Bueno, aquí les quiero presentar un proyecto que había estado guardado en una carpeta perdida de mi computadora.

Para que tengan en claro, solo lo publico para ver si les gusta la idea, en caso de recibir respuestas negativas, no me sentiré mal y le daré de baja a esta historia. Así que por favor, les invito a leer los primeros tres capítulos de esta historia.

No soy dueño de ningún personaje, todo recae en los derechos de Rowling y Kishimoto.


Capítulo 1: La sombra del fuego

El hecho de que el cielo estuviese despejado, los pájaros cantando felizmente, las ramas de los frondosos árboles meciéndose suavemente con la fresca brisa, y que la pila de papeles que por arte de magia siempre aparecían en su escritorio fuese casi inexistente, declaraba que era un magnifico día para Tsunade Senju.

Después de sellar lo que era el último documento de la jornada, la Godaime Hokage se levantó sigilosamente de su silla y, lentamente se acercó al sillón que decoraba su oficina, en donde se encontraban las razones por las cuales ella, ahora, sonreía diariamente.

Dos personas se hallaban durmiendo plácidamente en el cómodo asiento de la oficina del Kage de Konoha. La primera de ellas era una pequeña niña de unos cinco años, con una larga cabellera rubia como la de su madre desparramada sobre el pecho de la otra persona que se encontraba con ella, la cual en estos momentos vendría a ser su padre. De alborotado pelo negro y unos torcidos lentes redondos, que luego de un largo día de trabajo en el hospital había decidido ver a su esposa en su lugar de oficio que ella denominaba la mayoría de las veces como infernal.

Levantando suavemente la cabeza del pelinegro, Tsunade se sentó sin generar ruido alguno y depositó la cabeza de su esposo en su regazo, solo para que inmediatamente se ponga a jugar con su pelo mientras depositaba pequeños besos en las frentes de sus dos dormilones. Los ANBU que se encontraban en la oscuridad resguardando por el bienestar de su jefa y familia, no podían evitar esbozar unas sonrisas ante la dulce vista que estaban apreciando en esto momentos, pues, a decir verdad, sino fuese por ese pelinegro que dormitaba bajo los mimos de su esposa, Tsunade hubiese seguido con la costumbre de emborracharse a cada momento tratando de ahogar sus penurias. Ellos realmente agradecían el día que el hombre había caído literalmente del cielo, delante de la rubia unos meses antes de la invasión de Oto y Suna. Al principio se encontraban escépticos con respecto a la credibilidad de la historia, pero luego de verlo luchar la cuarta Gran Guerra Ninja cuidando el bienestar de la Senju, no tuvieron más remedio que creer cada palabra que habían oído anteriormente. Ganándose así el respeto de no solo los ANBU y ninjas de la Hoja, sino de los demás países del continente elemental. Muchos pensarían que el último Uzumaki o Uchiha eran personas que podían hacer frente a lo que fuese, pero cuando se trataba de alguien que amenazaba la seguridad de la Godaime Hokage, nadie era más mortal y efectivo que su marido, el Mahou-Sennin, ninja SSS en los libros bingo con la clara anotación de nunca, pero nunca mencionar el nombre de la rubia en su presencia a menos que quieran morir de la manera más espantosa posible.


Sintiendo una ligera perturbación en su cabellera y una leve sensación de calidez en su cara por ciertos momentos determinados, Hari abrió los ojos y vio a sus ángeles de pelo rubio. Una durmiendo en su pecho y la otra, de ojos color miel, sonriéndole mientras jugueteaba con su pelo.

Él nunca se arrepentiría del momento en el que se enamoró de la Senju. Aunque fuese una relación un tanto complicada al principio, con discusiones y momentos en donde se ignoraban, terminaron por aceptar mutuamente sus sentimientos. Y gracias a esa decisión, habían sido recompensados con una bellísima hija con el pelo de su madre y los ojos de él, que tranquila e inocentemente descansaba bajo las miradas cariñosas de sus padres.

Hari movió suavemente su mano derecha de la espalda de su hija hacia la mejilla de su esposa, llamándole la atención, para regalarle una sonrisa torcida de esas que le encantaban a ella, ya para deslizar levemente los dedos de manera circular, haciendo que la rubia mayor se relaje ante el tratamiento del pelinegro. Luego de un largo rato mimándose mutuamente, Hari deslizó su mano de la mejilla de Tsunade hacia la nuca de ella, mientras provocaba una pequeña fuerza para que la cabeza de su esposa baje a su nivel y sus labios se unan, compartiendo un tierno y amoroso beso, haciendo caso omiso de la urgente necesidad de aire, transmitiéndose todo el amor posible, solo para separarse al final unos centímetros para recuperar un poco de oxígeno y volver a compartir unos pequeños besos, sacándose risitas por sus formas juveniles de actuar.


-Veo que has terminado con tu dosis diaria de papeleo, mi Tsunade-tenshi-

-Costó al principio, pero cuando los vi a ustedes dos esperándome aquí, decidí apurarme, mi Hari-koi-

Antes de que pudiesen volver a hablar, la pequeña rubia que descansaba en el pecho de Hari empezó a moverse lentamente, abriendo sus ojitos, mostrando así las hermosas esmeraldas que heredó de su padre y que fascinaban inconmensurablemente a su madre. Sentándose sobre el estómago de su padre, empezó a desperezarse mediante procesos como bostezos, estiramientos de sus bracitos y refregándose sus ojos, sacándole así muchas risitas ahogadas a sus progenitores, quienes ocultaban sus muecas tras sus manos haciendo que la pequeña haga un puchero.

-Tou-chan! Kaa-chan! No se burlen! Mou…- decía mientras hacía una linda faneca que hizo que sus padres se rían a carcajadas, e incluso los ANBU suelten una risita divertida ante tal pintoresca imagen familiar.

-Ma, ma…no tienes que avergonzarte Mito-hime, para mí es muy lindo lo que haces. Y más aún ya que lo heredaste de tu Kaa-chan- le respondió Hari, dándole un beso en la frente a su hija, haciendo que tenga una mirada divertida, ya que estaba viendo fijamente a su madre, quien se había sonrojado ante las palabras de su marido.

-Así que te ríes de mí cuando me despierto todas las mañanas, no…Hari-koi- comentó la rubia adulta con un tono serie mientras disimuladamente pasaba sus manos por debajo de la camisa de su esposo y le daba una mirada cómplice a su hija quien sonreía malévolamente ante lo planeado por su madre.

-Tsunade-tenshi? Qué haces? Mito-hime? Por qué haces esa cara? – un temeroso Hari balbuceó mientras sentía las manos de su esposa a sus costados mientas que su hija había puesto sus manos en su abdomen.

-No te preocupes Tou-chan. Kaa-chan y yo solamente vamos a enseñarte que nunca debes burlarte de nosotras cuando nos levantemos de descansar. Ahora Kaa-chan! – exclamó Mito a Tsunade, desencadenando así la peor tortura que recibió jamás Hari.


Estuvieron alrededor de diez minutos haciéndole cosquillas a Hari, hasta que en un momento logró zafarse de las suaves garras de sus queridas mujeres y, rápidamente cambió los roles de la tortura. Teniéndolas así bajo su merced y haciéndoles reír descontroladamente, mientras que a la vez las besaba. Disfrutando así de un bello momento familiar.

Permitiéndoles que tengan un poco de aire, Hari procedió a admirar la belleza natural que irradiaban, haciendo que inconscientemente se acerque primero a Mito y la abrace fuertemente para luego besarla en la frente y decirle cuanta la quería. Mito miraba a su padre con los ojos grandes, ya que, aunque estuviese acostumbrada a esas acciones, siempre la sorprendían, y siendo sincera con ella misma, le gustaban. Pero lo que más le gustaba a ella, era cuando su padre iba a demostrarle su afecto a su madre, porque cada vez que lo hacía, ella se ruborizaba.

Después de hacerle mimos a su preciosa hija, Hari se movió hacia donde se hallaba su hermoso ángel de ojos color miel. Tomándola suavemente en sus brazos, la posicionó sobre su regazo, logrando así que ella se sonroje inmediatamente, pues no importa desde hace cuánto tiempo se conozcan, a ella siempre le daba vergüenza el ser tratada de forma tan cariñosa y amorosa. Sonriendo ante las actuaciones de su esposa, Hari la abrazó fuertemente contra su pecho mientras dejaba besos en su cabeza, oliendo la fragancia a jazmín del shampoo que siempre usa. Bajando lentamente, depositando besos en su frente, su entrecejo, sus ojos, sus mejillas, la comisura de sus labios, su mentón y finalmente su boca, fundiéndose poco a poco en el calor mutuo, pero sin ir demasiado lejos debido a la presencia de Mito y los ANBU escondidos.


Luego de pasar unos tranquilos veinte minutos en familia, unos golpeteos a la puerta de la oficina les advirtió de la presencia de invitados. Tomándose unos segundos para que la familia se arreglen entre ellos, es decir, Hari peinando a Tsunade, y Tsunade peinando a Mito. Uno se preguntará porque nadie peina a Hari, bueno la respuesta es bastante simple, madre e hija ya perdieron toda esperanza con respecto a domar el pelo del ojiverde.

Al cabo de que la familia terminase de arreglarse, Tsunade permitió la entrada a las personas que estaban esperando desde el otro lado de la puerta. Apenas una pequeña rendija estaba produciéndose, las puertas se abrieron abruptamente mientras un grito de pura diversión resonó en toda la torra Hokage. Una pequeña bola de energía apareció prácticamente volando hasta chocar con Mito.

-Mito-nee- chan! – se pudo escuchar el alegre grito en toda la oficina.

-Hima-chan! Ya llegaste! – respondió efusivamente la pequeña rubia mientras se abrazaba fuertemente a su amiga.

Desde un costado tanto el pelinegro como la rubia mayor, veían con una sonrisa en sus caras como su pequeña hija se divertía con la pequeña de pelo negro y ojos azul océano.

A la vez que esa pequeña conmoción pasaba delante de ellos, tres pares de cabezas entraron por la puerta de la oficina, con sonrisas dibujadas en sus caras también. Dos rubios, padre e hijo, una ojiperla, dos pelinegros y una de pelo rosado. Un grupo bastante variopinto.

-Buenas tardes Hari-nii-san, Obaa-chan! – gritó alegremente el rubio mayor que tenía en su cara unas marcas que simulaban los bigotes de un zorro.

Hari tan solo hizo una onda con su mano izquierda, mientras que con la derecha le pasaba un pequeño adorno a su esposa, quien rápidamente se lo arrojó a la cabeza al rubio gritón. Como si de una rutina se tratase. Sacándole unas gotas de sudor a todas las demás personas en la sala.

-Que no me llames de esa manera mocoso ingrato! – le respondió Tsunade mientras una vena se marcaba en su frente.

-Buenas tardes Naruto-kun, Hinata-chan, Sakura-chan, Sasuke-kun. Veo que ustedes se han estado portando muy bien Boruto-kun, Sarada-chan, Himawari-chan - les saludo tranquilamente el ojiverde mientras tranquilizaba a su mujer y los tres niños corrian a saludarlo rápidamente.

-Es un gusto verte de nuevo Hari-san, Hokage- sama- respondieron unísonamente Hinata, Sakura y Sasuke, recibiendo un asentimiento de ambos aludidos.

-Hola Ojii-san, Obaa-chan! – chilló la pequeña Uzumaki, haciendo que Tsunade se deprima al ser llamada anciana y que, su esposo se ría y la bese para que se tranquilice.

-Hima-chan! Qué te dijimos acerca de llamar a la Hokage-sama como una anciana? – exclamó Sarada, sin darse cuenta que con sus palabras tan solo deprimía más a Tsunade, quien buscaba confort en los brazos de su esposo.

-Es cierto Himawari. Puede que sea una anciana, pero no hay que echárselo en cara- esta vez fue el rubio menor de los Uzumaki quien sentenció, sacándole unas sonrisas a todos los presentes, excepto a la Senju quien iba a ponerse a llorar en cualquier momento.

-Ya, ya niños…creo que es suficiente. Puede que mi amada ángel sea una anciana. Pero es una anciana muy hermosa, y la amo- declaró Hari, haciendo que la rubia mayor haga una mueca al principio, para luego ruborizarse ante las palabras que salieron de la boca de su esposo.


Luego de que todos se presentasen y tomasen asiento para estar de la manera más cómoda posible, unos visitantes más llegaron pidiendo permiso y tomando asiento en la oficina que era constantemente ampliada por Hari, a pedido de su esposa.

Entre ellos se hallaban: Shizune Kato, el equipo Gai, el equipo diez, el equipo ocho, Fuu, Gaara no Sabaku y sus dos hermanos Kakuro y Temari, Onoki de las Dos Escalas y su nieta Kurotsuchi, A y su hermano molesto Killer Bee, Yugito Nii, Samui, Karui, Omoi, Mabui, Mei Terumi junto a Ao y Chojuro, Anko Mitarashi, Jiraiya, Itachi, Orochimaru y su "hijo" Mitsuki, Tsume y Hana Inuzuka, el trío adulto de Ino-Shika-Cho, Yugao Uzuki, Yamato, el equipo Konohamaru y por último Kakashi Hatake.

-Ma…ma…Kakashi-kun, has vuelto a llegar tarde. Aun cuando te dijimos que no lo hagas. Tienes alguna excusa para darnos? – con un tono de voz suave pero a la vez tenebrosa, se expresó Hari, mientras que los demás acompañantes complementaban con miradas fulminantes.

La Hokage, su esposo, su hija, y los demás invitados junto a los ANBU estacionados en la oscuridad de la habitación, observaban como el temple del legendario shinobi de las mil técnicas sudaba profusamente bajo la estricta mirada del mago. Antes de que alguien pudiese darse cuenta, el peliplateado estaba arrodillado abrazando las piernas de su superiora, mientras que a la vez proclamaba a los gritos.

-Por favor Hokage-sama, dígale a su esposo que tenga compasión conmigo. Me quedé dormido, lo admito, no fue mi intención hacerlo. Por favor, dígale a Hari-san que no me castigue- rogaba mientras lágrimas salían de sus ojos y los demás sudaban ante la patética reacción.

-Ya basta Hari-koi, deja de torturar psicológicamente a Kakashi. Acaso no tienes suficiente con Jiraiya? – la Hokage le recriminaba a su esposo delante de todos los invitados, quienes se reían tras sus manos para así evitar que los incriminados los vean.

-Geez…está bien, pero solo porque tú me lo pides. No creas que lo olvidaré Kakashi-kun- declaró Hari, haciendo que inconscientemente el espantapájaros se aleje al rincón más oscuro de la habitación y empiece a rezar para que no le haga daño como la última vez que se presentó tarde.

El clima de la habitación dejó interrumpirse con distracción que se inmiscuyesen por la puerta. Todos procedieron a acomodarse de la manera más gustosamente posible en sus asientos, pues llevaban tiempo esperando por este momento.

Esperando por oír la historia completa de la Hokage y el Mahou-Sennin.

-Bien, ahora que ya estamos todos, y no tenemos que seguir esperando para que cierta persona llegue…podemos comenzar con nuestra historia- comenzó diciendo el ojiverde macho, llamando inmediatamente la atención de su hija que se hallaba sentada junto a sus amigos.

-Historia? Qué historia Tou-chan? – preguntó curiosa Mito haciendo sonreír a los adultos, pues ellos sabían bien la respuesta.

-La historia de cómo tu Tou-chan y yo nos conocimos, Mito-chan- respondió con voz suave pero firme la Senju, logrando que no solo su hija, sino también todos los infantes de la habitación abran bien grandes los ojos y se acomodasen mejor en sus asientos.

-Bien, comencemos. Todo empezó…- Hari procedió con el principio del relato.


Espero que haya sido de su agrado la introducción de esta historia.

Por favor dejenme sus comentarios, opiniones, etc.

PD: Voy a estar (lo más seguro ya que estoy dando los últimos detalles) publicando esta semana una actualización al crossover de HP y PJ