..."
Sería capturada por la policía a pesar de no tener algo vinculado con Naruto.
Hinata infló sus mejillas, que se pusieron rojas al cabo de segundos, apretó los puños y la boca abrió.
-¡¿C-crees que actuaré bien luego de lo que pasó?! ¿Crees que esto que se debería de tomar a la ligera? ¡Te p-perseguía la policía! No estoy como para ser tu amiga o secuaz.
Naruto quedó algo sorprendido al ver como Hinata reaccionaba, tragó un poco de saliva y sonrió nervioso. Hinata por su parte se sintió un poco avergonzada, había hablado, sin ningún titubeo, algo que la dejaba también sorprendida.
-T-tranquila, no irás a la cárcel.
-¿Cómo me aseguras eso? -inquirió Hinata, molesta.
-¡Fácil! Sólo dime como llegar a Shibuya y puedes caminar como si nada hubiera pasado. Yo diré que no tienes nada que ver.
-¿S-seguro?
-Seguro -nuevamente una sonrisa de oreja a oreja-. Así que... ¿Trato?
Hinata asintió.
Sin embargo, debía ser sincera. Ella tampoco sabía cómo llegar al barrio Shibuya.
-Por cierto, ¿Me dices tu nombre?
Hinata dudó, pero accedió hacerlo.
-S-soja Hyuga Hinata.
-¿Hinata? ¡Es un nombre muy bonito!
Naruto comenzó a recolectar las bolsas de snacks que había dejado en el suelo, mientras Hinata se sentía un poco ruborizada ya que nunca le habían dicho que su nombre era bonito. Apretó los labios y trato de decirle la verdad a Naruto.
-U-Uzumaki… y-yo...
-Oh no -Naruto observó hacía la salida del callejón-. Oigo pasos...
Hinata se puso tensa al instante que Naruto lo mencionó, tragó saliva.
"Confía en Naruto"
Naruto hizo una seña para que Hinata guardara silencio, la hizo pegar contra la pared a la par que él lo hacía a su lado. Escucharon los pasos, y los murmullos de los agentes que iban desapareciendo lentamente. Cuando creyeron que los oficiales se habían marchado, Naruto se despegó de la pared sin embargo una linterna apunto a su rostro, dejando ver al instante a un oficial, que ordenaba a los dos a alzar los brazos.
-No intenten escapar, están detenidos.
Hinata quería morir.
Estaría castigada de por vida, ni siquiera sabía si volvería a ver la luz del día. Naruto por su parte relajó sus hombros y observó las manecillas del reloj que se movían realizando un molesto sonido, lucía bastante despreocupado pero algo molesto por no poder realizar su misión con los snacks. Los policías realizaban papeleos y atendían llamadas de casos variados, algunos comían mientras charlaban sobre su día. Naruto bufó.
-Y al final no salió como quería.
Hinata lo observó.
-¡Lo que hice fue por una causa noble! Sí lo supieran me darían el nobel de la paz ¡Soy un buen chico!
La chica de pelo azul oscuro desvió la mirada hacia otro agente de policía, deduciendo por su mirada se encontraba hablando con alguien que causaba miedo, el rostro de aquel hombre era blanco y parecía apretarse los labios para no decir alguna incoherencia. Hinata sintió miedo al oír que al colgar la llamada oía su apellido. Se trataba de su padre.
Hinata al instante se sumergió en una ansiedad que no tenía escapatoria, sus manos temblaban por el miedo y no podía dejar de mover sus pies de un lado para otro a causa de su situación, el chico que había robado seguía quejándose sobre lo sucedido, ella no podía soportar estar sentada, con unas esposas alrededor de sus muñecas, el inquietante sonido del viejo reloj desgastado, ella siendo inocente, sabiendo de lo que venía en un par de horas.
Soltó el llanto.
Era la única forma de poder desahogarse por lo que estaba pasando, por la presión y los malos ratos que vendrían a continuación, no quería una vida más miserable a la que ya tenía, no quería volver a sufrir aquel tormentoso castigo, no quería ser tocada por él.
Naruto oyó el sollozo de Hinata, se quedó un rato observándola hasta que logró pasar una de sus manos sobre su mejilla, Hinata lo miró y Naruto soltó una amigable sonrisa.
-No te preocupes, todo estará bien.
Hinata no sabía que sentir respecto al chico, no sabía si odiarlo u sentirse aliviada de que el chico era una persona amigable. No estaba segura. Naruto era un chico realmente generoso y amable, así se notaba y así se comportaba con ella ¿Porqué robaría una tienda?
-Uzumaki...
-Dime Naruto, no me gusta tanta formalidad.
Hinata asintió.
-N-Naruto-kun -logró murmurar ella- ¿Porqué r-robaste en aquella tienda?
Naruto realizó una mueca para convertirla en una pequeña sonrisa.
-Soy adoptado ¿Sabes? -Hinata se quedó un tanto sorprendida- Me escapé del orfanato hace poco y un señor en la calle me salvó, ¡Pero no creas que lo hice porque quería buscar a mis verdaderos padres o algo así! -ella negó con la cabeza- Me fui de allí por los niños.
-¿T-te hacían daño?
-¡No! Al contrario, son unos chicos muy buenos. Lo que sucede es que... -Naruto se apretó los labios- Desde que se cambió de dueño no ha habido comida suficiente para todos, a veces solo alcanzaba para la mitad de los que estábamos y otras veces no había comida. Así que decidí salir del lugar y buscar comida para ellos. Pero esta vez se había acabado mi dinero así que... Tube que hacer esto. Aunque no es la primera vez -soltó una risa avergonzada-. Pero no me molesta estar aquí, de todas formas no fue algo tan grave. Sólo fui cachado por la cámara.
Hinata se sintió conmovida por el pequeño acto de Naruto, después de todo no era un chico malo. Hay veces que las personas resultan ser lo contrario a lo que nos imaginamos, hasta alguien con el aspecto más maligno puede resultar siendo la persona más amable que hayas conocido, todo está en la cabeza y Hinata se sentía culpable de haber pensado lo contrario de Naruto. Se secó las lágrimas con el dorso de sus brazos y soltó un suspiro.
-Naruto-Kun -el volteó para mirarla-. Eres una buena persona.
Entonces Naruto observó a Hinata sonreír, por primera vez.
El chico se sentía alegre, y de alguna forma agradecido por lo que estaba presenciado. Hinata parecía de pocas palabras pero cuando se trataba de hablar decía las palabras necesarias para poder dar calor al corazón. Naruto le devolvió una sonrisa más amplia, sin antes decir gracias.
-¡Naruto! -se oye el grito de un hombre enojado.
Al instante un policía aparece, con una mirada severa y bastante enojada. Naruto tuvo los pelos de punta y sintió un cosquilleo en su estómago. El hombre tomó a Naruto de la oreja, soltando un sermón por lo que había pasado.
-Naruto, el jefe estaría realmente enojado si se enterara de esto.
-El no se enfadaría conmigo -gruñó Naruto.
-No lo conoces, estarías en serios problemas -el policía miró hacia Hinata-. Y para el colmo esta pobre jovencita tiene que cargar esto por tu culpa ¡En serio mis más grandes disculpas! Este chico lo único que hace es meterse en problemas.
-¡Ya para Iruka-senpai!
Hinata se quedó contemplando la escena un poco incómoda, sin embargo al cabo de segundos unos agentes aparecieron con su padre detrás de ellos. Hinata tragó saliva, al ver el rostro serio de su padre, el miedo había pasado gracias a Naruto pero ahora el miedo había regresado y era mucho más grande.
A Hinata le sacaron las esposas, pero no tuvo tiempo para despedirse de Naruto ya que su padre caminaba rápido y la mirada aun no la dirigía. Hinata decidió agachar su mirada y esperar a que su padre comience con el tema que había sucedido. Aunque sus pies gritaban para correr lejos de ahí, ella debía mantener la calma y seguir adelante. Naruto tampoco giro para despedirse de ella, tampoco se percato de que ella ya no se encontraba a su lado, algo que a Hinata le dolió un poco.
A unas cuadras de su casa su padre paró de caminar y la decidió mirar.
-No quiero que vuelvas a ver a ese chico nunca más y te prohíbo que hables con extraños en la calle.
Hinata se limitó a asentir, mientras la voz gruesa de su padre sonaba en su cabeza, causando un escalofrío, y los recuerdos nuevamente subiendo a su mente. Hinata cerró los ojos, evitando volver al pasado y tratar de sonreír por la experiencia que había ganado esta noche.
Nunca había sentido tanta adrenalina al correr, nunca se sintió tan libre al hablar, tampoco olvidará el hecho de vivir una aventura, nuevas sensaciones, conocer a una nueva persona, aunque esta vez seria la ultima que le ocurría algo así Hinata estaba contenta y nunca olvidaría al chico sonriente llamado Naruto Uzumaki.
