I. La Propuesta.
Estaba en frente del espejo, mirándose con cierta atención. No estaba en su cuarto, ni mucho menos en su casa, pero en ese lugar se sentía tan a gusto que perfectamente la podía tomar como un hogar... en realidad, quizás era ese el lugar más parecido al hogar que tenía. Y no era sólo por lo bonita que estaba decorada la habitación que utilizaba cada vez que iba, ni tampoco porque prácticamente se sentía como una reina en ese lugar...
Simplemente porque las dos personas que la habían invitado, prácticamente la adoraban.
Helga sentía que con ellos, sus tíos Emily y Mike, podía mostrarse realmente como era. Ellos no la juzgaban, no la retaban, la querían simplemente como era. Lo mejor de todo (según ella) era que siempre parecían estar esperando que los visitara, hablaban continuamente por teléfono y siempre le mandaban dulces y regalos por correo, en la época escolar.
La niña sentía que de toda su familia, ellos eran los únicos que realmente la querían.
-Helga- escuchó unos golpecitos detrás de su puerta. Era su tía –la cena ya está lista, vamos a comer...
-Ya voy- contestó la niña, volviendo por unos momentos más su vista al espejo.
Se encontró con su propia imagen, pero en sí era distinta a la que estaba acostumbrada. Ya no más esos dos cachitos a los lados de su cabeza, simplemente llevaba el cabello suelto y liso, su flequillo también estaba más largo, y cortado de tal manera que cuando fuera creciendo se uniría al resto de su cabello.
Sonrió. El reflejo, por primera vez en mucho tiempo, le gustaba. Y mucho.
Lo único malo, pensaba, mientras caminaba hacia la puerta, era que no sabía dónde podría encajar su listón rosa en ese nuevo peinado. Estaba decidida a no deshacerse de él, no lo haría, y mucho menos porque hacía sólo un mes había tenido un tipo de "encuentro cercano" con el causante directo de que lo usara. Arnold.
Estaba segura que, a pesar que no lo había vuelto a ver, en la cabeza del niño debería seguir esa escena en la que ella se le declaraba. Claro, ni ella podía negarlo, todas las noches la repasaba una y otra vez, sintiéndose tonta cada vez porque después tuvo que negarlo. Aunque en parte no se arrepentía, quizás era lo mejor.
Habían pasado algunas semanas desde eso, de hecho, en unos días tendría que entrar a la escuela nuevamente, y aunque no lo deseaba, esa sería la última noche que tendría con sus tíos. Aún recordaba con algo de molestia todo lo que le costó convencer a su padre para que la dejara ir con ellos, y aunque no la dejó de llamar "Olga" en ningún momento, tanta negación la extrañaba, normalmente Bob simplemente la ignoraba, dejándola hacer lo que quisiera... pero a penas había escuchado de la invitación, se descompuso.
Pero finalmente había aceptado, después de rogarle un buen rato. Pudo notar, en uno de sus intentos, que a Myriam tampoco le causaba mucha gracia... pero la verdad era que le importaba bien poco lo que a ellos podría parecerle, porque definitivamente, esas vacaciones con ellos habían sido realmente soñadas.
No negaba que había extrañado a todos sus amigos, pero tampoco que había tenido tantas cosas que hacer, que casi no se había acordado de ellos. Sólo dos personas recurrían insistentemente en sus pensamientos: su mejor amiga Phoebe, y por supuesto, Arnold. Contaba las horas de volver a verlos, y sobre todo, contarle las muchas cosas que le habían pasado a su amiga.
Llegó a los pocos minutos con sus tíos, que ya estaban sentados a la mesa y la esperaban para comenzar a comer. Helga comenzó a comer, mirándolos. Ellos eran bastante jóvenes, él, 26 años y ella, sólo 24... aún le parecía extraño que alguien tan tierna y buena persona como su tía Emily, fuera hermana de Bob.
-¿Ya tienes listos tus bolsos?- le preguntó Mike.
-Sí, todo listo- contestó Helga –como mañana salimos temprano, prefiero dejar hoy lo necesario...
-En ese caso, podríamos pasar a alguna parte- propuso Emily, sonriente –tendremos tiempo de sobra para ir a dejarte a tu casa, ¿qué te parece, Helga?
La rubia asintió con entusiasmo, volviendo su atención a las papas que tenía en frente y teniendo, de pronto, un extraño pensamiento. Ella siempre se había caracterizado por ser bastante madura, sobre todo en el trato con los adultos. De hecho, y salvo algunas excepciones, los trataba a todos como si fueran un igual... no le gustaba que la vieran como alguien débil (aunque lo fuera). En definitiva, no le gustaba que la trataran como una niña, siempre estaba a la defensiva y dispuesta a atacar y defenderse con uñas y dientes. Menos con los dos que tenían al frente.
Le gustaba sentirse regaloneada y querida, que la trataran como la hija que aún no tenían. Lo único que lamentaba de verdad, era que sus padres no fueran igual que ellos... bueno, sí, con Olga eran incluso peores...
-Por cierto, Helga, tenemos algo que contarte- el tono serio que Mike usó la hizo fruncir el cejo, mirándolos con algo de seriedad. Al ver sus rostros alegres se relajó un poco, pensando que se estaba volviendo demasiado paranoica –no es nada malo- agregó él, comenzando a reír.
-Para nada- dijo alegre Emily –te queríamos decir que hemos decidido mudarnos un tiempo a Hillwood, quizás un año o algunos meses, aún no lo tenemos decidido.
-¿¡De verdad!?- la sonrisa en el rostro de Helga no se hizo esperar, después de todo, esa era una de las cosas que más deseaba (claro, hay que aclarar que lo primero de la lista era que Arnold se enamorara de ella) -¡eso es genial!- pudo notar que ellos cruzaban miradas algo nerviosas -¿pasa algo?
-Ahh... bueno... es que...- Helga casi se larga a reír al ver tan nervioso a Mike, algo bastante extraño –lo que pasa es que... te queríamos hacer una proposición.
-¿Cuál?- preguntó despreocupada la niña, tomando algo de jugo que tenía.
-Que te vengas a vivir con nosotros- se adelantó a contestar Emily.
-¡¡Pufff!!
Decir que los platos quedaron llenos de jugo es poco, porque prácticamente también les llegó algo a Emily y Mike, que sólo se quedaron quietos y sonrieron levemente, mientras que a Helga le había dado algo muy parecido a un ataque de tos.
-¿Escuché mal?- preguntó la rubia, entre toses -¿quieren que me vaya con ustedes?- Emily asintió mientras se secaba con una servilleta. Helga dudó –pero... ¿y qué va a pasar con Bob y Myriam?, ellos de seguro se...
-No les estamos preguntando a ellos- la interrumpió Mike, algo serio para el gusto de Helga –te estamos preguntando a ti, y es tú opinión la que nos interesa, la de ellos nos tiene sin cuidado. En caso que aceptes, nosotros hablaremos con ellos del asunto, tú no estarás involucrada...
-Pero...- Helga intentó ordenar sus ideas –no entiendo por qué...
-Sólo tienes nueve años, no tienes que estar hablando de...
-No es eso- interrumpió Helga –no entiendo... por qué quieren que me vaya con ustedes... o sea, nos vemos muy pocas veces al año, no se llevan bien ni con Bob ni con Myriam, no le tienen mucho cariño a Olga... no entiendo por qué ustedes son así conmigo.
Los dos permanecieron en silencio unos momentos, a Helga les pareció que querían contarle algo pero que se aguantaban con toda la fuerza de voluntad que tenían. Ella esperó a que contestaran pacientemente.
-Helga, nosotros sabemos cómo son tus padres contigo- comenzó a decir Emily –y sabemos que tú no te mereces un trato así, tan desconsiderado. Eres una niña excelente, con un gran corazón, que mereces estar y crecer en un hogar donde haya amor... no estoy diciendo que Bob o Myriam no lo sientan por ti, pero tú necesitas seguridad.
La chica bajó la mirada. Si era sincera, se moría de deseos de aceptar la proposición de sus tíos, pero una incomodez en su pecho la hacía pensar tanto en Bob como en Myriam. Eran sus padres, estar en esa situación la hacía sentir como si tuviera que elegir entre dos parejas que luchaban por hacer el papel de padre... y no le gustaba sentirse así.
-No es necesario que nos contestes ahora- le dijo Mike, comprendiendo la inseguridad que la niña estaba sintiendo –no queremos presionarte, pero nos gustaría que pensaras en lo que te pedimos. Si no lo deseas dilo nada más, no nos vamos a enojar, pero si en algún momento te sientes segura de querer estar con nosotros, te recibiremos con los brazos abiertos.
La mesa fue cubierta por un profundo silencio. Helga no contestó a las palabras de Mike, al contrario, ni siquiera quiso mirarlo a la cara. Para intentar apaciguar los ánimos, Emily sirvió el postre que tenía preparado. Era el favorito de Helga y, a pesar de eso, sintió que no pudo disfrutarlo tanto como hubiera querido.
Después de cenar se quedó un rato más con ellos. Trató de mostrarse igual que siempre con ellos, tratando de demostrarle que lo que le habían pedido estaba decidida a pensarlo una vez que estuviera sola.
Pero esa noche, una vez que estaba acostada y en completo silencio, no fue capaz de tomar una decisión. No estaba segura, pero dentro de ella había una extraña sensación de incertidumbre, aunque no sabía cuál podría ser la razón. Y la chica, por más que lo meditó y trató de establecer los pro y los contra, no pudo llegar a ninguna conclusión, quedándose dormida después de un rato largo de pensar.
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Helga sabía que un barrio nunca iba cambiar en un tiempo de unas dos o tres semanas, por eso no le extrañó ver todo exactamente igual a como cuando se había ido de vacaciones con sus tíos. El viaje fue largo, pero en parte valió la pena porque de verdad que había disfrutado el estar con ellos más tiempo.
Sólo cuando el automóvil se estacionó en frente de su casa, Helga pensó nuevamente en la propuesta de sus tíos. Ellos actuaban como si la conversación de la noche anterior nunca hubiera existido, en cambio ella no podía dejar de pensar en eso.
Abrió la puerta, siendo seguida por sus tíos (Mike llevaba sus bolsos). Para variar, se encontraron con Bob sentado en el sofá en frente del televisor, y a Myriam inclinada sobre la mesa durmiendo. Los tres recién llegados los miraron unos momentos.
Fue Emily la primera en moverse. Algo molesta, cerró de un solo portazo haciendo saltar a Helga y a Mike incluso, que la miraron algo asustados. Bob salió de su mundito cuadrado para ver la entrada de la casa y Myriam despertó un poco.
-¿¡Qué demo...!?- Bob los vio –ah, son ustedes. Myriam, Olga volvió de sus vacaciones con Emily y Mike.
Helga suspiró. Se sentía cansada, en esos momentos no se iba a molestar en corregirlo, no tenía ganas.
-Ella es Helga, Bob- replicó más molesta aún Emily –y de verdad espero que te sientas más contento de lo que lo demuestras en estos momentos.
-Emily- Myriam se acercó con paso lento a ellos y bostezando –ah, hola, Helga- dijo, mirando a la niña como si fuera la primera vez que reparara en su presencia -¿cómo estuvieron tus vacaciones?
-Bien, gracias- gruñó la niña. También se sentía demasiado cansada como para preocuparse por Myriam. Caminó a las escaleras –iré a dejar las cosas a mi cuarto.
Helga subió con rapidez las escaleras, llevando con ella los bolsos que se podía. Lamentablemente, pensaba, había vuelto a su triste realidad, con su familia (si es que podía llamarla de esa manera). Al menos, según ella, Olga a esas alturas se había vuelto a ir, después de la semana en que estuvo con sus padres (y, justamente, ella estaba con sus tíos)
Abrió la puerta de su cuarto y notó con algo de tristeza que había una gran colección de polvo dentro, con un olor algo fuerte a encierro. Se notaba que ni siquiera se habían molestado a abrir la ventana de su cuarto para que se ventilara, así que lo primero que hizo fue eso, y después volvió con sus padres y sus tíos.
-Helga, ¿te gustaría acompañarnos a ver las casas que tenemos pensadas?- le preguntó Emily. Helga notó perfectamente que antes parecía estar discutiendo con su padre, pero no estaba del todo segura.
-... Sí, gracias- contestó, caminando hacia ella y su tío, que estaba al lado –vuelvo luego, Bob.
-Como quieras, Olga.
Su única reacción fue empuñar con rabia y pena su mano. Eso, definitivamente nunca iba a cambiar. Se relajó cuando sintió una mano en su hombro y, al mirar, vio que Mike le sonreía y la apuraba en su camino al automóvil.
-Vamos, tenemos mucho que recorrer hoy- le dijo, animado, mientras Emily se quedaba a intercambiar unas cuantas palabras con su hermano mayor (y bien mayor) –hay muchas casas... ¿cómo te gustaría que fuera?, es obvio que como mínimo, debe tener tres dormitorios... y lo más grandes que se pueda.
Helga lo miró con extrañeza mientras entraba al auto. Daba la impresión que al menos él, daba por hecho que se iría a vivir con ellos. A los pocos minutos llegó con ellos Emily, no tan sonriente como hubiera deseado, pero al menos, algo relajada.
-¿Discutiste otra vez con Bob?- le preguntó Helga, la otra volteó a verla, mirándola con sorpresa mal disimulada.
-¿Discutir?, si yo no discuto con mi hermanito mayor...- le dijo, cínicamente. Helga se largó a reír, divertida por la respuesta que le había dado.
-Claro, que digas eso es como decir que disfruto las visitas de Olga- replicó Helga, y esta vez no fue la única en reírse.
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¿Qué puedo decir?, me costó escribir el final porque tenía sueño, pero quería empezar a publicarlo hoy, por lo que me esforcé y aquí está...
Sólo como advertencia quiero decir que en éste fic algunos puntos establecidos en la serie van a cambiar ligeramente (¿ligeramente?, creo que más...). Estuve a punto de no escribirlo pero al final me decidí que sí... Ah, también tengo que aclarar que este fic será algo distinto a los otros de Arnold que he escrito (al menos en mi cabeza es así), pero trataré de darle algunas cuotitas de humor de vez en cuando :P
El título "No me dejes" es por mi canción favorita del grupo "El sueño de Morfeo", y creo que no tendrá mucha importancia dentro del fic... como ven, sigo siendo algo mala en esto de poner títulos, jajaja. En todo caso, la canción es muy linda, si tienen oportunidad de escucharla, se las recomiendo.
Eso sería, saludos a tods y será hasta la próxima.
Ah, una preguntita... ¿alguien sabe cuándo está de cumpleaños Helga?, ¿o no se sabe?
