Disclaimer: Ninguno de los personajes de Naruto me pertenece.
1/22 ----Total de capítulos entre los que se cuentan prólogo y epílogo.
¡Hola a todos! ¿Cómo están? Espero que bien. Yo acá de regreso, después de mucho mucho mucho tiempo. Perdón por eso. De verdad quería aparecerme por acá antes... En fin, acá les traigo una nueva historia y quería dedicársela a cierta personita que me pidió durante mucho tiempo y muchos fics, que escribiera uno que fuera diferente -donde se pudiera ver la relación de Shikamaru e Ino estando ya juntos-, esto es lo que salió. Espero que les guste, y como dije antes el fic se lo dedico a Naoko-Eri (si no lo hice antes fue porque no tenía una idea en la cabeza que me convenciera), esté donde esté, pero también a todos/as y cada uno de los que siguieron mis historias (ustedes saben quienes son, es también para ustedes), porque bueno, me desaparecí demaciado y ustedes se lo merecen. Espero que les guste, es la primera vez que hago algo así y me gustaría saber su opinión (si no es mucha molestia). Y, obviamente, como siempre quería dejar claro y recordar tanto para el que lo sepa como para el que no que YO ACTUALIZO TODAS LAS NOCHES, sin excepción. Es una promesa que hago y pienso cumplir. Y que por ser éste el prólogo decidí subirlo más temprano pero a partir de mañana voy a estar actualizando a la hora aproximada en que solía actualizar todos mis fics. Ah, y por supuesto agradecerles desde ya por tomarse la molestia de leer mi humilde historia.
Hasta que la muerte nos separe
Prólogo
"Hasta que la muerte nos separe"
Se revolvió inquieto entre las sábanas, sin poder siquiera arrimarse a conciliar el sueño, pues por primera vez en la vida los párpados no le pesaban. Y la pereza no era dueña de su casa, ya no sentía ese aburrimiento e indiferencia a todo a su alrededor. Quizá en otra situación las cosas hubieran sido diferentes y hubiera podido, de alguna forma, mantener la calma y racionalidad pero esta vez no, todo era demasiado problemático. Y la situación lo sobrepasaba.
Intentaba de sobremanera hilar una serie de pensamientos coherentemente sin embargo su mente enmarañada parecía imposible de aclararse. Ni siquiera sabía el porque de su reacción, lo había tomado por sorpresa. Jamás se hubiera imaginado algo así ¿Adónde había huido su serenidad? No parecía el momento adecuado para abandonarlo.
Y así la noche murió, entre suspiros furtivos de horas eternas.
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Rebuscó en el bolsillo de su pantalón, con el pulso fallándole y traicionándolo, mientras intentaba encontrar aquello que había preparado la noche anterior con el solo fin de evitar justamente aquella situación claramente insostenible.
Su cuerpo exageradamente rígido en aquella blanca habitación al mismo tiempo que miraba con los ojos perdidos a través de aquel límpido cristal de colorido diseño. Llamándole particularmente la atención el efecto que éste producía, ya que al atravesarlo la luz del sol se distorsionaba curiosamente dejando pasar haces de luces rojas como el fuego, amarillas como el ámbar y verdes esmeraldas.
Suspiró, aquello era demasiado. No sabía siquiera como podía aún mantener la calma apariencia. En su interior gritaba de miedo, aquello no era lo que había esperado en absoluto. Jamás hubiera considerado tal sensación posible... estaba nervioso. Sin embargo, sintió un temporal alivio al instante en que las desnudas yemas de sus dedos rozaron el delgado papel del pequeño objeto que segundos instantes estaba buscando.
—¿Shikamaru? —en ese instante la voz familiar proveniente de la puerta lo distrajo e inmediatamente sus dedos dejaron escapar una vez más el delgado objeto en los confines del bolsillo de su pantalón, dejando ir con él su única esperanza de tranquilizarse.
—Chouji —se limitó el moreno a responder, con voz pausada, su rostro escondiendo el caos que era su interior.
—¿Cómo estás? —preguntó sonriendo, Shikamaru se limitó a bufar. Como si no hubiera escuchado esa pregunta antes durante aquel dichoso día. Sin embargo se limito a responder por cortesía, después de todo se trataba de su mejor amigo, ni más ni menos.
—Bien —por supuesto, aquello era mentira pero Chouji no necesitaba saberlo. Nadie necesitaba saberlo, siempre y cuando permaneciera firme todo estaría bien.
—¿Seguro? —lo cuestionó entrecerrando sus pequeños ojos mientras escudriñaba con la mirada a su mejor amigo en busca de alguna señal de ansiedad. Por supuesto, no encontró nada. Shikamaru parecía sereno, y en su interior el Nara se alegraba de poder mantener aquella fachada.
—Por supuesto —arqueó una ceja, su amigo no cedía—. ¿Quieres dejar de verme así Chouji? Es problemático.
El Akimichi rió y recuperó su postura habitual —Por supuesto. Aunque... no entiendo como puedes estar tan calmo.
—No es tan difícil —aquella era quizá la mayor de todas las mentiras y en su interior rogaba poder decírselo, sin embargo calló. Era simplemente imposible decirle a Chouji aquello en aquel preciso instante. Lo pondría en una situación incómoda de la cual el no tenía porque ser partícipe, después de todo el cobarde era él, no su amigo.
—Vaya... pensé que la idea de algo tan permanente te aterrorizaría, es un compromiso de una vida después de todo y tú nunca fuiste muy afín con el comprometerte a algo —sonrió y con picardía citó las siempre habituales palabras de su amigo—, demasiado problemático.
—Supongo que no dejas de sorprenderme —añadió, dedicándole a Shikamaru una cálida sonrisa—. Supongo que no te conozco tan bien como creo.
—Se trata de madurar ¿No es así? —replicó el Nara, sin embargo sus pensamientos eran opuestamente contradictorios. Me conoces mejor de lo que piensas.
—Naturalmente —concedió el Akimichi—, es de suponerse que a los 24 años hayamos crecido ¿Cierto?
—Cierto.
—Aún así... —añadió Chouji contemplativo— sigo pensando que no cambiamos demasiado —Shikamaru forzó una sonrisa.
—En absoluto.
—¿Qué crees diría Asuma si estuviera aquí? —el Nara se encogió de hombros.
—Se reiría —Chouji soltó una cálida carcajada.
—Por supuesto —entonces dando media vuelta se dirigió una vez más hacia la puerta y antes de salir volvió a hablar—. Te dejo, debes tener mucho que hacer, ya sabes, sólo faltan 30 minutos.
—30 minutos... —asintió el moreno, y sin decir más su amigo desapareció tras la sólida madera de roble—. Problemático.
Entonces finalmente lo comprendió, el tiempo empezaba a consumirse como una llama que poco a poco se extinguía. Pronto todo fuego se habría apagado, y no quedaría nada ¿Qué traerían para él las cenizas? ¿Era aquello acaso un final o un principio? No lo sabía, sin embargo estaba seguro de no querer permanecer allí demasiado tiempo más. No podía soportarlo, las paredes a su alrededor parecían cerrarse más y más, aprisionándolo. Sofocándolo. Todo de repente parecía darle vueltas, empezaba a perder el control de sí mismo, como había temido. Sabía que debía permanecer firme, permanecer allí. Podía imaginarse las miradas de todos aquellos a quienes decepcionaría, sabía que perdería mucho si se marchaba sin embargo no parecía poder mantener los pies firmes en el suelo. Había demasiado en juego, demasiado que perder aún si seguía hasta el final. Demasiadas dudas, demasiadas cosas podían salir mal. Y él era un cobarde, no quería averiguarlo.
—Me voy...
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La puerta volvió a abrirse, en tan solo veinte minutos, y Chouji volvió a entrar al lugar. Asomando alegremente la cabeza en busca de su amigo, ya sólo quedaban diez minutos.
—¿Shikamaru? —sin embargo la habitación estaba vacía, quizá aquello que había temido estaba sucediendo.
Empezando a desesperarse Chouji cerró la puerta detrás de sí, volviéndose al pasillo y deteniéndose un instante contempló todas las posibilidades que al instante acudieron a su mente y aunque se forzaba a evitar a toda costa aquella posibilidad, seguía volviendo a su cabeza, una y otra vez, martillándole. Y todo en lo que podía pensar era en que, seguramente, su amigo había huido.
Rápidamente giró sobre sus talones y retomando su camino por el largo corredor tomó el camino izquierdo hasta el final, en el cual se encontraba una puerta por la que ingresó llamando una y otra vez el nombre de Shikamaru. No estaba. Aún así no se detuvo y siguió buscando, revisando todas y cada una de las habitaciones de aquel lugar. Finalmente llegó al baño, donde probablemente estaría en caso de no haber decidido fugarse (y aquello era lo que Chouji más temía).
—Oye, Shikamaru ¿Estás aquí? —se oyó un ruido desde el interior y el Akimichi suspiró aliviado—. Dios, amigo ¿Cómo se te ocurre...?
Sin embargo las palabras parecieron desvanecerse en el aire cuando la puerta del baño se abrió y del interior salió alguien que, a pesar de parecerse de forma absurda a Shikamaru, no era él. Sino su padre.
—Shikaku —el hombre sonrió.
—Oh, hola Chouji ¿Qué haces aquí? —rió— ¿Y porque esa cara? Pareciera que viste a un fantasma.
—Shikamaru no está —fue todo lo que dijo en tono serio, los ojos del Nara se cerraron por un instante y tras permanecer unos segundos así suspiró.
—Y tú crees que... —Chouji asintió.
—...huyó.
Shikaku pareció meditar un momento, luego comentó —Me lo temía. Lo vi algo inquieto esta mañana.
—¿Qué hacemos?
—Buscarlo, no creo que mi hijo haya ido demasiado lejos.
Chouji afirmó levemente con la cabeza y ambos se dispusieron, una vez más, a recorrer aquel lugar en busca de Shikamaru. Inmediatamente se escabulleron en los largos pasillos del lugar mientras se aseguraban de revisar todas y cada una de las habitaciones. Buscando hasta en el más pequeño recoveco en busca del muchacho pues sabían que el tiempo empezaba a caerles encima. De hecho, tan solo quedaban cinco minutos para la hora indicada y no parecía que fueran a encontrarlo pronto. Sin mencionar que Chouji empezaba una vez más a desesperarse y los lugares posibles en donde encontrarlo parecían escasear cada vez más y más ¿Sería posible que Shikamaru hubiera decidido huir definitivamente? La idea no sonaba tan absurda, considerando que era de él de quien se trataba. Ya había huido en otras ocasiones así que probablemente lo haría otra vez, sin embargo la idea de Shikamaru hiriendo a alguien deliberadamente con sus acciones no tenía sentido alguno pues él no era así en absoluto.
Entonces una voz los llamó, sonaba enfadada y demandante, por lo que ambos hombres se giraron inmediatamente para ver de quien se trataba. Por supuesto no les sorprendió ver la pequeña figura de Sakura al final de aquel corredor.
—¡¿Por qué tardan tanto?! —Shikaku y Chouji intercambiaron miradas nerviosas y antes de que la pelirrosa pudiera volverles a gritar el Nara respondió:
—Shikamaru no está... —Chouji bajó la cabeza, explicando aquella tan temida teoría.
—Creemos que huyó.
—¡¿Qué?! —chilló la chica, el Akimichi continuó.
—Fui a buscarlo hace diez minutos y no lo encontré, no estaba en la habitación, en el baño ni en ninguna de las otras habitaciones. No sabemos donde más buscarlo y...
—¡Pues piensa! Se supone que tú eres su mejor amigo y lo conoces mejor que nadie.
—Lo sé, pero... —calló.
Nadie dijo nada, el lugar permaneció en silencio y por unos segundos la tensión se propagó. Sakura contemplaba con la mirada perdida el piso mientras que con sus manos estrujaba la suave tela de su vestido lavanda. Chouji por su parte intentaba repasar en su mente una y otra vez todos los lugares posibles en que su amigo podría estar. Sin embargo nada acudía a su cabeza, solo viejas escenas borrosas entremezcladas por culpa de la preocupación.
—Ino no puede saber... —dijo finalmente la pelirrosa, ambos hombres levantaron la mirada para verla.
—Pero tarde o temprano lo sabrá... —Shikaku asintió a lo señalado por el Akimichi.
—Lo sé, pero Ino no debe saberlo, no aún...
—¿Qué no debo saber, qué? —ambos se voltearon lentamente y allí la vieron, deslumbrante. Vistiendo un largo vestido blanco como la nieve, entallado a su sinuosa figura con delgados tirantes sujetándolo a los hombros, detrás su espalda estaba desnuda. Mientras que llevaba su largo cabello dorado recogido delicadamente sobre la nuca con tan solo unos furtivos mechones cayéndole sobre el rostro, y sobre el semblante un pequeño velo de tul blanco.
—Eh... Ino —balbuceó la chica, la rubia bajó la mirada ocultando sus ojos detrás del tul blanco.
—No está ¿Verdad?
—No —afirmó Chouji—, pero estoy seguro de que no huyó.
Y girando sobre sí se marchó al único lugar que no había intentado, el único rincón de aquel edificio que aún no había recorrido. Se sentía tonto ¿Cómo no había pensado en ello antes? Sin embargo el temor a no encontrarlo comenzaba a invadirlo una vez más, cientos de preguntas danzaban por su mente pero sobre todo se preguntaría que sucedería si no lo encontraba.
Si no lo encontraba... seguramente todo habría terminado.
Lentamente subió las escaleras y tras encontrarse en la segunda planta se dirigió a la puerta doble al final del pasillo, aquella que llevaba a un blanco balcón.
—¿Shikamaru? —lo llamó. A la par que empujaba ambas puertas abiertas la luz invadió su rostro y un denso humo negro lo abordó.
—Estabas aquí... —sonrió triunfante el castaño al ver a su amigo de pié, recostado junto al barandal del balcón fumando un cigarrillo.
—Ajá —dio una larga y tendida pitada y exhaló—, necesitaba ver las nubes… —Chouji asintió y dando unos pasos se apoyó junto al moreno, contemplando el delgado palillo entre sus labios.
—Pensé que lo habías dejado.
—Lo hice, no he fumado desde hace seis años. Desde los 18 —sonrió de lado—. Bueno, a excepción de este.
—Todos te estaban buscando —Shikamaru afirmó lentamente con la cabeza, lo sabía. Sin embargo no tenía prisa.
—Lamento haberme ido... supongo que me aterrorizó la idea.
—¿Por qué? ¿Tienes dudas? —el moreno asintió.
—Cientos de ellas... sabes que no me gusta lanzarme a algo sin tener un plan o una estrategia —una sonrisa se extendió por sus labios—, por supuesto no hay plan para esto.
—Claro que no.
—Pero no dudo de querer estar con Ino —aclaró entonces, desviando la mirada al cielo. Contemplando las nubes vagar lenta y despreocupadamente—. Esa jamás fue mi duda, por problemático que suene y aunque ella no sea en nada parecido a lo que había planeado para mí. De hecho, es demasiado ruidosa, demasiado efusiva y exigente. Siempre ordenándome que hacer, y diciéndome que soy demasiado perezoso. Aún así, no me importa. Tampoco me importa que Ino esté muy por encima de mis expectativas. Eso solo que...
—¿Qué?
—No lo sé, todo esto es demasiado problemático —bufó, dejando caer el cigarrillo y aplastándolo con la punta de su pie en un intento de apagarlo—. No quiero arruinarlo, es típico de mí echar las cosas a perder. Después de todo, no soy nada especial...
Chouji sonrió, contemplando a su amigo por un segundo. Aquello ciertamente era típico de su amigo, no el arruinar las cosas, sino hablar así de sí mismo. Shikamaru siempre había tendido a considerarse menos valioso de lo que realmente era. Habitualmente se había llamado a sí mismo "segundón" o "cobarde número uno". Sin embargo aquello no era verdaderamente cierto. Sí, quizá el Nara no fuera el más poderoso shinobi (aunque si el más astuto e inteligente) ni el más llamativo hombre en Konoha, sin embargo el tamaño de su corazón era verdaderamente incomparable. Nadie que hubiera conocido jamás hubiera sido tan buen amigo para él (y para Ino) como Shikamaru.
—Ya deja de perder el tiempo ¿Quieres? —rápidamente lo tomó del brazo y comenzó a llevarlo de regreso al interior de aquel recinto.
—¡Ey!
—Vamos, Ino te está esperando y no te conviene hacerla esperar, menos aún por una tontería así. Ya sabes como se enfada, no querrás enojarla en su propia boda —el Nara suspiró y sonriendo se soltó de su amigo para caminar voluntariamente junto a él. Quizá, Chouji tenía razón.
—Qué problemático.
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Finalmente el momento había llegado, después de tanto volvía a encontrarse frente a Ino. Tenía que admitir que irradiaba una belleza descomunal inclusive para ella, tanto que sus ojos parecía hipnotizados por la mujer frente a él.
Entonces la rubia sonrió cálidamente y tras tomarle la mano lo golpeó con la otra, de modo que sólo ella se percató y el juez de paz que se encontraba junto a ellos.
—Ouch... —refunfuñó, contemplándola dolido. Ella desvió la mirada, molesta.
—¡Ni se te ocurra volver a dejarme, o juro que te...!
Aclarando su garganta el juez de paz decidió finalmente intervenir en la pequeña disputa para finalmente poder dar comienzo a la tan esperada ceremonia.
Sin embargo antes de poder continuar Shikamaru susurró —No lo haré.
Ambos asintieron concediéndole permiso para continuar e inmediatamente el hombre comenzó a predicar su solemne discurso de amor y prosperidad, mientras ambos jóvenes no dejaban de mirarse.
En ese instante nada ni nadie más importaba, todos los rostros a su alrededor habían dejado de existir hasta parecerle pequeñas manchas en el espacio. Todo lo demás había dejado de tener sentido, no había nada que pudiera afectarlos allí. No, en ese momento sólo estaban ellos dos.
—Hasta que la muerte los separe... —de pronto el sendero a la muerte le pareció corto, dada su vida shinobi comprendió que quizá su tiempo de despedirse llegaría aún más pronto de lo que jamás hubieran esperado, por lo que Shikamaru decidió en ese instante que viviría cada instante de su vida con ella como si fuera el último. Después de todo, quizá lo fuera. Entonces el hombre continuó.
—Los declaro, marido y mujer... —concluyó, ambos se miraron y sonrieron—. Puede besar a la novia.
Y tras un largo día, sellaron el resto de sus vidas con un beso.
