La boda del Kitsune

Disclaimer: Nada del universo de Mononoke me pertenece. No gano dinero con esto.

Sumary: Segunda parte de "Kitsune". Odajima y Kusuriuri intentan recuperarse de los acontecimientos vividos. Sin embargo, nada resulta tan sencillo.

"Esa simulación de abrazo era lo máximo que podía obtener y lo único que se llevaría para sí.

Era lo único que el vendedor de medicinas tomaría para él, antes de separar sus caminos. "

A: Sugiero leer previamente "Kitsune" para poder entender esta historia.

Días de nada:

¿Cuánto?

¿Cuánto tiempo había pasado desde que habían iniciado aquel viaje juntos?

Odajima había perdído la cuenta. Parecían meses, pero no estaba seguro.

Últimamente no estaba seguro de nada y eso lo irritaba. Parecía como si los acontecimientos vividos en la residencia Tabaki hubieran congelado el tiempo en sus vidas. Como si a partír de aquel momento, los días se hubieran suspendido uno tras otro sin un límite claro.

O por lo menos eso sentía él, puesto que sus días se habían llenado de nada.

Odajima miró de reojo a su compañero de cuarto y se preguntó internamente si él sentiría lo mismo.

Al menos el otro parecía mantenerse ocupado.

Kusuriuri pasaba el tiempo moviendose de aquí a allá, mezclando hierbas, susurrando frases que para él no tenían ningún sentido.

De vez en cuando, el samurai podía notar, con muda sorpresa, que objetos (aparentemente salidos de la nada) se materializaban en sus manos para luego desaparecer tan misteriosamente como habían aparecido.

Odajima ya no preguntaba.

Al principio todas las acciones del vendedor de medicinas le resultaban curiosas y alarmantes. Sin embargo al recibir vagas o nulas respuestas había dejado de interesarse.

De hecho, ahora que lo pensaba, hacía días que no mantenían una conversación decente. No era que él fuera del tipo conversador, pero es que la falta de un objetivo claro y el mutismo de su compañero ya le estaban resultando exasperantes.

Con un irritado suspiro Odajima se incorporó de su tatami en dirección a la salida.

"Iré a comprar suministros al pueblo, regreso más tarde" Aclaró mientras recogía su katana.

Como era de esperar, no obtuvo respuesta del vendedor quien permanecío sumido en sus rituales.

Mientras caminaba en dirección al pueblo, el samurai meditaba acerca de lo que había pasado desde que habían llegado a aquella cabaña perdida en el bosque.

Kusuriuri la había alquilado y ambos habían permanecido ahi durante varios (¿cuántos?) días. Nunca habían estado tanto tiempo en un solo lugar y eso era extraño.

En un principio Odajima había pensado que era porque el otro necesitaba recuperar sus fuerzas, por lo que había optado no comentar nada al respecto. Sin embargo, el tiempo pasaba y el vendedor no daba señales de querer continuar el viaje ni tampoco de compartir la razón de su larga permanencia en el lugar.

Eso le dejaba a Odajima mucho tiempo para formular gran cantidad de preguntas en su mente mientras se dedicaba a realizar las tareas del hogar.

"Patético" Pensó. Él, que había sido un samurai al servicio del Shogún, había sido reducido a ser poco más que el criado de un comerciante.

"Podría marcharme ahora". En su estado actual Kusuriuri probablemente no lo notaría. Solo tenía que continuar hasta el siguiente pueblo y pedir trabajo como guardaespaldas de alguna familia adinerada. Todo aquel asunto de los mononokes y los extraños eventos de su vida serían dejados atrás en un abrir y cerrar de ojos.

Era lo mejor. Desde que se habían conocido todo había ido mal para él. La familia que lo empleaba había sido asesinada y ahora era el guardaespaldas de un supuesto kitsune. Eso, sumado a todo el asunto del mononoke que lo había poseído.

"Que aún esta en mí"Pensó con amargura.

Odajima se detuvo frente a la tienda de suministros y observó el dinero que tenía en su mano para comprar comestibles. En ese momento tomó su decisión.