Los libros de Harry Potter no me pertenecen, son de J.K Rowling y de quienes sean sus derechos. Escribo esto por puro gusto personal, y para alegrar a otros fans, y no quiero ni busco nada a cambio. Gracias.
Nota: Este cachito de texto empezó a surgir una tarde hace meses, cuando necesitaba dar rienda suelta a mis ganas de escribir drama. Nunca lo acabé, y acabé olvidándolo. Ahora limpiando el ordenador he vuelto a dar con él, y me ha dejado un regusto triste dulzón que me ha parecido merecía la pena compartir. No sé si después de esto habrá una continuación o no, supongo que dependerá de si hay alguien a quien le gustaría. Solo espero que lo disfrutéis tanto como yo. Besos.
P.D: El siguiente cap de Sombra de mí ya casi está acabado, lo corregiré y estará subido mañana. Bye
De Corazón oscuro
Los brillantes ojos grises llenos de pánico se le clavaron en una súplica desesperada. A través de la lluvia torrencial y de los gritos de la matanza, mientras la pareja de aurores comenzaba a arrastrar a Malfoy lejos de él. Sus pies descalzos hundiéndose en la mezcla de fango y sangre que permeaba todo el campo de batalla.
Una pesadilla de maldiciones, gritos, sangre, entrañas, rayos, miembros…cadáveres. En la tormenta negra y el terrible aguacero, el suelo de aquella explanada estada cubierto de cuerpos medio hundidos en el barro; mezcla de agua helada, sangre espesa, y tierra negra. De gente moribunda y heridos que necesitaban ayuda, pisoteados cruelmente por aquellos que aún seguían en pie, combatiendo. Pero Voldemort acababa de morir, y los aurores estaban llegando junto a varios equipos de medimagos. La lucha cada vez era más desesperada para los seguidores del señor tenebroso, mientras poco a poco aquella carnicería parecía estar acabando. Los mortífagos supervivientes siendo capturados y arrastrados en grupos camino a Azkaban, ahora que por fin el señor oscuro había muerto.
Entre ellos… él.
Había aparecido cuando su batalla había ya acabado, vagando bajo la lluvia helada y el viento torrencial como un fantasma entre toda aquella desolación. Los ojos enormes y perdidos entre mechones empapados de un rubio blanquecino, el cuerpo pálido y flaco envuelto apenas por un camisón desvaído de hospital chorreante de agua, tembloroso, los pies descalzos hundiéndose en lentos pasos erráticos en el fango rojo de sangre. Un espectro terriblemente delgado perdido en medio del campo de cadáveres. Ignorado por aquellos que combatían como si no estuviera allí. Quizás habían visto lo vacío de aquel cuerpo tembloroso, y ninguno quiso acabar con lo que aún quedaba de él. Solo cuando sus ojos se encontraron, a través de la muerte, de la masacre, de la lluvia torrencial… su caminar encontró dirección.
Harry lo vio avanzar hacia él. Tambaleándose en el cieno como un espectro doliente. Ni si quiera él supo porque sintió la necesidad de acercarse a su vez. Puede que fuera porque después de haber matado, sentía la necesidad de limpiar esa culpa salvando a alguien, aún cuando su asesinato había salvado a todo el mundo mágico. Pero era un conocimiento frío y vacío en medio de la guerra que aún rugía en torno a él, y el rubio era algo sólido que agarrar. Sentía que se le escapaba todo sentimiento, todo menos la necesidad aún minúscula de salvarlo. Pero no logró llegar a su lado.
A solo un par de metros, con aquellos blancos frágiles brazos como huesos de pájaro, extendidos para él en una súplica sin palabras, de algún lugar de toda aquella pesadilla, surgieron dos aurores para agarrarlo, y apartarlo de él.
Por un momento se quedó inmóvil, mirando los enormes ojos grises llenos de pánico. El cuerpo frágil siendo arrastrado lejos. El último extenderse de una delicada mano, arañada de heridas, hacia él… y como uno de los aurores, agarraba la fina muñeca brutalmente, para tirar del joven rubio aún más lejos de él, arrancando un sonido de dolor de los labios cortados de frío.
No se dio cuenta de que lo había hecho, hasta que no sintió la madera de su varita clavándosele en la carne apretada de su puño. Fue como si de repente los aurores se hubieran derrumbado por sí solos, muertos en el suelo. Pero Harry sabía que había sido él, aún podía sentir el regusto del hechizo en la lengua. El murmullo de su magia en la sangre después de haber utilizado el avada kedavra por dos veces. A pesar de todo, no logró sentirse culpable, no sintió nada.
El rubio, Malfoy, apenas pudo dar un par de pasos más hacia él, sus fuerzas ya estaban muy diezmadas. No importaba. Cuando empezó a derrumbarse Harry estaba allí para sostenerlo. El slytherin se agarró a su túnica con todas sus pequeñas fuerzas, arrullándose contra su pecho, buscando refugio en él, su rostro desesperadamente apretado en su ropa.
A Harry le recordó a un gatito abandonado. Sus brazos lo envolvieron suavemente, con cuidado de no romperlo. El gesto calmó el vacio como tifón en su pecho, con un pequeño sentimiento protector. La sensación lo único que estaba sintiendo. Se dio cuenta de que aquello no era normal. De que debería estar aterrado de no sentir nada, culpable por la muerte de los aurores. Pero pensar en ello solo le reportó frío y nada más, lo único cálido parecía ser Malfoy.
En torno a ellos el combate estaba muriendo, llegaban más aurores, pero ninguno parecía haber visto lo que había hecho. Entre sus brazos, sintió que el rubio estaba temblando cada vez más violentamente. Si se quedaban bajo la lluvia podría enfermar, sino lo estaba ya. La idea de perder aquel último resquicio de calor no resultó agradable. Lo arropó contra su pecho.
- Grimmauld Place.
