Ya había pasado la pelea de Magin Boo y Videl estaba gozando de sus pensamientos en la piscina.
Que me cuidara cuando tuve la pelea ¿significa algo? Sé que no es muy abierto, nada abierto, para mostrar sus sentimientos, no obstante estando medio consciente le dijo algo a mi padre, me gustaría recordarlo.
Las briznas de hierba son arrancadas sin ningún tipo de delicadeza. Cuando se percata de la desertización que están provocando sus dedos, decide ir al agua.
Al menos con el pelo corto puedo nadar sin preocuparme de cómo quedara. No entiendo el comportamiento. Parecía que estaba enamorado con locura y luego de la destrucción de ese chicle enorme ha desaparecido. Entiendo que disfrute pasando tiempo con su padre, hacía años que no lo veía, pero existo.
Sin darse cuenta, Videl había ido aumentando la velocidad. Ya no era un estilo de piscina tranquilo, se parecía más al de superar a un campeón olímpico. Cuando miró hacia su derecha observó que alguien estaba nadando a una velocidad igual o superior a la suya.
Esa persona es un auténtico vacilón. Parece que está más relajado que yo y puede mantener mi velocidad. No sé cuántas piscinas llevo, pero va siendo hora de salir a secarse. Nadar no me ha servido de nada, continúo angustiada por él. Me gustaría que se enterase de las horas de sueño que me ha robado.
Cuando sale fuera se percata que su toalla ya no está sola, hay otra al lado y no le gusta, hay suficiente espacio para mantener distancia. Desde fuera puede observar al nadador vacilón, tiene una buena espalda. Se va a toda prisa hacia la toalla en la hierba, quiere ver quién ha osado ponerse a su lado. Al sentarse da la espalda al agua. Al cabo de un rato le tocan el hombro.
–Hola. ¿Te molesta si te hago compañía? –Videl gira la cabeza, ya que el timbre de voz le es conocido.
–¡Gohan! –comenta exaltada Videl a modo de respuesta– ¿Eras tú el que nadaba?
–Creo que sí, lo estabas haciendo muy bien.
–No llego a tu nivel –sin poder evitarlo una sonrisa se dibuja en el rostro de Videl, mientras olvida los problemas que le habían llevado a ese lugar.
–Voy al bar a buscarme un café, ¿quieres uno? –Ella afirma con la cabeza, parece como si un gato le estuviera comiendo la lengua– ¿De qué clase?
–Cortado con hielo –tengo que bajar la temperatura.
Videl observa como su futuro acompañante se mueve hacia el bar y puede ser que tiene un tipo bastante deseable, ya que varias chicas se giran al verlo pasar. Una vez Gohan vuelve a su lado con los dos vasos se ponen a hablar. Conversan de los días en que él ha estado desaparecido y como ha podido rehacer los lazos con su padre.
–¿Cuánto te debo? –pregunta Videl cuando él llega.
–Nada, hoy invito yo. Así tengo un motivo coherente para volver a quedar, me deberás un café.
¿Se podría considerar esa frase como una tirada de caña? Le gusta que me sonroje, que se me acelere el corazón, si hubiera contestado en lugar de crear unos razonamientos.
–Estoy aquí –dice Gohan mientras mueve la mano delante de ella.
–Lo sé, te estoy viendo. Por cierto, nadas muy bien.
–Me estaba controlando, me gusta más en aguas abiertas. Un día podrías venir conmigo al mar.
–¿Me estas pidiendo una cita? Cuando llegaste al colegio eras más tímido.
–Cuando empecé las clases intentaba evitar que una descubriera el Guerrero Dorado.
–Desapareció y no pude lograrlo, luego confiaste en mí y me lo dijiste. En breve tendré que irme, no llevo teléfono.
–¿Podría hacernos una foto a los dos? –Pregunta Gohan a una mujer que pasaba cerca–. La foto y ya no pido más tiempo tuyo.
Ella se acerca para tomar el teléfono y separarse.
A Videl le entran unos nervios que la devoran poco a poco. Puede notar como el Adonis que tiene al lado se le está acercando. Mientras ella sólo puede sonreír de una forma tibante.
