Bueno, esta historia fue simplemente una idea que se me pasó por la cabeza y cuando empecé a escribir me salió todo muy dinámico. Este capítulo es una especie de prólogo, ya que no tiene nada que ver con la historia principal. La historia en sí tendrá como protagonista a Albus, y no a James, como puede parecer al leer este capítulo. Ante todo, espero que les guste.
Disclaimer: tanto los personajes como la mayoría de los lugares y términos son propiedad de J.
Capítulo 1: El inicio.
El señor y la señora Potter, que vivían en el número 4 de Rowling Street, estaban orgullosos de decir que no eran en absoluto normales, afortunadamente. Eran la última familia en la que se esperaría encontrar algo corriente. Principalmente porque eran magos, y muy buenos, además. También estaba el hecho de que el señor Potter era uno de los magos más famosos de todos los tiempos, claro.
Cuando el señor Potter se casó con la señora Potter no fue ninguna sorpresa (quizá eso fue lo más normal que hicieron en sus vidas). Poco después de la boda, Ginny se quedó embarazada, lo que fue una gran alegría para todos los familiares y compañeros de empleo. Fue justo en ese momento cuando la señora Potter decidió dejar su carrera como jugadora de la Holidays Harppies para dedicarse más a su familia.
El primer embarazo fue bastante agobiante para la primeriza madre ya que Harry, preocupado y entregado, no la dejaba un segundo en paz. Después de ocho meses demasiado cortos James Sirius Potter nació entre las sábanas de una de las camas de la madriguera. Todos dijeron que había sacado lo mejor de sus padres. El pelo rojo de los Weasley ya alborotado desde su primer llanto y los ojos grandes y verdes que claramente reflejaban los de Harry.
Un año después, Albus Severus nació (éste fue más paciente y sí nació a los nueve meses), con un pelo oscuro y unos ojos marrones que no dejaban de mirar a todos lados a su alrededor.
La diferencia entre los dos hermanos fue significativa ya desde bebés. Mientras que James era revoltoso, impaciente y extrovertido, Albus era todo lo contrario. Tranquilo, observador y reflexivo.
Cuando Lily Luna nació ambos hermanos quedaron completamente prendados de ella. Su energía, sus enormes ojos verdes y ese pelo rojo Weasley. Hacía realmente honor a su nombre, ya que era muy parecida a las fotos que Harry tenía de su madre. Incluso la pequeña naricita ya parecía tomar la forma de la de su abuela.
A medida que los tres fueron creciendo, en la casa del Valle de Godric la alegría (y también las regañinas, todo hay que decirlo) se extendía por toda la casa. Era raro encontrar la casa en silencio, sólo por la noche, cuando los tres pequeños ya habían dormido, disponían Harry y Ginny de algo de tranquilidad.
Habían pasado ya once años desde el nacimiento del mayor. Aquella mañana fría de Febrero James abrió los ojos justo cuando el sol iba saliendo entre las montañas que rodeaban el valle. Tenía los cortos mechones de pelo todo alborotado y las sábanas revueltas. La habitación de James era tan característica como él: todas las paredes estaban llenas de posters de diversos equipos de Quidich, la ropa estaba toda tirada por la habitación, entre bludgers y snichs con las alas estropeadas.
Se levantó de un salto y, mientras corría por toda la habitación buscando una camiseta limpia que poder ponerse entre los montones de desperdicios iba imaginando la gama de regalos que recibiría aquel día tan especial.
Cuando al fin encontró una camiseta limpia (por lo menos no tenía manchas visibles) golpeó la pared de la izquierda de la habitación, la que estaba pegada a la cama, con mucha fuerza varias veces hasta que escuchó una queja desde el otro lado. Luego, con una consideración que no había tenido hacia su hermano, salió y fue a la habitación del otro lado. En la puerta había un cartel que decía "Lily L. Potter". Entró cuidadoso de no hacer ruido y se aproximó a la cama de madera de la pequeña. Gracias a la poca luz del amanecer que entraba por la ventana pudo distinguir la cara de la pequeña.
Lily tenía el pelo corto y pelirrojo esparcido por toda la almohada. Diversas pecas se habían situado en los alrededores de su nariz y los ojos estaban tranquilamente cerrados. Parecía estar tan en paz que a James le dio pena tener que despertarla.
- ¿Lily…? Eh… Lily… enana, venga, despierta.
- Mmmh…
- Vamos, venga enana, que es mi cumpleaños…
- ¡Tu cumpleaños!
James pegó un bote por el grito de la pequeña. Había abierto sus ojos verdes por completo y se había sentado en la cama mirando a su hermano completamente maravillada.
- ¡Hoy vas a recibir la carta!
- En realidad, ya la ha recibido. – dijo una voz adulta detrás suya.
James se giró y vio a su padre, el famoso Harry Potter, de pie bajo el dintel de la puerta. Lo miraba con una sonrisa ladeada y tenía una lechuza sobre el brazo. La lechuza en cuestión era parda y tenía un sobre amarillento en el pico. Al verla James corrió hacia ella, que soltó el sobre en su mano y salió volando por la ventana en cuanto él la cogió.
"James Sirius Potter,
Rowling Street número 4, Godric's Hollow
Habitación de Lily Luna."
Las letras estaban escritas con una tinta verde oscura y una letra pulcra y cursiva, aunque lo cierto es que el nervioso James de once años con cara de recién levantado y pelo rojo revuelto no se paró a mirar la letra ni la tinta ni nada. Abrió el sobre sin ningún tipo de cuidado y desplegó el pergamino que se encontraba dentro.
"COLEGIO HOGWARTS DE MAGIA
Directora: Minerva McGonagall
Querido señor Potter:
Tenemos el placer de informarle de que dispone de una plaza en el Colegio Hogwarts de Magia y Hechicería. Por favor, observe la lista del equipo y los libros necesarios.
Las clases comienzan el 1 de septiembre. El billete de tren se encuentra adjunto en el sobre. Esperamos su lechuza antes del 31 de julio.
Muy cordialmente,
Director adjunto"
En la cara del pequeño James se había dibujado una enorme sonrisa. Al mirar alrededor suya se dio cuenta de que ahí estaba toda su familia, leyendo la carta por encima de su hombro: su padre, con el pelo revuelto y las gafas ladeadas; su madre con una sonrisa orgullosa y el pelo rojo recogido en un moño; su hermano Albus, con aquellos oscuros ojos que leían velozmente y su pequeña hermanita, que se mordía el labio mientras intentaba descifrar lo que ponía en la carta.
Poco después de desayunar unas tortitas (el desayuno favorito de James) su madre lo informó de que, por tal evento, irían todos a celebrar la fiesta en casa de los abuelos Weasley. Así que James salió corriendo para ocupar la ducha y prepararse.
Cuando bajó, ya algo más presentable, los cuatro lo estaban esperando en el salón con una sonrisa un poco extraña. Estaban de pie unos junto a otros muy pegados. Cuando lo vieron aparecer bajando las escaleras se apartaron para que se viese, detrás suya, una hermosa escoba de carreras.
James abrió la boca como un bobo y se acercó corriendo. El mango era de madera oscura, y tenía grabado el nombre "Saturno 9200".
¡Es maravillosa papá, mamá! ¡me encanta!
Los abrazó y luego salió corriendo al jardín para probar su nueva escoba.
