Disclaimer: Harry Potter y marcas asociadas no me pertenecen.
Sumario: "Nos gustaría informar a la población que la situación se encuentra bajo control. Un error ocurrió en una de las salas especiales del Departamento de Misterios ocasionando en la disipación de una substancia por el aire. Para la seguridad de todos, el Ministerio permanecerá cerrado hasta haya certeza de su inocuidad", dijo el Orador Oficial del Ministerio de la Magia. [EWE]
Capítulo 1/3: Césped
Aviso 1: Este fic participa en el reto "Amortentia al azar" del foro "La Sala de los Menesteres".
Aviso 2: Español no es mi lengua-madre. Tuve un par de clases que, obviamente, no me salieron muy bien. Perdonadme los errores, ellos son completamente no intencionales y poco controlados por mí.
-0-
Olor a Problemas
-o-
Sí, algo había explotado dentro de la Sala del Amor. Sí, la fuente llena de Amortentia había explotado junto. Sí, todo el Ministerio exhalaba a Amortentia. Pero oler Amortentia nunca había causado problema alguno.
A menos que alguien hubiera mezclado algo en la fuente antes de explotarla.
Inspiró fondo, dejando el olor que la poción le indicaba invadir sus pulmones. Se acordaba de la época en que gramo cortado no era el único olor que ella sentía.
De cierta forma, era bueno saber que el olor de césped era el único a satisfacerla ahora. Confirmaba que, sí, ella había superado las cosas y podía seguir a delante.
Un toque suave contra la puerta la hizo erguir los ojos del trabajo antes de autorizar la entrada.
- Hermione? – la cabeza rubia apareció antes del suspiro, que la joven llamada de voz, ser hablado.
Granger sonrió, el corazón calentado por afecto.
- Luna.
No se acordaba de sentir tanta falta de la amiga. La rubia sonrió, cortando el camino entre las dos y envolviéndola en un abrazo.
- ¿Está todo bien? – preguntó, los brazos envolviendo la otra, lo quejo presionado contra lateral de la cabeza rubia.
- Sí, pero las yukionnas están particularmente hoscas hoy – sonrió y movió la nariz de un lado al otro
- Ah… ¿Tienes algún trabajo aquí hoy?
Luna meneó la nariz más algunas veces antes de usar la mano para rayarlo.
- Sí, los Alcetauros pidieron que los acompañara en la reunión de hoy – ella puso la mano sobre el codo de Hermione y se aproximó, susurrando -, ellos no confían en el Ministerio.
Entonces, rayarlo no fue suficiente y Luna espiró. Tres ruiditos en secuencia, completamente delicados, como se tres suspiros seguidos.
Rebuscó las gavetas atrás de pañuelos de papel y los ofertó.
- Gracias. Muchos – secuencia de suspiros – olores me dejan así. - dijo, los ojos llenos de lágrimas. – Estás oliendo a pergaminos. ¡Toda la oficina huele a pergaminos! – y rio.
Tenía razón, los olores parecían muy más fuertes hoy. Cuando a había abrazado, había sentido algo dulce, arroz de leche. Combinaba particularmente con ella - no convencional y dulce.
- ¿Qué hora es tu reunión?
- Ya terminó. Alcetauros son sorprendentemente pragmáticos - sonrió. – Mejor ya me voy. Tengo que visitar Harry y Ron aún. Y las yukionnas de aquí parecen particularmente más enojadas. Yo, si fuera tú, colocaría miel en las esquinas para ver si ellas se calman.
Hermione rio, sin saber lo que responder para la amiga mientras ella la abrazaba más una vez antes de irse.
Bien.
Volver al trabajo.
Había una pila de documentos sobre la mesa. Un protocolo gigantesco para el cambio del currículo ofertado en Hogwarts. Era obvio que el desconocimiento del mundo brujo sobre los muggles los hacía asustados y susceptibles a prejuicios. Era preciso cambiar el contenido que ellos tenían en la escuela si querían evitar el nacimiento de movimiento como lo de Voldemort.
Grandes dictadores sólo llegaban al poder porque tenían apoyo. La Historia dejaba eso claro tantas veces que ella no sabía cómo las personas se permitían cometer los mismos errores. Todas las dictaduras totalitaristas de Europa (Hitler, ¡por los cielos!), las dictaduras civiles-militares en Américas (sí, porque, sin el apoyo civil, los militares no habrían quedado tanto tiempo en el poder), ¡tantas historias!
Parecía simple y obvio, pero nada era fácil.
Los Doce del Consejo de Gobernadores de Hogwarts no eran favorables a la idea. La verdad es que Hermione no sabía muy bien quién ellos eran. Sus nombres eran raramente divulgados y la forma como eran nombrados no estaba dispuesta en ninguna de las leyes que ella había buscado.
EHabía entrado en contacto con uno de ellos, Tentus Praehurst, sangre-pura, sin implicaciones en la guerra. Mucho dinero.
Hermione resopló. Era imposible tener bastante dinero y buen carácter, aparentemente.
Praehurst había sido el responsable por entregarle el informe con todos los errores de la propuesta de ella. Le dio una palmadita sobre la mano y dijo que ella debería buscar ayuda de una familia más experimentado. ¡O sea, como ella era la primera bruja de su linaje, ella no tenía conocimientos suficientes para hacer una propuesta! Había tantas familias más bien preparadas que aceptarían ayudarla. Los Greengrass, los Zabini, los Malfoy.
Su primera opción había sido Zabini, pues nunca habían se involucrado en la guerra. Hermione admitía haber tenido poco contacto con él, pero estaba dispuesta a una reunión o dos antes de tomar una decisión.
Claro que ella no le avisó antes que eran reuniones. La primera ella llamó de desayuno, la segunda de almuerzo y la tercera de cena.
Tras dejar claro, en el inicio de la segunda reunión (el almuerzo), que ella no planeaba hacer sexo con él, Hermione esperaba algún cambio de actitud. Pensó que él pudiera ser más grueso, que dejaría alguna broma escapar. Que no aceptara salir una tercera vez.
Zabini fue un caballero.
Al final de la tercera reunión, Hermione hizo la propuesta. Zabini rio, diciendo que era obvio que mismo la Señorita-Buenita no conseguiría no tener una segunda intención con él.
Y se negó a ayudarla. Eso, tanto cuanto la gentiliza inicial de él, a habían cojo desprevenida. Zabini era la mejor apuesta de ella. Si él no iba a ayudarla, ¿quién lo haría?
- Pero – él había dicho al final - conozco alguien que se divertiría ayudándole.
Fue así que Granger y Malfoy se hicieron una pareja. De trabajo.
No una buena pareja de trabajo, pero una de cualquier forma.
Ese proyecto ya estaba en curso hacía siete meses. Hermione admitía que estaba quedándose ansiosa, pero la cautela de Malfoy con cada mísero detalle, las investigaciones incesantes a que él se disponía (¡y la incentivaba!) a hacer y la asiduidad de él con el trabajo a hacían creer que aquello era tan importante para él cuánto para ella.
Hermione tenía ciertas desconfianzas sobre el asunto, pero nunca había tenido coraje de hablar acerca de ninguna. La sentencia de Draco había sido dos años en el mundo muggle, sin contacto alguno con magia. Si el orgullo que él sentía era algo que ella conseguía realmente evaluar, Hermione diría que él había quedado enfurecido al saber la cantidad de información que había sido escondida de él.
Había un mundo entero allá fuera, un mundo al cual ningún brujo tenía acceso, otro mundo, tan mágico cuánto lo de ellos, que nadie imaginaba existir. Y ellos estaban trabajando para traerlo a vista.
Hermione inspiró, dejando el olor calmante de césped invadir sus pulmones. Olía a casa, a frescor. A certeza de conforto, a seguridad, a libertad. A días de sol pasados acostada en el gramo, bajo la sombra de un árbol, con un libro en las manos. Olía a infancia, a adolescencia, a ella entera. Olía a cómo ella quería estar hasta el último de los días, a paz.
Intercambiaría tantas cosas sólo para poder sentirse así completa todos los días antes de dormir. Su sala olía a césped, a vida.
No supo por cuánto tiempo quedó así. Volvió a sí cuando la puerta abrió y el segundo rubio del día entró abruptamente.
- Tú no vas a adivinar lo que yo hallé.
Hermione miró una vez a la expresión emocionada de él antes de enderezarse, sacudiendo el olor para fuera de su mente.
Nunca había percibido como lo admiraba, como acreditaba en su potencial. Su pecho se llenó de orgullo al pensar que aquel hombre era su compañero de trabajo y ellos cambiarían la vida de personas. Juntos.
Espera. ¿Desde cuando sus sentimientos por las personas florecían como mantos poéticos? La nostalgia súbita con Luna, el orgullo de Malfoy. Amortentia causaba obsesión e infatuación, pero...
Ay, no quería pasar un día con sentimientos más intensos causados por una poción descontrolada.
- ¿Sabes nuestro proyecto paralelo? – El proyecto era "Como desbancar el actual Consejo de Gobernadores" – Aparentemente, ellos son apuntados por tiempo de existencia de la familia.
- ¡Pero eso haría con que las familias de "sangre más pura" – hizo aspas con los dedos – siempre fueran favorecidas! – exclamó, indignada pero aún más orgullosa.
- Exactamente – él dijo, dando la vuelta en la mesa de ella para colocar un mazo de papeles frente a Hermione. – Es un documento muy antiguo, de la época de la fundación de Hogwarts. Aquí – él dijo, inclinándose por cima del hombro de ella para apuntar para el documento, los ojos acompañando las líneas mientras él se aproximaba más para leer con ella.
Hermione tragó. Los dedos cogiendo firmemente la mesa. Automáticamente, inspiró. Ansiosa, pequeños suspiros cada segundo interrumpían su respiración. - O sea, el cargo es hereditario.
Lo silencio de ella lo hizo coger los apoyos de la silla y volcarla para él. Hermione, ojos anchos y quejo caído, lo observaba. Las mejillas progresivamente más rosadas. Algo subía y descendía por el cuello femenino, pero parecía que ella no era capaz de tragarlo.
- Granger?
Cielos. Cielos. ¡Draco Malfoy! ¡Draco-oh-Merlin-Malfoy olía a césped!
Eso no iba a terminar bien.
