¡Hola! como les va? Bueno, esta historia, la escribí hace unos años, y también hasta hace unos meses, estuvo publicada aquí en , pero la quité para poder cambiarla un poco y también corregirla. Aquí va el primer capítulo.

Disclaimer: Ninguno de estos personajes me pertencen. Son, ellos y los lugares aquí descritos propiedad exclusiva de Jk Rowling.

Esta historia está ambientada en Howgarts, entre el 6to y 7mo año.

Si les gusta, ya saben, dejénmelo saber :)


Tres errores

Otra noche más, como es de costumbre ya desde hace varios meses, camino por los fríos pasillos en dirección a la mazmorra de Snape.

Paso tras paso una emoción a la que no puedo ponerle nombre hace sacudir todo mi cuerpo.

Desde hace un tiempo, noto que Snape ya no se comporta como solía hacerlo.

Al menos no conmigo. Su mirada de odio no está siempre presente y hasta he logrado sorprenderle mirándome.

Estos castigos espontáneos y sin justificación han pasado casi siempre de la misma forma. Yo entro, me siento y él me pone en la tediosa tarea de limpiar calderos, vaciar sapos o cosas de repugnancia por el estilo. Mientras yo desempeño mi labor, él finge corregir, aunque a veces no disimula en lo más mínimo y se queda observándome por largo rato.

A veces con sentido odio, otras con marcada inexpresividad y hastío tal, que se me erizan los vellos de la nuca.

Un día sin habérmelo esperado comenzó a hablarme, con reticencias y frialdad en su voz, no era un tema en sí demasiado interesante. Sólo banalidades acerca de mis trabajos entregados, mofándose de lo poco estudioso que es Harry o las lentas cualidades cognitivas de Ron. No con estas palabras, claro.

Sus castigos fueron cada vez más frecuentes y fue por eso, que comencé a sospechar que algo de nuestros encuentros a él, de alguna sórdida manera le gustaba, o al menos le simpatizaba pasar el tiempo torturando a alguien de una forma académica más allá de las horas de martirio que consistían sus clases.

Hasta incluso se llegó a tomar el atrevimiento de llamarme por mi nombre, cosa que me pilló descuidada (en sí no sé cuándo diablos una puede estar preparada para que alguien como Severus te tuteé) y me dejó sin habla por unos buenos minutos, por lo que Snape no volvió a hablarme y yo, por algún motivo, que no he querido analizar en profundidad, no pude volver a verlo a los ojos.

Hasta que una tarde, todo se volvió jodidamente más difícil.

Limpiando un caldero con una sustancia muy sospechosa, me lastimé la mano y esa sustancia acuosa y amarillenta con pinta a podrida se adentro en la lastimadura como si hubiese cobrado vida. Rápidamente mi mano se hinchó dos veces su tamaño y comenzó a supurar.

Snape se acercó corriendo y me tomó la mano. Primer error. Una corriente eléctrica me recorrió la espina tal como si hubiese tocado un enchufe arreglado por el señor Weasley y nuestros ojos se encontraron por primera vez.

Por su rostro, a él le sucedió algo similar.

-Quédate quieta- me dice cortante y sacando su varita, la apoya sobre mi piel. Un rayo de luz blanca, expulsa el veneno y cauteriza la herida.- Ahora Srta. Granger, haga el favor, de no tocarse esto y vuelva aquí mañana así se lo curo de nuevo-.

Sin volver a mirarme, tomó el caldero y desapareció tras una estantería, dejándome bien en claro que me tenía que ir.

Las curaciones fueron tan incómodas como el momento en que nuestras manos se encontraron aunque su tono se suavizó, hasta los más "amable" que su naturaleza le permitía, siendo su roce indescriptiblemente placentero y tan cuidadoso como el de quién toca los pétalos de una rosa antes de que éstos caigan al suelo.

Ésa semana cuido su lenguaje de mensajes hirientes hacia en mí en su clase, y durante los castigos, -que cabe aclarar que no se suspendieron- se preocupaba por mí de manera excesiva, aunque por lo que leí el veneno del caldero no era tan peligroso para semejante desasosiego.

Pero luego, de nuevo todo volvió a ponerse patas para arriba.

Sus miradas hostiles, su trato odioso y vil aparecieron nuevamente después de que me descontara 20 puntos a mí y otros 20 a Harry. Aparentemente, que yo le acomodase el cabello a Harry detrás de la oreja fue algo inconcebible para él aunque a mí eso me importe un bledo y me haga dar ganas de ir gritarle un par de cosas que de seguro me acarrearían otros 20 ó 30 puntos más quitados de nuestro tablero.

Desde entonces, se puso rígido y serio, no compartía la sala de nuestros castigos y obviamente hacía como que yo ni existía en clase, burlándose más de lo habitual con los Slytherins acerca de mí y de mis amigos. Segundo error.

Una tarde de mucho calor en las mazmorras, estaba yo con un endemoniado caldero que no sólo se escurría de mis manos cada vez que intentaba fregarlo, por lo que tenía que perseguirlo por media mazmorra hasta ponerlo de nuevo en mi mesa, sino que estornudaba su contenido, echándomelo en la cara. Severus apareció con gesto ofuscado y caminando con paso apretado, tiro el caldero de un solo golpe contra el suelo y apoyó ambas manos sobre mi mesa.

-Digame Srta. Granger, ¿qué tiene Potter para que esté siempre tan pendiente de sus movimientos? ¿Es dinero, poder, fama? ¿Qué le ve una chica con su cerebro a un mentecato como él?

Mi boca se abrió, se cerró, se volvió abrir y se cerró nuevamente. Mi cerebro estaba como detenido. ¿Esto estaba pasando realmente?

Creo que, finalmente, mi cara le debe haber contestado por mí, porque me dejó ir, no sin antes, avisarme que debería volver al día siguiente y creo, firmemente que ese fue el punto de inflexión entre nosotros.

Toco la puerta y espero. En el pasillo hace un frío increíble. Una tormenta se desató sobre Hogwarts. Lluvia, relámpagos y truenos cubren al castillo haciéndome sentir inmensamente pequeña y diminuta contra semejante temporal.

Miro con asombro los grandes ventanales ya que algo del tamaño de una bludger recorre el patio y quema el césped que roza a su paso. De pronto, comienzan a caer más centellas y una de ellas se dirige hacia donde estoy parada yo.

Atino a sacar la varita pero una fuerza mayor me atrapa y me corre de un empellón de su paso.

-¿Acaso estás loca?- susurra mi profesor de Pociones cerca de mi cara.

No… quise hacerla desaparecer pero mi varita no respondió.- contestó tratando de parecer altiva y no reconocer cuán agradable me es sentir su peso ahogándome contra la pared.

-Olvidé comentarle que el veneno que estuvimos curando, afecta sus poderes por un tiempo…- abro la boca totalmente sorprendida. Así simplemente así, me suelta que "afecta tus poderes por un tiempo", estoy por replicar pero me interrumpe.

-No se vuelva neurótica Srta. Granger, los recuperarás rápidamente si sigue viniendo aquí a curarse la herida. Ahora si me hace el honor, entre…- se separó de mí sin mirarme y abrió la puerta dejándome pasar. –Venga, por aquí- me guía a través de una serie de estanterías y cuando su mano toca un libro que abre una especie de pasadizo, un trueno hacer temblar el colegio, una fuerte ventisca se cuela por cada rincón y silba a través de los recovecos de las ventanas amenazando con abrirlas. Las estanterías se mueven violentamente y los frascos tintinean rabiosos en sus estantes.

El ruido de los relámpagos cortando el aire y los truenos unos segundos después hacen que el ambiente se vuelva pesado y el ruido, ensordecedor.

Siento que Snape está cerca de mí, parado, tieso, sin saber, igual que yo, cómo tomar semejante carga de energía eléctrica que es demasiado extraña para ser una tormenta real. Aún sin saber qué hizo exactamente Voldemort antes de desaparecer, puedes adivinar que está ocurriendo lo mismo de nuevo.

Un relámpago ilumina el angosto pasillo y el tiempo se ralentiza de tal forma que parece que todo sucede en cámara lenta. Su mirada es sombría y un segundo después avanza hacía mí con gesto preocupado y asustado y me doy cuenta que una estantería está viniéndose abajo y yo estoy directamente en su camino. Siento que caemos lentamente, él sobre mí, protectoramente y un segundo después, el golpe de los pesados biblioratos retumba sobre su espalda haciendo que se encoja en un gemido de dolor.

Su respiración en mi cuello, cerca de mi oreja derecha hace que se me ponga la piel de gallina. Todo su cuerpo en toda su extensión, está sobre el mío y por más que intente no ponerle nombre a lo que siento o siquiera analizarlo, no puedo evitar una sensación rara pero placentera que baja desde mi estomago hasta donde no sé donde.

Suspiro antes de hablar y bajando la voz le pregunto- ¿Estas bien?- creo que a estas alturas el formalismo de "nuestra relación" se ha ido diluyendo.

-Si, creo que sí- intenta incorporarse, pero mis manos cobran vida y lo retienen contra mi cuerpo. Acepta la insinuación y se queda quieto. Expectante al igual que yo.

Me sobresalto con el estruendo de un trueno contra los muros y lo próximo que veo es su rostro contra el mío. Sus ojos perforando los míos y su aliento acariciando la punta de mi nariz.

Quema, todo quema, el aire, sus manos, las mías. Cierro los ojos y lo siento con cada parte de mi piel extendiéndose junto a la suya.

Snape se incorpora rápidamente y me extiende la mano. Me levanta de un empellón y quedamos cara a cara de nuevo. Esta vez, como poseída por una sensación de audacia y valentía desenfrenada, me pongo en puntas de pie, y sin quitar mis ojos de los suyos, rozo sus labios con los míos. Él despega los suyos apenas y luego suspira.

Vuelvo en mí, pego la vuelta sobre mis talones y corro.

Corro fuera de las mazmorras, corro sin sentido por un buen rato, corro sin saber dónde hasta que me quedo sin oxígeno.

No sé que pasó, si la lluvia, la tormenta, la electricidad por todos lados me llevó, nos llevó a esa situación.

Siento la lluvia empaparme en menos de dos parpadeos y noto que llegué al jardín. Miro el cielo como buscando una respuesta, pero sólo hay lluvia golpeándome la cara, devolviéndome al mundo real, aunque hambrienta de saber qué hubiese pasado sino huía.

Me doy vuelta, esperando encontrarlo, como toda película cursi de muggles. Pero sólo veo los árboles doblándose por el viento.

¿Cómo rayos llegamos a esta situación? ¡Él es Severus Snape por todos los cielos! ¡El profesor de Pociones, de Defensa contra las artes oscuras! ¿Cómo se supone que vamos a volver a la normalidad después de esto?

Miles de preguntas desfilan en mi mente y se agolpan una tras otra sin tener respuesta. Después de horas bajo la incesante lluvia, vuelvo a la torre de Gryffindor. Probablemente aunque dormir no resuelva el problema, por lo menos me relaje los músculos.

El día amanece gris, igual que mi ánimo.

Caminar hacia el Gran Comedor se me antoja tedioso e insoportable, ya que tendré que encontrarme con Snape también en ése lugar. Con tener clases con él a mediodía me basta y sobra. Cambio mi lugar de desayuno por la cocina y le pido a Dobby que me prepare algo.

Deambulo por los corredores, dándole vueltas y vueltas a las escenas de ayer. A todo. Tan extraño y de alguna forma jodidamente predecible.

Las horas de las asignaturas previas a Defensa, se me pasan más que volando y sin tener tiempo a reaccionar me lo encuentro en la puerta de las mazmorras, regañando a unos Gryffindors.

Entro lo más rápido que me dan los pies y me siento al lado de Ron, detrás de Harry y espero.

Algo parecido al dolor se escurre en mi pecho mientras noto pasar las dos horas sin que Snape siquiera me mire. Simplemente hace como si yo no existiese. Es más aunque no participo, tampoco parece notarlo.

Despide la clase y cuando voy llegando a la puerta franqueada por Ron y Harry, escucho su voz.

-Hoy al horario de siempre, no olvide que sigue castigada, además le restaré 10 puntos por no participar en clase y le añadiré 2 semanas más de castigo Srta. Granger- su voz suena monótona y aburrida, pero hay algo que me suena a molestia, irritación.

Simplemente asiento con la cabeza e intento seguir caminando, pero Harry se da vuelta furioso y le dice:

-Disculpe, Profesor, pero no veo por qué castigarla por no hablar si cuando lo hace también la castiga…Se contradice a usted mismo.

-Yo hago lo que me plazca Sr. Potter y ahora váyase antes de que con su comportamiento empeore el castigo de su compañera o se gane uno usted mismo.

-Entonces castíguenos a los tres- interviene Ron colérico, poniéndose delante de mí y por consiguiente, tapándome todo el panorama y la reacción de Snape.

-5 puntos cada uno y salgan de mi presencia en este instante. ¡YA!- levanta la voz y avanza hacia nosotros, cerrándole la puerta en las narices a los chicos.

-Juro que algún día, le meteré la escoba por el culo- sisea Ron, fuera de sí.

-Hermione,¿quieres que te acompañemos hoy en la tarde?- Harry me mira, entre furioso y preocupado.

-No…no…no hace falta- sonrío no muy convencida. Como veo que ambos están por abrir la boca para convencerme los corto- No hace falta que me acompañen, si quieren vengan a buscarme. Supongo que no será más de una hora. Tercer error.

Para cuando el sol se terminó de esconder yo ya estoy parada esperando que Snape me abra la puerta.

-Adelante- murmura desde adentro. Una vez que paso, veo que ha preparado más de 10 calderos, infinitos frascos con contenidos indescifrables y no alcanzo a ver cuántas cosas más, para que limpie y etiquete.- como verá Srta. Granger, todo sigue igual que siempre. Empiece cuando quiera y dígame en qué preciso momento tendré que salir para decirle a sus amigotes que se vayan porque usted no ha acabado con su labor. Si es que pueden entender un no por respuesta, claro.

-Dentro de una hora- lo miro desafiante, enojada por su acotación, innecesaria por cierto, de "todo sigue igual que siempre"...si lo que él tenía en mente es que yo me tirara en sus brazos, pues que se vaya buscando un banco cómodo para sentarse.

-Muy bien, así será- dice con una sonrisa torcida y pérfida. Se sienta directamente delante de mí y me observa. Cada uno de mis movimientos, cada suspiro, cada bufido, todo. Lo cual me pone muy nerviosa y se me caen los frascos de las manos o transpiro de tal forma que tengo que sacarme el sweater bordó y remangar mi camisa.

Snape no se pierde detalle y a la hora especificada, sale a la puerta en busca de mis amigos.

Vuelve con una sonrisa asomándose a sus labios.- Para su mala suerte, sus amigos no son puntuales así que supongo que ahora tendrán que quedarse con la duda de si usted se fue antes de que lleguen o se irán cansados de esperarla-

-Disculpe, Profesor, pero quisiera saber de qué va todo esto- no pude contener mi rabia ni un minuto más. Parece más cínico que de costumbre.

-No sé de qué está hablando Srta. Granger- me mira divertido- ah, no, espere, lo recuerdo- da un paso hacia mí y yo retrocedo otro.- el momento específico en donde usted me abrazó y luego me besó ¿Tal vez?

Abro y cierro la boca, pero como sé que mi silencio no servirá de respuesta, cierro los ojos y poniendo los brazos en jarra le contesto- Creo que usted tampoco se quejó, Profesor.

-No juguemos al gato y al ratón Srta. Granger, usted sabe bien que se metió sola a la boca del lobo- Avanza más y más hasta que siento la pared helada contra mi espalda.- y supongo que sospecha cual de los dos es el ratón.- Su boca se cierra sobre la mía y su cuerpo me envuelve completamente.

Golpes que hacen temblar la pesada puerta de madera, nos sobresaltan a ambos, que seguimos besándonos lánguidamente, sin mediar palabra o sin siquiera mirarnos por mucho tiempo.

Me suelta suavemente y yo recojo mi sweater, mi corbatín y mi varita. No me doy vuelta para no tener que decidir entre irme o quedarme. Si lo miro, tal vez, todas las preguntas que están en mi garganta, se disparen automáticamente.

-Misma hora mañana, Granger- musita con voz ronca sin obligarme a observarlo. Supongo que debemos estar en la misma situación. O tal vez no, no lo sé.

Salgo al viento fresco que corre por los pasillos y cierro la puerta tratando de dilatar el momento en que tenga que mirar a mis amigos a la cara y simular que allí dentro no pasó nada.

-¿¡Por qué demonios te dejó aquí dentro 2 horas más?! ¿¡Te hizo algo Hermione!?- Harry me toma por los hombros y luego me suelta, revolviéndose el pelo fuera de sí.- Estábamos por ir por McGonagall para que arregle esta situación- dice Ron rabioso- esto no puede ser, ¡maldito estúpido!.-

-No es nada…sólo fueron demasiados-miradasdiscusiónbesoscaricia smiradascitanueva-calderos por limpiar.