La serie Hey Arnold y sus personajes no me pertenecen en lo absoluto :)

Espero y les guste.


UNA SEMANA PARA CAMBIAR.

Cada mañana despierto con la pesadez de la soledad en mis ojos. Cuando se que esos labios tuyos no son míos y esa mirada tuya se mezcla con un toque de olvido… si tan solo pudieras ver quien soy… si tan solo pudieras…

Arnold se despertó totalmente empapado de sudor y algo nervioso. Había soñado lo mismo por tercera ocasión: Él y esa misteriosa joven tomados de la mano y justo cuando iba a descubrir el rostro de aquella bella mujer, el sueño se tornaba oscuro y un miedo profundo se apoderaba de Arnold mientras caía por un vacío que parecía no acabar. Y cada día se ponía peor. Se acomodó el cabello y se limpió las gotas necias de sudor que recorrían su frente.

-Algun día, sabré quién eres. -Dijo Arnold justo antes de caer rendido nuevamente en su cama.


Helga era una niña que siempre había tenido los pies en la tierra, sin preocupaciones en la escuela o intentar quedar bien con los demás chicos, siempre era la niña ruda y segura que todos conocían, y nada podía romper esa barrera poderosa en la que se ocultaba la más bella y delicada flor. Helga nunca tropezaba o temblaba ante alguna situación, claro, siempre y el tema de conversación no fuera Arnold. El niño que la traía loca desde hacia bastante tiempo, y fue precisamente eso lo que la impulsaba a cambiar ahora a sus 15 años, sin embargo, cuando se es una niña con una familia incomprensible, pocos amigos verdaderos y un amor no correspondido, el mal carácter suele apoderarse de uno mismo. Pero ahora que se iba a ir lejos, muy lejos de Arnold, había un par de cosas que tenía que resolver… un par de cosas que tenia que dejar en claro…

-Phoebe, ya lo he intentado, en serio- decía la rubia mientras bajaba las escaleras de la P.S. 18 con su mejor amiga a un lado, como había sido siempre.

-Dudo que tus padres no comprendan que en realidad tú no quieres irte lejos, de seguro entenderán por primera vez tus deseos, Helga- Dijo con un poco de entusiasmo la chica de lentes, la intelectual, hermosa y mejor amiga que se pudo haber encontrado una persona como Helga.

-No Phoebe. Ellos me enviarán a Liverpool con la estúpida idea de que mi educación es lo primero, en lugar de decir que se quieren deshacer de mí…

-Vamos Helga, ¿Liverpool? ¿A quién quieres engañar? Si no hubiera sido por Arn-

-Shh, baja la voz Phoebe, te pueden escuchar.- Dijo Helga interrumpiendo a su amiga.

-Claro. Si no hubiera sido porque Arnold se encuentra emocionalmente ligado con Lila, la idea de irte lejos ni se te hubiera cruzado por la mente.

Y aunque su pequeña, pero sabia amiga tenía razón, ella jamás lo iba a aceptar. Sus padres ni siquiera la estaba forzando a marcharse, pero Helga estaba segura que ver a su ''pareja favorita'' una vez mas juntos y acaramelados como la ultima vez, le rompería de una vez por todas el frágil corazón que guardaba en lo más profundo de su alma. Y caer enfrente de Arnold no estaba en su lista de cosas por hacer.

-Vamos Helga, no huyas de tus problemas… soluciónalos.- Dijo Phoebe, mientras las dos se sentaban en la mesa más lejana que pudieron encontrar, su mesa. Donde podían hablar de lo que quisieran sin que nadie se atreviera siquiera a sospechar su tema de conversación, que el 80% de las veces, se trataba de cierto rubio con cabeza en forma de balón.

-Phoebe, irme será lo mejor… aprenderé muchas cosas acerca de Reino Unido, te enviaré postales, y lo mejor: Liverpool cuenta con 24 bibliotecas, la más grande, la Biblioteca Central está ubicada en el Centro de la cuidad así que me pasaré mucho tiempo ahí y disfrutaré cada momento. A lo mejor y estas viendo a la próxima novelista exitosa en el mundo- Aseguró Helga mientras la sonrisa se hacia cada vez mas grande en su rostro.

-Si, la más exitosa del mundo… pero muy lejos de tu hogar y de mi, amiga.- dijo tristemente Phoebe.

-Vamos Phoebe, apenas y si es un sueño lejano, ni que Bob y Miriam quisieran hacerme una vida feliz. Estoy segura que me quedaré toda mi vida aquí, a sufrir.- Dijo Helga aceptando tristemente la realidad de su vida y recargando su cara en una mano apoyada en la mesa.

-Me da pena pero al mismo tiempo alegría escuchar eso, Helga. Debo ser honesta contigo, no deseo que te vayas lejos. Has sido mi mejor amiga desde siempre.

-Y así seguirá siendo Phoebe, así seguirá siendo.- Contestó Helga.


-Vamos viejo, elije una mesa de una buena vez.- Dijo por quinta vez Gerald a su mejor amigo Arnold, mientras los dos estaban parados en medio de la cafetería.

-No hay ninguna disponible, Gerald.

-Allá hay una.- señalando donde se encontraban Helga y Phoebe.

-¿Estás loco, Gerald? Ahí está Helga y ella..

-¿Te odia? Viejo, hemos discutido esto antes… no tiene importancia, es solo una niña más, de cualquier forma, no esperabas que todo el mundo te amase o ¿si?- Preguntó Gerald con una ceja arriba.

-Por supuesto que no, Gerald. Además, no es por eso, es solo que no necesito una bomba de insultos esta mañana, sabes que no me siento muy bien para variar.

-Lo que tú digas, Arnold, pero deberías de mostrarle poco interés al odio de Helga, de cualquier forma ella ya se va a ir y-

-¿QUÉ?- Interrumpió Arnold a su amigo.

-Si, Phoebe me comentó que Helga tenía la increíble idea de irse para siempre y probar mejor suerte en Liverpool. ¿Perfecto, no? Así no tendrás que soportar más los ataques de ella.- dijo Gerald.

-Si, si.. Perfecto.- Mencionó Arnold en un susurro casi inaudible.


-Helga, no es por asustarte ni nada, pero ahí viene Arnold.- dijo Phoebe tratando de disimular la alegría de ver que también venía Gerald.

-Supongo que la fiesta ha terminado para mi, Phoebe. Me iré a repasar alguna materia.- Dijo mientras se ponía de pie.

-Espera, viene también Gerald.- Mencionó con un leve sonrojo.

-No te preocupes, lo harás bien. Sólo trata de no ponerte como un tomate y no decir ninguna estupidez y ya.- Dijo Helga un poco desesperada. Lo cierto era que no tenía la más mínima intención de cruzar palabras o miradas con Arnold, ya le había hecho demasiado daño como para que se lo permitiera una vez mas.

-Adiós Helga.- Pronunció Phoebe.-¡HELGA!.- Gritó Phoebe, pero ya era muy tarde.

-ARGH!- Fue todo lo que exclamó Helga cuando giró para marcharse sin darse cuenta de que Arnold ahí estaba y chocó contra el y sin querer, toda la comida se estrelló contra su vestido rosa, provocando la risa divertida de todos los presentes y una mirada de disculpa en Arnold.

-Por Dios.- Dijo Gerald.

Helga se quedó totalmente muda… sus ojos se sintieron cada vez más pesados y su rostro cada vez más rojo por la vergüenza. Ser el centro de atención nunca le había gustado del todo. Sus manos temblaban un poco y sentía en su cuerpo la comida caliente de Arnold. De pronto, se dio cuenta de la realidad: se estaban burlando de ella. Todos la conocían por su carácter explosivo y sus impulsivas ofensas, pero esta vez… no salió nada de su boca. Simplemente colocó su mirada un poco triste hacia Arnold y caminó fuera de la cafetería entre los gritos y sonrisas de burla. Nadie nunca iba a comprender.

-Helga..-Dijo Phoebe en un susurro mientras caminaba hacia ella.

Arnold seguía petrificado. Él no había querido hacer eso y debe admitir que sintió un poco de vergüenza al notar que todos se burlaban de Helga. Sin embargo todo había sido un accidente, un cruel accidente. Pero la verdad, no le importaba que los demás comprendieran eso, solo le importaba que lo comprendiera una persona: Helga.

-Wow viejo.- Dijo Gerald aún sorprendido mientras se sentaba en la mesa que ahora estaba totalmente vacía.

-Lo se.- Contestó Arnold imitando a su amigo.

-¿Cómo lograste ensuciar a Helga? ¡Fue increíble! ¿Lo tenías todo preparado, cierto?- Dijo Gerald con una sonrisa.

-¡Por supuesto que no, Gerald!- Contestó con un tono de ofensa.

-¡Entonces eres un genio de la improvisación!- Dijo triunfante Gerald.

-¡GERALD, YO NO QUERÍA HACERLO!- Gritó furioso el rubio cosa que incomodó a Gerald.

-¿Ah... no?- Preguntó confundido el moreno.

-No, fue un accidente.

-Bueno, no te preocupes, no fue para tanto. Lo único extraño fue que ella no dijo absolutamente nada, tal vez se quedó sin insultos. Vaya, ya era hora ¿no crees?... ¿Arnold? ¿Viejo, estás ahí?- Dijo al ver que su amigo no le prestaba atención en ningún momento.

-Lo... lo siento, Gerald.

-La verdad es que yo también estoy sorprendido, no hay día que Helga no te dedicase alguna ofensa y hoy, que en realidad sí tenía una buena excusa para hacerlo, se queda totalmente muda.

-Pero, ¿No has notado que desde hace días... no me dice nada?

-¡De seguro ya maduró o que se yo! Ellas son muy complicadas, prefiero ni meterme en sus problemas.- Dijo Gerald con una sonrisa.

-Tienes razón.

Un grito de entusiasmo se escuchó desde el otro lado de la cafetería. Era Lila.

-¡Arnold!- dijo la pelirroja mientras se acercaba hasta donde estaba Arnold. La verdad era que a sus 15 años, Lila era lo suficientemente hermosa como para confundirse con una verdadera princesa de los cuentos de hadas. ¿Qué oportunidad podría tener Helga con Arnold si éste tenía una pareja de lo más excepcional? Todos los días Helga llegaba a esa horrible conclusión, a esa triste conclusión.

Qué error más grande.

-¿Qué pasa Lila? ¿Ocurre algo malo?- Mencionó calmado Arnold.

-No, Arnold. No seas tontito, sólo quería estar contigo un rato. - Dijo apretando una mejilla del rubio, provocando una risita burlona en Gerlad.- Hola, Gerald- Saludó con alegría Lila.

-Hola, Lila.

-¿Dónde estabas?- Dijo Arnold tratando de crear un tema de conversación.

-Por ahí, preparandome para los exámenes antes de salir de vacaciones, tengo muchísimas ganas de ver a mis tíos y abuelos.- Dijo con una sonrisa perfecta.

-¿Saldrás de viaje?- Preguntó Gerald...

Sin embargo, Arnold no estaba prestando nada de atención. Estaba demasiado confundido y preocupado por muchas cosas: Su abuelo grave en el hospital, esos sueños extraños donde cada vez se sentía peor por no entender nada, la sorpresiva reacción de Helga y la noticia de que se iba a mudar, la graduación cercana, sentimientos que no compartía con nadie, ni si quiera con Gerald. Arnold estaba cambiando y el rubio temía a este hecho.

-¿Qué está ocurriendo conmigo?- Dijo para sí mismo. Una pregunta que ni siquiera él tenía la respuesta.


Helga estaba dentro del baño de niñas tallando su ropa con agua, tratando inútilmente de por lo menos, disimular la terrible mancha de salsa.

-¿Helga?- Dijo Phoebe mientras abría la puerta- ¿Estás bien?

-Por supuesto, Phoebe. Es solo que intento quitar esta estúpida mancha.- Mientras tallaba con fuerzas.

-¿Segura?-Colocándose a un lado de ella.

-Si, Phoebe. ¿Por qué tanta intriga? No es como si me hubiera pasado lo peor del mundo.

-Es solo que te noté sumamente rara.

Oh, no. Ella no podría haberlo notado. Phoebe no podría saber cómo se sentía en el interior Helga. Eso la entristecería demasiado.

-¿De qué hablas? Todo está bien - Dijo mintiendo Helga.

-Es que, tu... no insultaste a Arnold.- Dijo Phoebe como si fuese algo totalmente extraño e imposible. Algo increíble.

-Oh, es sólo que me duele un poco la cabeza. ¡Descuida, en un rato más le diré todas sus verdades a ese cabeza de balón!-Dijo fingiendo corage.- Estoy perfectamente bien.-Agregó sonriendo.

-Eso espero Helga..

Perfecto, se la había creído.

-Mira, ya se me quitó ésta mancha.- Mencionó Helga señalandose su vestido.

-Claro.- Dijo Phoebe con sarcasmo.-No se ve para nada, Helga.

-Ja,ja! Por lo menos se ve menos, ¿Cierto?.- Dijo la rubia riendose.

-Eso sí, Helga.- Definitivamente no había nada que hiciera más feliz a Phoebe que ver a su mejor amiga sonriendo.

-Vamos afuera, que las clases están por continuar y no quiero que luego te estes quejando de que te hago bajar tus notas.- Dijo Helga mientras salían del baño de niñas.

Y este día fue exactamente como los otros: lejos de ti. Si pudieras romper las barreras que con tanto dolor he construido para ti. Quema cada parte de este corazón necio, antes de que deje de palpitar por la realidad de esta soledad. Mírame por lo menos una vez, y trata de decifrar lo que te suplican mis ojos, trata de entender lo que te dicen mis labios. Trata de hacerme sentir bien.


Gracias por Leer =)