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Crossover Twilight – The Vampire Diaries
Vampiros, brujos…
Dosalie (Damon-Rosalie)
Sinopsis: Rosalie creía que en su larga existencia había visto de todo, que nada nuevo podía sorprenderle; pero luego viajó a Mystic Falls y vio que el mundo era más extraño de lo que ella pensaba. No solo existían brujas sino que, además, descubrió que había más de una clase de vampiros.
Los personajes que aquí aparecen no me pertenecen. Los de TVD pertenecen a L.J. Smith y a The CW, mientras que los de Twilight son propiedad de Stephenie Meyer y Summit Entertainment.
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Los Cullen habían alargado demasiado su estancia en Forks y los vecinos comenzaban a preguntarse por qué no envejecían. Era hora de mudarse, de cambiar de ciudad y empezar de cero una vez más. Volvía a repetirse la misma rutina de siempre, salvo por el hecho de que ahora Bella, Renesmee y Jacob se unían a unos Cullen ya expertos en mudanzas.
A Renesmee le encantaba su pueblo, sobre todo porque su abuelo Charlie y sus amigos vivían allí, pero sus padres le prometieron que no irían muy lejos, que podría seguir visitándolos con frecuencia; por esta razón a la joven mestiza no le molestó demasiado el cambio, es más, incluso estaba entusiasmada con la idea de conocer un lugar nuevo.
El positivismo de la pequeña de la casa rápidamente se contagió al resto, eso sí, con una pequeña ayuda de Jasper y su habilidad para "controlar" las emociones de aquellos que le rodeaban.
Aunque ni siquiera el don del vampiro rubio fue lo suficientemente poderoso para calmar los miedos de Emmett. Rosalie y él no estaban pasando por un buen momento, eran unos malos años en realidad. La rubia era la única que no había propuesto destino nuevo ni se había involucrado en ningún otro aspecto de la organización de la mudanza, algo completamente atípico en ella. Y el grandullón tenía ciertas sospechas de por qué. Si Rosalie no se había implicado en los preparativos era porque tenía sus propios planes.
-Rose, ¿crees que en Williamsport habrá osos? –preguntó Emmett como forma de tantear a su novia.
-No lo sé –murmuró ella sin apartar la mirada de su ordenador-. Está en los montes Apalaches, ¿no? Supongo que sí.
-¿Qué estás buscando? –se extrañó él al ver lo que estaba haciendo esta-. ¿Billetes de avión para Virginia? Pero si Williamsport está en Pensilvania.
-Emmett, yo… No voy a ir con vosotros, no puedo.
-¿Por qué no? ¿Me estás dejando? ¿Es eso?
-No, yo solo… Necesito tiempo para mí misma, para despejar la mente. Lo entiendes, ¿verdad?
-¿Cuánto tiempo?
-No lo sé.
-Está bien. Tampoco importa mucho, ¿no? Al fin y al cabo, somos inmortales –intentó bromear el vampiro para no hacerle sentir tan mal a la chica-. Te amo. Y te seguiré amando siempre.
"Así que, tómate el tiempo que necesites. Yo te estaré esperando cuando todo esto termine si decides quedarte conmigo…
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Con el dinero que había estado ganando Alice en sus últimas inversiones en bolsa, la familia Cullen se hizo con una impresionante mansión en Williamsport, mientras que Rosalie en Virginia optó por instalarse en el campus universitario de Withmore, el cual estaba a tan solo un par de horas de Mystic Falls, un pueblo que había llamado su atención recientemente. Mystic Falls siempre había estado rodeado de un gran misticismo. Se decía que allí ocurrían cosas muy extrañas, fenómenos paranormales; motivo por el cual los Cullen nunca contemplaron la posibilidad de instalarse en aquel pueblo, por el temor de ser descubiertos con facilidad. Pero ahora Rosalie estaba de por libre, así que no tenía por qué seguir los consejos de su familia.
-No creas todas esas cosas que se cuentan por ahí sobre Mystic Falls –dijo una rubia que se hacía llamar Caroline Forbes-. No son más que estratagemas para atraer más visitantes.
Como una estudiante cualquiera, Rosalie compartía habitación con dos personas más. Se trataban de un par de chicas que, al parecer, eran amigas desde antes de ir a la universidad.
-Seguro –murmuró Rosalie no muy convencida, para después dirigirse a la otra chica, la cual era castaña y tenía la piel olivácea-. ¿Y qué hay de ti? ¿También eres de Mystic Falls?
-Mi madre era de aquí –dijo la joven Sheila Bennett con cierta pena en su voz debido al recuerdo de su difunta madre-, pero yo nací y me crié en Nueva Orleans.
-¿Y por qué has dejado aquella hermosa ciudad por esto?
-Mi madre estudió en Withmore y yo…
-Querías encontrar una conexión con ella –comprendió Rosalie.
-Sí, algo así.
El ambiente se entristeció ligeramente, por lo que Caroline tuvo que intervenir para animar la conversación:
-¿Y tú de dónde eres, Rosalie?
-Nací en Rochester, Nueva York, pero los últimos años he estado viviendo en Forks, en el Estado de Washington.
-¿Te has mudado a Virginia con tu familia? –intervino esta vez la joven Sheila.
-No, ellos se han ido a vivir a Pensilvania.
-Todos necesitamos un cambio de aires de vez en cuando –dijo Caroline comprensiva-. La universidad es la mejor excusa para ello. Así que… Bienvenida a tu nuevo hogar para, al menos, los próximos cuatro años.
-Gracias, presiento que voy a encajar muy bien aquí.
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Caroline y Sheila se habían instalado antes que Rosalie en la habitación, de modo que la chica Hale no pudo elegir cama ni qué zonas del cuarto le pertenecían para colocar sus cosas. Caroline era muy controladora y se había encargado perfectamente de organizar la distribución de todo, e incluso de qué estanterías de la nevera eran de quién. La chica le recordaba mucho a Alice y sabía que podía lidiar con ella, siempre y cuando no le llevase mucho la contraria.
Por su parte, Sheila parecía una joven muy inocente y feliz, salvo cuando hablaba de su difunta madre.
-¿Chicas, estáis ya instaladas? –les preguntó un chico de increíble ojos azules apoyándose contra el umbral de la puerta con los brazos cruzados y luciendo una sonrisa de medio lado. Rosalie tuvo que reconocer que era extremadamente atractivo.
-¡Damon! –celebró su visita Sheila, corriendo a abrazarle.
-¿Qué haces aquí? –le preguntó Caroline al chico de mala gana.
-Vaya, yo también me alegro de verte –gruñó este-. Solo quería ver por mí mismo si este antro al que llamáis campus seguía siendo tan deprimente.
Damon hizo un reconocimiento rápido al interior de la habitación y, solo entonces, se dio cuenta de que había alguien más allí.
-¿Quién eres tú? –le preguntó a la nueva chica rubia, intentando no parecer muy interesado en ella, puesto que se había quedado un buen rato embobado contemplándola.
-Soy Rosalie Hale, la compañera de habitación.
-Debes de ser muy valiente o muy kamikaze para compartir algo con Caroline –bromeó él, siempre picando a la chica Forbes-. Soy Damon, por cierto. Damon Salvatore.
-Tú también eres de Mystic Falls, ¿me equivoco?
-Eres muy observadora.
-Empiezo a diferenciar el acento de la zona.
-De acuerdo, listilla. Y tú eres de… No, no se me ocurre nada.
-Supongo que cuando viajas tanto de un lugar para otro del país, acabas sin coger ningún acento concreto.
-Ya veo… -murmuró Damon sumergiéndose en los dorados ojos de la chica, al igual que ella en los azules de él.
Caroline se sentía muy incómoda estando en medio de ese intercambio de miraditas y carraspeó para llamar la atención de todos.
-Tenemos que ir a recoger nuestros horarios –le informó a sus compañeras-. Ya puedes irte, Damon.
-¿Me estás echando?
-Haz lo que quieras, nosotras tenemos que salir de todas modos –dijo Caroline mientras caminaba con arrogancia hacia la puerta.
-Gracias por venir, Damon –le sonrió la joven Sheila al pasar por su lado.
-Adiós –se despidió Rosalie del chico con una leve sonrisa en sus labios.
-Adiós –le devolvió él el gesto.
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Mientras caminaban por el campus de camino a secretaría, Caroline no paraba de hablar y hablar:
-Damon es un cretino. ¿Por qué tiene que hablarme así siempre?
-Porque tú le haces lo mismo a él –defendió Sheila al chico.
-¿Damon también estudia aquí? –preguntó Rosalie fingiendo que lo hacía solo para integrarse en la conversación.
-¿Él? No, para nada –dijo la chica Forbes como si fuera de locos la simple idea de que Damon fuera a la universidad-. Solo está aquí para fisgonear.
-Es protector conmigo, solo eso –volvió a defenderle Sheila.
-¿Damon y tú estáis…? –preguntó Rosalie sin terminar la frase, sintiéndose como una tonta al no haberse dado cuenta de eso antes.
-¡No! –se precipitó Sheila a borrar esa idea errónea de la mente de su compañera-. Me conoce de toda la vida, es como de mi familia.
-¿Como un hermano mayor?
-Sí, algo así.
-De modo que… ¿Damon no sale con nadie?
-Oh, por favor –se quejó Caroline poniendo los ojos en blanco-. No me irás a decir que te gusta Damon, ¿verdad? Es un capullo integral. Créeme, no te conviene tenerle cerca.
-Él y tú sí que tuvisteis algo, ¿me equivoco? Y, por cómo hablas de él, no acabó nada bien.
-Como he dicho, es un capullo.
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Caroline estaba en su habitación, aprovechando que Sheila se llevó a Rosalie con la excusa de mostrarle las instalaciones. Con la intrusión de la nueva, la chica Forbes no había tenido tiempo de esconder en un buen sitio sus bolsas de sangre. Sus intenciones iniciales eran meterlas en la nevera, pero no contaba con que tuvieran que compartir la habitación con alguien más.
-¿Ahí piensas esconder el alijo? –le sobresaltó Damon, quien le había pillado metiendo una mini nevera portátil debajo de la cama-. Un poco siniestro, ¿no crees? ¿Qué le dirás a la nueva cuando te pregunte lo que escondes dentro?
-Que es insulina –respondió la rubia lanzándole una mirada desafiante-. No es tan raro ahora, ¿verdad?
-Lo será cuando te vea zamparte una caja entera de esas magdalenas de chocolate que tanto te gustan.
Damon tenía razón, la tapadera de Caroline no se sostenía demasiado bien, pero era la única que había podido idear en tan poco tiempo.
-¿Qué haces aquí, Damon?
-Lo sabes muy bien.
-Puedo encargarme de Sheila yo sola –le aseguró Caroline.
-Cuando su madre me hizo su padrino, le prometí que cuidaría de ella. Y Withmore no es que tenga buena fama de ser muy seguro precisamente…
-Sheila insistió en venir, ¿qué querías que hiciera? Ya es mayorcita para tomar sus propias decisiones.
-Y es tan cabezota como su madre -suspiró Damon nostálgico-. Sheila se parece tanto a ella…
-Yo también echo de menos a Bonnie. Y soy la madrina de Sheila, ¿recuerdas? No eres el único que prometió cuidar de ella.
-Lo sé. Y lo harás bien, siempre lo has hecho.
-¿Eso era un cumplido? –se sorprendió Caroline al oírle decir eso, para después ablandarse un poco con el chico-. Sé cuánto te importa Sheila y, por mucho que me desagrade tu compañía, a ella tú también le importas mucho.
-¿Me estás diciendo lo que creo que estás diciendo?
-Dos vampiros la protegerán mejor que uno.
-Estoy de acuerdo contigo –asintió Damon con la cabeza-. Pero no te tomes esto como una costumbre.
-Si vamos a hacer esto, pongo tres condiciones. La primera, no puedes entrar en la habitación sin permiso. Segundo, nada de utilizar la compulsión para mejorar las notas de Sheila ni para nada similar. Ella merece tener una experiencia universitaria normal, se lo debemos.
-¿Y la última condición?
-No seas un capullo con Rosalie.
-¿Perdona? –se sorprendió el chico de eso último-. No le he hecho nada a la nueva Barbie.
-Aún no, pero a ella le gustas y, por lo que vi esta mañana, a ti también te gusta ella. Me cae bien la chica, así que no la cagues, ¿quieres?
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Cuando Rosalie regresó a su habitación tras ese pequeño tour por el campus, le vino de golpe un fuerte olor a sangre. Era como si alguien se hubiese cortado, pero era demasiada sangre y no parecía ser reciente. Tardó un momento en suponer que debía de ser cosa suya, que solo estaba nerviosa por compartir habitación con dos humanas, y le atemorizaba la idea de atacar a sus compañeras en medio de la noche mientras estas dormían. Pese a no haberse alimentado nunca de sangre humana, Rosalie seguía sin confiar completamente en su autocontrol.
-Voy a salir a tomar el aire –se disculpó ella saliendo de la habitación rápidamente antes de que las chicas vieran cómo sus ojos se oscurecían por culpa del hambre.
-Pero si acabamos de venir… -murmuró confusa Sheila.
-Esta chica es muy rarita –dijo Caroline-. Creo que encajará bien aquí.
La joven Bennett miró a su alrededor para asegurarse de que estaban solas antes de hablar:
-¿Te ha dado tiempo a esconder las bolsas de sangre?
-Sí, están bajo mi cama –le informó la rubia mostrándole la pequeña nevera-. Si Rosalie pregunta, es insulina.
-Pues como no dejes de comer tantas magdalenas de chocolate…
-Eres igualita que Damon, ¿lo sabías?
-Prácticamente él me crió, supongo que es normal que mi actitud se asemeje a la suya.
-Y no sabes lo odioso que puede llegar a ser…
-¿Has visto cómo miraba a Rosalie? –sonrió felizmente Sheila-. Nunca he visto a Damon yendo en serio con una chica, ¿crees que podría emparejarles?
-A Damon no le hace falta ninguna celestina para acostarse con alguien.
-Pero puede que sí le haga falta para tener una relación de verdad.
-Sabes que después de lo de Elena, él no ha durado con una chica más de un par de semanas. No quiere ir en serio con nadie.
-El problema es que aún ama a Elena. Y ella murió hace años. Es hora de que lo supere.
-¡Ey, que estás hablando de mi mejor amiga! –se enojó Caroline.
-No digo que tenga que olvidarla –se explicó la joven-. Ni ninguno de vosotros. Pero ha llegado el momento de enterrarla definitivamente, de seguir adelante.
-Suerte con eso. La necesitarás si esperas que Damon lo haga.
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Mientras tanto, Rosalie estaba sentada en un banco junto a un árbol del campus, hablando por teléfono con su hermana Alice. Tras contarle con todo detalle cómo era la mansión en la que vivían y cómo estaban los ánimos por casa, procurando no mencionar a Emmett, Alice quiso saber de la aventura en solitario de Rosalie:
-¿Y a ti cómo te va por Withmore?
-Estoy segura de que tú lo sabes mejor que yo, Alice –bromeó a medias la rubia, puesto que su hermana tenía el don de ver el futuro y era toda una cotilla, una mala combinación si se quería tener algo de privacidad.
-No he mirado en tu futuro. No mucho.
-¿Segura?
-¿En serio te has apuntado a clases de ocultismo? –preguntó Alice delatándose a sí misma, pero es que no podía resistirse.
A Rosalie le pareció raro que no mencionara a sus compañeras de habitación ni a Damon, cosa que agradeció bastante, pero que no era muy usual que a la vampira vidente se le escaparan esos detalles.
-Nunca había visto una universidad que ofertase esa asignatura, tenía curiosidad –se explicó la rubia-. ¿No has visto nada más?
-¿Como qué?
-No sé, mis compañeras de habitación, por ejemplo.
-No lo he visto –se extrañó Alice de haberse perdido ese dato-, pensé que estabas sola. Qué raro…
-Puede que no sea nada.
-Tal vez. O tal vez sí que es importante. Tantas historias que se cuentan sobre aquel lugar no pueden ser casualidad.
"Hay algo que no me da buenas vibraciones. Allí se oculta algo, lo presiento.
-Eres vidente, Alice, no clarividente.
-Lo sé, yo solo… Ten cuidado, ¿vale?
-Lo tendré.
Alice no solía preocuparse con facilidad, por lo que Rosalie sería una idiota sino siguiese los consejos de esta.
