Si me dieran a elegir

Yo elegiría esta salud de saber que estamos muy enfermos,
esta dicha de andar tan infelices.
Si me dieran a elegir

Yo elegiría esta inocencia de no ser un inocente,
esta pureza en que ando por impuro.

Si me dieran a elegir

Yo elegiría este amor con que odio,
esta esperanza que come panes desesperados.

Aquí pasa, señores,
que me juego la muerte.

...

PROLOGO

No tenía mucho sentido lo que acababa de ver. Aun así, claro iba a estar que sus ojos neutrales no demostrarían ni un momento de molestia aunque tampoco los despegaría de ella. Era un lujo necesario penetrarla con sus pupilas y hacerla retorcerse de los nervios loca de pudor, temblorosa de miedo. Gustaba de hacerlo desde que había regresado a la aldea o tal vez desde hacía mucho antes aunque... eso no en realidad todavía no lo sabía.

Por ahora Sasuke Uchiha veía a la Hyuga y una descomunal fuerza ajena lo tentaba a mirarla hasta sentir en él, mismo el temblequeo de ella.

Luego de tantos años de ausencia en la aldea, la interceptó por primera vez marchando a su nuevo trabajo. Caminata suave pero pasos apurados, ojos en el suelo y labios apretados. Lo que sea que llevara en sus brazos lo transportaba como si perderle sería un asunto de vida o muerte. Pero eso no era realmente importante, lo que importaba era la necesidad creciente de tomar a esa chica insensata, torpe y obtusa.

¿Para qué? Para él.

Igualmente y para ser redundante: no tenía mucho sentido lo que acababa de ver. Inuzuka se había posicionado detrás de ella y en medio de una sincronía de risas le había cruzado los brazos en el pecho, respirándole demasiado cerca de la nuca. Sasuke, en Ichiraku e ignorando el parloteo incesante de Naruto acerca de cómo se violentaba Sakura y otras tonterías, sonrió de lado. El amiguito perruno estaba claramente celoso e inseguro.

El equipo ocho parecía volver de una misión y a pesar de su lastimosa apariencia, se habían tomado un momento para admirar un puesto de dulces. Hinata Hyuga parecía demasiado encerrada en aquella fiesta de colores y chistes de Kiba cuando un disimulado pero certero calor le acarició la espalda, no se trababa del abrazo fraternal que su compañero acababa de darle. Elevó los ojos y en el cristal de la vidriera, más atrás del estoicismo de Shino, pudo notar los ojos de Uchiha Sasuke enterrados como flechas venenosas en los suyos.

La atravesaron.

Desvió la mirada e intentó pensar que su Byakugan cansado le juega una mala pasada. Propuso seguir caminando, Shino obedeció sin más y Kiba no se preguntó porque ella quiso retirarse repentinamente. Se marchan.

Naruto detuvo su largo y tendido monologo en seco: se había quedado analizando la mirada de su compañero. Cree conocerlo como nadie y supo con conocimiento de causa que ese destello oscuro no era sano, que lo encontraba más ajeno que otros días, que estaba formulando algo. Algo nunca bueno.

Y todo fue para peor cuando Kiba, en la lejanía volteó enviando un corto mensaje amenazador hacia ellos.

La tensión cortaba el centro poblado de Konoha como el acero.

—¿Hay algo malo?— indagó con inédita seriedad y sin dejar de ver extrañado al equipo ocho alejarse.

Sasuke bebió un último sorbo de té y sus ojos, interceptados por un mechón de cabello ya demasiado largo, no abandonaron la menuda figura que se escapaba aterrada de su campo de visión, volvió a sonreír.

—Nada— aseguró.