Esta obra no me pertenece, es una traducción de la obra de Von Gentleman Monozygotic, cuya versión original podéis encontrar aquí:
s/7887238/1/Monozygotic
ADVERTENCIAS (en este capítulo): BLANKSHIPPING. ANGUSTIA. ¿No te gusta la idea / emparejamiento? Entonces no lo leas. Confía en mí, vamos a ver más advertencias en los capítulos venideros.
This work does not belong to me; it's a translation of Von Gentleman's Monozygotic, which you can find here:
s/7887238/1/Monozygotic
Capítulo uno
Era una fría y lluviosa tarde de marzo de finales de invierno, dos gemelos jóvenes estaban acurrucados el uno contra el otro en el suelo de madera de su dormitorio. A pesar de que se mantenían en silencio, los muchachos idénticos compartían un desdén por este tipo de clima, la temperatura, y los sentimientos que despertaba en ellos. Las condiciones y el momento del día eran exactamente los mismos que cuando todo sucedió.
Gasas blancas cubrían sus brazos quemados que en ese momento había envuelto alrededor de su gemelo más joven, e Ingo miró por la ventana el día triste con el ojo derecho, que no había sido dañado en el accidente. El otro estaba cubierto de un nuevo parche ocular blanco de gasa. Se sentía extraño. No era exactamente un niño extrovertido antes, pero desde que había recuperado la consciencia, algo parecía diferente en él. Se sentía ajeno a su situación, como un observador externo de su propia vida. No es que no sintiera nada; la preocupación que sentía por su hermano era inmensa y el hecho de que él estuviese allí físicamente ileso era probablemente la única cosa que le impedía perderla.
Emmet estaba llorando histéricamente en los brazos de su gemelo mayor, con una sonrisa plasmada en su rostro todo el tiempo. "Ellos piensan que estoy loco, Ingo. Creen que soy un caso perdido completamente", dijo Emmet, con las lágrimas brotando de sus ojos con una sonrisa que parecía contradecir sus emociones. Empuñó la camisa de Ingo, agarrándose desesperadamente pero cuidado de no lastimarlo más de lo que ya estaba. Miró a su hermano, fijándose su apariencia, tocando ligeramente las vendas bien envueltas alrededor de su cabeza, y mirando las que cubrían las laceraciones que seguían la curación en su rostro. Esto fue suficiente para hacer que se sintiera enfermo. ¿Cómo es que no resulté herido yo también? ¿Por qué tomaste tú todo el daño? Miró a su hermano en el ojo ileso. "¿Crees que estoy loco?"
"No. No creo que estés loco." Ingo lo abrazó con fuerza entre sus brazos y trató de besar las lágrimas que le corrían por las mejillas, tratando desesperadamente de aplacarlo. Su corazón se desgarraba al ver a su hermano así, pero su carácter le impidió que le afectara de alguna manera. Ingo se sintió en desacuerdo consigo mismo. Durante esta crisis, de alguna manera sentía que todo estaba muy claro y sin embargo, lo odiaba. No era natural para él, por lo menos, no era natural antes del accidente. Miró a su hermano. Esto no se parecía a Emmet en absoluto. Ellos eran tan similares antes, pero ahora algo terrible les había sucedido, y mientras él estaba angustiado, se dio el lujo de no recordar nada. Emmet vio todo lo que había sucedido. Después de veinte días en el hospital, Ingo había sido finalmente dado de alta y mandado a casa, pero allí ya nada iba a ser lo mismo. Su padre ya no estaba vivo y su madre se había retirado desde el día del accidente. Emmet sólo podía hacer frente a la realidad riéndose de todo o sonriendo por cualquier cosa.
Emmet se encontró ese día aferrado a su hermano inconsciente en el accidente. Él salió del mismo con golpes, contusiones y cortes de menor importancia, pero relativamente ileso. Después de haber sido examinado y tratado por lesiones menores, lo habían monitorizado y evaluado psicológicamente porque no paraba de reír desde que lo encontraron, el único consciente en el descarrilamiento del tren. Él se rió cuando se aplicó desinfectante para las heridas punzantes y sonrió cuando la muerte de su padre fue reconocida. Ni siquiera podía llorar sin sonreír.
"¿Tú no lo haces?"
"Emmet. Lo que pasó fue..." La voz de Ingo se fue apagando. "No tengo palabras para describirlo. Pero tú lo viste todo. Tu reacción, la forma en que estás procesando todo esto, es tu forma natural de manejar las cosas. A otras personas no les gusta lo que ven, porque es inusual para ellos. Pero no es raro para ti. Este eres tú. "
Los gemelos podrían tener sólo doce años, pero eran inteligentes y educados. Los dos siempre fueron bien hablados para los niños de su misma edad y mientras lo hacían tendían a tener problemas para entender y conectar con otras personas, pero eran genios cuando se trataba de uno al otro. Eso no era cuestionable. Ellos se tenían el uno al otro.
Emmet se aferró con más fuerza a su hermano, sus delgados cuerpos infantiles entrelazados. "¿De verdad crees esto?"
"Somos gemelos, Emmet. Estoy seguro de que si yo lo hubiese visto todo, habría reaccionado de la misma manera". Ingo desvió la mirada por un momento, apretando los afilados dientes como colmillos. Estaba enfadado consigo mismo por haber sido noqueado cuando su hermano estaba solo durante el tumulto.
"Así que mi comportamiento, es" él se rió, enojado consigo mismo por usar una de las frases que los psicólogos utilizaban: "Es... no sólo es normal para mí, sino que también lo sería para ti, si lo hubieses visto todo."
"Sí. Estoy seguro de ello."
"Eres diferente des de ahora. Puedo verlo. Estás distante".
Ingo tomó la cara de Emmet entre sus manos. "Tú también estás distante. Sólo que de una manera distinta a la mía."
"¡Te golpeaste la cabeza con mucha fuerza contra el acero! Por eso es que somos diferentes, ¿no? Quiero decir, yo lo vi, vi la sangre", empezó a reírse. "Yo lo vi todo y creo que es muy divertido."
"Sí". Ingo no se sorprendió por su extraña declaración. "Estás distante como yo", él volvió a insistir.
"No como tú", se rió Emmet mientras se ahogaba en lágrimas, "A ti no te gusta que sea de esta manera, ¿verdad? Ya no sientes que sea tu hermano, ¿verdad? ¡Odio como soy ahora, Ingo, lo odio!" él comenzó a temblar, su risa era cada vez más histérica.
Las cejas de Ingo se fruncieron un poco de preocupación por su gemelo. Esto realmente era muy diferente de cómo se comportaba normalmente Emmet. Algo en su interior le dijo que las cosas realmente no serían lo mismo nunca más. Había un gatillo, y aunque tenían algunas diferencias antes, sus disposiciones solían ser muy similares. Ahora algo les había sucedido a ambos; Ingo fue golpeado tan fuerte en la cabeza, los médicos se sorprendieron de que no tuviese más daño del que él hizo, y Emmet vio todo lo que le sucedió a su hermano, además de la traumática muerte de su padre. "No me importa", dijo Ingo finalmente: "Sólo me importa que tú no estés herido."
"Ingo" se agarró a su camisa otra vez, "Me gustaría que siguiéramos siendo los mismos, ¡Lo odio! ¡Odio como soy!", repitió, "¡lo odio, odio, odio eso!" él se rió en su manga.
Los dedos de Ingo se movieron temblorosos en el cabello de Emmet, acariciándole la cabeza con suavidad. Él realmente no sabía cómo reaccionar ahora. Se conocían tan bien, pero ahora las cosas eran diferentes. Sin embargo, iba a tratar de hacer que todo estuviese bien para Emmet. "Seguimos siendo los mismos, Emmet. Si te hace sentir mejor, siempre voy a vestir con la misma ropa a partir de ahora. Vamos a hacer los mismos deportes. Incluso voy a comer la misma comida que tú".
"¿Harías eso por mí?"
"Me gustan las mismas cosas que te a ti de todas formas."
"Bueno, yo no sé si vamos a ser capaces de copiarnos a la perfección, porque creo que," Emmet ahogó sus palabras y sonrió más, "creo que me quieren enviar a alguna parte."
Ingo tomó la mano de su gemelo. "No voy a dejar que te envíen a ningún lugar. No sin mí."
"¡Ha-ha! Ingo, creo que quieren que veas a esa gente tan pronto cuando estés mejor. Te quieren hacer muchas preguntas también porque creen que vas a tener…" movió sus manos alrededor de la cabeza en círculos. "Problemas. Como yo. Porque te golpeaste la cabeza con mucha fuerza y piensan que eres un robot o algo así", se rió él.
Ingo frunció el ceño. "¿Es eso lo que piensan? Idiotas". Miró por la ventana y luego de nuevo a Emmet. "Que se me evalúe entonces. Si creen que los dos estamos locos entonces ambos seremos encerrados juntos."
Emmet se hundido en el regazo de su hermano, mientras le apretaba la mano con fuerza. "No creo que nunca volvamos a ser como antes", dijo riendo, expresando los pensamientos de Ingo de hace unos momentos, mientras las lágrimas goteaban sobre la tela de los pantalones del pijama con motivos las vías del tren y señales ferroviarias de Ingo, el mismo tipo que llevaba puesto Emmet.
"Emmet. Vamos a adaptarnos. Vamos a..." una de las nuevas palabras del vocabulario que habían aprendido en la escuela le vino a la mente en un momento singularmente inapropiado, "Vamos a perseverar. Y seré con tú, siempre. No te preocupes. Siempre vamos a ser el mismo, no importa lo que pase. Nunca nada va a cambiar eso".
"¿Porque tú eres mi gemelo?" Emmet preguntó.
"Porque tú eres mi gemelo", repitió Ingo.
Emmet se inclinó y puso sus brazos alrededor de su hermano. "Estoy tan contento de que estés vivo… Ingo, si hubieses muerto, me habría muerto también. Me alegro de que estés en casa. Yo me ocuparé de todas tus vendas por ti y todas las tareas que no puedas hacer en este momento, ¡lo prometo! "
Ingo sonrió débilmente a su hermano y pasó un brazo ligeramente por encima de él. "Gracias, Emmet. ¿Crees que ..." se mordió el labio un poco, haciendo una pausa y luego continuó: "¿Crees que voy a tener cicatrices de esto?"
"¡No, no tendrás porque voy a cuidar de ti y se te curarán perfectamente!" sonrió, limpiándose las lágrimas de los ojos.
Ingo se estrujó más contra su hermano. "Duerme en mi cama conmigo esta noche. No quiero estar solo".
Los gemelos se metieron en la cama de Ingo juntos, shimmied bajo las mantas, y se acurrucaron el uno contra el otro.
"Te amo, Ingo". El gemelo más joven dio a su hermano un beso en la mejilla.
"Te amo, Emmet." El gemelo mayor le correspondió besándole en la frente.
Poco a poco, los gemelos comenzaron a quedarse dormidos, con los dedos entrelazados. Emmet había estado despierto durante tres días seguidos cuando se enteró de que Ingo iba a salir del hospital y no podía conciliar el sueño durante los últimos días. Estar lejos de su gemelo era una tortura. En la clínica pateó las paredes, tocó las sillas una y otra vez, y tiraba cosas mientras reía histéricamente cuando los psicólogos trataban de aconsejarlo. Les había gritado exigiendo saber si su hermano estaba bien. Sin Ingo, era como si la mitad de si mismo hubiese sido eliminada. Nunca había reaccionado de esta manera antes. Ahora que por fin tenía a su hermano a su lado otra vez, se quedó dormido al instante.
Ingo podía sentir sueño apoderándose de él, pero se desveló repentinamente cuando sintió algo extraño en su muñeca. Cuando miró, vio a Emmet roérsela mientras dormía. Se sentía raro al principio, pero cuando vio a su hermano y lo feliz que parecía, le supo mal apartar la muñeca lejos de él. Cerró los ojos, permitiendo que Emmet lo masticara tanto como quisiera.
...
Ingo miró a su hermano que revoloteaban alrededor del pasillo, al ser atrapado en una conversación de camino a clase. Varias chicas tontas pero atrevidas parecían querer llamar su atención y a pesar de ser ciertamente bueno hablando con la gente, era muy obvio para Ingo que Emmet estaba tratando de quitárselas de encima lo más rápido posible, por la forma en que iba saltando de una persona a otra antes de quedar atrapado en una conversación con ésta. Su habitual método de sonreír con esa sonrisa inquietante y diciendo cosas inapropiadas no parecía funcionar con ese grupo hoy. Ingo sostuvo los libros en sus brazos, suspirando mientras escuchaba a dos compañeras de clase hablando entre sí detrás de él acerca de cómo Emmet era el gemelo "accesible pero raro" y cómo Ingo era el gemelo "caliente pero que da miedo". En lugar de luchar contra las etiquetas, Ingo les dejaba que pensaran lo que quisieran pensar. Estos juicios superficiales habían trabajado en su favor la mayor parte del tiempo y más bien disfrutaban de ellos, pero sabía que iban a llegar tarde a clase si Emmet no podía dejar de ser constantemente atrapado en las conversaciones.
Ingo se acercó a su hermano y lo tomó de la muñeca, tirando de él lejos de las chicas que estaban prácticamente babeando encima de él y de la multitud de estudiantes en movimiento que se apresuraban a clase. Una vez que los dos empezaron a moverse juntos, un camino prácticamente despejado se abrió para ellos.
Nadie se interponía en su camino. Nunca.
No era sólo sus compañeros de segundo año quienes les tenían miedo. Los alumnos de segundo ciclo tampoco se atrevían a meterse con ellos. Lo intentaron en el pasado y se habían estado arrepintiéndose desde entonces. Por su cuenta, cada gemelo era formidable e intimidante. Como pareja, eran absolutamente imparables. Incluso aterrorizaban a sus maestros.
Su reputación, una extraña mezcla entre ser populares, poderosos y temidos, se había desarrollado poco después de que fueran enviados a una escuela privada con un campus grande equipado con sus propias residencias y centros psiquiátricos. Era una de las pocas escuelas de este tipo: una que tenía un puesto destacado académicamente hablando pero tenía las instalaciones especiales para los estudiantes que a menudo llegaban con problemas. Cuando los gemelos cumplieron trece años el 31 de mayo casi tres años antes, su madre decidió que sería mejor darles un cambio de escenario en un ambiente bien estructurado con las debidas instituciones psiquiátricas, por si fuese necesario, así que hizo los preparativos para mandarlos allí el siguiente año escolar, pero los gemelos tenían una idea bastante buena de que su madre se estaba marchitando y no quería a sus hijos alrededor para que viesen su deterioro. Los dos trabajaron muy de cerca el primer año y se mantuvieron juntos cuando se hizo evidente que les beneficiaba después de que los detalles del traumático accidente de tren fuesen revelados a los consejeros escolares. La escuela estaba bastante lejos de cualquiera de las grandes ciudades y se encontraba en un territorio más rural, pero siempre fue un lugar lleno de vida, y debido a su proximidad con la naturaleza, una afición de muchos de los estudiantes era ir tratar de y capturar Pokémon salvajes. Emmet parecía tener un don para la captura de Joltiks cada vez que iba al bosque con Ingo, que había capturado recientemente un Fraxure, él mismo.
Los dos finalmente pudieron llegar a clase sin apenas tiempo de sobra y se sentaron el uno junto al otro, debido a la disposición de los asientos en orden alfabético, y una vez que todos se hubieron establecido, una mujer desconocida se acercó a la parte delantera de la sala. Era su nueva maestra.
"Genial, nuestro maestro idiota es despedido y tiene que salirse en mitad del año", comenzó Emmet con una sonrisa.
"Sólo para ser reemplazado por otro idiota", terminó Ingo con una mirada.
Hubo un murmullo en la sala cuando los demás estudiantes hicieron comentarios acerca de la nueva maestra antes de que ella diera una fuerte palmada y fuera directa al grano.
"Soy la Sra. Redwood, su nueva profesora de Biología para el resto del año. Asignaré todos los proyectos hoy. Son el cuarenta por ciento de la nota del grado y van a trabajar en parejas. Además de diez páginas de informe con todas las citas mencionadas, van a realizar una presentación. ¿Entienden? Deben entregarlo en cuatro semanas".
Los estudiantes parecían un poco sorprendidos por la falta de presentación. La profesora se acercó a cada par de estudiantes entregándoles los documentos con más detalles de la tarea y asignándoles temas específicos. Ingo giró la pluma entre sus dedos cuando escuchó varios de los temas asignados. Emmet comenzó a garabatear vías de tren en su libreta. Podían oír que a la pareja que estaba detrás de ellos le fue asignada la clonación como tema.
"Y ustedes dos," la profesora se trasladó delante de Ingo y Emmet, con su mano casi golpeando sobre la mesa el papel que Emmet estaba garabateando, lo que le hizo dar un respingo, "Ustedes dos van a hacer un informe sobre los gemelos monocigóticos".
"Qué original", bromeó Ingo poniendo los ojos en blanco.
"Sí, dar el tema obvio para el par obvio, no lo vi venir señora Redwood!"
"Hmn, Ingo y Emmet, ¿no? Me habían advertido sobre ustedes dos. He oído que tienen un 4.0 de promedio de calificaciones", sonrió la maestra, mirándolos. Era inusualmente alta.
"¿Quiere que escribamos un documento de diez páginas estrechando un tema tan amplio?" Dijo Ingo, lo bastante fuerte para el resto de la clase lo escuchara.
"Porque, ya sabes, podríamos escribir nuestro propio libro enorme sobre este tema", intervino Emmet.
"No como nos gustaría".
"Pero podemos. Usted probablemente tiene una vida tan aburrida que le gustaría disfrutar de eso, ¿verdad?"
"En realidad, sí, disfrutaría de eso. Estoy trabajando en mi doctorado y pronto seré conocida como la Profesora Redwood. De todos modos, estrechar el tema es su trabajo. Ah, y como ustedes son iguales, esta va a ser una presentación increíble. No puedo esperar ", la nueva maestra se mostraba completamente inquebrantable ante sus intentos de avergonzarla delante de la clase.
"Espera. ¿Qué?" la sonrisa de Emmet se redujo.
"No. Nosotros no somos iguales", Ingo intentó corregirla.
"¡No nos parecemos en absoluto!"
"Sólo tenemos el mismo aspecto".
"Estamos completamente diferenciados en otros aspectos."
"Nuestras personalidades son polos opuestos".
"Los estudios sostienen que son más parecidos de lo que piensan, chicos. Esas diferencias son el fenotipo", comenzó el profesor para participar en la conversación para su propia diversión.
"Sabemos lo que es un fenotipo", dijo Ingo, ahora agravado.
"Ha habido numerosas cantidades de investigaciones que muestran hasta qué punto la genética juegan un papel fuerte en la personalidad", sonrió el profesor.
"Esos estudios están equivocados", dijeron los gemelos al mismo tiempo.
El resto de la clase estaba completamente en silencio mientras observa a los gemelos discutir con la maestra. Normalmente Ingo y Emmet cortaban a todos sus maestros e incluso los humillaban. Este profesor no era igual.
"Bueno", continuó la Sra. Redwood con un movimiento de su dedo, "aprendí un poco acerca de todos mis nuevos estudiantes de su antiguo maestro. Lo que sé es que ambos asumen roles de liderazgo. Los dos son solucionadores de problemas tenaces. Ambos sienten un desprecio hacia la autoridad, y a ambos les encanta atacar las conferencias y los argumentos de los maestros. ¿Estoy en lo correcto? "
"¿Tu punto? Esto no prueba nada", suspiró Ingo.
"Sí, creo que vamos a reducir nuestro tema escribiendo nuestro artículo sobre cuán diferentes los gemelos idénticos puede ser", Emmet le dio un codazo a su gemelo mayor, como buscando aprobación, sonriendo con sus afilados dientes como colmillos y Ingo asintió, apretando visiblemente sus propios dientes afilados con molestia a medida que crecía más la frustración contra su maestro.
"Está bien por mí. Ustedes pueden encontrarse con que su opinión cambie sin embargo. Después de todo, ustedes son similares en formas que ni siquiera se perciben como similares. Ambos son capitanes del equipo de esgrima y el club de pokémon, y ambos tienen las más altas calificaciones de su clase. ¿Coincidencia? "
"Tenemos objetivos similares".
"Con frecuencia llegamos a las mismas conclusiones."
"Pero nuestros enfoques son diferentes. ¿No es así?" Ingo miró a su gemelo por el rabillo del ojo.
"Sí, son diferentes. ¿Cierto?" Emmet observó a Ingo con la misma mirada.
"Me doy por vencida. Ni siquiera se dan cuenta de que ustedes están terminando los pensamientos y las oraciones del otro", dijo riendo la señora Redwood. "De acuerdo clase, voy a responder preguntas ahora," ella se salió del tema, habiendo conseguido ya su diversión y volvió a trabajar.
Ingo cruzó las manos sobre su boca con tristeza, mirando a la nueva maestra mientras Emmet sonreía mientras dibujaba garabatos torpes de la cara de la profesora sobre las vías del tren dibujadas previamente. Los gemelos no estaban contentos. Habían sido contrariados, habían discutido, y habían tenido una confrontación. Y sin embargo no ganaron.
Una vez la lección hubo terminado, los dos esperaron a que los estudiantes se fueran. Era su última clase del día. Su maestra fue a su escritorio y comenzó a tomar notas en un papel cuando los dos finalmente se acercaron a ella, y se quedaron de pie frente a su escritorio, a la espera de permiso para hablar. Al no conseguirlo, se miraron el uno al otro antes de continuar con el tema una vez más.
"Ingo es un poco tímido. ¡Yo no lo soy!" Empezó Emmet.
"Emmet habla con todos. Yo no." Añadió Ingo.
"Ingo lleva el pelo más largo y apartado de su cara. ¿Ves?" Emmet tiró del pelo de su hermano como para enfatizar el argumento.
"Y Emmet corta su propio cabello. Podría ir a un estilista."
"¡Ingo siempre lo termina todo pronto! Yo espero hasta el último minuto".
"Emmet duerme hasta tarde todos los días. Tengo que sacarlo de la cama."
"Mh-hmm", su maestro respondió, sin levantar la vista de sus notas. Llevaba gafas, mantenía el pelo en la cara y parecía tener una gran afición por llevar una bata de laboratorio, incluso cuando no estaban haciendo trabajo de laboratorio. Ella encontró sus argumentos realmente lindos y entrañables porque, ahora que estaban solos y no en frente de la clase, estos se habían vuelto infantiles y triviales.
"Y ya sabíamos la diferencia entre un genotipo y un fenotipo", Emmet sintió la necesidad de aclararlo de nuevo.
La maestra finalmente levantó la vista hacia los dos gemelos y sonrió. "Nunca dije que fuesen exactamente los mismos chicos. Creo que no me han entendido. Sois personas únicas. Aparte de esa cicatriz en su muñeca, Ingo, y una ligera diferencia en su estilo, superficialmente parecen idénticos y yo nunca habría sido capaz de distinguirlos solamente por el aspecto físico".
La mención de la cicatriz de la muñeca de Ingo causó instantáneamente un sonrojo en ambos gemelos e hizo que apartaran la mirada el uno del otro, Emmet sonriendo para ocultar su vergüenza e Ingo frunciendo el ceño mientras tiraba de la manga hacia abajo. Al darse cuenta de la vergüenza de los dos, la curiosidad de la Sra. Redwood se despertó, pero no insistió en el tema.
"Sus personalidades son diferentes", añadió. "Eso es lo que me permite diferenciarles sin saber mucho acerca de ustedes. Emmet, eres todo sonrisas. Ingo, frunces mucho el ceño". Su observación fue superficial, pero parecía que los dos habían reaccionado incómodamente. Las diferencias en sus personalidades eran algo que ambos sabían y ahora no estaban tan seguros de si sentirse orgullosos de ello o no, dadas las circunstancias de sus diferencias. "Ustedes don muy similares en muchos aspectos, aunque!", continuó, "se complementan mutuamente en sus diferencias. Tienen una gran dinámica y estoy segura de que jugarán con ventaja si los dos deciden elegir a la misma profesión y trabajar juntos."
...
"¿Qué ha entendido de todos modos?" Ingo preguntó mientras empezaba a cambiarse su uniforme de la escuela una vez que estuvieron en el dormitorio que los dos compartían.
"Nada. ¡Obviamente!" Emmet se quitó su uniforme.
No les gustaba el uniforme escolar debido a que no daba mucho margen para añadir sus colores favoritos en él. Todo lo que Emmet podía hacer para acentuar su uniforme era añadir un sombrero blanco, calcetines blancos y zapatos blancos. Ingo hacía lo mismo sólo que con negro.
El gemelo mayor suspiró después de quitarse la camisa y se miró la muñeca derecha donde estaba la cicatriz. "Ella se dio cuenta" murmuró, sonrojándose un poco.
"Oh. Sí. Ella lo hizo." Emmet podía sentir sus mejillas sonrojándose también. "Lo siento. Nunca quise dejar ese tipo de cicatriz en ti."
"Lo sé. No sabías que me estabas mordiendo. Y yo no te detuve."
Emmet parpadeó. "¿No lo hiciste? Quiero decir, sí, eso es obvio, dejé de hacerlo hace poco más de un año, pero... ¿por qué no me detuviste?"
Ingo miró hacia otro lado y por la ventana. "Es sólo que…", hizo una pausa por un momento y suspiró, "El día que empezaste a hacerlo fue el día que llegué a casa desde el hospital."
Emmet se quedó callado mientras Ingo le devolvía la mirada.
"Parecía que querías, así que... te dejé".
Emmet miró a Ingo, le sonrió dulcemente antes de tomarle la mano derecha y llevársela a un lado de su cara, lo besó suavemente en la muñeca donde sus dientes habían dejado la cicatriz irregular, manteniendo el contacto visual con su hermano cuando expresó su afecto.
"Estás ruborizado, Ingo".
Ingo apartó la mirada y miró hacia abajo.
"Te estás sonrojando mucho. ¿Te hice sentir raro?" Emmet sonrió más.
Ingo permaneció en silencio y asintió lentamente.
"Tal vez no me detuviste porque te gustaba demasiado," sugirió Emmet en un tono juguetón, pellizcando suavemente su muñeca en el mismo lugar que la cicatriz.
"Emmet, no-ah..." Ingo sentía un poco de hormigueo, algo que estaba empezando a ocurrir con bastante frecuencia cuando Emmet hacía gestos más afectuosos hacia él. "No digas cosas como esas."
"Es cierto".
Ingo se llevó la mano libre a la cara para tapar lo rojo que sabía que se estaba poniendo y luego tiró suavemente la muñeca lejos de su hermano antes de lanzar la camisa negra. "Vamos. Vamos a empezar a trabajar en ese proyecto."
Continuará…
