Avatar no me pertenece, escribo sin fines de lucro.

Aquí les presentó mi nuevo proyecto espero les guste

Aclaración: Para fines de esta historia Aang y Katara tienen 16 años, la guerra no se ha desatado.

Capitulo 1

-¡No, no, no! – les decía Katara enojada a sus padres.

-Por favor hija no te pongas así...

-¿Y cómo quieren que me ponga? Esto es una locura.

-No lo es- trato de calmarla su madre.

-¿Cómo es que no me habían dicho nada antes? – preguntó indignada.

-Así es como se acostumbra.

-Pues no estoy de acuerdo.

-¡Lo siento pero lo vas a hacer quieras o no!- por fin hablo Hakoda con tono autoritario.- Di mi palabra, además que es una tradición en nuestra tribu.

-Una tradición muy arcaica si me preguntan.

-Pero no te estamos preguntando, solo te estamos informando.

-No tienes que preocuparte él es...

-¡No! ¡No quiero saber nada más! – dijo tapándose los oídos.

-¿Por qué no?

-¿Qué caso tiene? Al parecer no tengo otra opción, me guste o no tendré que casarme.

Kya abrazó a su hija tratando de confortarla.

-Sé que es difícil para ti pero verás que al final todo estará bien.

-Lo dudo, como va a salir bien un matrimonio concertado.

-Mírame, mis padres también me comprometieron y soy feliz con tu padre.

-Tuviste suerte.

-Lo sé, y tú también la tendrás –le sonrió dulcemente.

Katara suspiro resignada, sabía que como princesa de la Tribu Agua del Sur tenía obligaciones pero casarse con un extraño era demasiado.

-Mira a tu hermano- retomó su madre- es feliz con Yue.

-Por lo menos ellos se conocían.

-El que aún no lo conozcas no quiere decir que no vayas a tener una buena relación con él.

Katara suspiro, acababa de cumplir dieciséis años, la edad en que podía casarse, pero nunca pensó que sus padres ya hubieran elegido por ella. Como buena soñadora que era, esperaba encontrarse con un apuesto chico que conquistara su corazón y así formar una familia. Pero todos sus sueños se fueron por la borda cuando sus padres le dieron la noticia de que ya estaba comprometida quien sabe con quién. Y como sabía que era inútil seguir peleando, decidió cambiar de tema por otro que también le era de mucho interés.

-Y en lo que respecta a mi viaje...

-Bueno, tu madre y yo lo platicamos...

-¿Y? – lo interrumpió impaciente.

-Está bien, podrás ir.

-¡Gracias! – dijo, saltando de emoción.

-Pero iras con una escolta.

-¡No, papá! Quiero ir sola.

-Es peligroso.

-No, iré disfrazada, nadie sabrá que soy la princesa, hasta podría utilizar un nombre falso. Además sabes muy bien que puedo defenderme sola- esto último lo dijo sin ocultar el orgullo que sentía. Ser una de las mejores maestras agua de su tribu no había sido fácil, pero lo logró.

-Vamos cariño, tu sabes muy bien que se puede cuidar sola –intercedió Kya por su hija.

-Está bien, pero quiero que me escribas muy seguido- cedió su padre. – Sin poderse contener Katara se lanzó a abrazar a su padre.

-Te escribiré muy seguido y me cuidaré mucho te lo prometo.

-De acuerdo.

-¿Cuándo puedo partir?

-En cuanto estés lista.

-Entonces debo apresurarme a preparar todo – salió corriendo. Hakoda suspiro.

-Espero que todo salga bien, no solo en su viaje también en su matrimonio.

-No te preocupes mi amor, todo va a salir bien- trató de animarlo su esposa.

Katara estaba emocionada por su viaje, las veces que había salido del Polo Sur siempre iba con sus padres y con una escolta que no la dejaba sola ni un segundo, así no podía ver lo que quería ni ir a otros lugares que no estuvieran en la agenda. Por eso la emocionaba mucho este viaje, la habían dejado escoger cualquier parte del mundo y había escogido Ba Sin Se, por ser una gran ciudad con un montón de lugares para visitar, además de que su universidad era reconocida por todas las naciones por su gran acervo cultural, y a ella le interesaban mucho las culturas del mundo, aunque sus profesores le habían enseñado lo esencial para ser una princesa culta, preferiría conocer los reinos y naciones en persona y ver sus culturas.

A la semana siguiente de obtener el permiso de su padre, la maestra agua estaba lista para salir, todo lo preparó de manera minuciosa comprando ropa nueva de estilo sencillo al igual que sus maletas. Se despidió de sus padres dentro del palacio para no llamar la atención y salió por una puerta lateral vistiendo como cualquier otro miembro de la tribu. El disfraz funcionó muy bien, al abordar el barco que la llevaría nadie la reconoció.

Se sentía libre, sin guardias ni súbditos que la quisieran complacer, le gustaba mucho el trabajo que hacia como princesa pero esta novedad de no ser el centro de miradas y atención era algo que le estaba agradando demasiado, podía hacer cualquier cosa sin que nadie la criticara.

El barco emitió un estruendoso silbido anunciando su partida, Katara, recargada en la barandilla comenzó a decirle adiós a todas las personas que estaban en el muelle, poco a poco la ciudad quedó atrás ocupando el paisaje gigantescos icebergs, el mar y un cielo azul.

Suspiró emocionada no lo podía evitar, estaba muy emocionada, caminó buscando su camarote para acomodar sus pertenencias y descansar antes de la hora de la comida. En el barco solo iban otras diez personas, pero en la Isla Kioshi harían una escala y abordarían más pasajeros. Llegó a su camarote, era pequeño nada que ver con su enorme recamara en el palacio, aun así sonrió, esto era una aventura en toda regla.

Se recostó en la cama después de acomodar lo que iba a necesitar durante el viaje. A pesar de no querer pensar en lo que le esperaba al término de ese viaje no lo pudo evitar: ese matrimonio arreglado le había quitado el sueño las últimas noches, trataba de convencerse de que sus padres habrían escogido un buen chico, nadie mucho mayor que ella y estaba segura que sabían todo de él.

El viaje fue ameno, convivir con la gente le resultaba fácil y ya había platicado con todos los pasajeros e incluso con la tripulación. A los dos días se acercaban a la Isla Kioshi, desde ahí les mandaría la primera carta a sus padres, la escribió en el barco para ahorrar tiempo y conocer un poco el lugar después de pasar por el correo.

La isla, aunque pequeña, era hermosa. En la plaza central había una gran estatua de la Avatar Kioshi, después de admirarla por unos minutos se dirigió al correo para mandar su carta. Pensaba recorrer los comercios que estaban en la plaza, al salir chocó con una persona que iba entrando apresurado, de no ser porque la sujetó de los brazos hubiera caído.

-¡Ten más cuidado!- le reclamó molesta.

-Lo siento mucho, fue mi culpa- le dijo el joven.

-¡Claro que fue tu culpa!- le respondió aún molesta, levantó la vista encontrándose con un joven alto, con hermosos ojos grises, labios sensuales y un extraño tatuaje en la cabeza rapada.

-En verdad lo siento, no me fije por donde iba- se volvió a disculpar el joven con una sonrisa traviesa, mientras la soltaba.

-Ya me di cuenta.

-¿Te lastime?- le preguntó al ver que se frotaba los brazos.

-No.

-Déjame invitarte algo para que veas que en verdad estoy apenado por esta coalición.

-Lo siento, no puedo. – Se inclinó a modo de saludo y se marchó con una sonrisa en los labios, pensando que si su futuro esposo fuera tan guapo como ese joven ya no lo vería como un sacrificio.


¿Qué les pareció este primer capítulo?

Sé que hay muchas historias de Avatar que tienen en el título la palabra destino, pero no encontré otro mejor ;D

Recuerden que mi musa se alimenta de reviews, por favor no la dejen morir de hambre :D