Digimon no me pertenece y escribo esta historia sin fines de lucro.
Este reto participa del Proyecto 1-8 y de la actividad de San Valentín – Día Blanco del Topic Sorato.
Advertencias: Este fic está basado en el cd drama Michi e no armor shinka. No es necesario verlo para entender el fic, pero no pueden perdérselo.
Este fic es un delirio. Las personalidades están en extremo exageradas, o sea que hay mucho ooc. Además, la narración cambia de tiempo verbal porque sí y el narrador, que es Takeru claro está (no yo, Takeru), se mete en el fanfic cada vez que quiere. O sea, esto es un delirio y no me hago responsable de las cosas que Takeru escribe.
La más épica historia de amor de Sora y Yamato
Por Takeru Takaishi
Para Koukacs
Se levanta el telón.
Un joven rubio entra al escenario. Viste una fedora color violeta, una chaqueta verde y pantalones grises, combinados (del revés) con una camisa blanca con flores azules. No quedan dudas a la audiencia de que no es su cuñada quien le ayudó en la elección de ropas.
―¡Oh! ―se lamenta, melodramático. Apoya el dorso de su mano derecha contra su frente, se toma un momento para respirar hondo y, coordinado, echa la cabeza hacia atrás a la vez que levanta la punta del pie izquierdo―. ¡Oh, mis tribulaciones, mis dolores, mis problemas! ―Mira hacia abajo y se agarra la cara con ambas manos―. ¡Oh, si tan solo mi familia fuera tan colaborativa conmigo como brillante, emprendedora y espectacular es mi capacidad creativa, oh!
La audiencia se remueve inquieta, confusa. Alguien se rasca el cabello, alguien más alza los hombros sin entender.
―¡Oh, mi audiencia! ―el grito le devuelve la atención de su audiencia―. ¡Si supieran, de antemano, la historia que quiero contarles…! ―Se detiene para lograr un efecto dramático―. Es la historia épica, amorosa, dramática, romántica y ¡épica! de amor más épica y romántica que han escuchado en la vida.
―¡Épica! ―se oye desde detrás del telón, como en eco. Por si a alguien no le quedó claro…
―Es la más épica ―continúa― historia de amor de dos seres humanos que todos conocemos, ¡que todos admiramos, envidiamos… y odiamos un poquito también! ―Vuelve a golpearse la frente con el dorso de la mano―. ¡Esta es la más épica historia de amor de Sora y Yamato! ―exclama―. O tal vez… ―nuevamente hace silencio. Parece que ha obtenido la atención de su audiencia―. O tal vez ―repite―, ¡es MI más épica historia!
Mientras el telón desciende, se escuche una carcajada atronadora, malvada, desviada… ¿¡quién será, nuestro actor con fedora y ropas de colores?! ¡¿Quién será el protagonista de esta historia?! ¡¿Será Vandemon, quizás?! ¡¿Myotismon?!
―Vandemon y Myotismon son el mismo ―aclara alguien.
―¡¿O será, acaso… Ogremon?! ―continúa la narradora, en voz alta, sin prestar atención a la interrupción.
Desciende el telón.
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―¡¿Qué vas a hacer qué?!
―Una obra de teatro. Para el festival escolar ―repite Takeru. Revuelve su té, despreocupado.
―¡A eso lo entendí! ―exclama Hikari―. ¡¿Una obra de teatro sobre qué?!
―Ah. ―Takeru enfoca la vista en Hikari, quien aprieta con fuerzas la mesa. Taichi, que los observaba con interés desde el marco de la puerta de la cocina, se acerca sonriendo―. Ya te lo dije. Voy a escribir la Más Épica Historia de Amor de Sora y Yamato.
―¡Ay, Takeru! ―exclaman los dos Yagami, pero mientras Hikari se golpea la frente con pena, Taichi apoya ambas manos sobre los hombros de Takeru, sonriendo.
―Y yo voy a ayudarte ―dice Taichi. Se acerca una silla―. Sabes, yo fui quien los juntó ―susurra, simulando hablar en secreto―. Si no hubiera sido por mí, sabes… no habría ninguna historia de amor sobre la que escribir.
―Épica.
―¿Qué?
―No habría ninguna épica historia de amor sobre la que escribir ―resopla―. Si vas a ayudarme, es importante que hables con propiedad.
Taichi se molesta por la impertinencia del pequeño escritor, pero sabe sopesar y sumar dos más dos y sabe, sin dudarlo, que seguirle la corriente va a ser siete veces más divertido que enojarse en el minuto cero y no hablarle más.
―Épica ―repite―. Tienes razón. La más épica historia de amor de Sora y Yamato…
―¡Ay, Takeru! ―vuelve a decir Hikari, a quien aparentemente no le ha gustado ser ignorada abiertamente por su hermano y mejor amigo.
―¿Y tú, Hikari? ―Takeru sonríe seductor y agarra la mano de su amiga. Le da un pequeño apretón―. ¿También me ayudarás?
―¡Pues claro que no! ―exclama, sin poder contenerse―. ¿Crees que Yamato y Sora te permitirán hacer algo así? Takeru, Taichi, ¡por favor! ¡Estamos hablando de… Yamato y Sora! ¡Ni siquiera compartieron sus sentimientos con su mejor amigo Taichi antes de juntarse, Sora no le contó a su amiga Mimí que estaban juntos hasta que alguien ―mira enojada a Taichi― la acosó con mails al respecto!
―¡Número uno! ―grita Taichi, alzando la mano. Golpea a Takeru―. ¡Yo voy a hablar primero! ―exclama―. ¡Pues número uno! ―repite―. Sora y Yamato no me contaron nada, es cierto, ¡pero porque yo siempre lo supe! ¡Siempre… desde el digimundo! ―aclara. Hikari rueda los ojos―. Ya sabes, esa vez que Sora creía que nadie podía amarla… ―chista con la lengua―. Y yo corrí junto a Yamato para ayudarla y mientras lo hacíamos pensé "esta es, ¡esta es la oportunidad que los dos estaban buscando!", y por eso me hice el tonto y dije tonterías mientras dejaba que Yamato, que apenas era amigo de ella desde hacía pocos meses, tomara la delantera y le dijera todo lo que Sora quería escuchar… ¡yo hice eso, yo!
―Pst ―chista Hikari, y ríe―. ¡Por favor!
―Y segundo ―continúa, sin escucharla―, yo no le envié los mails a Mimí por ser cotilla ni nada por el estilo, sino porque Mimí siempre cree que sabe más que yo. ¡Y ya ves! ¡Yo lo supe primero!
―Sí, porque tú fuiste el eslabón perdido, el escalón que debió subir Sora para declararle su amor a Yamato… seguro que también le compraste los ingredientes de la torta ―dice, con ironía.
―Lo último no ―responde Taichi, sin captar la ironía.
―Bueno ―retoma Takeru, interrumpiendo el inestimable momento de cercanía Yagami―. Pues si estamos los tres de acuerdo, entonces…
Hikari abre la boca para protestar, pero entonces recuerda: recuerda que de niña quiso ser espía, quiso trepar árboles y esconderse entre sus hojas y captar retazos de conversaciones cuyo sentido inventaría después… pero nunca pudo, porque su salud era muy frágil y no era muy buena trepando árboles. Pero ahora, ahora que es mayor y con una salud de hierro, ahora que no necesita trepar árboles para escuchar… (porque aún sigue sin ser muy buena en ello)… ahora puede ser su oportunidad. Porque está claro, para ella, que Sora y Yamato van a querer impedir esta locura de obra de arte que tiene en mente Takeru, y Hikari no duda que los ganadores serán ellos… y además, de verdad, ¿qué puede ser más fácil que espiar a Takeru y Taichi y destruir sus planes desde adentro?
Se oye una risa malvada, que puede o no ser la misma que oímos al principio. Hikari se relame los labios, le brillan los ojos y piensa, por una vez, que tal vez es mucho más fría y calculadora de lo que cualquiera hubiera creído.
―Estamos de acuerdo, sí ―dice, apoyando su puño en el centro de la mesa―. Taichi y yo te ayudaremos a escribir la Más Épica Historia de Amor de Sora y Yamato ―sonríe.
Takeru y Taichi chocan los puños con ella, cantan una tirolesa y chasquean la lengua. Hikari, solamente, hace brillar sus ojos.
Con malicia.
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Fue Hikari quien llamó a Sora y esta quien llamó a Yamato. Ambas conversaciones fueron relativamente similares y por eso las reproduciremos juntas:
―¡¿Qué Takeru va a hacer qué?!
―¿¡Qué mi hermano qué?!
―¿Taichi?
―¿Qué? ¡No, Takeru! ¡El hermano de Yamato, Hikari!
―¿Qué? ¿Hikari? ¡Si soy Yamato!
―¡¿Y por qué dijiste tu hermano?!
―¡Pues porque estaba hablando con Yamato! ¡Y es el hermano de Yamato!
―¿Taichi? ¡Takeru es mi hermano!
―¿Qué?
―Sora, creo que es mejor que redactemos las conversaciones por separado.
Sora bufó, enojada, y colgó el teléfono.
Yamato y Hikari no tenían mucho que decirse, así que colgaron también.
Pero los tres tuvieron en claro que era hora de actuar y, como invocados por un rayo de amor supremo que conectaba sus mentes (el teléfono celular), Sora y Yamato se encontraron frente al salón de drama de la escuela de Takeru.
Y esa conversación se basó en el grito y la descalificación.
―Takeru.
Cuando Sora lo llamó, Takeru se sorprendió, ya que no esperaba verla ahí, y mucho menos con su hermano. Su primer pensamiento fue aprovecharlos y hacerles preguntas básicas que le faltaban para su obra de teatro ―¿cuándo fue su primera vez, quién tomó la iniciativa, alguno ya tenía experiencia? ¿disfrutaron, fue malo, les va bastante bien en ese ámbito? ¿quién se pone los pantalones en la relación, quién se lleva mejor con los suegros y cuántos hijos quieren tener?―, solo retazos de información lógicos, esperables, que naturalmente no se derivaban de su usual curiosidad sino del más importante e interesante interés científico. Científico literario, por cierto.
―Hola ―saludó, y les ofreció galletas. Es importante llevarse bien con el objeto de investigación, más aún si van a ser los actores protagonistas de la obra de teatro de tu autoría que te llevará a la fama.
Yamato las aceptó, porque le resultaba imposible decirle que no a su hermano, pero Sora las rechazó con una sonrisa firme.
―¿Qué hacen por aquí?
―Vinimos a verte ―dijo Sora. Sonrió―. Hace mucho que no nos vemos.
―Sí ―admitió Takeru―. Desde ayer ―sonrió―. ¿Galletas, más galletas?
Tarde se dio cuenta Takeru de que su insistencia solamente logró detener la conversación y llevarlos a un lugar incómodo y silencioso, ¡justo cuando él debía pedirles un favor! Por suerte para él, Sora aparentaba estar de mal humor y decidió ir directo al grano.
―Takeru, no queremos galletas porque esta no es una simple visita social ―dijo, retirando de la boca de Yamato la que ya estaba comiendo y arrojándola al basurero más cercano―. Esta no es una simple visita social ―repitió― porque ha llegado a nuestros oídos una noticia. ―Su silencio indicaba que estaba esperando que Takeru completara la noticia por ellos, pero él (por primera vez acaso) decidió que el silencio era más seguro―. Una noticia ―dijo una vez más, ¡Sora parecía un disco rayado!― que dice que estás trabajando en… una… obra de teatro ―finalizó.
―¡Sí! ―A Takeru se le iluminó el rostro, ¡siempre pasaba cuando hablaban de su obra de teatro!―. Para el festival escolar. Va a ser grandiosa, apuesto a que me dará puntos para entrar a las mejores universidades.
―Puntos… ¿para entrar a las mejores universidades? ―Takeru no había pensado a fondo en lo que decía y no lo había utilizado como estrategia pero, aparentemente, ese es el efecto que su frase tuvo: fue la mejor estrategia para desarmar a Sora, Yamato y todos sus argumentos en contra de la inminente obra de teatro―. Yamato, ¿sabías que tu hermano está ya pensando en entrar a la universidad? ―Sora lo golpeó con delicadeza en la cintura, y Takeru no supo cómo de repente pasó a ser Yamato el atacado.
―¿Cómo? ¿Universidad? ¡Pero si ni nosotros estamos en la universidad! ―reclamó.
―¡Ya ves! Y aquí tu hermano pequeño ya preparándose para ella. ¡Qué orgullo eres, Takeru! ―Sora lo abrazó y besó en la mejilla, para disgusto y sorpresa de Yamato―. Y cuéntanos, Takeru, ¿a qué universidad quieres ir?
―Pues… ¡a la mejor! ―improvisó.
―¡A la mejor, Yamato! ¡¿lo escuchaste?! ¡Que orgullo de niño!
No fue Takeru el único que pensó que Sora estaba un poco loca, Yamato también, y lamentablemente fue él quien se lo hizo saber:
―Sora, ¿no te parece que esta conversación no tiene sentido? ―Lo dijo con delicadeza, pero Sora enseguida irguió la espalda, preparada―. Takeru tiene 14 años, no está ni siquiera cerca de ir a la universidad. ¡Nosotros deberíamos estar pensando en eso, no él!
―¡¿Y por qué no lo estamos haciendo entonces, Yamato?!
―¡Pues porque estamos aquí tratando de hablar con Takeru sobre su obra de teatro!
―No molestes a tu hermano, Yamato ―dijo Sora, regresando a su tono habitual―. Dejémoslo que piense en paz sobre su universidad y su obra de teatro para el festival escolar. ―Agarró a Yamato del brazo, presionándolo para salir del salón―. Deséale suerte a tu hermano, Yamato.
Yamato rodó los ojos, y lamentó saber que Takeru ya tenía una nueva escena para su Más Épica Historia de Amor… ¡y tal vez hasta una nueva aliada!
―Buena suerte, hermano… ―murmuró, a regañadientes.
Ah, pero Takeru no se saldría con la suya. No señor, ya Yamato se haría cargo de ello… con Hikari. Y… sí. Tal vez era hora de buscar nuevos aliados…
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―Koushirou, tienes que ayudarnos. ―Koushirou resopló, desganado. Giró su silla giratoria, dándoles la espalda. Tal vez si se hacía el distraído…
―Koushirou ―dijo, esta vez, Hikari.
Y es que Koushirou de repente estaba harto. "Koushirou, tienes que ayudarnos" y el mundo enloquecía. Taichi queriendo descubrir al novio secreto de Hikari, Yamato buscando un regalo para Sora, ¡Sora que quería un gato…!* No, esta vez no.
Aunque debía admitir que le picaba la curiosidad que fueran Yamato y Hikari, juntos, quienes necesitaran ayuda…
―Hablen con Miyako ―replicó―. Ella los ayudará.
―Miyako es muy charlatana ―dijo Hikari. Se alzó de hombros, ante la mirada de sorpresa de Yamato―. ¿Qué? Es cierto. Y esto es importante. ¡Koushirou! ―protestó―. Al menos hazlo por Sora…
Koushirou inclinó el asiento hacia ellos, ligeramente. Si era por Sora, tal vez…
―Y para molestar un poco a Taichi ―añadió Yamato, que no tardó en notar la leve inclinación de su amigo.
―Y… a Takeru ―completó Hikari, sonriendo maliciosamente porque sí, en esta historia Hikari sabe ser maliciosa.
―Mmh… ―Koushirou apoyó su puño sobre su boca y pensó. Siempre quiso disfrazarse de la estatua de Rodin.
―Parece la estatua de Rodin ―susurró Hikari, intentando que solo la escuchase Yamato. Pero Koushirou también lo hizo y, súbitamente, estaba adentro.
―De acuerdo, estoy adentro. ¡Cuéntenme!
Hikari y Yamato chocaron los cinco.
―¡Ahora nuestro equipo tiene alguna posibilidad de vencer! ―exclamó Hikari.
―¡Oye! ―protestó Yamato.
―No te ofendas ―se disculpó―. Cuando Sora estaba de nuestro lado no lo dudaba, pero ahora que la hemos perdido…
―No entiendo, ¿cómo es esto? ―preguntó Koushirou―. ¿Esto es contra Taichi, Takeru y Sora? No hay forma de que ganemos, es más estratégico retirarse ahora mismo.
―¿Qué? ¡No! ―A Yamato lo asustó pensar que podían perder a Koushirou apenas agregado al plan―. Es cierto que las lealtades de Sora en este momento son… dudosas ―admitió―. Pero está en su mejor interés estar de nuestro lado y ayudarnos.
―¿Y cómo lograremos eso? ―preguntó Hikari, preocupada por la terquedad de Sora.
―Esa va a ser mi parte del plan, déjenmelo a mí. Ustedes, mientras tanto… averigüen en que anda el equipo contrario.
A Yamato le brillaron los ojos, como le pasa a todos los líderes cuando inician su plan malvado.
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―Están haciendo audiciones para encontrar a los actores de la Más Épica Historia de Amor ―comenzó a decir Hikari, pero Yamato la interrumpió.
―¡Ya sabemos cómo se llama la obra!
Su malhumor hizo pensar a Hikari que la tarea de regresar a Sora al Futuro Equipo Ganador Debido A Que Llevamos La Razón no había sido fructífera.
―Pero no entiendo, ¿es que ya terminó el guion? ―preguntó, algo descorazonado.
―Al menos la primera escena, sí. Y los personajes ya sabe cuáles serán… ―dijo Koushirou. Yamato rodó los ojos, molesto―. Pero no te molestes de antemano. Por ahora, en la primera escena salen Daisuke y V-mon.
―¿Cómo?
―Sí. ―Hikari se acomodó los anteojos de marco pero sin cristales que se había puesto para aparentar eficiencia―. Daisuke y V-mon quieren conseguir que las chicas les den chocolate en San Valentín.
―¡¿Y eso qué tiene que ver con Sora y conmigo?! ―protestó.
―Pensé que no querías salir en la obra de teatro… ―murmuró Hikari, mirando a Koushirou de reojo―. Este también es un drama King… ―susurró, simulando que Yamato no podía escucharla.
―No, Hikari… ―Yamato suspiró―. Tienen razón, lo siento… ¿cómo continúa la escena?
―Pues, para tu alegría, apareces inmediatamente, ya que los dos van a verte para… ingresar en tu banda.
―¿Qué?
―Ingresar en tu banda. Banda, banda de música, grupo musical: los Teenage Wolves ―explicó Koushirou.
Yamato no entendía por qué, de repente, lo trataban de tonto. Pero pensó en Sora, suspiró hondo y se tragó el malestar: porque la realidad era que Koushirou y Hikari estaban ahí para ayudarlo, nada más que eso.
―A lo que me refiero es: ¡¿qué?! ¡¿Daisuke en mi banda?!
―En la obra de Takeru no te molesta tanto… hasta piensas que no es tan malo tocando la guitarra, pero que ―Hikari se arregló los anteojos de mentira― «eres demasiado joven para utilizar la mano derecha, eso es para expertos»…
―Pues que suerte que me das esa frase en contexto… ―murmuró Yamato. Koushirou, a su pesar, no logró reprimir una risa.
―¿Cómo? ―preguntó Hikari, confundida.
―Nada, nada… lo lamento. Continúa por favor.
―Bien, pues… ―Hikari sacudió la cabeza, esos dos estaban locos―. Eventualmente Daisuke canta y lo hace tan mal que le dices que es mejor que se dé por vencido.
―¡¿Qué?! ¡Yo jamás haría eso! ¡Tan… tan… directo, mala onda…!
―Pero Yamato, ¿quieres o no que Daisuke esté en tu banda? ¡Pongamos las cosas claras! ―exigió Koushirou.
Yamato abrió la boca para iniciar una explicación ampulosa y exagerada, pero Hikari los detuvo con un grito:
―¡Muchachos! ¡Digielegidos! ¡Orden! ―gritó. Como soldados de juguete, ambos se pusieron en posición―. No llegaremos a ningún lado debatiendo esto. ¡Es solo una obra de teatro! Daisuke no va a, de verdad, ingresar a la banda de Yamato. ¡En todo debo estar! ―bufó―. Yo voy a regresar junto a Takeru, a trabajar de espía… ustedes podrían llamar a Sora para interrumpir el casting. Tal vez no logremos que Takeru no escriba la obra, pero sí podemos lograr que nadie actúe en ella.
Sin decir más, Hikari se retiró. Koushirou y Yamato tardaron en reaccionar.
―Ojalá nunca sea maestra de jardín de infantes, ¡tendrá a sus niños asustados!
―Hikari sabe poner los puntos sobre las íes ―murmuró Koushirou, un poco sonrojado.
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―Sora ―llamó Yamato.
Koushirou notó como su voz se suavizó al pronunciar su nombre. Sora, que caminaba delante de ellos con sus amigas de clase, se giró sorprendida.
―Yamato, Koushirou… lo lamento, no los había visto. ―Sonrió a sus amigas, quienes siguieron su camino y Koushirou, luego de hacer una pequeña reverencia, se marchó dejándolos solos.
―¿Cómo estás? ―Yamato rozó su mano, sin atreverse a agarrarla en el medio del colegio.
―Bien. Yo… ―cerró los ojos y los volvió a abrir―. Lamento haber actuado así ayer, con Takeru… yo sé que está mal lo que está haciendo ―levantó una mano para impedir que Yamato la interrumpiera―. Pero también me es difícil romperle los sueños así, sabes…
―Pero Sora, este no es su sueño…
―¿Cómo lo sabes? ―Sora pateó el suelo, aunque con más resignación que enojo―. Yamato, yo nunca pondré en duda el amor que tienes por tu hermano. ―Respiró hondo―. Pero no sé qué tanto, y voy a hablar en plural, lo apoyamos cada vez que nos necesita… ¿cuánto sabemos de él? ¿Sus novias, que cambia por semana, esos cuadernos que siempre anda escribiendo y escondiendo de nosotros…? Ahora hasta le hemos quitado a su mejor amiga, ¡Hikari está ayudándonos a nosotros!
―Bueno, él nos quitó al nuestro… ―susurró, pero Sora lo miró con decepción―. Sora, ¡lo siento! ―La agarró de los hombros con ambas manos. Ella alzó la vista hacia él. Yamato dudó un momento antes de revelarle que el sueño de Takeru era que su familia estuviera unida, y que ningún capricho momentáneo estaba a la altura… pero luego pensó que esa información no era suya, y ese sueño tampoco lo era―. Siento bromear sobre esto. Sé que es importante, para ti, para mí, para él… pero Sora, no podemos dejarlo que se salga con la suya. No en esto ―suspiró―. Él quiere gritarle nuestro amor al mundo, ¿y acaso no somos nosotros quienes debemos hacerlo, tomar esa decisión…? ¡Mira, creo que es la primera vez en años que te toco tan abiertamente en terreno escolar, y tan solo estoy agarrando tus hombros…!
Sora agarró ambas manos de Yamato con las suyas.
―Tienes razón. Lamento, de nuevo, mi reacción ayer… y estoy de acuerdo. Debemos detener a Takeru.
―Muy bien. ―Yamato le dio un suave apretón en los hombros antes de soltarla―. Ahora mismo Takeru está llevando a cabo los castings, así que si te parece que es momento de intervenir… ¿te gustaría ir a abuchear a quienes quieren actuar de nosotros?
―¡Acepto! ―exclamó, riendo. Sora tomó su mano y, por primera vez, salieron de la escuela sosteniéndose.
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―Parece que no hay muchos interesados, ¿no? ―pregunta Sora, esperanzada.
Se encuentra, junto a Koushirou y Yamato, escondida detrás de la última fila de asientos del auditorio del colegio de Takeru. En el escenario, iluminados por una luz resplandeciente y sentados junto a un piano, se ve a Takeru, Taichi, Hikari y sus digimon. Vislumbran a, al menos, dos mujeres y tres varones.
―Y mira, parece que mi papel es más popular que el tuyo Sora ―comenta Yamato.
―¡Oye! ―reclama, y lo golpea en las costillas con el codo.
Koushirou ríe con disimulo. Le gusta verlos bien.
―Hay varios bolsos en la primera fila ―indica―. Es posible que algunas personas estén cambiándose tras bastidores ―analiza.
Sora chista y los calla.
―… eso sucede en la segunda escena ―parecen escuchar a Takeru―. Esperen, la voy a leer ―dice, mientras ordena algunos papeles que tiene desparramados sobre el piano. Hikari les dedica una mirada urgente y, silenciosos como el silencio, se mueven unas filas de asientos más adelante―. Sí, aquí lo dice ―prosigue Takeru―. Es en el centro comercial Ginza y se encuentran Mimí, Sora, Hikari aquí presente ―la aludida sonríe, nerviosa― y sus digimon. Están comprando chocolate para sus amigos y novio ―recalca la palabra y Sora se sonroja. Yamato también, pero le sonríe, tranquilizador.
―Esto nunca sucedió ―explica Sora, en voz baja―, pero si está Mimí presente, sin dudas está pensando en comprar chocolate para regalar a todos.
―Vamos a necesitar bolsas de utilería para imitar todo el chocolate que Mimí está por comprar ―dice Taichi. Sora sonríe, avergonzada.
―Oye Takeru, yo no quiero formar parte de tu obra de teatro como personaje ―reclama Tailmon―. Así que espero no tener ninguna línea importante. ―Como si de una casualidad se tratara, Tailmon abre y cierra una de sus garras. Takeru no se amedrenta ni un poquito.
―De hecho, tú y Mimí tienen una de las conversaciones más interesantes de la obra. Verás, cuando Sora trata de comprar honmei-choco a escondidas, Piyomon rápidamente la delata diciendo que es para Yamato ―contra su propio juicio, Sora, Yamato y Koushirou ríen y se tapan la boca al hacerlo. ¡Tan típico de Piyomon!―… Mimí comenta su sorpresa respecto al hecho de que Sora y Yamato sean novios, y luego tú y ella debaten quien de los dos es más terco.
―¿¡Qué?! ―dice Sora. Yamato le aprieta la mano.
―¿Ah, sí? ―Tailmon duda. Ya no parece poco interesada―. Y… ¿qué definimos? ¿Sora, no?
―¡¿Qué?! ―exclama Sora, y es solo la risa destartalada y fuera de lugar de Hikari la que evita que sea oída.
―Tailmon, ¡pensé que no estabas interesada! ―grita, exagerada―. Vamos, vamos, tú no crees que Sora y Yamato sean tercos, y mucho menos lo crees de Sora, ¡¿no?! ―exclama, intentando comunicarle telepáticamente que los aludidos se encuentran presentes.
Ella no la entiende.
―Sí lo creo, de hecho. En una hipotética conversación en la que Mimí y yo debatiéramos quien de los dos es más terco yo, pues… consideraría que Sora lo es. ¿Tú no?
―Jajajajaja ¡pero qué cosas dices, Tailmon! ―ríe Hikari, a los gritos. Se imagina, correctamente, que Yamato y Koushirou están sosteniendo a Sora para evitar que salte encima de los dos.
―Entonces participas, ¿no? ―pregunta Takeru, sonriendo.
―Pues… ―Tailmon lo duda un poco. Hikari está convulsionando, doblando su cuerpo y su cara en formas que jamás ha visto, y eso la preocupa un poco.
―¡No! ¡Tailmon, no lo harás! ―exclama Sora, quien loca de furia ha logrado deshacerse de Koushirou y Yamato que, un poco lastimados, yacen abandonados en el piso―. ¡¿Y qué es eso de que soy terca, se puede saber?! ¡Uff!
―¡Sora, que sorpresa! ―saluda Takeru, ignorando con alegría sus loquísimas afirmaciones―. Ya que estás aquí, tal vez quieras darle tu beneplácito a quien ha sido elegida para actuar de ti…
―¿Ya terminó el casting? ―pregunta Sora, descorazonada.
Takeru, sonriendo, se acerca al telón y habla con alguien del otro lado. Al regresar, trae consigo a…
―¡¿Mimí?! ―exclaman, desesperados, Sora y Yamato.
―¡Hola! Takeru me debe un pasaje desde Estados Unidos ―ríe―. ¡Lo pondremos en el presupuesto de la obra! ―exclama, loca de alegría.
―Mimí, ¡¿es que has venido desde allá para actuar de mí?! ―exclama Sora, corriendo a agarrar sus manos―. ¡¿Cómo puedes hacerme esto?!
―¡Pero no seas tonta, Sora! ―ríe, abrazándola―. Yo jamás podría actuar de pelirroja. ¡No queda bien con mi tono de piel! ―y vuelve a reír. Casi como poseída.
―¡Pero si ya has sido pelirroja!
―¿Yo? ¡No!
―¡Pelirroja y con afro! ―aporta Hikari, ya que si ella también es parte de la segunda escena pues mejor unirse a la fiesta desde el inicio.
―¡Que tonterías dicen! ―ríe Mimí, con amnesia―. ¡He venido a actuar de mí misma! No podía permitir que alguien más lo hiciera por mí, ¡porque nadie es tan linda como yo!
―¡¿Pero entonces quién va a actuar de mí?!
―Yo.
Y si algo faltaba para que Sora sacara su raqueta de tenis de la funda y comenzara a dar raquetazos sobre la cabeza de Takeru, era que Jun Motomiya fuera la elegida para actuar de Sora Takenouchi.
―¡Ahhh! ―gritan Yamato, Koushirou y también Taichi, por solidaridad, mientras corren a esconderse tras el piano.
―Hola, co-actor ―sonríe seductora y guiñando un ojo a Yamato―. Esta vez sí que no te librarás de mis besos y abrazos… ¡y hasta estaré más linda que esta pelirroja desabrida!
―¿Qué? ¿Yo? ¿Esta mujer entiende que quién hará de mí es un actor, y no soy yo de hecho?
―Ejem, pues… ―Hikari sonríe―. Takeru podría haberle dicho a las actrices que…
―… tú mismo ibas a hacer tu papel. Sí, eso les dije.
―¡Pero es mentira! ―exclama Yamato―. Jun, detén esta locura. ¡Yo no voy a actuar de mí, y no es esta la manera de besarme!
―¿O sea que sí hay otra manera? ―pregunta Jun, esperanzada.
―¡Yamato! ―reclama Sora.
Y mientras los improperios, acusaciones y risas escandalizadas de Mimí se mezclan, solo Takeru nota cuando Jou deja su bolso sobre el piano.
―Lamento la tardanza, tenía un examen… ¿me necesitabas?
Aprovechando el puro y más claro despelote que se armó, Takeru camina hacia Jou. Hikari, la única persona aún atenta a sus andares, lo observa poner su mejor cara de niño inocente y, desesperada, se da cuenta de que ya no hay nada que hacer. Porque desde esa vez que Jou prometió a Natsuko que cuidaría a Takeru y hasta a punto estuvo de dar su vida por él no hay nada, pero nada, que no volvería a hacer por el pequeño niño rubio de gorro verde.
Ni siquiera dejar de estudiar.
―¿Actuar de Yamato…?
―Eres el único que puede hacerlo. Nadie es tan alto como él, solo tú ―argumenta Takeru.
Cuando Hikari los alcanza, Jou ya aceptó el rol.
―¡Muy bien, muy bien, silencio y atención! ―reclama Takeru, a los gritos. Cuando se acallan las peleas y murmullos, ya está parado sobre el piano―. Siempre quise hacerlo ―murmura―. ¡Ejem! Ya que mi hermano ha decidido romperme el corazón y no actuar en mi obra ―Sora le tapa los ojos a su novio, para evitar que vea la cara de niño bueno de Takeru―, he decido conseguir una opción aún mejor y, sobre todo, más alta ―sonríe, porque sabe que Yamato es muy orgulloso de su altura―. ¡Con ustedes, Jou Kido!
Y los gritos estallan otra vez, aunque esta vez el más ofendido es Yamato.
―Mmh… ¿entonces no será Yamato mi co-actor? ―pregunta Jun. Sora se emociona, pensando que han logrado sacarla del juego―. ¿Será Yamato este Kido tan lindo, el hermano menor de Shuu?
Jou traga saliva, porque se da cuenta de que no lo pensó tan a fondo.
―¡Acepto! ―exclama Jun, feliz de la vida―. ¡La pasaremos tan bien! ―y corre hacia él.
Pero antes de lograr abrazarlo, Mimí se interpone en su camino, ya sin risas y con una presencia que hubiera asustado a Vandemon.
―¡De ninguna, ninguna y ninguna manera! ¡Yo seré Sora!
Sora, la de verdad, abre la boca, mientras que la otra Sora, la que la actúa, se cruza de hombros.
―Ya he ganado el casting, querida ―dice la Sora de mentira―. Y tú, de pelirroja… vas a parecer un fantasma. Una muerta viva. ¡Aquella al menos tiene la piel morena!
―¡Y un cuerno con el color de pelo y la piel morena y que me importa! ―Nunca nadie ha visto a Mimí tan fuera de sí, tan solo Jou y Taichi en el castillo―. He dicho que seré Sora y como yo soy quien financia esta obra, ¡pues que yo seré Sora! ¡Takeru, soy Sora!
Takeru, helado, piensa que la ex Sora de mentira va a saltar sobre los cabellos castaños de la nueva futura Sora de mentira, pero para su sorpresa, la ex Sora de mentira tan solo sonríe y se cruza de hombros, retadora.
―Pues muy bien. Entonces yo ―hace silencio― seré Mimí ―concluye.
―Bring it on! ―exclama la nueva futura Sora de mentira, desafiante.
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Notas:
*Todos estos son guiños a otros fics míos, porque sí, así soy.
Espero subir en una semana o diez días el próximo capítulo.
