¿Dónde había quedado aquella niña pequeña, cuya única preocupación era sacar buenas notas? Se había ido con el viento, barrida por el paso del tiempo.
Y quizás era mejor así. Porque si esa niña siguiera viva en algún sitio, se avergonzaría de la persona en la que se ha convertido.
Cobarde.
Ninguna palabra la describe tan bien como esa.
Y ella lo sabe, pero no puede evitarlo. Años y años de jactarse de ir siempre de frente y no es capaz de decir dos simples palabras. Porque el silencio se hizo pesado a su alrededor, y las ha callado tantas veces cuando estaban a punto de escapar de sus labios que teme haberlas perdido para siempre.
Y se siente estúpida, ingenua. Porque es una romántica hasta la punta de sus cabellos por más que quiera ocultarlo, por más que odie esa jodida necesidad de escuchar un te quiero sincero de su parte.
Pero más que nada, se siente estúpida porque sabe que no tiene derecho a esperar eso. Lo sabía desde el principio, cuando cerró su corazón con llave (sin necesidad porque, de hecho, ya estaba lleno de él desde antes, aunque ella lo ignorara) y se entregó sin reservas. Lo sabía cada vez que lo besó, y luego también, cada vez que dijo que esa sería la ultima vez. Porque él nunca lo diría.
Aunque la amara. Porque tenía que amarla. ¿Qué era, sino, el brillo en sus ojos cuando cruzaban miradas?
Y ella leía en ellos tal expresión atormentada que no podía odiarlo. Lo que es peor, lo entendía. Y se odiaba a sí misma por eso, porque si no podía odiarlo, entonces era más difícil tomar la decisión que sabía, era la correcta.
Sabía a lo que se enfrentaba y lo hizo de todos modos. Porque es una cobarde, y no fue capaz de decir que no aquella primera vez en los pasillos, cuando la electricidad se sintió en el aire y dejó que la besara con desesperación. Porque no fue capaz de resistirse.
Por más que duela Hermione, sabes que es lo correcto, sabes que es lo mejor. Aunque sientas el corazón partirse en mil pedazos, aunque sientas que te falta el aire y se te doblan las rodillas, y lo único que deseas es dejarte caer al piso y llorar como la niña pequeña que fuiste alguna vez, lo sabes.
Porque ha dejado de ser un juego.
Porque te creíste demasiado inteligente para enamorarte y es hora de que despiertes de tus sueños perfectos y aceptes las consecuencias de tus actos.
Porque sabes que es imposible. Porque sabes que tu lugar no está a su lado.
Y piensas todo esto sentada en tu sitio en la biblioteca mirando a la nada. Y él te observa oculto detrás de una estantería, y tu no lo notas, perdida en tus pensamientos. Y sientes la piel arder, y sabes que él te esta observando y vas a ir a su encuentro.
Y no dirás una sola palabra acerca de terminar con todo. Porque en realidad, ya no sabes qué es correcto, y estás actuando por impulso. Yendo hacia tu única felicidad.
Aunque eso te destruya.
