Disclaimer: Los personajes le pertenecen enteramente a Rowling, yo los utilizo sin ánimo de lucro.
No puedes engañarme, aunque lo intentes. No es porque no sepas mentir, aunque también tiene algo que ver, pero te conozco, y aunque me niegues mil y una veces que no vas a hacerlo se que lo harás, que lo estás planeando, y que no vas a confesármelo.
Porque quieres protegerme.
Hay ocasiones, sobre todo en estos días, en las que tengo ganas de agarrarte del brazo para que te detengas a mi lado y decirte: Harry Potter, te quiero. O Sé lo que estás pensando, o Ten cuidado o no te vayas. Pero ninguna e esas frases serviría de nada, porque estás dispuesto a enfrentarte a Voldemort en persona y no pararás hasta conseguirlo.
Desde aquel día en el entierro de Dumbledore en el que nos aclaramos tantas cosas no he podido parar de soñar contigo. Tengo pesadillas, pesadillas en las que apareces tú, tú, tú y mil veces tú muriendo de mil maneras diferentes ante mis ojos.
Y sin embargo no puedo hacer nada por evitarlo, porque eres un héroe y has nacido para serlo. Nadie podrá apartarte de tu camino, seas o no seas el Elegido.
Y no es que no me preocupe que acabes muerto, bien sabe mi almohada todo lo que le temo, pero también tengo miedo a que te olvides de mí. Porque una vez te dije que nunca renuncié a ti, que siempre albergué esperanzas, y sigo sin haber renunciado.
Por eso cada vez que paso por tu lado, cada vez que noto tu olor en mi casa llena de gente, no puedo evitar preguntarme cuándo será la próxima vez que volveré a verte.
Y fue por eso por lo que te di aquel beso de cumpleaños. No es un gran regalo, pero era lo único que podía hacer para que no me olvidaras, demostrarte que seguía aquí para ti, esperándote, esperando que termines de salvar al mundo mágico y vengas a buscarme.
Es por eso por lo que ahora, en medio de la boda de mi hermano, bailando en brazos de alguien que no eres tú, siendo observada por chicos que no son tú, estoy pensando en ti. Porque la música es lenta y me hace pensar en aquellas tardes en el castillo en las que nos comíamos a besos, en aquellos entrenamientos de quiditch en los que me metía con Ron y tú me mirabas, distraído, desde lejos, como aquella vez que por mirarme te golpeó una bludger…
No puedo evitarlo y sonrío. Lee Jordan me mira interrogante, preguntándome por qué sonrío sin motivo aparente, en medio del baile de esta boda atestada de gente.
Un patronus aparece de pronto y siembra el caos con su tranquila voz. Vienen hacia aquí. No soy capaz de pensar por un segundo, arrancan a Lee de mi lado en una maraña de gritos y correrías y te busco con la mirada.
Te encuentro, veo que estás buscando a alguien, gritando y te grito que corras, que huyas, que te salves, que te cubriré con mi vida si hace falta, que te acompaño adondequiera que vayas, pero Fred y George aparecen, me agarran y la última imagen antes de desaparecerme eres tú.
Tú mirando entre la multitud, sin verme, acompañado de Hermione y mi hermano, a punto de marcharos.
Se me pasa por la cabeza que esta puede ser verdaderamente la última vez que te vea, pero en tu semblante se adivina la determinación de estar decidido a hacer algo. La determinación de cumplir tu papel de héroe y luchar por salvar el mundo. La que siempre ha formado parte de ti.
No puedes evitarlo, estás demasiado ocupado salvando el mundo mágico como para verme pero, quizá por eso me gustas tanto.
