Disclaimer: Todos los personajes pertenecen a J.K. Rowling (asesina de ilusiones y personajes maravillosos). Aunque yo gano algo también: la satisfacción de perder el tiempo en algo que me gusta, y sus maravillosos reviews.

Advertencia: ¿Todavía hay alguien a quién le interesen los spoilers? Si es así, alejaos, niños míos.

Otra advertencia: Existe un OC. Si no te gustan, por favor, evitemos el derramamiento innecesario de bilis ¡Es escasa y la mía muy delicada!

-------------------------------------------------------------

Después del vendaval… ¡Granizada!

Por: latexohpo

Prólogo.

¿Dónde estás, Severus?

(O de cómo fue el peor día en la vida de una completa desconocida que muy pronto van a conocer)

La guerra había terminado.

Harry Potter descansaba sobre su cama con dosel en su habitación de Hogwarts. Pensaba en todo lo que había ocurrido hasta hacía unas horas. ¡Era libre! Al fin, libre de tener sobre sus hombros esa horrible presión de tener que acabar con Voldemort.

Pero también estaba triste; muchas personas habían sacrificado su vida a costa de la guerra. De sólo pensarlo se le revolvía el estómago. Todos aquellos que tuvieron el valor de luchar, de rebelarse contra una vida oscura y tenebrosa, y que habían dejado lo más valioso que tenían en esa guerra, le dolían a Harry como si miles de agujas se clavaran en su ya de por sí maltrecho cuerpo.

Incluyendo a Severus Snape, porque por mucho que le hubiera odiado en vida el hombre, y aunque a Harry le fuera difícil digerir que él, Snape, hubiese amado a su madre, tenía que reconocer que era, probablemente, la persona más valiente que había conocido. ¿Cómo habrá sido su vida siendo doble espía? Sirviéndole a Dumbledore y a Voldemort, sólo por amor. ¡Salvándole la vida y ofreciendo la suya para ganar! Era algo que, aunque no quisiera, tenía que agradecerle.

¿Qué haría? Tal vez un digno lugar en el cementerio de Hogwarts. Un cuadro en el despacho directivo… un epitafio bien elaborado (si ya había hecho el de Dobby, bien podía hacer uno para Snape). Y ninguna de esas cosas se le negaría. No era soberbio, pero finalmente todos tenían razón: él era el Elegido, el Héroe del Mundo Mágico…el muchachito enclenque que había vencido, por segunda y definitivamente, a Lord Voldemort.

De pronto, se irguió de la cama. ¡Demonios! seguramente el cadáver de Snape aún seguía en la Casa de los Gritos ¡Nadie se había acordado! Ni siquiera él… ¡Demonios!

Se levantó y vistió rápidamente; se asomó por la ventana y se dio cuenta de que ya había aclarado ¿Cuántas horas llevaría el cuerpo de Snape en aquél lugar? Sólo de imaginarlo, le temblaban hasta las uñas de los pies.

—¿A dónde vas?

Harry se giró para ver a Ron, despeinado y a medio bostezo.

—A buscar a Snape—dijo escuetamente.

Ron no tuvo tiempo de preguntarle a su amigo a qué se refería, porque Harry salía de la habitación como flecha.

La profesora McGonagall miraba entre curiosa, sorprendida y enfadada, el suelo de aquel viejo y sucio lugar. Había un enorme charco de sangre. Nada más.

—¿Cree que alguien pudo robarlo, profesora?—preguntó Harry, visiblemente nervioso.

—Sería lógico dadas las circunstancias—contestó escuetamente la mujer, sin dejar de observar cada rincón del lugar.

—Pero ¿quién querría robarse el cuerpo de Snape?—inquirió Hermione, analítica.

Desde hacía varias horas estaban ahí, buscando el cuerpo de Severus Snape. Harry había regresado al Colegio gritando como poseso que Snape había desaparecido. Algunos rieron abiertamente ¡era lógico que Snape hubiera desaparecido!: estaba muerto.

Pasaron algunos minutos para que Harry se calmara y explicara que se refería al cadáver de Snape. Había entrado a la habitación donde lo vio morir, donde el hombre, con sus últimas fuerzas, le había entregado sus recuerdos y la información necesaria para acabar con Voldemort ¿Y qué encontró? El mismo charco de sangre, mucho polvo y estropicio, pero de Snape, ni la sombra.

—¿Alguna pista, Minerva?

Las dos brujas voltearon para encontrarse con el pequeño profesor Flitwick. Parecía que había librado una batalla más, aunque era algo predecible con el corro de gente que se agolpaba fuera de la habitación.

—Ninguna, Filius. Iré a ver el retrato de Albus, quizás él tenga una mejor idea de lo que pudo haber ocurrido. De cualquier forma, habrá que dar aviso al Ministerio, no es muy frecuente que se roben el cadáver de una persona sólo porque sí.

Albus Dumbledore, mejor dicho, su retrato, jugaba al puzzle en una esquina del marco, cuando Minerva McGonagall entró apresurada.

—¡Minerva! Has estropeado mi juego—se quejó de buen humor el viejo.

—Hay algo mucho más importante que tu juego, Albus—recriminó McGonagall—. El cuerpo de Severus fue robado.

Ahí sí terminó de caerse el juego de Dumbledore.

—¿Qué estás diciendo?

—Lo que oíste, Albus. Severus no está.

—¿Desde cuando se enteraron de eso?—preguntó el viejo suspicazmente.

—Está mañana, Harry Potter fue a buscarlo. Parece que se olvido de darnos la ubicación del cadáver ayer. Lo que es muy lógico teniendo en cuenta todo lo que sucedió.

—¡¿No se acordaron de él hasta esta mañana?!

—No es tan horrible como piensas, Albus—contestó la mujer muy avergonzada—. Por supuesto que tenemos mucho que agradecerle a Severus, pero…

—Severus merece, al menos, un lugar digno para descansar. Encuéntrenlo.

Oo—oO

Caminaba de un lado a otro, sin poder creer su mala suerte. Aquella mañana la habían despedido de su trabajo. Gritó y maldijo muchas veces. Después, fue a la cita con su novio lindo y encantador y… ¡La botó! El muy idiota tenía otra. Gritó y maldijo (otra vez) muchas veces y furiosa, se metió en su auto, arrancó como posesa y lo primero que encontró en su camino fue atropellado.

Lo horrible es que "eso" que había atropellado, era un hombre. Había bajado de su auto rápidamente, bueno, después de pensarse en huir de la escena del crimen, pero ello le atraería un mal karma, y como al parecer su karma ya estaba muy cochino, decidió que mejor bajaba a descartar el posible asesinato.

Al principio pensó que había sido una sábana negra (de muy mal gusto, por cierto), que quizás se le había atravesado, hacía mucho viento. Pero el golpe en la carrocería no dejaba lugar a dudas de que algo sólido se encontraba bajo la sábana.

La gente ya había rodeado aquello a lo que golpeó y, al acercarse, creyó que se desmayaba ¡Sangre! Todo él estaba cubierto de sangre. Llegó a esa inteligente conclusión cuando un hombre descubrió el lío de sábanas (que resultaron ser una capa).

—¡Respira!—gritó alguien y ella respiró también.

Al fin había llegado la Ambulancia y el Seguro. Dado que se sentía tremendamente culpable, y además la policía se había llevado su auto, decidió acompañar a aquél hombre al hospital. Quería asegurarse de que viviría.

Al fin salió a su encuentro un médico. Ella se acercó temblando, esperando la horrible noticia; por la cara del matasanos, lo más probable es que hombre hubiera muerto desangrado.

—¿Y bien?—se apresuró a preguntar—¿Cómo está?

—Vivirá—dijo él escuetamente.

Bien, aquello no era tan malo como para que el doctor tuviera esa cara de desaliento.

—¿Se rompió algo? ¡Había mucha sangre!

—La sangre es suya, efectivamente. Pero la hemorragia no fue causada por el accidente. Al parecer, tenía ya algunas horas de estar en sus ropas.

—¿O sea que ya había tenido otro accidente?

—Eso es lo más raro. No tiene más que leves contusiones ocasionadas por el atropello, pero ninguna herida lo suficientemente profunda como para haber expulsado tal cantidad de sangre—respondió el médico totalmente confundido.

Y ella no se encontraba muy diferente. No había que ser un experto para saber que la sangre brota cuando hay alguna herida superficial ¿Y ese médico le estaba diciendo que el pobre hombre que había atropellado sólo tenía contusiones?

—¿Es usted familiar del herido?—preguntó el médico.

—¿Qué? ¡No! Yo… bueno, fui la que lo atropelló—contestó avergonzada.

—Eso nos complica mucho las cosas. Tendremos que esperar el reporte policíaco—. El médico dio media vuelta para marcharse, pero se detuvo un segundo después, volvió el rostro a la mujer—. No quiero parecer tormentoso, pero el paciente no recuerda nada. Padece amnesia profunda.

Y eso fue suficiente para que las piernas le temblaran a aquella mujer. ¡Lo había dejado amnésico! Sí, definitivamente, el mundo conspiraba en contra de ella. No había duda: ese horrible día de mayo sería recordado como "El peor día de la vida de Jessica Nichols, la despedida, la botada, la casi asesina…"

N/A: ¡Hola!

Bueno pues, al fin me dieron ganitas de escribir una fic después de mi sentimiento decepción-odio-frustración (y demasés adjetivos parecidos) ante el séptimo libro.

Como verán, Severus Snape (¿Quién si no? Jaja) es el protagonista, junto a una loca invención mía. Supongo que pensarán que es medio cliché aquello de la amnesia del personaje, yo también lo creo. Pero también sé que soy capaz de escribir mis propias historias con matices muy diferentes a las demás. Así que, bueno, veremos qué sale durante el proceso. Aunque eso sí, ya lo tengo más que plasmado en mi mente y el final está muy bien definido.

Sugerencias, tomatazos, reviews, críticas bien construidas son bienvenidas. Flamas no, que tengo gastritis y podrían causarme una muerte súbita.

Un beso y gracias a quienes hayan leído y sobre todo soportado mi nota de autor. Será la única de semejante extensión, lo prometo (Látex cruzando los dedos en su espalda).