¡Luces, cámara, Gran Saiyaman y acción!
Dragon Ball Super © Akira Toriyama
Sinopsis: Lo que en un principio parecía una gran idea se convertirá en una carrera contrarreloj cuando Gohan y Videl descubran que su vídeo ha caído en manos equivocadas. Este fic es para el Concurso Lemon de la página de Facebook: Fanfics de Gohan y Videl en español.
Nota de la autora: Creo que nunca voy a entregar estas historias de concursos en tiempo y forma si continúo pateando la fecha para escribirlo. En serio, comencé a escribirlo hace escasas horas.
Dejando eso de lado, acento el tiempo y elemento que se me pidió incluir. Como también la advertencia, algo obvia, de que habrá contenido sexual en este escrito.
Época: Principios de Dragon Ball Super
Elemento para incluir: Videocámara
Capitulo único: ¡Luces, cámara, Gran Saiyaman y acción!
Ian Satán estaba aburrido. Con catorce años y siendo pleno verano podría estar disfrutando de un día en la piscina, jugando con su consola preferida o salir con sus amigos. Sin embargo, su madre había insistido en que dejaran North City para que él fuera a apoyo escolar con Son Gohan, el sabelotodo esposo de su prima Videl.
Ian detestaba a Gohan. Por su culpa, su prima había dejado los días de justiciera.
Desde que había nacido, Videl siempre había sido la hermana mayor que nunca tuvo y quien le había enseñado a ser valiente. El chico admiraba como colocaba a los malos en la cárcel y varias veces ella menciono que cuando fuera mayor podría ayudarla. Ian estaba entusiasmado por crecer y poder cumplir su sueño de pelear junto a Videl.
Situación que jamás se dio.
Ian lo recordaba, el día cuando habían ido de visita a la mansión Satán, como el escuálido y torpe novio de su prima se presentó. Inmediatamente, lo odiaba. ¿Qué había visto su prima en él? Era todo lo opuesto a ella. No desprendía ninguna vibra o aspecto heroico.
Era asqueroso.
¿Por qué no se casó con el Gran Saiyaman? Ese héroe, aunque su vestimenta fuera horrenda, Ian admitía que era mejor candidato a esposo para su prima. Reiteradas veces, el chico sugirió el cambio. Su prima solo se reía por su reclamo.
—¡Pero, Videl! El Gran Saiyaman es mejor candidato para ti que ese sabelotodo. ¡Incluso podrían usar trajes en conjunto, aunque se fueran a ver ridículos! —señalo con determinación—. ¡Pero, por favor! —le imploró, juntando sus manos en indicación de súplica—. Deja a Gohan…
Pero su prima simplemente se reía.
El tiempo paso y, aunque había usado trajes en conjunto con el héroe, jamás se concretó nada para decepción de Ian. Todo empeoro cuando debió a asistir a la boda del sabelotodo y su prima. Posteriormente, inclusive, se enteró que estaba esperando un bebé de su ridículo marido.
—Tengo que conseguir que ese bebé sea como Videl y no ese imbécil —se dijo cuando bajo del vehículo. Con gesto hastiado, ingreso hacía la mansión Satán donde una expresiva Videl lo esperaba con los brazos abiertos—. ¡Prima!
—¡Ian, cuanto has crecido! —declaró Videl abrazándolo con fuerza. Su primo correspondió el arrumaco—. Dime. ¿qué tal estuvo el viaje hasta aquí?
—Eh, nada del otro mundo. Mamá conduce como señora mayor —señalo Ian viendo a madre bajar con solo una maleta enorme—. Em, mamá, ¿qué paso con tus cosas? —indagó.
Videl echo un vistazo a tía con un mohín extrañada. La madre de Ian hizo una mueca nerviosa. Ian miró a ambas mujeres con curiosidad y una desconfianza creciendo en él. ¿Qué acaso…?
—¿Significa que voy a quedarme solo aquí? —concluyó viendo a su madre. Ella no tardó en asentir a su hijo que soltó un suspiro cansado—. Podrías habérmelo dicho.
—Lo sé, simplemente lo olvide —se defendió la mujer. Videl no quito el ojo de su pariente mientras sentía que su primo se molestaba a cada segundo—. Videl…
—Tía Esther. Ian tiene razón —el mencionado carcajeó ante la defensa. Su prima siempre lo protegía ante el mundo de los adultos—. Pero bueno, descuida. Ian estará en buenas manos con nosotros. Además, Gohan estará estudiando con él a partir de mañana.
El buen humor de Ian se desvaneció, recordando porque estaba allí.
No estaba allí para ver su prima.
No estaba allí para practicar artes marciales.
Estaba en la mansión Satán para practicar con el sabelotodo de Gohan.
—No si puedo evitarlo —exclamó internamente. No dejaría que ese ridículo arruinara su tiempo con Videl donde pretendía recordarle sus días de gloria y al Gran Saiyaman.
Gohan llegó exhausto de la universidad. Había sido un largo día explicando temas a los alumnos de primer año que lo diferenciaban en edad por cinco años. Eso provocaba que no fuera fácil mantener el respeto de los jóvenes y que las jovencitas fueran impulsivas con él.
Agradecía que su anillo siempre se luciera en su anular para detenerlas.
Aunque las duras jornadas también estaban pesando en su propio matrimonio. Con su esposa embarazada, no podían tener privacidad por su madre que insistía en ayudar a Videl a cada instante. Mr. Satán también solía ser invasivo y él que volvía agotado habían ocasionado una rutina que deseaba frenar.
Por eso llevaba consigo una videocámara.
Recordar cuando habló con Yamcha y Krillin, los más indicados en el tema, sobre como encender nuevamente su matrimonio hizo que se sonrojara. Comprar el aparato en cuestión no había complicado porque tenía un precio accesible, el mayor problema sería sugerirle a Videl su idea para matar la rutina.
—Solo espero que quiera. Es decir, Videl siempre dijo que cuando quisiera podría sugerir cosas —mencionar el acto de amor aún le causaba cierta vergüenza. Incluso con veintitrés años, una parte de Gohan continuaba siendo pudorosa—. Chispas, esto no debería suceder. Pero en mi defensa, es culpa de mis padres —se dijo a sí mismo.
Ciertamente no se equivocaba. Sus padres, aunque no lo pareciera, tenían la costumbre de ser escandalosos cuando hacían el amor. Gohan tuvo que soportarlo desde tuvo uso de razón y comprendido que hacían. No entendía como su madre, que en el transcurso del día era sumamente educada y ubicada, podría ser una persona…, muy expresiva durante la noche.
—Misterios que seguro ni Dende comprendería, ¿verdad, amigo? —preguntó, mirando al cielo.
—¿Acaso la sabiduría excesiva ahora te hace delirar? —increpó una voz detrás del moreno. Gohan asustado, casi deja caer la caja con la videocámara—. Hola, Gohan…—dijo Ian con desprecio.
Al recobrar la compostura, Gohan observó al muchacho de cabello castaño y expresión cansada. Ian Satán estaba frente a él. El pánico inundo al hijo de Son Goku, ¿acaso lo habría escuchado hablar?, ¿sabría de sus planes maritales con Videl? Cohibido por el peor de los escenarios, oculto la caja detrás de su espalda.
—¡Hola, Ian! Veo que tu madre ya te dejo aquí —exclamó con exagerada emoción. Ian enarcó una ceja ante su actuar—. ¿Qué tal ha estado el viaje?
—¿Eso te importa? —increpó, tajante. Gohan retrocedió—. Solo estoy aquí para ver a Videl y a mi futuro sobrino o sobrina. Se que tengo que estudiar contigo, pero, seré sincero —Ian tomó aire—. Jamás me caíste bien.
—¿Eh?, ¿cómo que no te caigo bien? —indagó, extrañado.
Ian apretó los dientes. Su lentitud lo sacaba de quicio.
—Me refiero a que prefiero de pariente al Gran Saiyaman. Era arriesgado, valeroso y audaz —le explico con obviedad—. Tu eres todo lo contrario y detesto que Videl haya dejado su vida de justiciera a causa de ti.
Gohan frunció el entrecejo ante la ofensa del menor. ¿Desde cuándo lo detestaba? Además, no tenía el derecho a juzgarlo de esa forma. Las decisiones de Videl respecto a su vida fueron íntegramente de ella. La antigua justiciera había confesado que prefería dejar de proteger la ciudad para administrar los ingresos y todo lo relacionado a la fortuna de su padre. Señalo, además, que necesitaba dar paso a las futuras generaciones de héroes locales.
—Empecé ayudar a los policías cuanto tenía quince años, pero creo que Ian estará preparado antes. Espero que mi tía me deje entregarle el comunicador y la protección de la ciudad —habría dicho Videl. De esta forma, cumpliría su promesa de estar con Ian siendo un justiciero. Si bien no combatiría con él, lo asesoraría como una ex luchadora de artes marciales. Gohan estaba de acuerdo en ese sentido.
Sus vidas como ídolos no fueron extensas, pero si exitosas. Sin embargo, situaciones como afianzar los estudios, trabajar y planificar un futuro juntos comenzaron a tomar mayores relevancias en sus vidas. Ciertamente era divertido patear el trasero de los malos, no obstante, nadie determino que ellos deberían seguir para siempre. Y era tal como decía su padre: "Nadie puede hacerse cargo del destino de ese planeta. Para eso las personas tienen que hacer su mejor esfuerzo y creer en ellas mismas. Las personas por eso hacen valiosa su vida, porque hay un futuro que vivir".
Gohan y Videl estaban seguros de que otras personas se encargarían de detener los males del mundo que no fueran seres espaciales. Habrá policías, militares o alguien experto en artes marciales por allí dispuesto a esforzarse para deslumbrar un futuro justo y sin crímenes. Ian era de esas personas.
Sin embargo, ahora al alter ego del Gran Saiyaman no le parecía adecuado una Satán City defendida por él. Estaba actuando irrespetuosamente, grosero y ofensivo. Nadie que aspirara a ser un defensor de la justicia podría ser así. Por eso, sabía que debía frenarlo.
—Ian, las decisiones que Videl haya tomado respecto a su vida debes respetarlas. Ella habrá tenido un motivo para dejar de lado la defensa de Satán City o no escoger al Gran Saiyaman —declaró Gohan con seriedad. Haciendo, además, uso de las expresiones faciales que adquiría un saiyajin fastidiado—. Ella siempre menciona que algún día podrías ocupar su puesto, pero conociendo este lado tuyo, jamás serás como Videl…
Ian jadeó ante el discurso de Gohan que, sin prestarle más atención, ingreso a su casa. Tenía mejores cosas para pensar como sobre su noche romántica con esposa y una videocámara que prometía encender un poco el ambiente entre ambos.
—¡Videl, ya estoy en casa! —dijo una vez que entro a la morada. Una vez que avanzó por el pasillo, descubrió a su esposa en la cocina preparando cena para los tres—. Vaya, eso huele delicioso…
—¡Hola, Gohan! —exclamó con alegría. Rápidamente le dio un beso en los labios y siguió con la comida—. ¿Qué tal el trabajo? —ella notó que llevaba consigo una caja—. Y, ¿eso?
Gohan le mostró la caja y la expresión de su esposa fue de extrañeza. El hijo de Son Goku nunca había mostrado admiración por elementos relacionados a los contenidos audiovisuales.
—¿Es para la universidad?
El moreno negó con la cabeza.
—Se que no he estado siendo el marido más amoroso del mundo cuando estamos a solas —confesó, apenado. Su esposa lo vio con ternura—. Y le pregunte a Yamcha y Krillin que podíamos hacer para avivar la cosa entre nosotros….
Videl enarcó la ceja con curiosidad. Una expresión picara cubriendo su rostro.
—Sí, dime más —insinúo con una voz más suave y pausada.
Gohan se sonrojo aún más.
—Bueno, me puse a pensar, "¿hace cuánto el Gran Saiyama no hacen una aparición?" Entonces…, bueno —sacó la videocámara de su empaque—. ¿Te gustaría grabarte…haciendo…, eso?, ¿qué dices?
Un silencio se cernió en la cocina. Solo se escuchaba el repiqueteo de la olla y el reloj sobre la pared. Ian recién ingresaba a la casa cuando vio desde el pasillo a Gohan y Videl conversando.
—¿Ahora que estarán haciendo? —se preguntó. Curioso por estar al corriente, se escondió.
De pronto, una risilla femenina se escuchó y luego un jadeó por parte de alguien masculino. Ian bufó de sorpresa.
—Videl… —susurró sin creer lo que veía.
Sujetando a su marido por la corbata de una manera sensualmente amenazante, los rostros de Gohan y Videl se juntaron. El aire parecía ser pesado entre ellos y la breve distancia que los separaba era asfixiante.
Tonos rojizos coloreaban el rostro del moreno ante el repentino arrebato atrevido de su esposa. Iba a morir de un infarto si ella continuaba teniendo esos impulsos que a veces a él, puro de corazón que continuaba siendo, lo hacían temblar.
—Parece que estamos en la misma sintonía sexual ahora, Gohancito —dijo liberándolo de su corbata. Gohan inspiro hondo y observó como Videl contorneaba la cintura con malas intenciones para él y su entrepierna—. Creo que tengo motivos para acelerar la cena y mandar temprano a Ian a la cama. ¿No crees?
Su esposo carcajeó nervioso.
—No sé qué decir, he he.
Videl volteó un poco para ver su marido todavía parado con el rostro exaltado.
—Descuida, tu tienda de campaña he dicho todo.
Avergonzado por la observación de su esposa, Gohan acomodo su pantalón para disimular la erección que tenía encima. Debía tomar una ducha helada antes de cenar y preparar el ambiente para lo que prometía ser una velada romántica e interesante.
Algo en lo que Ian también coincida desde el oscuro pasillo donde estaba oculto.
La cena entre Gohan, Videl e Ian paso con rapidez. Estaba claro que la joven pareja tenía otros asuntos en mente que estar cuestionando al muchacho que iba a quedarse con ellos por algún tiempo. Ian también lo percibía y se sentía que estaban apresurados por terminar la cena y que él estuviera su cama. Eso iba a suceder, sin embargo, no significaba que estuviera dormido.
—Sí consigo enviar eso desde alguna computadora, lo arruinare y Videl no tendrá otra opción que dejarlo —pensaba a sus adentros mientras observaba a Gohan alistar la videocámara en su escritorio, A un lado, la computadora que solía usar estaba prendida—. Oye, Gohan. ¿Esta computadora tiene contraseña? —indagó en el tono más amable que encontró para dirigirse para sabelotodo.
Por su repentina amabilidad, Gohan se extrañó. Pero asintió.
—¿Te molestaría decírmela? Es que quiero revisar unas cosas y no quiero molestarte si llega a suspenderse. ¿Entiendes? —le explico con un deje inocente en sus palabras, evitando levantar sospechas de sus verdaderas intenciones.
Una parte de Gohan deseaba decirle que no, pero su esposa continuaba en la sala y prefería que no escuchara ninguna riña entre ambos. No con una noche especial por delante.
—De acuerdo. La contraseña es: gransaiyaman1 —dijo. El rostro de Ian se cubrió de asombro—. Qué, ¿por qué tienes esa cara?
Ian tragó saliva. ¿Acaso Gohan…? Rápidamente negó con la cabeza. Gohan no era un amigo, era un enemigo. Todo en él estaba mal, quien estaba bien era el Gran Saiyaman.
¿Verdad?
—Nada. Absolutamente nada —respondió en su tono habitual. Cualquier resquicio de duda en su mirada se desvaneció—. Gracias, Gohan —murmuró, vacilante.
—De nada —contestó, sin más—. Procura acostarse temprano.
Ian no expresó nada como respuesta y se colocó en la computadora, desconectándose del ambiente. Gohan suspiro y avanzó hacia su habitación. Quedó perplejo por la actitud del menor. Habría jurado que, aunque sea por un instante, un rastro de gentileza se reflejó en su expresión cuando menciono su contraseña. ¿Tanto era su admiración por su contraparte justiciera?, ¿en verdad Ian creía con tanta fuerza que él había arruinado a Videl?
—Siempre fui un enigma para Videl cuando nos conocimos. Con y sin el casco —pensó mientras ingresaba a su cuarto y montar la videocámara sobre su cómoda—. Pero la mayoría de las personas solo han conocido las acciones del Gran Saiyaman como héroe. Todos olvidaron que yo estaba bajo el casco gracias a las esferas del dragón. Ian admira a Gran Saiyaman por lo que hizo, no se pregunta quien estaba detrás de él.
—¿Gohan…? —la voz de Videl resonó en la habitación sacándolo de sus pensamientos.
—¡Oh, Videl! —exclamó con sorpresa. Termino de ajustar la videocámara y se reunió con ella en la puerta—. ¿Ian ya está acostado? —Videl asintió—. Bueno, ¿qué te parece…?
La mujer soltó una risita traviesa y cerró la puerta tras suyo. Toqueteo sobre sus bolsillos y sacó los dos relojes que contenían los trajes de Gran Saiyaman 1 y 2. Con perversidad, ambos se alistaron los trajes y rápidamente se arrojaron a los brazos del otro.
La lengua de Gohan sale disparada hacia ella, lamiendo el costado del cuello de la justiciera antes de que sus labios se hagan cargo, chupando suavemente.
—Vaya, Gran Saiyaman 2. Estas muy atractiva esa noche.
—Gran Saiyaman 1, veo que pretende hacer uso de otras poses que no sean las heroicas.
Gohan carcajeó.
—Ciertamente lo creo —dice una vez que vuelve a su oído—. Sé que me quieres, compaña —Gohan se burla. Su mano se sumerge dentro de la parte superior del traje de su esposa para provocar su pezón endurecido—. ¿O pretendes que use mi lengua y lamer allá abajo?
Videl lo interrumpió con un gemido, besándolo de repente. Rápidamente le quito las gafas y el pañuelo blanco que la alejaba de su sedoso cabello para profundizar el beso. Sin ver hacia donde se dirigían, ambos cayeron en la cama. Gohan y Videl carcajearon y se besaron de nuevo.
—¿Estás bien?, ¿no te aplaste? —cuestiono Gohan viendo a su esposa.
—No, para nada —sonríe ella tocando sus pectorales bajo la bata verde—. ¿Puedo…?
Gohan sonrió burlonamente y freno sus manos.
—Las damas primero, Vi —señala y hace se quite la bata celeste junto con su camisa negra antes de que pueda atacarlo a él.
Dejándola en sujetador, Gohan se separa, ahuecando sus senos en sus manos y empujándolos hacia arriba, presionándolos juntos para barrer su lengua sobre los dos puntos de placer rosados. Videl agarra su cabello, tirando ligeramente mientras él suelta un gemido, haciéndolo reír.
—Parece que alguien está ansioso...—Gohan susurra contra su piel.
—No todos los días tienes el lujo para acostarte con un héroe —gruñe ella. Videl lo empuja hacia atrás, mientras desliza el cinturón, la bata negra y la parte superior del traje—. Creo que toca.
Gohan abre los ojos con sorpresa cuando su esposa desliza su mano más allá de la pretina de sus calzoncillos, tomando su gran excitación en su mano. Videl se arrodilla ante él, apartando la parte inferior del traje de Gran Saiyaman del medio. El moreno observaba fascinado como empuja su masculinidad a través de la rendija en el frente, tomándola en su boca tan pronto como se libera.
—¡Oh, cielos! —Gohan murmura y su mano se mueve para agarrar el cabello de Videl, guiándola hacia donde quiere que vaya—. Esa boquita no solo dice frases contra los malos, Videl —dice, jadeante.
Siendo guiada, la antigua justiciera trabaja hundiendo la lengua en la parte frontal de su masculinidad, jugueteando con la parte inferior de la cabeza antes de devorarlo nuevamente. Los ojos semicerrados de Gohan la observan, su pecho se mueve rápidamente mientras su respiración se acelera.
Empujándola hacia atrás suavemente, Gohan se para. Despidiendo toda la ropa interior más allá de sus caderas, Videl envuelve su boca alrededor de su longitud con velocidad y él comienza a curvar sus caderas al ritmo de sus movimientos, sosteniendo la parte posterior de su cabeza que no le permite retroceder.
—Videl… —gime. Sus embestidas se vuelven más rápidas. Videl se prepara contra sus muslos, relajando su garganta mientras él profundiza el ritmo golpeando su posterior. Se inclina, coloca una de sus manos sobre la cama y usa la otra para inclinar la cabeza hacia atrás, hasta que su hombría se desliza hacia abajo.
Unos empujones más tarde, el hijo de Goku retrocede, jadeando como si hubiera corrido una maratón. Gohan da un paso atrás y arroja a Videl sobre la cama mientras calmaba su respiración.
—No estoy listo para terminar todavía, Gran Saiyaman 2 —se ríe mientras apunta su feminidad. Él se arrodilla antes de frotar sus manos en los muslos de Videl—. El deber de defensor de la justicia me llama —murmura antes de besarle en el muslo.
Las piernas de su esposa se abren involuntariamente y jadea mientras levanta la pierna y la coloca sobre su hombro. Siento el aliento de Gohan justo sobre su centro y él sonríe antes de pasar la lengua por su raja. Gimiendo en voz alta, Videl tomó sus hombros para mantenerse firme mientras la lengua de él explora, el músculo pecaminoso no deja ninguna parte intacta. Él baja la pierna y la guía hacia atrás, hasta que alcanza la mesa.
—Siéntate en el borde... —susurra. Videl obedece, saltando para la superior en el borde de esta y su esposo levanta ambas piernas esta vez, colocándolas sobre sus hombros una vez más. Antes de que ella pudiera siquiera moverse, Gohan entierra su lengua en la apertura femenina, escuchando un grito fuerte de la mujer de ojos azules. Con los ojos vueltos hacia atrás en su cabeza, tomó un puñado de su cabello y espera, todo su cuerpo tiembla de placer.
Gohan se mueve hacia arriba y sus labios se cierran sobre el clítoris. Consumiendo suavemente, desliza su dedo índice dentro del interior femenino mientras se burla del asunto apretado. En este punto, las caderas de Videl se estrellan contra la cama. Usando el agarre que tenía en su pelo, guio su boca apegándola más a su punto de placer, sacando en su esposo de una risa profunda que vibra a través de su cuerpo, haciéndola retorcerse aún más.
Retrocediendo lo suficiente para deslizar rápidamente su lengua sobre su clítoris, comienza a temblar, Videl podía sentir la tensión en su cabello. De una forma casi orquestal, sintió que su liberación llegaba cuando el Gran Saiyaman agrega otro dedo dentro de ella, curvándolos para empujar contra su punto. Su cuerpo se tensó, sus dedos tiraban de su cabello mientras se dejaba llevar. Gohan le hacía chillar su nombre en las notas más altas.
Él saca sus dedos, mirándola mientras sus labios se encuentran.
—Gran Saiyaman…
—Esto no se acaba todavía. Como héroe, debo terminar con todo —agrega mientras envuelve sus piernas alrededor de su cintura, soltando la cabeza de la muchacha para agarrarla por la espalda y arrojarse juntos a la cama, apretando su dureza contra ella sin romper el beso. Se pone de rodillas, sosteniéndola contra sus muslos mientras empuja contra ella, su masculinidad dura deslizándose contra el centro aún húmedo.
—¿Quieres esto ...? —Gohan susurra contra Videl, haciéndola gemir lastimosamente. Una de sus manos se dirige a su espalda mientras la otra se queda de espaldas y él la baja lentamente, presionando contra ella.
Sin embargo, todo esto lleva demasiado tiempo, entonces la ex justiciera decide tomar la masculinidad en su mano y se lo coloca, empujando sus caderas hacia arriba y haciéndose gemir fuertemente mientras se desliza dentro.
Gohan sonríe, agarra a su esposa detrás de sus rodillas y la levanta de sus piernas más alto. Cuando está casi doblada en dos, él empuja bruscamente, haciéndola gritar su nombre. Golpeando en Videl, sus ojos se cierran y él gime profundamente, obligándola a hacer lo mismo.
Gohan se sentía tan bien dentro de ella, su masculina la llenaba y hacía que su cuerpo sienta que se va a quemar. Verdaderamente estaba siendo una excelente noche.
Ian corrió a toda prisa por las calles de Satán City. Su corazón palpitaba en su pecho con mucha fuerza mientras intentaba encontrar un sitio para ocultarse. Algún espacio olvidado donde no fuera hallado por quienes lo perseguían.
—¡Ahí esta! —escuchó a la lejanía.
Se desvió de la calle hacia un callejón donde tropezó y su rostro cayó sobre agua. Jadeando, se arrastró con torpeza hacia el rincón más recóndito de ese espacio. Aulló cuando vio dos figuras descender de los cielos en dirección hacia él. Ian jadeó.
—¡Ya déjenme en paz, no les daré nada! —declaró en un intento de inútil valentía. Las figuras se acercaron—. ¡Ya déjame, Gohan…!
Gohan se detuvo. Ian sintió como arrodillaba junto a él. Pero no, no lo miraría a la cara. No podía ver a su héroe defraudado por él.
¿Por qué tenía que ser el Gran Saiyaman?
¿Acaso esta era la manera del destino para decirle que no debía prejuzgar?
Sí era así. Su destino era bastante cruel.
—Ian…
—¡No!
—¡Escúchame! —gritó Gohan elevando su poder. Una pequeña ráfaga azotó contra el menor y se aterró aún más al ver como los ojos del moreno cambiaban de negro a un azul intenso. Ian hipo—. Por favor, Ian. al menos hazlo por Videl, recuerda que está embarazada…
El castaño observó a la Gran Saiyaman 2, no, su prima. Llevaba un rostro salpicado de preocupación y temor.
¿Cómo pudo haber pensado en arruinarla así?
¿Cómo fue capaz de pensar en que publicar el video casero íntimo de Gohan y Videl sería bueno para ella?
—Videl, yo…—Ian comenzó a llorar—. ¡Lo lamento, no pensé que Gohan sería el Gran Saiyaman! Yo solo quería… ¡solo quería que volvieras a ser la Videl de antes! —el menor observó a Gohan—. Escúchame, no eres ningún imbécil. No te odio, ¡no me asesines!
Implorando, se arrojó contra el pecho de Gohan. Este no hizo más que abrazarlo y esperar a que Ian se calmara. Lo que había hecho estaba mezclado por un sinfín de cosas: una inocente idea de que publicar una intimidad sería beneficioso, descubrir a la persona detrás del casco y darse cuenta de que ese alguien no solo tenía mucha fuerza y capacidad de volar. Con nostalgia, el Gran Saiyaman recordó sus días bajo la tutela de Piccolo, como fue manifestando el poder y capacidad.
Esto era parecido por el hecho de que alguien descubría un mundo desconocido y algo aterrador.
—Gohan…
—¿Qué…?
—¿En verdad no podré ser un defensor de la justicia como Videl?
Gohan negó.
—Podrás. Se que eres capaz.
—Pero hice algo muy malo. Me robe tu video intimo con mi prima —gruño, frustrado—. Eso es terrible.
—Todos comenten errores. Incluso yo.
Ian se separó del pecho de Gohan. Este lucía una sonrisa cansada.
—¿Incluso tú?
—Es una larga historia, ¿quieres oírla? —levándolo del suelo, Gohan le extendió la mano como el Gran Saiyaman. Videl a su lado, también extendía al Gran Saiyaman 2 —. ¿Sabes? Las personas hacen valiosa su vida cuando tienen un futuro por el cual vivir. Decidimos dejar de ser justicieros por ese futuro y porque había que dejar que otras personas hicieran lo que hicimos.
—Ese tipo de personas son como tú, Ian —habló Videl abrazando a su primo—. ¿Crees que puedas lograrlo?
Ian observó la videocámara entre sus manos todavía y se le entregó a Gohan.
—Haré mi mayor esfuerzo.
