Contigo o sin ti
Fuego
Mi vida se estaba consumiendo cada segundo que pasaba, no me daba cuenta de lo que pasaba a mí alrededor.
Extrañaba a mí familia, necesitaba ayuda, estaba muy mal. Porque me había dado influenza española.
Desde la última vez que había estado despierta era la última vez que hablé con mi madre Adeline, era una madre estupenda la quería como a nadie, también estaba mi hermanito Alexander, a él lo cuidaba mucho y mi padre Danielle era una persona genial.
En algún momento de mi delirio, me empecé a consumir en el fuego, tenía tantas ganas de gritar y de pedir ayuda, pero mi voz estaba sepultada en mi garganta.
Trataba de abrir los ojos pero los músculos no me funcionaban. Me sentía tan incomoda, por lo que opté a pensar en mis últimos días con mi familia.
Pasaba el tiempo y el fuego se iba extinguiendo, comenzaba a escuchar a mí alrededor, podía escuchar una televisión y eso me extrañaba ya que estaba en un hospital. También se escuchaban varias voces, a estas no les hacia caso debido al dolor.
El dolor se iba apaciguando y podía escuchar con más claridad las voces, murmuraban demasiado bajo pero sorprendentemente los podía escuchar como si hablaran en voz alta. Hasta que logré escuchar una voz hermosa que nunca había escuchado en mi vida.
-¿Crees que esté bien?-preguntó la voz hermosa
-No lo sé, talvez, ya está más pálida-contestó otra voz muy familiar.
Escuché unos pasos alejándose, quería preguntar que me pasaba pero mi voz seguía sepultada en mi garganta. En mi mente examinaba la voz familiar que había escuchado pero mis recuerdos eran muy borrosos.
El fuego se iba apagando lentamente y yo iba recuperando mayor fuerza de lo normal y eso me asustaba.
Ya no había fuego, estaba decidida a abrir los ojos pero tenía miedo de lo que podía suceder en cuanto los abriera.
No seas cobarde me dije a mi misma y abrí los ojos.
No estaba en el hospital, sino era una recámara muy colorida y luminosa. Había dos hombres parados cerca de la puerta de espaldas a mi, uno rubio y uno de cabello de color bronce, el segundo salió y el rubio se me acercó a mí cuidadosamente y fácilmente lo reconocí porque había sido la última persona que había visto antes de caer en mi delirio, el doctor Aquila.
-Hola Nath-me saludó.
-Doctor Aquila ¿dónde estoy?-estaba totalmente confundida.
-Estas en mi casa, Nath-
-¿Por qué, y mi familia?-pregunté
-Están en tu funeral-contestó avergonzado bajando la cabeza.
-¿Pero cómo es posible?-susurré
-Lo siento, Nath pero ellos creen que estas muerta-
-¿Por qué hiciste eso?-grité
-Estabas al borde de la muerte y quise salvarte la vida-concluyó Ian.
-Pero, entonces ¿qué soy?-
-Eres cómo yo,…un vampiro-parecía arrepentido pero no entendía lo que decía, yo no creía en esas cosas, no hasta ahora.
-¿Qué?-susurré
-Lo siento mucho, Nath, pero te prometo que todo va a salir bien, no te vamos a dejar sola-prometió.
-¿Vamos?-pregunté algo extrañada porque hasta dónde yo sabía el doctor Aquila no tenía familia.
-Si, yo y mi familia-respondió-son unas personas muy agradables te van a encantar-
-Antes de conocerlos ¿me puedes platicar más de ellos?-sugerí.
-Claro, mira, tengo 2 hijos y una ya está casada y mi hijo todavía es soltero y está mi esposa Katharine-
-¿Cómo se llaman sus hijos?-pregunté
-Mi hija tiene 25 y ahí se quedó, se llama Vanesa le decimos Ness y mi hijo se llama Erick y tiene 24 ¿tú tienes 24, es así?-preguntó indiferente.
-Si, ¿qué piensas Ian?-pregunté maliciosa
-Nada-Dejé pasar esa indirecta de largo.-Y mi esposa Katharine es una mujer asombrosa-
-Bueno, me puedes platicar más de esta nueva vida que en realidad no se nada porque antes no creía en nada de esto y mira lo que sucedió-terminé.
-Esta vida tiene ventajas y desventajas, una de las ventajas es que algunos de nosotros salimos dotados de algunos dones sobrenaturales como mi hija e hijo, Ness puede mover cosas con su mente y Erick puede controlar los pensamientos de los demás-
-Wow-dije.
-Otra ventaja es que somos muy rápidos y somos más ágiles, pero una desventaja es que al salir a la luz del sol estamos más pálidos de lo normal y más bellos algo que no es normal para los humanos y cuando no nos alimentamos lo suficiente nos podemos desquiciar e incluso matar a nuestra propia familia. Pero no es tan malo como crees, después de todo somos felices.-
-Tienes razón-contesté
-¿No podré ver a mi familia de nuevo?-Si no podía ver a mi familia de nuevo me sentiría muy mal pero muy mal.
-Nath…, no creo que puedas ya que eres peligrosa para ellos y también creen que está muerta, en serio lo lamento tanto.-
Ahora que tenía una respuesta me sentí muy mal que ya no podía impedir sentirme así, no me había despedido de mi madre Adeline, de Alex y de Danielle.
Si hubiera podido enterarme de lo que me pasaría me hubiera despedido.
De mi garganta salieron inesperados sollozos e Ian me escuchó.
-Nath, ¿estás bien?-
-Claro-la voz me falló y se me quebró en la última silaba.-Solo dame un minuto-le pedí a Ian.
-Claro-intenté distraerme y por primera vez aprecié muy bien la habitación. La habitación era muy contemporánea y elegante, una vez en mi vida había visto esto pero solamente en un sueño lo cual era extraño.
-Es preciosa la habitación-comenté.- ¿De qué tiempo es?-
-Es del siglo XVII-
-¿Cómo formaste a tu familia, Ian?-
-Bueno a la primera fue a Katharine estaba casada con ella en mi vida humana y a los dos nos transformaron al mismo tiempo, al siguiente fue a Erick, estaba muriendo debido a los balazos que le habían dado en el estómago y solo le quedaban unos minutos de vida y a Ness, ella estaba sola no tenía a nadie y ella sola recurrió a mí y la recibí con los brazos abiertos, eso quiere decir que cualquier persona que busque ayuda o consuelo no importa quien sea siempre será bienvenido, y si tú quisieras puedes formar parte de mi familia eso me encantaría con toda el alma.-me comentó Ian.
En mi vida anterior había estado a punto de casarme con un muchacho llamado Jonathan Vangel, a él lo amaba tanto pero desde que me enfermé nos habíamos distanciados y ahora para mí ya no había amor en mi vida.
-Ven, Nath, te muestro el resto de la casa.-dijo Ian.
Ian y yo salimos de la habitación, el pasillo afuera de la habitación era impresionante, era muy colorido, si así era el pasillo la casa debía de ser esplendorosa, pasamos frente a la habitación de Ness y de Erick, la única que me enseñó fue la suya, era gigante y hermosa, en el centro había una gran cama y el resto de la habitación tenía libreros y un sillón.
Salimos de la recámara de Ian y Katharine.
-¿Quieres conocer a mi familia?-preguntó.
-Si-en mi voz se notaban los nervios que me daban al estar a punto de conocer a su familia.
La Familia
Bajamos por unas escaleras gigantes y hermosas, al terminar las escaleras tres personas estaban reunidas platicando y riendo.
Ian se acercó a la mujer que se veía mayor y la besó y fácilmente la identifiqué como Katharine.
-Hola familia-saludó Ian.
-Hola, papá-saludaron Ness y Erick.
Erick era guapísimo tenía el cabello negro despeinado, sus ojos eran color púrpura oscuro, su tez era igual de blanca que la mía, era alto y muy musculoso.
-Hola, les presento a Nathaly Wadlow.-me presentó
-Hola, Nath yo soy Katharine-se presentó, Katharine era una mujer que se veía joven pero más grande que los hijos, tenía el cabello de color entre rubio y rojizo y lacio hasta la cintura.
-Me encanta conocerla-proseguí.
-Háblame de tu-dijo
Asentí con la cabeza. La siguiente en presentarse fue Ness, era de cabello café hasta los hombros.
-Hola, Nath-me saludó eufórica.
-Hola, ¿eres Ness, verdad?-
-Claro-
A su lado estaba Erick cruzado de brazos mirándome con cara de repulsión. Me apresuré para estrecharle la mano.
-Hola-lo saludé acercando mi mano a la suya.
-Hola, ¡no me toques!-dijo alejando su mano de la mía.
Lo ignoré y me volví a Katharine que me había hablado:
-Nath, tu habitación todavía no esta lista pero puedes utilizar la de Erick.-
-Gracias-
-¡¿Qué?!-gritó.
-Erick, cállate…-dijo Ian.
Erick se calló y se cruzó de brazos indignado.
-Ian me comentó que estabas casada con alguien, Ness.-me volví a Ness.
-Si, es que salió a cazar pero se llama Aaron-comentó Ness.
-Si no les molesta quiero subir a descansar un rato-anuncié.
-Claro, recuerda que es tu casa-dijo Katharine.
Subí las escaleras arrastrando los pies pues estaba hecha polvo no físicamente sino sentimentalmente.
Reconocí la habitación de Erick porque Ian me la había mostrado por fuera, la recámara era impresionante, tenía una televisión de pantalla de plasma, un lujosísimo aparato de música, al fondo de la recámara estaba un violín negro precioso me impresionó que Erick supiera tocarlo.
Me olvidé de todo eso y me dirigí a un sillón blanco y me hice bolita.
Me sentía fatal por no volver a tener mi vida de antes, empezar una vida nueva que no sabía nada de ella.
No conocía nadie me sentía sola en el mundo, ya no creía en el amor y sobre todo después de conocer a Erick.
Pasó media hora y tocaron a la puerta.
-Adelante-susurré lo suficientemente bajo como para que me escucharan.
No me importó quién entró porque me sentía desmoronada.
-¿Estás bien?-preguntó una voz muy amable pero para mi era familiar. Voltee a ver quien me había preguntado y me llevé una gran sorpresa era Erick.
-Me siento mal-susurré.
-Ven-susurró. No sabía lo que quería pero me senté a su lado y él me pasó un brazo por los hombros, en ese momento me olvidé de cómo se había comportado y le rodeé la cintura con mis brazos, pensé que eso lo molestaría pero no lo hizo, al contrario creo que se sintió cómodo con eso.
-Todo va a salir bien, Nath-me consoló Erick.
-Es que no sé.-contesté
Erick me puso un dedo en los labios para que guardara silencio y como una niña pequeña me empezó a mecer suavemente.
-Bien,..-empecé-vamos a cambiar de tema.-propuse
-
