-1Disclaimer: Este fic contiene Spoilers del séptimo libro y recomiendo leerlo si ya han visto la película homónima, agradezco mil veces a mi Beta Reader (que bien suena n.ñ) Pecosita, por darle cordura a este relato y por corregir mis horrores ortográficos. Una vez más, ningún personaje conocido es mío, la historia es una adaptación de la película del mismo nombre con un aderezo de mi cosecha. Espero les agrade pues estaba viendo la película y Harry Potter vino a mi mente, es un Dramione y pues sin mas les dejo con el primer capítulo.
Coyotivamentte.Ginna
Coyote Ugly
"Se va... se va y se fue..."
-¡Vamos! ¡Fueron catorce tartas de melaza! -exclamó un pelirrojo enojado.
-¡Trece y media! Dejaste media tarta, Ron -respondió un morocho irónico.
-¡Claro que no! Fueron catorce.
-Trece, Weasley, ya acéptalo -insistió el chico.
-Hermione, dile... -insistió el pecoso con voz suplicante, haciendo un puchero hacia una chica castaña que limpiaba unas mesas con una sonrisilla por la conversación de ambos jóvenes.
-A mí no me metan -dijo ella levantando la vista y al ver la mirada de súplica, agregó-. Bien. Fueron doce tartas de melaza Ronald, y tú, Harry, ¿quieres dejar de retarlo ya con eso?. Siempre que empiezan una competencia de quién come más tartas, la que termina llevándolos a que les laven el estomago soy yo -respondió sarcástica, a la vez que les arrojaba a la cara el paño con que limpiaba las mesas y caminada detrás de la barra quitándose el delantal.
-Vamos, Hermione, relájate ¿no vez que estos dos sin ti no son nada? -intervino un señor ya grande medio calvo y pelirrojo- Definitivamente les harás mucha falta, niña -terminó abrazando parcialmente a Hermione y dedicándole una mirada llena de cariño.
-Tranquilo, señor Weasley, vendré cada domingo y me cerciorare de que sigan vivos -dijo la chica, tratando de sonar jovial aunque en realidad aguantaba las lágrimas que clamaban por salir.
-Vamos chicos, ya la oyeron, volverá -afirmó el hombre pelirrojo, al notar la cara de funeral de su hijo y el morocho al que quería como si lo fuera también.
-Lo sabemos papá... pero... ¿quién nos gritará en la mañana para que nos levantemos? -dijo Ron con timidez.
-¿Quién nos reprenderá por tomar entre semanas? -continuó Harry acomodándose los lentes.
-Y ¿quién nos explicara las películas?
-O ¿quién nos dirá qué hacer para que las chicas nos hagan caso?
En esta parte ya los cuatro tenían una sonrisa grabada en el rostro. Hermione solo pudo abrir los brazos invitando a sus amigos a un abrazo grupal diciéndoles:
-Vamos... ¡Son gratis!
Sin hacerse rogar, ambos chicos se abalanzaron sobre ella y la estrujaron como si esperaran que perdiera el conocimiento por asfixia y el traslador la dejara.
-¡Hola, chicos! ¡Papi! -saludó una guapa pelirroja que llegó precedida por la simpática campanilla hecha por duendes (regalo de la famosísima tía Muriel) que estaba colgada en la puerta principal, el Señor Weasley se habia empeñado en que el local se viera lo mas muggle posible, asi que el resultado era una agradable cafetería con aire bohemio gracias a las accesorias de Hermione y Ginny. Fue un gran trabajo conseguir los amplios ventanales y muebles no mágicos, pero el resultado era un amplio lugar salpicado de trece mesitas redondas de cuatro sillas cada una adornadas con un florero, azucare y servilletero plateado, en la esquina opuesta a la puerta estaba la barra donde una parrilla y las cafeteras daban vida al lugar, generalmente era el patriarca Weasley quien estaba ahí acompañado de su esposa, Molly fue quien inicio la famosa pared de los sueños que se encontraba al lado de la barra, en ese momento Ginny dio un beso a los cuatro ahí presentes, de pronto se dio una palmada en la frente como para derribar un caballo, giro sobre sus pasos y desanduvo el camino hacia la puerta de cristal, asomándose por los ventanales apunto su llavero hacia un llamativo vochito color rojo y negro mejor conocido como la "Catarina", al escuchar en pi-pip característico de la alarma giro feliz a tiempo para ver como su padre, hermano y amigos torcían los ojos con idénticos gestos de ironía.
Haciendo caso omiso a esto, esbozo una sonrisita de circunstancias y se dirigió a su congénere.
-¡Hermione! ¿Estas lista? -preguntó a su amiga .
-Sí -respondió mordiéndose nerviosamente el labio mientras sacaba dos maletas de atrás de la barra.
-¡Pues marchaos en pos de la aventura! -exclamó Ginny emocionada tomando una valija.
-¡Esperen, chicas! -dijo el señor Weasley, tomando una pluma y un trozo de amarillento pergamino y tendiéndoselos a Hermione-. Hija, no se puede ir sin hacerlo.
-Señor Weasley, no es necesario -dijo la castaña incómoda.
-Hermione, papá tiene razón. Es una tradición y tú tienes que romper la maldición de esa pared así que firma de una vez.
-Bien -respondió resignada mientras escribía "Hermione J. Granger" en el pergamino, con su esmerada caligrafía, y se lo entregaba al padre de sus amigos, al cual quería como propio.
Al salir de Hogwarts se había ido a estudiar música contrariamente de lo que todos esperaban, mientras trabajaba en la cafetería de los Weasley, hasta que decidió seguir su sueño: partir al centro de Londres en busca de alguien que cantara sus canciones.
En todo ese tiempo la familia de pelirrojos se había convertido en su otra familia, debido a que a sus padres apenas los veía por cuestiones de distancia. Al acabar la guerra, ellos se enamoraron de Australia donde Hermione los mandó quitándoles la memoria y decidieron seguir su vida allí, conformándose con verse en navidades y en el verano.
-¡Tenemos su primer autógrafo! -gritó Ron, rompiendo el mutismo que él y su mejor amigo habían mantenido desde que llegó Ginny. Tomó el papel y corrió a pegarlo con una chincheta a una pared llena de notas similares y fotos que mostraban a chicas jóvenes sonriendo y saludando, algunas veces acompañadas por las 5 personas del tiempo actual.
Todos se quedaron viendo el muro un rato con aire contemplativo hasta que alguien hablo llevándose al traste el momento de reflexión.
-Linda, todas esas chicas se han ido como tú buscando un sueño parecido, si hay alguien que lo pueda realizar esa eres tú -finalizó Arthur, el patriarca Weasley, dándole un último abrazo a la chica del eterno arbusto castaño.
-Gracias, gracias a todos y... ah... ¡Ya abrásenme! -exclamó esta, al fin liberando la conmoción que sentía.
Entre abrazos y buenos deseos, las dos chicas salieron de la cafetería. En el camino al auto de la pelirroja encontraron amigos y clientes que también le desearon éxito. La carretera a la central de trasladores, fue silenciosa, excepto por los gritos de Ginny hacia su estéreo, seguido de las chispas al golpear su varita contra el "maldito cacharro muggle".
-Bien, Hermione, que tengas suerte –le dijo extrañamente seria.
-Gracias, pecosita –contestó, pellizcándole la mejilla cual abuelita empalagosa.
-No te propases, listilla, o harás que deje de extrañarte -amenazó falsamente, enojada la menor del "clan Weasley"
-Bien –suspiró, la ganadora del premio anual, prefecta, primer lugar de su clase, y ahora artista amateur, dándole un abrazo a su amiga del alma. Redujo su equipaje después de ser registrado, y dio la espalda a su pasado antes de arrepentirse, para ir a buscar sabe Merlín qué. Y según dicen por ahí... su destino.
