Una
escultural mujer se vestía para un evento, una noche de pura
diversión, una noche de antifacez, de arlequines, tratando de
descubrir que hay debajo de ese escote, de esa elegante vestimenta,
¿que se esconde bajo ese artefacto que cubre las fieles servidoras
para observar y poseer?
Traía puesto un vestido rojo, con un solo escote en la pierna derecha, llegaba arriba de rodilla, strapple con simples tiras que caían en sus hombros, era un tanto brilloso, con tal de que estuviera bajo una luz creaba ese color, un ambiente relajante y placentero. Busca sus zapatillas negras y se pone una gargantilla que le regaló su madre hace más de 2 años, cuando solo tenía quince, todavía recordaba aquel nostálgico tiempo...
- FLASHBACK -
Un silencioso cuarto encerraba a dos mujeres, una se encontraba algo cansada y triste en un duro asiento, recargando su cabeza en la seca pared blanca, quiza el blanco le significaba esperanza, que tal vez los doctores hallarían una solución, se veía su rostro bastante fatigado, se notaban unas cuantas ojeras, pero no le importaba, pero a la vez voltea a ver en una camilla, a una señora de 40 años o inclusive más pero no los aparentaba.
"En
el más oscuro y lúgubre lugar
todavía puede verse una
luz..."
Se encontraba conectada a unos aparatos extraños, uno en ambas manos y otro en su boca, al parecer le habían detectado leucemia, tenía su cabello muy corto, debido a las tantas quimioterapias, se veía tan pacífica y serena que no se sentía capaz de despertarla, de oír su voz una vez más, pues ya había transcurrido exactamente dos meses que permanecía asi, todo eso la frustraba, jamás se imaginó que la única persona en su vida estuviera en esas condiciones, ella era su todo, era su mano, era su corazón, era su...madre.
Le daba tanto coraje el no poder hacer nada, su padre las había abandonado cuando apenas la pequeña estaba recién nacida, su madre todavía no contaba con la enfermedad, la leucemia apareció en ella a los 25 años, pero éste al enterarse del estado de su ex-esposa le envía dinero, todo el dinero necesario para internarla, pagar las quimioterapias, todo lo que estuviera a su alcance, pues él no lo podía negar, la amaba, sin embargo, su trabajo lo absorbió por completo, convirtiéndose en un exitoso empresario en el continente americano.
Entonces se oye una ronca pero familiar voz.
-Ka..gome... - susurra ella
Sin pensarlo dos veces se levanta de su lugar y corre a donde se encontraba su madre.
-¡Madre, estas despertando!, al fin, gracias...no sabes cuanto te extrañe -
-Yo tam...bién hija -
Con debilidad, su madre toma la mano de su niña, aún
teniendo el tubo que estaba en su boca, no permitiría que eso la
desanimara a hablar con su preciosa hija.
-Kagome,
ti...tienes que...ser...muy...fuerte, sabes que...ya no hay...más
tiempo...para...mi -
-¡No mamá!...yo sé que puedes, se que puedes sobrevivir, ten fe, no la pierdas, no quiero que te vayas... - dice llorando
Fuertes lluvias caían de sus ojos azabache, grandes y vivos al igual que su madre, no soportaba la idea de que la perdería, no podía aceptarlo, ¿el destino quería que enfrentara el mundo sola, a sus 15 años sin una madre y un padre?
¡No!, no queria ese horrible futuro, no, no viviría eso.
"No me abandones en un mundo que no conozco"
-Kagome... - suspira con trabajo
-¿Si mamá?, dime, háblame por favor...háblame -
-Te amo...con...toda mi alma...no lo...olvides... - titubea - quiero...que...sonrias -
Tristemente hace lo que le pide, como le satisfacía esa inocente sonrisa, eso lo saco de su padre, no tenía la menor duda, ahora su madre, podría dormir en paz, y descansar para toda la eternidad.
-Kagome... - murmura cerrando sus ojos, para ya no volver a abrirlos más
Era definitivo, se había ido, y nunca volveria, simplemente abrazo el cuerpo de su madre, mientras se oía el tono más horrendo que significaba una sola cosa...muerte.
Su madre pidío que antes de morir la cremaran y tiraran sus cenizas al mar, donde estaría viviendo en el agua, suponía ella. Pocos familiares y amigos cercanos fueron al velorio, terminando así aventando sus restos a la gran madre Naturaleza, unos cuantos se quedaron para brindarle apoyo y cariño a Kagome, pero se sentía tan vacía, sentía que la mitad de su ser habia sido arrancada sin haberle pedido permiso, solo se veía en sus mejillas como volvían a caer sus lágrimas...de nada servía que la abrazaran si ni siquiera ella correspondía el abrazo.
Akana Higurashi fallecio el 15 de Abril a las 18:00 p.m.
Todos ya se habían ido, excepto Kagome que seguía contemplando el mar, y atrás de ella se encontraba un señor, que se distinguir en sus ojos una infinita tristeza.
-Llegue tarde... -
-Ya no es raro eso en ti, papá - dice decepcionada
Se acerca para estar a lado de su hija.
-Los doctores habían dicho que podría vivir un poco más, pero al parecer se equivocaron -
-¡Tú que puedes saber si ni estuviste con ella todo este tiempo! - exclama
- No respondio -
-¡Tú ni la fuiste a ver, ni la viste conectada a esos aparatos, solo hablabas y hablabas por teléfono para preguntar por ella! - vocifera molesta - ¡Todo por tu estúpido trabajo, eso es lo que te importa! -
-Seguia sin responder -
-¿Qué nunca pensaste en nosotras, nunca nos extrañaste? - dice esto volteando a ver a su padre - ¿Ya no me quieres? -
Mantenía la mirada fija en el mar pero su rostro gira hacia el de Kagome.
-¡Eso jamás!, recuerda que tu madre, fue muy especial para mi - acaricia suavemente la mejilla de Kagome - no pienses que no te quiero mi niña -
-Lo sé, ella me contaba maravillas sobre ti... -
Su padre se da la media vuelta y se va de ese lugar, no obstante, le menciona a su hija.
-Regreso hoy en la noche a Estados Unidos, cualquier cosa sabes mi número y donde encontrarme -
"Eres
parte de mi todavía
asi como yo de ti"
Un dulce susurro que, por medio del viento, llegó a su oído diciéndole "te amo", en ese instante voltea para encontrarse a su padre, pero no había a nadie, solo se deja caer de rodillas y ve una pequeña caja negra, la abre para así encontrarse con una magnífica gargantilla que brillaba con la noche y unas solitarias estrellas, sabía de quien era, era de su madre y la tenia ¿su papá?, tan solo toma la gargantilla y se retira de ese lugar, llevándose consigo el recuerdo de su mamá, dejando que el mismo viento envuelva a su cabello con la brisa del mar.
A la mañana siguiente, va con el abogado, leyendo su testamento, diciendo que todas sus ropas, propiedades, pertenencias e incluso su florería, serían exclusivamente de Kagome, ella queda totalmente atonita, y sólo tenía 15 años, no lo podía creer.
La florería era una exclusiva tienda de rosas, las mejores de toda la region, lo bueno es que ahí mismo había un departamento amplio en el que vivían ellas: una cocina, baños, dos cuartos, sala y un comedor, era bastante acogedor.
- FIN DEL FLASHBACK -
Termina suspirando, pero eso no le quitaría los ánimos, eso había pasado hace cuatro años, ya era toda una joven de grandes aspiraciones de 19 años, que veía la vida como una profecía, nada se haría realidad si uno mismo no cumple lo establecido.
Ya olvidando un poco lo recordado, se empieza a maquillar, delineando con negro sus ojos y detalla con unas sombras grises, pintando suavemente sus labios de un rojo cual carmín, su cabello suelto y ondulado, pues se había hecho caereles, luciendo atrevida y seductora. Se encontraba frente al espejo, viéndose a si misma, en verdad ha cambiado, ya no era una niña, su busto creció, sus caderas se ancharon y su cintura se redujo, proporcionándole unas exquisitas curvas que ningún hombre podría resistir.
Para finalizar, se coloca su antifaz rojo, que al igual que su vestido, brillaba, dándole vida y color, de el, salían unas pequeñas plumas rojas y negras en el borde, con un poco de lentejuelas y uno que otro decorado extravagante, toma su bolso y en el guarda su pase de entrada, se pone un poco de perfume que olía dulce como la miel y suave como una fresca rosa. Sale de su departamento y toma el primer carruaje para que la lleve a ese estupendo salón.
- MIENTRAS TANTO -
En un impotente y antiguo castillo, en uno de los tantos cuartos que este contaba, habían dos personas a gusto.
-Kikyo... - susurra un hombre
-Que bien se siente...Inuyasha - masculla una mujer
Aquel joven se encontraba jugando con sus afilados colmillos en el cuello de esa mujer, provocándola a seguir otro paso, ambos vestidos no podían contenerse, pues ya estaba empezando a bajar el cierre que Kikyo tenía en su espalda, mientras que ella desabotonaba su camisa.
Iban a comenzar ese fantástico ritual, pero algo impidió comenzar con el juego, un voz prepotente llama al muchacho.
-¡Inuyasha! -
-¡Maldita sea! -
-Tranquilo, dentro de poco estaremos juntos, sin embargo, recuerda que tenemos que ir al evento que planeó tu papá, imagina la cantidad de presas - dice con cierto brillo en sus ojos
-Quiero estar contigo - abraza a la joven
-Yo también, pero debemos hacer esto, además Inunotaisho te habló, ve en lo que me arreglo -
-Esta bien - expresa con desacuerdo
Aquel apuesto joven de una distinguida estatura, largos cabellos plateados, una fornida espalda, músculos notorios, mirada enigmática color ámbar vistiendo una camisa formal blanca de botones con un pantalón negro y zapatos, iba bajando apresuradamente unas viejas escaleras, encontrándose con su padre.
-¿Si padre? -
-¡Qué esperas para arreglarte! - profiere molesto
-En seguida me alisto - enuncia colérico
-¡Apresúrate o llegaremos tarde! -
Corrío con una velocidad impresionante por las escaleras, una vez entrando a su habitación observa a Kikyo con un vestido negro halter que tenía rayas de distintos tamaños en el borde que llegaba abajo de sus rodillas, ajustado a sus caderas y un fino escote en su espalda, recogido su cabello con un adorno plateado, traía unas lindas zapatillas plateadas, bien pintada y finalmente su antifaz plateado, de el colgaban unos delicados y pequeños cuadros color negro y unas ondas haciendo resaltar sus ojos, para después oler a jazmín con una ligera combinación de vainilla.
Inuyasha quedó perplejo ante ella, pero una voz lo hizo reaccionar, de nuevo.
-¡Inuyasha que esperas! -
-¡Ya voy! -
Él siendo un poco simple, se pone su saco negro sin abrochárselo, su camisa blanca algo suelta, mangalarga por supuesto, un cinturón negro con una hebilla del color de sus ojos, similar a su antifaz, sólo que en el suyo, las puntas eran de color negro, todo completamente tapizado de escarcha dorada con diminutos puntos negros alrededor de los hoyos, lo hacían parecer misterioso y atractivo de lo que ya era, poniéndose su colonia, oliendo a maderas secas y fresco como la lluvia.
-¿Nos vamos? - pregunta sonriente
-Será un placer -
Su padre estaba que le colmaba la paciencia, el también tenía puesto un antifaz y también su otro hijo, el mayor, Sesshomaru, ya vestidos y galantes; era capaz de subir y jalar de los cabellos a Inuyasha, hasta que lo ve bajar de las escaleras con Kikyo.
-Vámonos que ya es tarde - dice su padre con un tono serio
Todos salen del castillo, los guardias que están en las puertas cuidan y protegen el lugar con su propia vida. Los cuatro se suben a la carroza que los guiaría a esa fiesta; en el camino discutían.
-Sigo sin entender porque haces esta clase de reuniones padre - menciona un Inuyasha confundido
-Lo hago para alimentarnos, y por supuesto, distraerme un rato, hemos tenido mucho éxito - explica - ha crecido la familia considerablemente estos años y no permitiré que tu mal humor arruinen los planes -
-¡Feh! -
Por un lado estaba de acuerdo con su padre, pero, ¿porque reunirlos a todos en un sitio?, para él era más divertido cazarlos, acecharlos como un simple animal, poseer el cuerpo, verles la cara de perdición y sufrimiento, eso lo excitaba, tendrá sus razones, cosa que él no comprendería, al menos Kikyo si.
Una vez que llegaron al lugar citado, Inuyasha se asombra de la cantidad de personas, en verdad era un banquete para ellos. El ambiente era excelente, luces bajas, casi oscuro, y por suerte, ningún espejo o símbolo que los debilitara, mesas bien servidas con velas, la mayoría llenas, una amplia pista de baile que enfrente de esta se encontraba una orquesta y a lado se hallaba una tarima con un microfono, ahi se dirigió su padre.
Sesshomaru fue a donde las bebidas y Kikyo fue a conocer unos cuantos jóvenes o mejor dicho, víctimas, a Inuyasha le daba un poco de celos, pero él sabía que ella le pertenecía, dicho esto fue a sentarse a una mesa. Unos cuantos humanos voltearon a verlo pero no hizo caso, se encaminó a la silla más cercana, que por pura casualidad estaba literalmente pegada a la pista de baile. Luego, su padre Inutaisho dijo unas palabras.
-Espero y esta velada la disfruten como todas, su compañía nos acompleta a mi y a mis hijos esta noche, gracias y buen provecho, ¡salud! -
-¡Salud! - exclamaron al unísono
Todos aplaudieron y se oyeron unos cuantos chiflidos, Inuyasha puede notar como su padre toma a una mujer y se la lleva por unas escaleras, vaya que si era discreto, a Kikyo la pierde de vista, pero a fuerza se tendría que encontrar con ella, su hermano, quién sabe a donde se metió. Todo marchaba bien, y aburrido para él como siempre, hasta que algo o más bien, alguien, lo saca de sus pensamientos.
-Linda fiesta, ¿no crees? - le dice una joven
En su vida inmortal había visto una mujer como ella, tan inocente pero a la vez sensual, bella y suculenta, en esos momentos pasó por su cabeza tomarla en sus brazos y poseerla en el castillo, que mas daba, esa humana deleitaba sus pupilas cada segundo, esas piernas, esa frágil cintura, esos labios, ese cuello que esperaba ser probado por él, su instinto le pedía a gritos que la mordiera, tenía que controlarse, ¿como es que con verla, admirarla, despertaba su lado salvaje?, no dejaría que ella lo manipulase.
Por otro lado, ella no tenía ni la menor idea de quién era ese apuesto hombre, jamas había visto unos ojos como los suyos, se notaba que era fuerte y contaba con una amplia espalda, su respiración se agitó un poco, pero logro calmarse.
-La verdad si, por cierto, ¿como te llamas? - pregunta interesado
-Kagome, ¿tú? -
-Inuyasha - responde en un tono perturbador
Ambos se dan la mano, Inuyasha siente una vibración por todo su cuerpo, mientras que Kagome experimenta un escalofrío.
-¿Cuántos años tienes? -
-Diecinueve, ¿tú Inuyasha? - interpela nerviosa
-Veintiuno -
Incómodos silencios empezaron a surgir, él no sabía como empezar una conversación y ella no sabía que otra cosa preguntar, la orquesta acaba de terminar una canción, para así invitar al público a bailar.
-Les pedimos que vengan a la pista de baile a danzar una inolvidable melodía - menciona una cantante
Varias parejas con todo y su antifaz, se levantaron y se dirigieron a la pista de baile, esperando a ver si se llenaba.
-Vamos, anímense, nunca es demasiado tarde para pedir un primer encuentro aquí - enuncia un señor que acompañaba a la artista
Al parecer, lo que dijo el hombre hizo pensar a Inuyasha, ¿y si invitaba a esa desconocida joven de nombre Kagome a bailar?, ¿que podría perder?, nada, quizá su nerviosismo, pero no la cabeza, asi que era todo o nada, era si o no, asi que con toda la decisión y fuerzas que tenía.
-¿Te gustaría bailar conmigo Kagome? - pregunta levantándose de su silla, compartiéndole su mano
-Me encantaría - sonríe ella
Se acercan a la pista para comenzar, Inuyasha la estrecha un poco a su cuerpo, deslizando su mano por aquella cintura, trago saliva para calmarse; Kagome pasa su delgada mano por su hombro y con la otra tomar la de Inuyasha, percibiendo su colonia.
También él pudo oler su perfume de ella, se embriago completamente de, era indescriptible, no soportaba la idea de huir del salón con ella, en cuanto acabara eso, tendría por seguro salir con su presa, Kikyo debía entender que los apetitos son incontrolables en los hombres.
Una vez repleto el escenario de parejas, aquellos músicos empiezan a preparar sus cuerdas vocales y comienza un sonido acústico acompañado por violines, dando inicio a la voz del señor.
"It
might be hard to be lovers
But it´s harder to be
friends"
Inuyasha
la guiaba pero no podía evitar contemplar a la mujer que estaba con
él, ¿que sentía?
"Baby pull
down the covers
It´s time you let me in
Maybe light a couple
candles
I´ll just go ahead and lock the door"
Kagome no hacia nada mas que imitarlo, era como si su mundo dependiera de él, de sus pasos, sus movimientos.
"If
you just talk to me baby
Till we ain´t strangers anymore"
Se movían lentamente al compás de la música conjuntamente las otras parejas, aunque de una manera u otra, ellos destacaban más, no despegaban su mirada, era como si el destino hiciera una jugarreta con sus emociones, no les importaba, disfrutarían ese momento hasta que culminara, Inuyasha le da una vuelta a Kagome, para así regresarla a sus brazos, comenzando una bateria, un bajo y una guitarra, envueltos con la dicción de la joven.
"Lay
your head on my pillow
I sit beside you on the bed
Don´t you
think it´s time we say
Some things we haven´t said"
¿Era
la hora para entablar una conversación? Tal vez si, tal vez no.
"It
ain´t too late to get back to that place
Back to where, we
thought it was before
Why don´t you look at me
Till we ain´t
strangers anymore"
Voltearon hacia otro lado pero sus miradas los traicionaban, no deseaban separarse así como así, si solo con las pupilas se reflejaba todo, que así fuera.
"Sometimes it´s
hard to love me
Sometimes it´s hard to love you too
I know
it´s hard believing
That love can pull us through
It would
be so easy
To live your life
With one foot out the door
Just
hold me baby
Till we ain´t strangers anymore"
Las
personas formaron un círculo en la pista, asombrándose por como
bailaban esos jóvenes, se veía en ellos pasión y seguridad al
querer danzar de esa forma, Inuyasha la encaminaba por todos los
rincones y dándole unas cuantas vueltas a Kagome, pensó que en
cualquier momento podría marearse, pero Kagome no demostraba eso,
mostraba todo lo contrario.
"It´s
hard to find forgiveness
When we just run out of lies
It´s
hard to say you´re sorry
When you can´t tell wrong from right
It would be so easy
To spend your whole damn life
Just
keeping score
So lets get down to it baby
There ain´t no
need to lie"
La
guitarra empezaba a bajar su volumen para así dejar que el violín
gustara del acontecimiento, Inuyasha comenzó a bailar despacio, pues
el ritmo cambió, dando cortos giros.
"Tell
me who you think you see
When you look into my eyes"
Algo lo dejaba en trance, ¿que podía ser?, algo la desorientaba, ¿que podía ser?
"Lets put our two
hearts back together
And we´ll leave the broken pieces on the
floor"
¿Empezar
desde cero o terminar con un hasta pronto?
"Make
love with me baby
Till we ain´t strangers...anymore"
Diciendo
esto ambos cantantes, Inuyasha le dió una última vuelta a Kagome
para inclinar y sostenerla de la espalda, mirándola fijamente aún
puesto el antifaz. Finalizando esa hermosa canción con los
nuevamente violines y acústica, volviéndola a él mismo la apega a
su pecho. Todos quedaron fascinados, no habían visto tanta
determinación, aplaudieron como nunca, más que cuando el padre de
Inuyasha dió su discurso, los dos se sonrojaron un poco, sin antes
oír unas cuantas palabras de la joven cantante.
-Muchas gracias por recibirnos aquí, esperando que la pareja no sean más extraños - dice sonriendo
Todos regresan a sus mesas, incluyendo ellos dos.
-Lo hicimos muy bien, me sorprendiste - ratifica la mujer
-De eso no hay duda Kagome -
-Tienes razón -
Sus rostros se encuentran, solo que esta vez muy de cerca, y por inercia se acercaban más, Kagome dudaba de si misma e Inuyasha estaba listo, solo que en vez de querer besar sus labios, iba directamente a ¿su cuello?
Kagome extrañada se pregunta porque tarda el beso, repentinamente abre sus ojos cuando siente como una fuerte mano encierra su cintura y la otra su hombro, giró un poco su cara y ver que tramaba Inuyasha, abrió sorprendida sus ojos azabache cuando ve como ese indescifrable joven ve con lujuria su nívea piel y su mirada ambarina mezclándose con rojo, preparándose para lo siguiente.
-Sangre, dulce de ti - murmura Inuyasha
-Inuyasha, ¿que te sucede? - cuestiona espantada
Se topa con la mejilla de ella e instintivamente, la lame, ocasionándole un suspiro, no de dolor, sino de ¿placer? Inuyasha se aproxima a su oído.
-Tranquila, es una mordida, no te dolera... -
¿Mordida?, ¿sangre?, meditó las palabras por unos segundos y se le vino a la mente aquel monstruo llamado vampiro, reacciona violentamente proporcionándole una cachetada y salir corriendo, sin medir ella su fuerza. Enfadado por no lograr su cometido va tras ella sin antes oir un grito desgarrador.
-¡Auxilio! -
Un caos total se desata, su padre con sus labios llenos de sangre empieza a mandar órdenes a sus sirvientes para atacar a los humanos, inclusive los mismos de la orquesta, Sesshomaru y Kikyo se dedican a cazar, llenando sus estómagos con ese manjar, los que lucían viejos les cortaban la garganta, de nada servían ya que su sangre era seca y agria, en cambio la de niños y jóvenes era suave, dulce y no muy espesa, era la más buscada.
Algunos vampiros, tanto hombres como mujeres, se elevan al aire ocupándose a capturar su cena, la minoria llevaba consigo un relicario pero no surtía efecto, los fríos de ahora eran muy fuertes y sanos, Inunotaisho coge un latigo y atrapa a una señora del pie, de treinta años más o menos, y no se veía nada mal. Inuyasha busca raudo a esa mujer que se le fue de las manos, hasta que da con ella, iba saliendo de la puerta principal, vertiginosamente, va volando tras ella.
Kagome lloraba, como no se dió cuenta, como no se percató, "estupida, te dejaste engañar" se repetía, en un descuido cae al suelo, lastimándose la rodilla que comenzó a sangrar rompiendo asi su tacón, se quita su zapato al igual que el otro para no crear dificultad en el camino, no pensó ni siquiera en agarrar una carroza, solo quería correr y correr, alejarse de ese lugar para llegar a casa y olvidarse por completo de ese joven, de ese vampiro, de ese...Inuyasha.
-¡No escaparás mujer! - exclama un hombre furioso
-¡Déjame, no te acerques! - responde aterrada
-Eso ni en sueños -
Decide no mirar atrás, faltaba menos de una cuadra para llegar a la florería, con las últimas fuerzas y esperanzas que le quedaban llega, saca sus llaves de su bolso, abre la puerta y cierra con seguro, todo estaba completamente oscuro pero podía distinguir las sillas y puertas.
-Estuvo cerca - menciona, respirando despacio
Con cuidado usa sus manos para ubicarse, abre la puerta que por mucha suerte era su cuarto, aún la luz apagada, entra y cierra, antes de que se girara a prender la luz, una voz le eriza hasta su propia alma.
-Tardaste mucho en llegar, mi querida Kagome -
