Keep Bleeding
"La carta de una rosa sangrante"
El jet privado ahora sobrevolaba una cadena montañosa por las afueras de Grecia, en unas pocas horas llegarían a destino que a pesar de su claro desconté, se habían negado a decirle. ¡Era una diva por amor a Dios! Debía ser informada a toda hora y a toda costa. Sin embargo su representante insistió en que no supiera hacia donde iban con el único objeto de que encontrara el lugar algo fascinante y misterioso y así poder renovar la inspiración perdida por tantas horas de estrés y giras en micro.
El avión descendió entre la densa vegetación en un pequeño aeropuerto donde el único control de vuelo era un lugareño con una radio de antaño. Louise tomó aquello como unas mini vacaciones y bajó del avión y caminó todo el trayecto hasta una cabaña en sus zapatos de taco alto, sin embargo la cara de su representante cuando le dijo "Te traje tus zapatillas deportivas de Adidas", la convenció de lo contrario. Tendría que tomárselo con calma si no quería asesinar a alguien en el proceso.
Al día siguiente partieron hacia las profundidades de las montañas grecas, picudas e impenetrables, y caminaron incansables horas entre quejas mañosas y comentarios feministas por parte de Louise hasta llegar a destino. El lugar al que llegaron era algo raro, no se hubiera esperado que de entre tanta hierba y laberintos de roca hubiera un lugar que parecía haber sido habitado alguna vez por la civilización. Parecía un coliseo en ruinas. Un enorme pilar que se asemejaba a un reloj se erguía dándoles la bienvenida, extrañamente tenía los doce símbolos zodiacales en vez de números. Detrás del reloj comenzaba el verdadero recorrido, un sendero de templos con pilares en ruinas, corroídos por el paso del tiempo. El sendero escalaba al ritmo de la empinada montaña entre exactamente doce templos hasta llegar al único templo que no estaba completamente arruinado.
"Esto es todo muy místico y romanesco pero, ¿Cómo se supone que voy a tener inspiración sólo mirando edificios en ruinas?", preguntó desahuciada. Uno de los guías, el más anciano de rasgos mediterráneos prominentes, se dio la vuelta algo ofuscado y le habló con el entrecejo fruncido.
"Este no es un lugar común y corriente señorita. En este lugar alguna vez se libraron grandes guerras, así que por favor tenga más respeto", fue lo único que le dijo aquel hombre.
"Tch, está bien si quieren que juegue su jueguito lo jugaré", y sin más decidió seguir el camino ella sola. Se dio la media vuelta en sus zapatillas adidas y emprendió viaje por un sendero alternativo que la llevaba directamente dentro de los doce templos.
"!Louise espera!", le gritó su representante pero prefirió mejor no acercarse a la ira de una mujer despechada.
Ya llevaba algunos minutos cruzando templo tras templo, había descubierto que algunos techos tenían símbolos zodiacales tallados en la piedra al igual que el reloj. Algo que le pareció extraño pero "tratándose de los griegos quien sabe, están todos locos", pensó. Llegó hasta el cuarto templo, parecía más oscuro de lo normal y hasta incluso emanaba un olor sobrenatural. Algo parecido a la muerte. Se encogió de hombros y se adentró.
La superficie del techo, piso y algunos pilares tenían grandes manchas circulares de humedad, como si algo hubiera estado colgado durante un largo tiempo. Tenían la forma de máscaras, incluso las manchas de la pared asemejaban ojos y boca.
"Creepy…", dijo en voz baja.
Se adentró aún más hasta encontrar el único cuarto que no tenía esas manchas, una habitación privada lejos del lugar de recibimiento. La puerta de madera estaba abierta, casi arrancada de su lugar en el marco. La habitación por dentro parecía haber sido arrasada por un huracán. Papeles por doquier, sillas dadas vuelta, algunos girones de tela rasgados esparcidos por el suelo y muchas, muchas, muchas…
"!Arañas!, Ahhhh" corrió desenfrenada en círculos hasta tropezarse con una de las sillas y cayó de bruces al suelo. El poco viento que hizo al caer abanicó algunos papeles amarillentos, uno de ellos cayó delante de ella.
"Renovar la inspiración, ¡Si claro como no! ¿Eh?", algo le intrigó de aquella hoja amarillenta de papel que se posaba frente a sus ojos. Estaba escrita en inglés y leía "Confesions of a bleeding rose" un título que le llamó inmediatamente la atención. Todo lo demás estaba escrito de forma de poesía, justo lo que necesitaba tal vez. Tomó la hoja con sumo cuidado, los bordes rasgados amenazaban con partirse al medio dejándole dos mitades separadas. Dio vuelta la silla con se había tropezado y comenzó a leerla.
1st of July, 1700, Sanctuary, Greece.
From Albafica,
"Closed off from love I didn't need the pain,
Once or twice was enough and it was all in vain,
Time starts to pass; before you know it you're frozen"
"Hey no está nada mal para ser una carta escrita hace tres siglos atrás, ¿Qué diablos es el Santuario? ¿Y quién diablos es Albafica, acaso es nombre de hombre?", por un momento se olvidó que estaba allí para obtener inspiración instantánea y que tenía un séquito de representantes y managers acosándola para que haga una nueva canción o para sacar un nuevo disco. Los primeros meses fue fácil, utilizó todas sus vivencias de su vida previa a ser famosa para hacer canciones, no era difícil mientras tuviera ese combustible en su corazón. Pero a medida que pasaba el tiempo y la fama y la fortuna compraban todos sus deseos ese combustible se iba agotando y su vida se volvía más frívola. Pero a pesar de que esos días y recuerdos en los que sufría por un simple amor de verano cuando era tan solo una adolescente en su pueblo natal parecían lejanos y distantes, esa carta lograba volverlos a aflorar.
"But something happened for the very first time with you,
My heart melted to the ground, found something true,
And everyone's looking 'round thinking I'm going crazy"
"But I don't care what they say; I'm in love with you,
They try to pull me away but they don't know the truth,
My heart's crippled by the vein that I keep on closing,
You cut my open and I keep bleeding"
"Esto es buen material, solamente tendría que ponerle un ritmo y la música. Aunque…", buscó a su alrededor otros papeles que tuvieran la misma caligrafía, "…esto está incompleto". Aquella carta no podía terminar así simplemente, debía haber más. Sin embargo a pesar de buscar incansablemente no encontró la otra parte. Se retiró de aquella habitación con el presentimiento de que la parte faltante estaba más allá de ese templo. "Bien, supongo que debo seguir…ahhh, me las vas a pagar Jerry", condenó a su representante y siguió adelante.
La curiosidad de encontrar de cómo seguía esa carta se hacía más fuerte. Más aún cuando dio vuelta la hoja y vio que estaba dedicada a otro hombre. Un tal Manigoldo.
