El mundo y los personajes de Digimon no me pertenecen. Esta viñeta está libremente basada en la canción 'Burn' de The Pretty Reckless.
Aquí viene la oscuridad.
"¿Hola…?"
Entre la niebla negra y el fuego oscuro, sin otra posibilidad que existir sobre las cenizas secas de un pasado brumoso y a la espera del porvenir inminente. ¿Era realmente importante el destino? Con su nombre perdido entre los retazos de su vida, el llanto de una mujer ahogándose en una pena sin razón y el dolor consumiéndose en un odio helado. Con los vestigios de las emociones pasadas, el olvido de los pensamientos consecuentes y la soledad de una tristeza nombrada.
Completamente solo en un mundo extraño… A la deriva.
Perdido.
"¿Hay alguien ahí?"
Nada importaba más, nada más que las tinieblas que se tornaban más oscuras con cada instante que se agregaba en la escala de tiempo. Los rostros familiares que se desvanecían, las fotografías de la memoria destrozadas flotando en el aire.
El sopor, el letargo, la calma… Y unos ojos rubíes que refulgían en la noche negra. Que corazón tan oscuro, parecía recitar el silencio. Tan oscuro.
"¿Tú quién eres?"
Las sombras compañeras no dañaban el mutismo y la promesa de un mundo perfectamente oscuro seguía resonando en el silencio impuesto.
Cuando no hay propósito propio y la voluntad es ajena, la iniciativa en realidad queda olvidada y no hay reflejo que pueda mostrar la apatía en la que duerme un corazón cegado. Sí, cegado gracias a sus momentos de absoluta soledad y desesperación…
Yo soy el líder del Mundo Oscuro. Te concederé el poder…
Las promesas perdidas resonaron en sus pensamientos embotados y aturdidos…
Promesas rotas, congeladas en el tiempo, predestinadas a no cumplirse jamás.
El poder de los Espíritus de la oscuridad.
Los datos que arribaban de todas partes como fuente de poder, el generador y el augurio de la promesa latente. Un montón de datos, información sin origen y sin final. No debía hacer más que reunirla, era el precio para su deseo.
Deseaba un mundo oscuro, un mundo sin dolor amargo, sin penas que extinguir.
Un mundo negro en el que ya no existirían vestigios de quién había sido, no habría rastro alguno del pasado que le aterraba recordar. Los días solitarios, amargándose por algo precioso que quedó estancado, se esfumarían. Las mañanas de plata se extinguirían entre suspiros y el agua oscurecida como en un mar de tormentos permanecería estática hasta el final.
Una promesa de superación y el designio helado de su perdición. Invadió su alma perdida, su corazón angustiado y cada rincón vivo de su ser…
La oscuridad ya está aquí.
"Pero… ¿Y yo quién soy?"
(...)
N/A: Cada vez que escuchaba la canción no podía dejar de pensar en Kouichi así que, naturalmente, todo hizo conexión. Así fue como terminé escribiendo esto en lugar del capítulo siguiente de La caja de Pandora, que era el plan original.
Gracias por leer.
