CAPÍTULO 1
Estoy sentada en una esquina de la barra, sola, ajena a todo lo que sucede a mi alrededor. Es más, muestro indiferencia absoluta por toda la gente que me rodea, gente que solo busca diversión como cada viernes por la noche.
Yo no, yo no busco nada. Solo dejo transcurrir el tiempo en silencio como tantas otras noches, cuando la soledad y la añoranza se me hacen insoportables y decido salir de casa, aún sabiendo que no encontraré nada que pueda hacer cambiar eso.
Han pasado casi dos años desde la marcha de Costia, dos años llenos de preguntas sin respuestas.
Pierdo la mirada en el vodka que tengo delante, mientras deslizo mi dedo índice por el borde de la copa con exquisito cuidado. Ya llevo unas pocas, pero necesito algunas más para lograr amortiguar el impacto de esa nostalgia que me está matando...porque la he perdido, porque me falta su risa, su mirada, sus manos, su figura menuda...
-Costia... - Susurro con la mirada empañada sin darme cuenta.
-¿Decías algo?- pregunta la chica rubia que tengo sentada al lado. Era guapa, y me miraba con interés, pero no me molesto en contestar, porque no era su voz, no era la voz de Costia.
Se fue haciendo cada vez más tarde, tras ese último vodka vinieron algunos más. La rubia seguía a mi lado, podía notar su mirada penetrándome, observando cada cosa que hacía.
Notaba como el alcohol se apoderaba de mi, y sin darme cuenta me encontraba mirándola yo también. En esta ocasión me fije en sus ojos, eran unos preciosos ojos azules, que hacían que te perdieras en ellos. Llevaba una blusa blanca, acompañada de una chaqueta de cuero y unos pantalones negros ajustados. Realmente era preciosa. Decido romper el silencio.
-¿Quieres algo? Llevas toda la noche mirándome- Le digo, sonando más borde de lo que realmente pretendía.
-¡qué simpática!- contestó la rubia con el ceño fruncido.
-No te conozco, no entiendo porque debo ser simpática contigo- Contesté. Quería provocarla, parecía tener carácter y eso me gustaba.
-No hace falta conocer a alguien para ser amable, pero ya veo que esa no es tu especialidad, chica. - respondió ligeramente ofendida.
-Lexa
-¿Qué?
-Lexa, me llamo Lexa, no "chica"- le digo observándola detenidamente.
-Ya veo que esa no es tu especialidad, Lexa- me responde de nuevo, sonrojándose ligeramente, pero sin quitar sus ojos de los míos.
-Así mejor.- Le contesto con una sonrisa.
Mi sonrisa no se la esperaba y se queda sin palabras.
-¿Te ha mordido la lengua un gato? Yo ya me he presentado, ¿me vas a decir cuál es tu nombre?-Le digo finalmente sin dejar de mirarla.
-No te conozco, no entiendo porque debo decirte mi nombre- sentencia con una sonrisa.
-Touché
-Clarke, me llamo Clarke- dice finalmente, ofreciéndome su mano.
-Un placer, Clarke - le digo, estrechándole la mano.
Hacía tiempo que no tenía una conversación con una chica, no de esta forma, pero esta tenía algo que llamaba mi atención. No se si fue su manera de mirarme o que fuese capaz de dejarme sin palabras, pero había algo de ella que me gustaba.
Se que fui demasiado borde con ella, así que para compensar decido invitarla a una copa, mientras seguimos hablando de cosas sin importancia.
Justo en el momento en el que el camarero nos trae las copas, un grupo de unas 5 personas se acerca a la barra.
-Un whisky por favor- dice una voz familiar entre risas.
Entonces la escucho. Su voz es inconfundible, incluso después de 2 años. Me giro y allí está. La miro queriendo grabar su imagen a fuego en mi retina.
Estaba contenta, riéndose con sus amigos.
