Se ha desvanecido, el Doctor, su Doctor, ya no está. Se ha ido para siempre.

Sin embargo, siente su mano en la suya. Todo es confuso. Está pero no está allí con ella.

Él es el Doctor, pero no es exactamente él. Lo mira a los ojos. Son sus mismos ojos color avellana, la misma mirada franca, pero en el fondo no es él. Hay algo diferente, aunque no es capaz de definir qué es. Es una fina línea, que está ahí. Ella la ve, y no es capaz de decidir si es o no importante. Porque él está ahí, aunque no sea él. Todavía no es la persona con la que estuvo lo que le pareció toda una vida, pero lo será un día. Solo tiene que tener un poco de paciencia y estar allí para él. Como al principio, como cuando se conocieron. Él la necesita, es algo muy suyo, tal y como dijo.

Un corazón. Ahora tiene toda una vida para necesitarla. Una vida humana y no de Señor del Tiempo. Una que se acabará un día, el día que su corazón se pare.

Y él era el dueño del corazón de Rose Tyler, como ella lo era del de él.