N/A: Llevo mucho tiempo preparando este One-Shot y personalmente me encanta. ¡Creo que es de lo mejor que he escrito!
NO SE PUEDE HUIR DEL DESTINO
Blaine y Sam entraban en su apartamento entre risas. Cinco años atrás, esa situación les habría parecido imposible. El rubio había roto con Mercedes y volvió a Lima con la intención de empezar una nueva vida, lejos de esa profesión que pensaba que era su destino pero que se había probado que no era la ideal para él. Sin embargo, todo cambió cuando recibió una llamada desde Nueva York. El moreno, entre lágrimas, le contaba que Kurt lo había dejado y que lo habían expulsado de NYADA por sus bajas notas. El ojiverde se sintió fatal al no haber estado junto a su mejor amigo en ese duro momento por lo que llamó a Cooper para encontrar una solución. El mayor de los Anderson les propuso que se mudaran los dos a Los Angeles con él para encontrar su nuevo camino. Con eso en mente, Evans viajó a la gran manzana y obligó a su amigo a meterse en el avión que los llevaría a la ciudad donde, juntos, empezarían una nueva vida.
En esos cinco años que habían pasado, las cosas habían cambiado mucho. Sam encontró una academia en la que explotar su vena artística y había cambiado los retratos con macarrones por la pintura. Tenía un pequeño puesto donde vendía sus cuadros y realizaba retratos a turistas cerca de la playa. No iba a hacerse rico si no encontraba algún amante del arte que le permitiera hacer una exposición, pero ganaba lo suficiente como para vivir bien y eso era lo que le importaba. Por su parte, Blaine había conseguido el título de profesor y daba clases de canto y piano a varios jóvenes, además de que un instituto lo había contratado para ser el profesor del Glee Club. Se sentía orgulloso con el décimo puesto que sus chicos habían conseguido en los nacionales el año anterior. Estuvieron un año viviendo con Cooper hasta que consiguieron estabilizarse y pudieron alquilar un apartamento entre los dos.
En el terreno amoroso, ninguno había tenido suerte. Habían tenido parejas, pero pronto se alejaban de ellos. Ellos no habían terminado ninguna relación, siempre eran los otros los que los dejaban. Un novio de Blaine había tenido un ataque de celos por Sam, algo de lo que los dos se reían con asiduidad, no creían que su relación fuera tan rara... Ni que fueran los primeros mejores amigos del mundo. En ese momento, los dos estaban solteros, aunque abiertos a la posibilidad de volverse a enamorar.
El timbre sonó poco después de que los dos llegaran. El moreno abrió la puerta y sonrió al ver a su hermano mayor. Era muy común que Cooper se auto-invitara a cenar con ellos, sobre todo cuando tenía problemas de dinero y no podía permitirse llenar su nevera. Los dos lo acogían sin protestar, sabían lo duro que era verse sin nada y el mayor los había ayudado en los momentos más duros.
– Squirrel... ¿Por qué sigo recibiendo cartas tuyas? – El ojiazul cuestionó, aunque luego se corrigió cuando vio al otro. – Bueno, de los dos.
El actor les dio a los dos un sobre algo más grande de lo habitual. Eran exactamente iguales, sólo cambiaba el nombre de la persona a la que iban dirigidos. Los dos los abrieron y Sam no pudo evitar mirar a su amigo cuando fue consciente de lo que era.
Kurt Hummel y Elliot Gilbert tienen el placer de invitarles a su enlace...
La expresión del ojimiel era relajada, tranquila. No había dolor ni rencor, no cuando entendía que su ex no era una persona que estuviera hecha para él. Ninguna de las oportunidades que se habían dado había resultado. La segunda parte de su relación había sido un desastre y él jamás pensó en tener una tercera...
– Estoy bien. – El músico susurró al ver la preocupación en el rostro de su amigo.
– No tenemos que ir si no quieres... Además, sé que Mercedes irá con su prometido y tampoco será agradable... – El rubio aclaró. Tina le había hablado de la última noticia de su ex, aunque parecía que se le habían adelantado al poner fecha para la boda.
– Al contrario, mis pequeñas ardillitas. – Cooper intervino en la conversación. Había mirado por encima del hombro de su hermano y sabía de lo que estaban hablando. Esos dos jóvenes que estaban frente a él eran lo que más quería del mundo. Se habían convertido en su familia. Los tres se sentaron en el sillón antes de continuar con la conversación. – Tenéis que ir y mostrarles a Kurt y Mercedes que sois felices y que los habéis olvidado. Si no vais, les mostraréis que seguís enamorados de ellos.
– ¿Por qué tenemos que ir a la boda de dos personas con las que no hemos hablado en cinco años? – El menor de los Anderson cuestionó.
– ¿Sabes por qué te ha invitado? Quiere presumir de lo que tiene, quiere mostrarse superior a ti y quiere que veas lo que te has perdido... Nunca me cayó bien... Te tenía dominado, hacías lo que él quería...
– Tiene razón. Los dos vamos a ir a la boda y lo haremos acompañados. – El pintor dijo alegre.
– Tenemos un mes para encontrar una pareja para la boda... – Blaine no estaba muy convencido.
– Mis ardillitas... ¿Por qué no vais juntos? No corráis el riesgo de que os descubran, necesitáis a alguien que os conozca bien... Seguro que Kurt o Mercedes quieren poner a prueba vuestras relaciones... Al final, vosotros os comportáis como una pareja, sin sexo, pero una pareja...
– Nadie en su sano juicio se creerá que Sam es gay ahora... ¡Ni siquiera bisexual! Deja de decir estupideces. – El ojimiel negaba con la cabeza.
– Sí lo creerán... – Evans sacó su teléfono, buscó un número en su agenda y puso el altavoz para que los otros escucharan la conversación.
– Hola Sammy... ¿Qué tal todo? – La chica saludó.
– ¡Ey, Tina! Aquí Blaine y Sam... Tenemos una gran noticia que darte pero quiero que la adivines... – El rubio comentó divertido.
– ¿Blaine grabará un disco? – La joven preguntó.
– No. – Los dos respondieron.
– ¿Sam hará una exposición?
– No. Tiene que ver con los dos, no con uno solo. – El artista le dio una pista.
– ¿Sois pareja? – La voz de Cohen-Chang sonaba cansada, como si llevara esperando esa noticia tanto tiempo que había perdido el interés.
El rubio miró a su mejor amigo que estaba alucinado con lo que acababa de escuchar...
– ¡Exacto! – El ojiverde respondió.
– ¡Por fin! No sé si es que no os decidíais a reconocerlo o que vosotros mismos estabais tan ciegos que no lo veíais... En fin... Me alegro... ¿Desde cuándo? – Tina no estaba realmente emocionada, lo que demostró que no le sorprendía en absoluto.
– Como pareja realmente tres meses... Pero yo no estaba listo para confesarlo... Ya sabes, salir del armario a los 24 años es difícil... – Evans ya estaba trabajando en su historia sin siquiera preguntarle a su mejor amigo si estaba de acuerdo.
La conversación siguió aunque en otros temas, sin que nadie mencionara la boda de Hummel. Blaine poco a poco se relajó y hablaba más con su amiga. Ella, Marley, Ryder y Unique eran los únicos compañeros de New Directions con los que mantenían contacto. Al principio sí que intentaban hablar con todos pero poco a poco fueron cambiando. Decidieron que ninguno quería saber nada de Mercedes y Kurt, por lo que evitaron a los más cercanos a ellos hasta que al final, sólo hablaban con aquellos que nunca coincidieron con sus ex en el equipo. Después, Kitty volvió con Artie y, como se establecieron en Nueva York, ella también dejó de hablar con ellos y Jake perdió el contacto con ellos cuando se fue al ejército con su hermano.
Blaine y Sam llegaron a Nueva York. Kurt les había dicho que alguien que conocían los recogería en el aeropuerto y los acompañaría al hotel que había reservado para los invitados a la boda. Todo era un derroche de dinero para demostrar su éxito aunque los dos amigos habrían estado bien pagando su propia habitación en cualquiera de los muchos hoteles de la ciudad. Cuando los dos recogieron su equipaje y se dirigieron a la salida, el rubio entrelazó sus manos. El moreno detuvo su paso y lo miró extrañado.
– Se supone que somos pareja... Tenemos que actuar como tal... – El ojiverde susurró.
– ¿Te has parado a pensar en lo que todo esto significa? No es sólo contar la historia que te has inventado sobre nosotros. Tendremos que estar cariñosos e, incluso, besarnos. No descartes que nos toque una habitación con una cama grande...
– ¿Y qué problema hay con eso? – Evans lo interrumpió. – Eres mi mejor amigo, mi hermano. Si tengo que fingir amar a alguien para que nadie venga a molestarme con el compromiso de Mercedes... ¿Quién mejor que tú?
– Sam...
– Escucha, Blaine. No sería la primera vez que dormimos en la misma cama... – El pintor hizo referencia a su primer mes en Los Angeles. Los dos compartieron una cama individual porque era todo lo que tenían. El sillón era incómodo y, aunque la habitación era lo suficientemente grande como para que pudieran tener dos camas, no tenían dinero con qué comprarla.
– Estoy nervioso... – El músico se sinceró.
– No tienes motivo para estarlo... Estoy a tu lado... Siempre... – Anderson iba a abrazarlo pero el rubio puso sus manos en las mejillas de su mejor amigo y lo besó suavemente en los labios. – Ahí lo tienes, ya no hay nada que vayamos a hacer delante de nuestros compañeros de instituto que no hayamos hecho ya...
Blaine y Sam llegaron al hotel donde se alojarían esos días. La boda era en primavera y aprovechaban todo el fin de semana. Kurt y Elliot no habían escatimado en gastos y había cosas programadas durante esos tres días. Esa misma noche tenían la fiesta de compromiso. Algo que a ellos les resultaba excesivo.
– El día que yo me case lo haré en una playa, con mi familia y mis amigos más cercanos. Nada de traje, nada de cena lujosa, fiesta de pedida... La boda es una demostración de amor y no una fiesta. – El rubio comentó mientras se arreglaba para ir a la cena.
– Totalmente de acuerdo. Yo me iría de vacaciones con él y al volver le diría a todo el mundo... "Por cierto, que sepáis que me he casado". – El moreno añadió.
– ¡Ey, tío! Gran plan...
– Intenta no llamarme tío delante de los demás. No es algo que le dirías a tu novio... – El ojimiel susurró mientras le ajustaba la corbata para que quedara perfectamente anudada alrededor de su cuello.
– Cierto...
– ¿Por qué tengo la sensación de que ésto va a ser un total desastre?
Blaine y Sam entraron de la mano en el restaurante del hotel, donde se realizaba la cena. Miraron a todos los lados y se sorprendieron de la elegancia del evento. Los dos estaban tan aturdidos que apenas notaron a la persona que se acercaba a ellos hasta que notaron sus brazos alrededor de sus cuellos y una melena rubia entre ellos.
– ¡Mis unicornios! No sabéis cuánto me alegro de que estéis aquí. Santana decía que no vendríais porque sois los grandes fracasados de esta fiesta pero yo sabía que en algún momento en estos cinco años habríais resuelto vuestros problemas y estaríais juntos... ¿Por qué no nos habéis llamado? Extraño hablar con vosotros. – Brittany comentó a toda velocidad.
– Me alegro mucho de verte. Estás preciosa como siempre. – El rubio le besó la mejilla para después ver lo hermosa que estaba con su vestido azul a juego con sus ojos.
– Cuidado Boca-Trucha. Es mi novia. – Santana se cruzó de brazos.
– He sido el único que he estado con las dos, pero no cambio a Blaine por ninguna. Supéralo. – El ojiverde agarró la mano de su amigo y pasó entre las dos chicas para seguir caminando.
– Santana no ha dicho nada fuera de... – El músico intentó decir.
– Aguanté todos sus motes cuando éramos jóvenes y una familia. Ahora ella no es nada en mi vida y no pienso aguantarla. – El pintor aclaró.
– ¡Sam! ¡Blaine! – La voz inconfundible de Rachel se escuchó tras ellos.
– ¡Hola! ¡Estás preciosa! – El rubio pronto notó que su amigo forzaba una sonrisa pero que realmente no se alegraba de ver a la chica... Claro, la mejor amiga de Kurt.
– Vosotros estáis muy apuestos. La homosexualidad te ha sentado bien... Aunque puede que sólo sea mi deseo de volverte hetero... – La castaña comentó mientras se tambaleaba un poco...
– ¿Estás borracha? – El más alto preguntó soltando una risita.
– No. Sólo he bebido... ¿Tres Gin-Tonics? – La joven frunció el ceño mirando el vaso que tenía en la mano.
– Rach... ¡Oh! Hola, chicos. – Jesse St James se acercó a ellos.
– ¿Sois pareja? – Blaine cuestionó sorprendido señalando a los dos.
– Sí, coincidimos en un papel en Broadway y recuperamos nuestra relación. – El recién llegado comentó mientras sujetaba a su novia para evitar que cayera.
Después de unos minutos, les indicaron que era el momento de sentarse a cenar. Los dos acabaron junto a Artie, Kitty, Tina, Puck, Quinn y Mike. Los dos asiáticos no eran pareja pero conservaban su amistad.
– Os ha costado más de seis años resolver toda esa tensión sexual que teníais... Pero me alegro de que lo hicierais... No me quiero ni imaginar como tuvo que ser vuestra primera vez juntos... Seguro que destrozasteis todo intentando liberar tantos años de sentimientos reprimidos. – Wilde comentó.
– ¿Tan exagerado era? Quiero decir, he oído rumores pero... ¿Era realmente para tanto? – La otra rubia preguntó.
– ¡Oh! Sí... Todo empezó cuando cantaron Heroes... "I, I will be king and you, you will be queen"... ¿En serio? ¿Eso es una amistad? – Abrams comentó.
– Y todo aumentó cuando Blaine le dedicó una canción de Phil Collins... ¡Phill Collins! – La morena explicó moviendo sus brazos.
– Bueno, yo no fui el que le puso crema al pecho de Blaine. – Sam intentó defenderse.
– ¡Era para el resfriado! ¡Estaba enfermo! – Cohen-Chan respondió.
Toda la mesa empezó a reírse mientras Evans y la asiática negaban con la cabeza. Eran recuerdos que sentían muy lejanos.
Después de un rato, Kurt y Mercedes se acercaron a la mesa con sus prometidos. El castaño se apoyó en los respaldos de las sillas de Blaine y Sam mientras que la morena prefirió mantener algo de distancia con su ex.
– Parece que os lo pasáis bien. – El ojiazul comentó.
– Muy bien. No había tenido oportunidad de darte la enhorabuena. Me alegro por ti, de verdad... Bueno, por los cuatro. – Anderson se mostró tan educado como siempre pero todos fueron conscientes de que no había nada de dolor en sus palabras.
– Gracias, me alegra que hayas podido venir. – Hummel añadió.
Cuando los cuatro se fueron, Blaine y Sam se miraron a los ojos. Para ellos esa mirada no era nada, era sólo un pequeño gesto que mostraba su amistad y confianza. Sin embargo, el resto de invitados se creyeron en ese momento lo que ambos les habían dicho, que realmente había amor entre ellos.
Dos copas fueron las necesarias para que, en la discoteca que se preparó después de la cena, Blaine y Sam empezaran a dar un verdadero espectáculo. Estuvieron toda la noche besándose y acariciándose como si realmente fueran una pareja y estuvieran enamorados.
La fiesta para ellos siguió en su habitación, donde perdieron toda la ropa antes de caer a su cama. Los dos tenían sus labios pegados y sus manos buscaban descubrir cosas del otro que no conocían. El amanecer los encontró enredados, gimiendo y sintiéndose más cerca que nunca.
Cuando se despertaron ya era por la tarde. Los dos tenían resaca y estaban cansados. Sin embargo, todo se pasó cuando se dieron cuenta de que habían tenido sexo. Blaine se sentó rápidamente y empezó a murmurar un "lo siento" tras otro, sintiéndose culpable.
– No es algo que yo no quisiera. – Sam intentó tranquilizarlo. – Relájate.
– ¿Dónde nos deja ésto? ¿Qué va a ser de nosotros ahora? – Blaine se volvió a tumbar.
– Sinceramente... No lo sé.
El silencio se hizo entre ellos. La cabeza les dolía demasiado como para pensar.
Blaine no sabía como habían conseguido reponerse a la noche anterior. Entre el alcohol y el sexo sólo quería quedarse en la habitación y llorar. Sin embargo, tenían que acudir a la fiesta de despedida de soltero de los novios. Sólo la fuerte mano de Sam lo mantenía cuerdo. No sabía como habían podido acostarse juntos pero aun menos sabía como podrían seguir aparentando ser una pareja real delante de personas que los conocían tan bien.
– ¿Sabéis que no hace falta ser tan ruidosos? – Santana comentó tan pronto los vio entrar. El rubio la ignoró y siguió hacia la misma mesa que habían ocupado el día anterior donde estaban los demás.
Las cosas no eran tan alegres como el día anterior y eso les resultaba extraño. En un momento en el que Mike y Sam charlaban y las otras dos parejas de la mesa estaban ocupadas, Tina se acercó a su amigo.
– Ayer todos os escuchamos... Muchos creen que sólo fingíais... Nadie se cree vuestra relación y Kurt está insoportable. Has levantado su ego por las nubes, cree que no lo has superado y te has inventado que estás con Sam para ocultarlo... ¡Vaya estupidez! ¿Verdad? – La asiática cuestionó.
– Sí... Bueno... Me da igual lo que él y la mayoría de personas que están aquí piensen... – Anderson comentó y la otra le guiñó un ojo.
Como Blaine se encontró frente Kurt a solas en uno de los pasillos del hotel era un misterio. Sin embargo, ahí estaban los dos. El castaño miraba a su ex como si sintiera lástima por él. El moreno no quería hablar con él, quería evitar que lo descubriera en la mentira. Sabía desde un principio que no era buena idea pero ya no había vuelta atrás.
– Sólo quiero hablar. – El ojiazul comentó. Sin embargo, antes de que pudiera decir nada más, el moreno dio dos pasos hacia atrás sin mirar y acabó cayendo por los escalones que había allí. Sólo eran cinco, pero se hizo daño en uno de sus pies. – ¡Blaine!
El actor bajó y se agachó a su lado. Puck se acercó a ellos y el ojimiel le pidió que buscara a Sam. Pocos segundos después el rubio llegó corriendo.
– ¿Estás bien? – El ojiverde puso su mano en la pierna del otro.
– Me duele el pie. – Anderson tenía cara de dolor mientras se sujetaba un tobillo.
– ¿Quieres que vayamos a urgencias? – El pintor ofreció.
– No... Sólo vamos a la habitación.
Evans asintió mientras ponía un brazo en la parte trasera de sus rodillas y el otro lo colocaba en su espalda, con su hombro bajo el brazo del otro. Sin avisarle a su amigo, lo levantó. Blaine rápidamente se agarró al cuello del otro para evitar caer.
– Puedo caminar. – El moreno protestó.
– Y yo puedo llevarte en brazos.
Aunque su habitación estaba en la primera planta, caminó hasta los ascensores del hotel. No se sentía con la seguridad necesaria para subir las escaleras con el ojimiel en brazos.
Kurt llamó a la puerta de la habitación de Blaine y Sam. Nadie le respondía por lo que, preocupado, decidió intentar entrar. No estaba cerrado con llave, por lo que abrió sin problemas. Se asomó para ver que la habitación estaba iluminada sólo por la luna. En la cama, Blaine estaba tumbado de lado, con su cabeza apoyada sobre el pecho desnudo de Sam. La mano derecha del moreno estaba entrelazada con la izquierda del rubio y se situaba cerca de donde se situaba el corazón del último. Parecían tan relajados y cómplices... Más de lo que él había llegado a ser con su ex. Dejó salir una sonrisa, una vez sabía que alguien tan especial para él como Anderson era feliz, ya no tenía ningún tipo de remordimientos por lo que había pasado. Los dos habían encontrado a alguien que era mejor para ellos de lo que un día tuvieran.
La mañana de la boda llegó. Blaine se había despertado con un poco de dolor en el tobillo pero había convencido a Sam para no ir al hospital. No era grave, apenas se notaba por la ligera cojera que tenía cuando caminaba. Desayunaron todos juntos en la zona del bar porque el restaurante lo estaban preparando para el banquete. Kurt estaba con ellos porque se prepararía allí mientras que Elliot lo haría en el apartamento que ambos compartían.
Evans y Anderson pronto notaron que los demás volvían a tratarlos como si estuvieran convencidos de que eran una pareja.
– Creo que son todos bipolares. – El rubio susurró al oído del otro, que simplemente rió.
– Tal vez tiene algo que ver que mi príncipe azul ayer vino sobre su caballo blanco y me salvó de las garras del ogro. – El moreno también habló en voz baja al oído del otro, aunque el ojiverde rió de manera audible con la broma.
– Dan ganas de vomitar... Sobre todo si piensas que el escándalo del otro día no era fingido. – Santana protestó al ver la imagen.
– Vamos, Sanny... Son adorables... Los amores de instituto que duran toda la vida son lo mejor... Tú y yo, Mike y Tina, Elliot y Kurt... Sam y Blaine... – Brittany comentó alegre mientras todos la miraban extrañados.
– ¿Es consciente de que sólo ha acertado uno y que ha dejado varios sin nombrar? – Artie preguntó en voz baja.
Blaine llamó a una puerta y esperó a que le dieran permiso para entrar. Al abrir la puerta vio a Kurt que estaba preparado para la boda. El moreno sonrió ante la imagen. Durante su adolescencia había pasado mucho tiempo imaginando esa escena, aunque era él quién esperaría al castaño en el altar.
– Quería hablar contigo antes de la ceremonia. – El castaño comentó.
– Tú dirás...
– Me alegra que estés con Sam. Para mí es importante saber que tú eres feliz y estás bien. Creo que en el pasado nos hicimos mucho daño pero ahora todo está bien. Estamos con quien debemos estar. – El ojiazul explicó.
– Sam es... – El más bajo se detuvo. ¿Qué era su mejor amigo para él? En ese momento se dio cuenta de que sólo existía una respuesta, tal vez la única sincera que daría en ese fin de semana. – Es el amor de mi vida. Con él todo tiene sentido. Lo amo desde los dieciocho años y nada había funcionado porque él estaba ahí, siendo simplemente Sam. Me negué a aceptarlo durante años pero... Lo amo.
Anderson dejó que el peso de todo lo ocurrido cayera sobre él cuando salió de la sala donde estaba Hummel preparándose. Amaba a su mejor amigo heterosexual y lo había hecho durante demasiado tiempo.
– ¿Estás bien? – Sam le preguntó a Blaine cuando el moreno se sentó a su lado en la silla desde la que presenciaría la boda.
– Sí. Todo bien. – El moreno forzó una sonrisa. En ese momento, el rubio pensó que estaba afectado porque le dolía que Kurt se casara con otro. Ese pensamiento rompió su corazón. En ese momento se dio cuenta de que amaba a su mejor amigo con todas sus fuerzas y que lo había hecho durante mucho tiempo. Pensaba que esa felicidad que sentía cuando estaba con él era producto de su amistad y su complicidad pero en ese momento se dio cuenta de que era algo más.
Evans no se lo pensó y le dio un beso en los labios. Al separarse notó algo diferente, algo especial. Esos ojos color miel lo miraban de una manera que hacía mucho que no lo miraban. Le recordaba a ese adolescente que, vestido con su uniforme de Cheerio, suspiraba por él y le había dedicado una canción.
La ceremonia fue muy romántica y la fiesta muy divertida. Sin embargo, Blaine y Sam fueron de los primeros en ir al aeropuerto, junto a Puck y Quinn. Sus vuelos salían con quince minutos de diferencia por lo que fueron en el mismo taxi, pasaron el control de seguridad a la vez y esperaron juntos a las llamadas para sus vuelos. Eso hizo que los dos amigos tuvieran que seguir fingiendo una relación.
Una voz anunció el embarque del avión de los dos chicos y se despidieron de los otros. Caminaron de la mano, siguiendo con su papel de pareja. Sin embargo, cuando se sentaron en sus asientos se dieron cuenta de que seguían de la mano, a pesar de haber tenido que soltarse para mostrarle los billetes a la azafata y poner sus maletas de mano en el compartimento superior.
– Sam... ¿Qué va a ser de nuestra amistad? – El moreno preguntó mirando sus dedos entrelazados. – Yo... Siento algo muy fuerte por ti y no es sólo amistad, lo supe cuando hablé con Kurt. Entiendo que no eres gay y que jamás podremos estar juntos. Me he dado cuen...
Los labios del rubio detuvieron su discurso. Ese era su primer beso de verdad y no fingido. Sus labios se movieron dulcemente, disfrutando del sabor del otro con delicadeza. Cuando se separaron, se miraron a los ojos. El verde y el avellana se encontraron y no necesitaron más palabras. Sus miradas lo decían todo. Se amaban y no había nada que pudiera evitar que fueran felices juntos.
– Yo me di cuenta cuando te vi después de que hablaras con Kurt. Te vi afectado y me sentí celoso, quería que me amaras a mí. – Evans acarició su cara.
El avión comenzó a moverse y pronto despegó, así como la relación de Blaine y Sam, que en ese momento empezaba a toda velocidad pero con la seguridad de quienes se conocían, se amaban y sabían que serían felices porque, además de amantes, eran mejores amigos.
