El día en que Steve Malcom fue elegido por Aslan para portar una de las 6 espadas de la infinidad jamás creyó que llegaría a encontrarse en una situación como esa. La tierra temblaba, el tiempo parecía detenerse y los mares se levantaban ante cada golpe entre los dos guerreros. Sí alguien en Narnia hubiese escuchado el estruendo de la batalla habría creído que era el fin de la Narnia que Aslan les había regalado tras el reinado del Rey Tirian.
El Gran León luchaba de manera frenética pero increíblemente su poder, que había sido suficiente para hacer que Narnia naciera, no bastaba para hacer que el gran Emperador cayera.
Mientras escapaba del lugar de la batalla Steve sollozaba, su único amigo estaba siendo capturado y posiblemente moriría. Desde que el último eclipse había ocurrido, El padre de Aslan, El Emperador Allende de los Mares había estado fuera de control, tanto que el mismo gran León tuvo que intervenir. Lamentablemente los resultados no habían sido los esperados.
Si llegaba a la entrada de la cueva estaría a salvo, y podría encontrar al primogénito de Narnia y su mundo aun tendría esperanzas, solo unos metros más, faltaba tan poco que ya podía sentir el aire fresco del mundo exterior.
Una luz cegadora y toda la esperanza se esfumó.
Mientras eso ocurría, un joven chico de cabello amarillo despertaba sudando, preguntándose por qué había soñado con un león y un caballero, ambos gigantes, y con un chico con un gran escudo suplicando por ayuda.
