"¡Feliz Año Nuevo!" La voz de la joven resonó por todo el pasillo, pronto tras escucharla los más pequeños comenzaron a salir de sus habitaciones al pasillo "hoy vamos a bailar para celebrar" al ritmo que entonaba tal pareado movía sus caderas y sonreía, ya nadie se sorprendía, todos estaban acostumbrados a la actitud de la muchacha que cuado llegaba solía revolucionar el lugar.

"Pensábamos que no ibas a venir" los más cariñosos ya se habían acercado a la muchacha e iban abrazándola uno a uno, ella feliz de verlos y sonriente miró con reprobación a aquel que había entonado aquella frase.

"¿Cómo piensan que los iba a dejar solos este día? El que ha dicho eso merece un castigo" se acercó lentamente al joven que había pronunciado aquellas palabras el cual la miraba con una risa nerviosa "se merece cosquillas, todos a por él"

"Hana ten cuidado, podrías hacerles daño" una enfermera frente a ella y al niño al que tras escuchar esas palabras había dejado de hacer cosquillas la miraba con cierto reproche.

"No me extraña que os pongáis tan feliz al verme muñecos, las enfermeras aquí como que son un poquito aburridas ¿verdad?" Hana se guardó de pronunciar aquellas palabras una vez aquella mujer se había alejado lo suficiente como para no escuchar, muchos de los niños al escucharla no habían podido reprimir una risa inocente.

En una de las salas más grandes que había en el hospital se concentró la muchacha con los niños que mejor se encontraban, los que debido a la enfermedad no podían acercarse a estar con ella esperaban ansiosos que esta terminase en la sala y que comenzase su recorrido por las habitaciones.

Esa era su rutina, cuando su trabajo como niñera se lo permitían acudía al hospital Beika, allí se dedicaba a cuidar a los niños del hospital, a los más jóvenes que se encontraban casi internos debido a la gravedad de su estado y a lo delicado de su situación, muchos de ellos padecían algún tipo de cáncer y otras enfermedades extrañas cuyo tratamiento les impedía poder dejar el lugar.

Los días más señalados del año, como este, intentaba hacer un hueco para poder ir a verlos ya que sabía que estos niños estaban especialmente sensibles por estas fechas, muchas familias no podían verlos a diario o las fechas no se lo permitían, por ello para ella era tan importante poder asistir casi semanalmente a verlos.

"¿Por qué siempre nos llama muñecos señorita Hana?" al escuchar estas palabras la joven aludida no pudo evitar sonreír con ternura.

"Pues porque sois tan lindos como muñecos y tan nobles como ellos ¿se saben la historia del soldadito de plomo?" ante la negación de la mayoría ella continuó "érase una vez un muñequito muy bello muy bello... bueno creo que mejor os la cuento otro día, hoy es un día de festejar ¿qué quieren hacer?" aunque su primera intención había sido contarles esta historia algunos bostezos la hicieron cambiar de opinión.

"Cántanos alguna de tus canciones, hace mucho no que te escuchamos" esa petición fue respaldada por los otros niños

"Ay si escuchar compuse una nueva que esta buenísima, además cuidado que la hice pensando en ustedes mis amores, yo creo que os va a encantar ¿quieren oírla?" un sí fue entonado al unísono en la sala "allá va con todo mi amor para mis muñecos y muñecas bellas, oídme ¿de dónde saco un micrófono?, este hospital está fatal vieron niños" se giró varias veces sobre sí misma y buscó un lugar donde podría haber algo con forma similar a un micrófono, pero ni siquiera encontró el mando de la tele con el que solía darle una mayor comicidad a su espectáculo "bueno pues a capela"

Cantar se podía decir era un don que le fue otorgado, desde que era una niña siempre lo había amado, su única pasión había sido esta y bailar, en ocasiones se lamentaba por no saber hacer otra cosa según ella, pero lo cierto es que la vida tampoco le había otorgado grandes oportunidades. En su tiempo libre la joven se dedicaba a practicar estas dos actividades, incluso de vez en era contratada en bodas y en otros eventos como animadora y cantante.

Hacerlo en ese momento para sus niños era algo que la llenaba tanto que solo allí encontraba la felicidad, ese día había sido tranquilo, algo inusual en su vida.

Cuando salió del hospital ya era noche cerrada, había conseguido dejar dormidos a algunos de ellos , los más nerviosos e inquietos aún estaban despiertos y algunos se encontraban con sus familias.

A pesar de que nunca había sido extremadamente miedosa aquel día al despertar había tenido un mal presentimiento, quizás que fuera un viernes 13 era lo que lo causaba.

Por más tonta que se sintiera respiró aliviada cuando se sentó en el sillín de su bicicleta y arrancó a pedalear lista para ir a su hogar "hogar dulce hogar" aunque para ello debía pasar por una de las carreteras de salida de la ciudad a partir de la cual la ajetreada vida cosmopolita quedaba atrás dejando paso a un gran bosque era muy tarde por lo que difícilmente iba a poder encontrarse a coches por allí.

Se encontraba pasando por un cruce cuando de pronto las luces de un coche la vislumbraron, rápidamente logró girar el manillar evitando el choche con aquel coche "pero qué diablos" tras maldecir suspiró, y se bajó apresuradamente de la bicicleta. Al parecer el conductor del coche hizo lo mismo dejando el coche aparcado en arcén.

"¿Me puedes explicar qué te pasa nene? Te saltaste el stop ¡Por poco me matas!" a diferencia del estado alterado y de la posición acusadora de Hana el conductor del otro coche lucía muy relajado y su semblante ni siquiera se había alterado, un semblante tenebroso a la vez que ¿atractivo? la joven sacudió su cabeza de forma demasiado leve con el fin de que el gesto resultase imperceptible para él y conseguir expulsar ese pensamiento.

"No soy yo el que va en una bicicleta a medianoche" ante estas palabras exclamó mostrando incredulidad a la vez que cruzó sus brazos "podríamos decir que la culpa ha sido un 50% ya que quizás yo iba a una velocidad mayor a la requerida".

"Ahora resulta que va a ser mi culpa que conduzcas como loco, nada más eso me faltaba" Irritada, esa era la palabra que mejor podía describir su estado de ánimo en aquel preciso momento. La joven se giró dispuesta a marcharse.

"Una muchacha tan joven no debería estar por estas carreteras a estas horas, se le podría cruzar algún animal, algún lobo por ejemplo" pronunció aquellas palabras sin mover su posición, una mano en el bolsillo y su cuerpo recargado sobre el coche, lo que sí hizo fue levantar su vista y mirar fijamente a la joven que al ver aquellos ojos verdes de gran profundidad sin saber muy bien por qué sintió un escalofrío recorrer todo su cuerpo, podría afirmar firmemente en aquel instante que nunca había un hombre tan jodidamente sexy en su vida.

"Me dan más miedo las personas que los animales" sin decir nada más ninguno de los dos la Hana recogió la bicicleta del suelo y se montó en esta nuevamente emprendiendo camino nuevamente hacia su casa y dejando atrás a aquel hombre que observaba como la figura de la mujer iba desapareciendo entre las tinieblas.

"¿Podrías quedarte con ellos Yukiko?" el profesor había intentado negarse y zafarse de tener que ir a aquella reunión de inventores del año, pero el prestigio que recibiría si ganaba el premio al mejor descubridor del año y sus ganas por conseguirlo eran mayores que el deseo de no dejar solos a Haibara y a Conan, al fin y al cabo ambos eran adultos podrían cuidarse.

"Esta misma tarde tengo que tomar un avión a los Estados Unidos por un trabajo que estoy realizando, me es imposible, lo siento mucho" El profesor al igual que la actriz debía partir por la tarde a Osaka donde se realizaría esa reunión que duraría un día entero ya que volvería la tarde del siguiente día "¿no ha pensado contratar una niñera o algo así?"

"Sí pero eso de meter extraños en casa, ya sabes por los niños…" al decir estas palabras la mente de la mujer se iluminó.

"No tiene por qué ser extraño, de hecho creo que conozco a la persona ideal" Yukiko comenzó a reír y el profesor aprobó su propuesta "no se preocupe que antes de marchar por la tarde la tendrá aquí, es una muchacha excelente ya verá"

"¿Es en serio profesor?" para la científica aquello resultaba frustrante, nunca había tenido una niñera y tenerla a los dieciocho años no era algo que le causara mucho agrado.

"La condición para irme y dejarte atrás es esa por cierto Shinichi y los niños dijeron que hoy iban a venir a comer, a lo mejor quieren quedarse en casa contigo"

La mañana transcurrió sin ningún problema, como un día normal una mañana monótona de sábado en la que Ai no tenía escuela y consagraba sus esfuerzos a estudiar una cura para el APTX, Yukiko se marchó en cuanto consiguió los papeles que había ido a buscar a casa del profesor Agasa y fue a la que era su verdadera a casa a ver cómo le marchaban las cosas al inquilino.

Los niños fueron a casa del profesor a tomar el almuerzo y acordaron quedarse allí a dormir aquella noche tras avisar a sus respectivos padres.

Nerviosa, sí, ese adjetivo era el más apropiado para hacer referencia su estado emocional, se encontraba justo frente a la puerta de la gran mansión lo que no le era observable era que desde la mansión vecina, desde una de las ventanas el residente de este hogar la observaba, al principio con intriga y después no pudo evitar reír al ver como la rubia con la que el día previo había tenido un accidente daba vueltas frente a la puerta pero no se atrevía a entrar y parecía murmurar algo en voz baja.

Llamó al timbre y un hombre mayor y regordete que después descubriría se llamaba Agasa le abrió la puerta "hola" fue lo único capaz de exclamar antes de que este hombre la hiciera pasar, su rostro y expresión amable la relajaron y traspasó el umbral de la puerta ante la atenta mirada de Subaru Okiya.

"Mi nombre es Hana y estaré encantada de cuidaros por este día" realmente era fácilmente observable como la joven amaba dedicarse a ello, los niños sacaban lo mejor de ella.

Agase se retiró pronto tras dejarle dadas ciertas indicaciones a Hana como eran el horario de las comidas, la hora a la que debía acostarlos, que para entretenerlos les pusiera acertijos… Los niños se despidieron efusivamente del profesor que marchó en su escarabajo.

"¿Oye por qué no vamos a ver a Subaru- San?" Sugirió la que se había presentado como Yumi, la cual mostraba poseer una gran dulzura.

"Sí, seguro nos tiene algún misterio preparado" ello fue puesto en boca del que parecía tener mayor edad de todos debido a su robustez, el llamado Genta.

En un comienzo ello no resultó de agrado de la joven a su cargo pero al ver que solo suponía cruzar la acera accedió.

Así al ver que eran los niños los que llamaban insistentemente al timbre Subaru abrió la puerta, al hacerlo los niños entraron rápidamente y Hana se quedó en el umbral de la puerta paralizada sin saber muy bien cómo actuar, tenía una extraña sensación.