Una historia de Blaine y Kurt que desarrollará con el tiempo.

La serie no me pertenece, los personajes no me pertenecen (al menos no los principales) los demás sí :]


Ser niño es difícil y aún más para personas como él, que comprenden y valoran la importancia de ser un adulto.

Ser un adulto implica que cuando hables te tomen en serio, que cuando digas que sabes lo que quieres te crean, que acepten que puedes y que te otorguen responsabilidades. Y que no subestimen todo lo que sale de tu boca.

Y no es que quisiera y deseara crecer, era más bien, una necesidad, porque odiaba esa imagen que constantemente tenían todos de él.

Un niño, inocente e indefenso

Pero no, el pequeño Kurt era más que eso. Él sabía quién y cómo era, conocía su personalidad al revés y al derecho, y muy rara vez se retractaba de alguna de sus decisiones. El pequeño Kurt tenía clara todas sus aptitudes, sus falencias y sus gustos, y cuando decía todas, eran TODAS.

Desde que comenzó a desarrollar sus capacidades cognitivas, el pequeño castaño sabía que quería de su vida, y es más, cómo haría para que sus sueños poco a poco se volvieran realidad. Kurt no se consideraba ambicioso, sino mas bien detallista. No soñaba con que un día alguien llegara a su vida como una 'casualidad' y moviera su mundo de cabeza como en las películas. Pero sabía que cuando llegara ese día el podría sentirlo con un encanto como si fuera una. Quería cantar y ser famoso, quería estudiar la música que desde pequeño sintió recorrer por su cuerpo y hasta su alma.

Y por ésta misma personalidad segura y extrovertida – recriminada muchas veces por su padre- , el muchacho podía responder cualquier pregunta con facilidad, como cuando en el colegio, sus pequeños amigos y compañeros de escuela la preguntaban el nombre de la chica que le gustaba. Ahí orgulloso levantaba su cabeza y mirándolos a los ojos sin pestañar les contestaba - a mí me gusta Blaine-

Sí, no su compañero Blaine, o su ídolo Blaine

Sino el compañero de secundaria de su hermano mayor, Blaine.

Así fue desde siempre, desde que su hermano Finn entró en la secundaria, y por primera vez vio entrar por la puerta de su sala a un chico vestido con ropa deportiva a la par de su hermano, con unos graciosos rulos y una sonrisa inquebrantable, supo que ahí se encontraba la persona que lo acompañaría a cumplir todos sus sueños.

Pero el pequeño y siempre seguro Kurt no contaba con que su lengua, como nunca, parecía no querer hacerle caso a su mente, quería correr a hablar con ese chico, sabía que su voz lo llevaría a otro lugar, como las estrellas que vio en su cabeza desde que cruzó el umbral. Pero en cambio, se quedo estático en mitad de la sala, botando al suelo el envase de crema humectante que planeaba aplicarse en las manos hace un momento atrás.

-Eh?, oh, hola – Al parecer Finn, para variar, era lo suficientemente 'cortés' para hacer entrar a sus visitas a la casa antes de él, mientras de seguro se encargaba de cerrar el auto, o distraerse en cualquier otra cosa. Pero en ese momento no importó, porque de repente todo parecía haberse apagado, hasta su propio cuerpo.

Por su parte el moreno, sólo siguió ahí algo extrañado, a lo que Finn –entrando recién a escena- pareció caer en cuenta y se apresuró a aclarar la situación.

Sí, bueno, él es mi hermano, Kurt, y… es un poco raro, pero no muerde, tranquilo – Sonrío algo nervioso, sabía que su pequeño hermano podía llegar a ser bastante desagradable cuando quería.

Jaja no es como si lo hubiera pensado- Los pequeños y resaltantes ojitos azules de Kurt llamaron su atención desde que entró, y para suerte de el visitante, el pequeño no parecía con intención de pestañear o desviar su vista –o moverse ni un centímetro-

Bueno yo soy Blaine, Kurt, mucho gusto- Una sonrisa y Kurt volvió del cielo a la tierra por completo, o al menos casi.

Y ahí sus músculos parecieron soltarse un poco, y sus mejillas también, y empezaron a colorearse todas de un rojo gracioso. Entonces pensó que por fin podría actuar y se dispuso a abrir la boca para responderle, su lengua quiso responder y el pequeño dijo:

Finn, te hemos dicho mil veces que te saques las zapatillas cuando vuelves de entrenar, parece que soy el único que piensa en esta pobre alfombra- Levantó su mano, se corrió el flequillo y camino sin titubear escaleras arriba


Y así fue desde ese momento, dicen que la realidad supera la ficción, pero en el caso de Kurt parecía no ser así. Buscaba en su mente a Blaine cada día, y lo idealizaba de mil y una manera distinta, lo único real que sabía de el moreno, es que era la clase de persona que dice una palabra por cada tres sonrisas, y que cada vez que entraba a su casa un olor a café inundaba todo el lugar, cuando su ánimo estaba arriba pensaba que el aroma lo seguía hasta a su habitación, y a veces, cuando era menos optimista pensaba que era solo producto de su imaginación. Siempre imaginó que Blaine en su vida independiente, sería desordenado en mil formas, la clase de persona que perdería siempre las llaves, la clase de persona que no arregla su cama nunca porque piensa que la noche ya llegaría y tendría que deshacerla de nuevo, que dormiría con su perro en ella –si, el animal favorito de Blaine tenían, sin duda, que ser los perros-, y que sin duda, disfrutaría al igual que él de ver la lluvia desde ventanales altos, tomando café.

Pero cuando lo tenía en frente se paralizaba, no podía hablar y todas sus extremidades parecían apagarse. Se pausaba por completo mirando sus ojos verdes, y cuando se daba cuenta de eso, sólo fruncía el ceño y se iba del lugar. Y fue así hasta dos años después de conocerse.

Sin embargo, el tiempo cambia y Kurt también. El pequeño en dos años ya dejó de ser el más bajo de su clase, y llegó a superar a Blaine en estatura. Su pelo creció y ahora se preocupaba de levantarlo cada mañana con algo de fijador; su piel seguía igual de pálida, pero sus ojos parecían aclararse cada año un poco más, como con expectación hacia el futuro al que el chico aspiraba. Kurt en ese tiempo ya cruzaba los 16 años. Blaine, en cambio, parecía no crecer y no cambiar, sin embargo su sonrisa parecía ser más bonita y brillante con el tiempo, eso al menos a los ojos de Kurt.

Y ambos crecieron también, con el tiempo Kurt incluso consiguió hablarle a Blaine por primera vez.

Un día, cuando Blaine se encontraba sentado en el sofá de la sala, al parecer esperando a que Finn terminara de alistarse para alguna fiesta, Kurt estaba camino a la cocina en busca de una botella de agua y tal vez algo de comer, para prepararse a ver alguna de sus películas favoritas. Sus amigos de la escuela no lo llamaron para planear algo por el fin de semana, y el castaño lejos de molestarse lo tomo como uno de sus días de crecimiento personal.

Se acercaba a la cocina concentrado tarareando una canción, mientras cruzaba la sala, sin siquiera notar a Blaine cuando éste lo miró curioso por su atuendo, que para ser solo un pijama y una bata se veían extremadamente pulcros y ordenados. El chico de rulos, en cambio, difícilmente dormía con ropa.

Pero los pies de Kurt extrañamente fallaron en el cálculo y su pequeño dedo chocó con la patita de la mesa. Dio un respingo y cerró los ojos, gritando que Finn nunca hacía nada bien, y que hasta una mesa sobrepasaba su pequeña mente de balón de futbol.

Y cuando los abrió vio a Blaine mirándolo fascinado, y luchando sin sentido por disimular su risa. Ahí Kurt recién cayó en cuenta de los ojos verdes que hace minutos ya llevaban mirándolo. Sus mejillas no podían alcanzar un color rojo más encendido, y deseó como nunca que un hoyo se abriera allí mismo y se lo tragara la tierra. Pero Kurt Hummel era demasiado testarudo para dejarse avergonzar tan fácilmente

Sí, ríe todo lo que quieras, le hará muy bien a tus futuras arrugas.

Y cuando se reincorporo para seguir caminado, notó algo, un pequeño, casi insignificante detalle. Había emitido sonidos coherentes frente a Blaine Anderson.

Quién ahora lo miraba igual de sorprendido y con los ojos bien abiertos. Y lo sabía, era cosas de segundos y Blaine le hablaría. En unos segundos más intercambiaran alguna oración, quizás hasta una conversación, o tal vez solo un par de palabras. Pero serían,

Y la espera de esos segundos se le estaba haciendo eterna.

Kurt tú… me hablaste, oh, no lo puedo creer tu, espera, esto es genial – Blaine parecía no caer en la emoción, el pequeño siempre era tan retraído y distante con él, que hasta el insulto recién dicho le parecía amigable.

Eh sí, bueno así parece – Y ahí estaba otra vez, el hablante Kurt, y ni él mismo cabía en su asombro. Lo único que pudo hacer fue sonreírle, y dar la vuelta de regreso a su habitación. La sed se le quito de golpe, ahora tenía horas para pensar en lo grandioso de lo que podría venir ahora.

Así fue, y Kurt y Blaine contra todo pronostico (obviando el de Kurt por supuesto, quién siempre pensó saber que este día llegaría) se habían vuelto grandes amigos, y de mucha confianza. Ahora cuando el moreno venía a casa, pasaba gran parte del tiempo en la habitación del menor, hablando de sus días, de sus gustos, y de música principalmente. Descubrieron que tenía más cosas en común de la pensaron alguna vez, y juntos la pasaban de maravilla. Blaine a veces le traía a Kurt pastelillos y dulces, o cd's para que intercambiaran, y él por su parte ayudaba a Blaine con su complejo. El moreno le confesó cierto día que odiaba sus rulos, algo que Kurt considero casi ilegal, siendo eso parte de su lista de cosas favoritas de Blaine Anderson, sin embargo, prometió ayudarlo con su problema, y así termino convirtiéndose en una especie de estilista y peluquero personal.

Ahora Kurt ya tenía 18, y el término de la secundaria estaba a la vuelta de la esquina. De Blaine, entre otras cosas, pudo comprobar que su animal favorito eran los perros, y que prefería el moccacino antes de la vainilla. Sin embargo, Blaine se había ido a fines del año pasado de intercambio a Londres, para completar un año en su carrera de interpretación musical; y Finn por su parte le repitió constantemente que aunque el intercambio contaba solo por un año, lo más probable era que Blaine no volvería, ciertamente los padres de Blaine tenían mucho dinero, y éste no haría falta si el moreno decidiera quedarse hasta terminar sus estudios, agregando también que Blaine no demoraría mucho en encontrar una novia para pasear a sus perros(Sí, Finn sabia de su fijación en el moreno y no perdía una ocasión para sacárselo en cara)

Pero Kurt seguía su ritmo de vida normal, y es que nada había cambiado tanto, era prácticamente el niño que siempre había sido, inocente y soñador (aunque por supuesto, el insistiera en proclamarse independiente), pero con las responsabilidades que siempre quiso tener. Y Además Blaine seguía presente en su cabeza día y noche como siempre. Pero sabía también que debía practicar mucho para poder lograr sus sueños y su primer paso era entrar a la universidad.

El tiempo corría rápido y no lo podía malgastar extrañando a Blaine, además ya quedaba poco tiempo para su regreso, porque Blaine era el tipo de persona que siempre vuelve a su hogar.


En la mañana a Kurt le pesaba todo el cuerpo, tenía la garganta seca y parecía que tuviera algo atorado a mitad de ella que con suerte le dejaba respirar. Se levantó a duras penas y entró al baño. Tenía unas ojeras terribles que parecían incluso haberse creado a base de maquillaje, su cabello parecía haber tenido una lucha durante la noche y la verdad es que hasta mirar le provocaba un cansancio terrible. Se lavó con empeño la cara y los dientes y se dirigió de vuelta a su cama. Su padre y Carole, no estaban en casa, él trabajando y ella en casa de su madre, mientras Finn brillaba por su ausencia desde la noche anterior, era Sábado y ya se había hecho costumbre que el chico no llegara los fines de semana, en fin, ya era un adulto y permiso de nadie necesitaba para hacer lo que quisiera (eso decía él, aunque Burt, no siempre opinaba lo mismo)

Levantó las sábanas lentamente y notó que su cabeza también le dolía horrores, se acomodo entre ellas y un escalofrío recorrió todo su cuerpo, realmente se sentía muy mal. Cerró los ojos despacito y de a poco sintió que sus músculos se relajaban, trató de desviar su mente a algunos pensamientos sin importancia que lo permitieran guiarse hasta el sueño y éste poco a poco lo iba alcanzando, hasta que el bendito timbre sonó.

No pensaba levantarse, le dolía todo y quería solo cerrar los ojos y dormir, pero lamentablemente el timbre no planeaba dejar de sonar, obligándolo a hacerlo. Llegó a la puerta y ahí estaba: Blaine en todo su esplendor.

Tenía unas maletas a sus costados, llevaba puesto unas jeans oscuros y una polera blanca simple, unos lentes negros caían sujetos del cuello de su blusa y su pelo estaba igual que siempre. Era el mismo cabello que lucía hace un año, la última vez que se vieron, Kurt se lo arregló personalmente, con un corte que dejaba sus onda ordenadas sin necesidad de usar gel. No podía evitar quedarse ahí mirándolo como tonto, sus ojos verdes lo miraban expectante y el tiempo parecía haberse detenido, él ahí en mitad de la puerta con un rostro desastroso y sin pantuflas ni calcetines, y Blaine al frente con una sonrisa maravillosa –como siempre-

Cuando pareció volver a recobrar su cabeza, Blaine ya tenía los brazos alrededor de su cuerpo, el de Kurt y su cabeza en su cuello tan cerca, que podía escuchar su respiración acompasada, es más cerrando los ojos, se creía capaz escuchar hasta el viaje de su aire recorriendo sus pulmones. Era la primera vez que sentía a Blaine en su cuerpo de alguna manera y en ese momento pensó que cualquier contacto físico quedaría minúsculo al lado de Blaine abrazándolo así, sin más.

Pero nada es para siempre, y aunque para él fue el abrazo más largo de su vida, Blaine ya lo había soltado y estaba de nuevo en la puerta y con la misma hermosa sonrisa.

Dios Kurt has crecido mucho, desde aquí ya casi ni te alcanzo- Refiriéndose a su baja estatura, y sonriendo aún más, si es que era posible.

Y tú no has crecido nada Blaine Anderson, Londres no te aportó en mucho al parecer eh? – Kurt le respondía las sonrisas con gusto, y aunque su cabeza daba vueltas, sin estar seguro si era culpa de su fiebre o de sus hormonas alocadas, no podía elegir un lugar mejor que estar ahí, mirando a Blaine con calma y detalles.

Oh, te aseguro que te equivocas, tengo muchas cosas que contarles, y Finn ¿dónde está? –Abrió los ojos con sorpresa y Kurt pensó que se lo tragaba la tierra, las expresiones de Blaine para él sin duda eran las más lindas del planeta.

Finn? No tengo idea, Salió ayer por la noche y ni luces de querer aparecer por acá.

¿Lo dices en serio?, oh maldición, dijo que pasara por tu casa para ayudarme a llevar las maletas a mi departamento.

Oh vaya, lo siento el no está, pero si gustas yo puedo ayudarte.

¿En serio? No quiero obligarte a romperte una uña – Blaine lo decía en broma, así había sido siempre. Los años pasaban y para el moreno Kurt seguía siendo el mismo, un amigo especial para él, y que siempre sería dueño de su protección.

Si no vas a decir nada inteligente, entonces Blaine buena suerte con tus maletas – Iba a cerrar la puerta, pero Blaine la detuvo con el pie y puso su mejor carita de 'perdóname' – No, Kurt no es en serio, ayúdame, ¿sí?- Y ahí el castaño no pudo retener una risita, ojalá pudiera dejarlo tras su puerta, pero la verdad es que su cuerpo le gritaba tirarlo adentro y no dejarlo irse nunca más.

Está bien, ven entra – Le dio paso al moreno para entrar mientras cerraba la puerta e intentaba ayudarlo con una maleta, aunque los músculos le dolieran de lo peor. Blaine entró y se acomodó en uno de los sillones, el viaje lo tenía muerto, si cerraba los ojos por más de 10 segundos se quedaría dormido incluso en el suelo.

¿Te sientes bien Kurt? – Blaine notó que el castaño no se movía de donde estaba y parecía agarrarse fuertemente la cabeza. – ¿Te duele algo?

La verdad, amanecí bastante mal, y la cabeza me da vueltas.

- Oh, perdóname, creo que ni siquiera pregunté cómo estabas – Ven aquí – El moreno lo tomó de un brazo para llevarlo hasta el sofá y ayudarlo a sentarse

Te recuerdo que tengo dieciocho, no 100 años Blaine – Kurt levantó una ceja viéndolo, se sentía mal sí, pero invalido no

Jaja, perdón, perdón, ¿quieres algo de agua, una pastilla?

No, estoy bien, sólo necesito sentarme un momento y te acompañaré a dejar tus cosas

¿Estás seguro?, se qué me odiarás por decirte esto, pero no te ves muy bien Kurt – Blaine se sentó a su lado y le tomó la temperatura con el dorso de su mano. Y como pensó, Kurt estaba hirviendo en fiebre. - Ven, te acompaño a tu habitación.

¿Qué?, no, pero... ¿y tus maletas?

Pueden esperar Kurt, mejor recuéstate un momento – Lo tomó de un brazo nuevamente para ayudarlo a pararse, y lo miro a los ojos, lo que puso bastante nervioso a Kurt, ¿desde cuándo Blaine lo movía y se le acercaba con tanta confianza?

No es necesario Blaine, puedo moverme solo – Deshizo el agarre y camino hacia la escalera, no es que le desagradara la situación, muy por el contrario, pero había algo, algo no cuadraba dentro de todo esto. Blaine y él tenían confianza, pero el mayor siempre guardaba sus distancias con él, no por miedo o algo parecido, sino por respeto. Kurt siempre creyó que el moreno podía tener cierto recelo al pensar que el menor podría, algún día, llegar a confundirse en esa relación un tanto extraña que habían forjado, y tal vez por eso nunca se acercaba más de lo suficiente, entonces, ¿por qué sentía que de pronto eso ya no le importaba?

De acuerdo, de acuerdo – Levanto las manos en señal de paz, y lo siguió de cerca hacia su habitación. Una vez allí Kurt entró y se metió entre las sábanas dándole la espalda, todo estaba muy confuso, no se suponía que una bienvenida debería ser así.

Esto… ¿en serio no necesitas nada? – El castaño no se movió ni un centímetro, y Blaine trataba de encontrar la pieza faltante de ese extraño rompecabezas. ¿Por qué Kurt se puso así de pronto?, no era nada de otro mundo enfermarse y sentirse mal, aunque tal vez la situación de la bienvenida era algo incomoda, pero el que estuvieran juntos ya era suficiente para Blaine, como en los viejos tiempos. El moreno era hijo único, y kurt siempre fue para él su pequeño hermanito. Le gustaba protegerlo siempre. Fue Blaine el primero en saber de su boca que Kurt era homosexual. Una tarde bastante complicada, y que terminó en una confesión por parte de Blaine que expresó su misma inclinación. También estuvo allí cuando unos matones lo amenazaron un par de veces, defendiéndolo como siempre, y dejando en claro que mientras Blaine fuera su amigo no dejaría que le tocaran un pelo. Le gustaba sentirse como… el hermano grande y sobreprotector, y no es que Finn fuera un mal hermano, es que la confianza entre ellos los ayudaba a acercarse y pedirse ayuda cuando hiciera falta, mutuamente. Siempre tuvieron mucha confianza, pero ¿por qué de alguna forma sentía que eso estaba cambiando?

De pronto una idea salto en su cabeza. Tal vez era eso, la confianza en este año se fue debilitando, y Kurt no sabía cómo actuar frente a él después de este tiempo. Tal vez necesitaba aclaraciones, y para eso estaba el, ahora estaban aquí y podían hablar todo lo que el castaño necesitara

¿Oye Kurt puedo decirte algo? – espero esta vez una respuesta pero de nuevo nada, aunque sabía estaba escuchándolo despierto, porque cuando Kurt dormía tenía que hacerlo siempre hacia la otra dirección, nunca se acostumbro a dormir mirando hacia la pared – Sé que me estas escuchando de todos modos, y creo que se que es lo que está sucediendo.

Y ahí Kurt se asustó, no podía saberlo, no aún, no era el momento. Si Blaine supiera ahora lo que pasaba se sentiría mal, ambos se sentirían muy mal y no era lo que él estaba buscando. No quería que el moreno se enterara ahora, en esta situación que lo que pasaba era que simplemente estaba loco por él, y sus extrañas actitudes cariñosas lo estaban confundiendo más de lo pensado.

Mira la verdad es… sí, hemos estado lejos algún tiempo, y si tu ahora te estás confundiendo tienes que saber que…

Y era el momento: Lo siento Kurt, la verdad yo ya soy viejo para ti, o lo siento Kurt no quiero arruinar nuestra amistad o tal vez, no, perdón, pero odio como estas peinando tu cabello ahora, ¿podría ser?

Si te sientes incómodo quiero que sepas que no tienes por qué, vamos, no será primera vez que veamos nuestras miserias, no sientas vergüenza de estar enfermo frente a mí. Recuerda que yo muchas veces te ayudé a secar tus lagrimas cuando te sentías mal, y tu mas de alguna vez limpiaste las mías eh, y esas sí que son feas – Blaine sonrío, Kurt era muy guapo, nunca entendería porque la imagen era tan importante para él, ciertamente podría salir con una bolsa de basura de cuerpo entero y muchos seguirían suspirando por él – Siempre seremos amigos Kurt, y lo sabes, puedes confiar en mí, yo te entiendo, y sé que tu también lo haces. Es más, sabes que tu eres mi hermanito, y podría verte como fuera, desordenado, sucio, hasta desnudo, y nunca pensaría nada extraño de ti, anda ¿háblame si?

Amigos… de alguna forma esa palabra era tan siniestra. El espectro de algo que tal vez nunca podría borrar. Pero era verdad, Blaine era su amigo, era su hermano, y siempre lo vería así. Tal vez ya podría ser momento de replantearse las cosas, dicen que los flechazos no siempre son certeros, o tal vez sólo creyó sentir uno y se forzó a retenerlo, tal vez no eran el uno para el otro como siempre creyó.

Se dio la media vuelta despacio y miro a Blaine a los ojos. Tal vez ya era momento de dejar ir todo esto. Además todos dicen que crecer es dejar cosas atrás, y si lograba superarlo tal vez ya podría considerarse completamente el adulto que siempre deseo.

Le costaría acostumbrarse, pero lo más sensato era que quedaran como amigos, y no seguir torturando su cabeza con tantos pensamientos enredados.

Perdóname Blaine, tienes razón, somos amigos y nada va a cambiar eso nunca, es una promesa – Le acercó su dedito para cerrarla y el moreno lo imitó, conectándose con ellos por unos segundos que para Kurt fueron eternos. Porque después de esto, no podría permitirse sentir las mismas mariposas en el estomago que sentía en ese momento por un centímetro de contacto con Blaine, porque ahora solo lo vería como un amigo.

Es una promesa, y te advierto que no planeo romperla nunca – Kurt se sintió morir, vio por primera vez claramente algo que siempre estuvo frente a sus ojos y que de alguna forma nunca notó. Para Blaine siempre fue más importante su amistad frente a cualquier cosa, y siempre sería así, era solo él quien se esforzaba en llevar ésta relación por el camino del romance y la conquista. Blaine no sonrío ésta vez, pero el menor sabía que estaba feliz, porque sus ojos le decían que eso era todo lo que necesitaba. Su amistad.

Separaron sus dedos unos segundos después, y Blaine lo abrazo con fuerzas, como cerrando el pacto. Y Kurt supo por fin lo que significaba todo eso de la madurez y la mayoría de edad.

Tenía que dejar de soñar tanto e idealizarlo todo. Porque aunque sus pies nunca estuvieron en el aire, su cabeza nunca estuvo arraigada al suelo, y ahora tenía que hacerla aterrizar.