Disclaimer: "Axis Powers Hetalia" no me pertenece, sino a Hidekazu Himaruya. No es mi intención lucrar con su creación, solo entretenerlas. Además, si me perteneciera sería completamente 100% Yaoi.
What Everyone Knows
Era una maldición.
No importaba cuanto fuera, mucho o poco, nada de eso cambiaba el hecho de que era una prohibición, algo que, aunque nadie lo decía en voz alta, todos lo sabían.
Eran naciones, con miles de años de existencia. Sin embargo, su apariencia humana los asemejaba a esas personas que conformaban lo que eran. Podían llorar, reír, estar felices, tristes, enojados… podían sentir las mismas cosas que ellos, incluido "eso"; pero… era justamente "eso" su condena, pues en el momento en el que por sus cuerpos naciera ese sentimiento… terminarían condenados. ¿Por qué? Porque estaba prohibido y si aun así lo anhelaran, nada revertiría la situación.
Y eso los estaba matando por dentro.
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Las gotas caían una por una de manera abundante. Él las observaba a través de la ventana, perdido en su mundo y con la música acompañando sus pensamientos.
Había amanecido nublado en esa mañana de mediados de Septiembre, por lo que la lluvia no era rara en ese momento, es más, incluso creía que se había tardado en aparecer; no por nada su nación era conocida por ese tipo de climas… y lo agradecía, porque le hacía compañía a su sentir.
Suspiró largamente mientras se acurrucaba en el sillón y se tapaba mejor con las colchas; contemplaba el exterior sin ninguna expresión en su rostro, deseando que su cabeza pudiera estar igual, pero no era así, ya que esta era un total desorden.
Cerró los ojos tratando que en su cabeza las ideas se ordenaran, sin conseguirlo por completo, provocándole migraña.
¿Por qué tenía que ser así? ¿Por qué no podía simplemente arrancarse el corazón y dejar de sentir? ¿Por qué, maldita sea, tenía que ser él?
Era absurdo, cruel, hasta irónico, o eso pensaba; y lo único que quedaba por hacer era callarse, mantenerse silencioso, para que nadie se diera cuenta, para que él no se diera cuenta.
Sin proponérselo terminó murmurando un nombre, una simple palabra de dos sílabas y seis letras que conformaban todo su mundo, un tormento del cual no podía deshacerse, y del cual tampoco quería hacerlo.
—Alfred…
Si. De solo recordarlo tenía ganas de agarrar una pistola y darse un tiro; no tenía caso negarlo, solo lo complicaría más. Hace rato se había dado cuenta de los sentimientos que profesaba por esa persona que siglos atrás había criado como a un hijo, y ahora, en la actualidad, criticaba y regañaba constantemente. El amor fraternal que alguna vez creyó sentir por él, había dado paso a algo más profundo, especial, diferente… y prohibido.
Otro suspiro salió de sus labios acompañados de una risita sarcástica y lamentable. Las ganas de llorar no lo abandonaban pero las contuvo. No se atrevía a soltarlas, sería patético de su parte, ¿De qué serviría llorar? Eso no cambiaría nada.
Estaba condenado a guardar en lo más profundo de su corazón ese amor que le quemaba y que nunca, bajo ninguna circunstancia u oportunidad, divulgaría.
Sobraban razones para no hacerlo, el rechazo no le importaba, podía vivir con eso, ¿La opinión de su Patria, su Reina? Su nación podría irse al carajo en ese asunto, le daba igual lo que pensaran sobre eso, pero tampoco era la causa. Era muchísimo más grave, una ley tácita que todos debían cumplir terminantemente.
"Cualquier relación, fuera de los términos fraternales o de conveniencia, entre países, estaba vedado por completo"
¿Por qué? Por ser lo que eran: países, naciones.
—¿Deberé quedarme solo, siendo infeliz, solo por ser un país? — se preguntó, dejando que su mente quedara en blanco para poder descansar un rato, sin lograr detener esas dos únicas lágrimas que se deslizaron por su rostro llevándolo al mundo de Morfeo, dónde las pesadillas abundaban sin control. —no quiero ser un país si tengo que sufrir de esta manera… el soportar esto por más tiempo terminará por hacerme enloquecer… y dudo resistirlo por más tiempo…
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Era la típica Conferencia Mundial que se daba varias veces al año. Todos se encontraban reunidos en esa sala, en la ciudad de Londres, para tratar diferentes temas. El principal esta vez era: "La contaminación ambiental".
—Y por eso la mejor solución es crear un robot gigante que se coma la basura y luego la expulse al espacio— terminó de decir Estados Unidos— y no aceptaré ninguna objeción— aclaró con su actitud de "Héroe".
—Estoy de acuerdo— apoyó Japón, pensando en su tecnología y lo que podía hacer con ella.
—¿Cuántas veces tengo que decirte que des tus propias opiniones? — se quejó Suiza irritado.
—Como siempre, es una reverenda estupidez— reclamó Inglaterra en contra —solo un idiota pensaría en algo así, en serio, América, se supone que haz crecido.
—¡Ey, yo no soy ningún idiota, y menos un niño! — replicó ofendido —¡Tú eres el anticuado que no acepta mis geniales ideas!
—¿A quién le llamas anticuado, mocoso emancipado? — exclamó parándose para encararle de frente.
—¡Al único viejo que veo aquí! ¡Hasta China parece más joven que tú!
—¡Atrévete a decirlo de nuevo, Idiot!
—¡Mira como me atrevo! ¡Viejo, viejo, viejo!
—Angleterre, mon chérie, si no te calmas te saldrán arrugas… ¿Por qué mejor, no vienes conmigo y te enseño una buena forma para relejarte? — propuso Francia acercándose lascivamente al inglés.
—¡Aléjate ahora mismo de mí, Wine Bastard! ¡Nadie pidió tu opinión! — gritó el británico empujando al rubio de su cuerpo.
—¡Dejen de pelear muchachos-aru! ¡Sean razonables-aru! — intervino China siendo ignorado por los tres. Rusia solo observaba cual niño pequeño que se encontraba viendo su programa favorito en vivo.
—¡No eres más que un malagradecido! ¡No te enseñé a comportarte así! — chilló Inglaterra realmente furioso, sin pensar en sus palabras.
—¡Porqué jamás quise hacerlo! ¡Hubiera sido mucho mejor irme con Francia, por lo menos el no me regañaría a cada rato! ¡Doy gracias a que me independicé de ti! — emitió Estados Unidos fuera de sí.
…
…
…
…
…
…
El silencio inundó la habitación tras aquellas palabras. Todos habían dejado de hacer sus cosas solo para observar la reacción de la nación mayor. Arthur agachó su cabeza, mientras que su corazón se oprimía dolorosamente impidiéndole respirar correctamente.
Luego, dándose medie vuelta salió corriendo a todo lo que daban sus piernas, queriendo olvidar cualquier recuerdo que atravesara su mente.
Alemania entonces se levantó, anunciando que la reunión se daba como finalizada por ese día, y que volverían a reanudarla la semana próxima, en el mismo lugar. Así, uno por uno, cada país fue retirándose.
Iván se dirigió hasta Alfred, quien se hallaba de pie aún, totalmente paralizado. Colocó su mano en sus hombros y comentó:
—Felicidades da, no es sencillo destrozar el corazón de una persona tan rápidamente, en especial con tan bellas palabras…
Su sonrisa inocente contrastaba con el aura oscura que lo rodeaba y ya dichas las palabras se marchó junto con los demás.
—Fuck… con esto seguro que me odiará…— susurró apretando sus puños con fuerza.
—Te lo dije, Amerique… es la maldición— murmuró Francia sonriéndole desde la puerta.
Ahora, definitivamente, había perdido cualquier oportunidad o esperanza que tenía, la había cagado completamente.
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Las calles pasaban una tras otra de forma rápida, no miraba por dónde iba, solo seguía su instinto, queriendo escapar y borrar todo. El dolor que lo embargaba, los sentimientos que lo consumían… sentía que pronto caería en un abismo sin fondo.
Y quiso morirse. Deseó desaparecer para siempre y sin embargo, contrario a sus deseos, solo terminó tropezándose e impactándose contra el suelo.
No movió ningún músculo, ni intento levantarse. Se quedó ahí, tirado, esperando que la lluvia que cubría la ciudad lo ahogara o borrara el dolor.
Las lágrimas salían sin control, no pudiendo retenerlas. Lloró, lloró como nunca antes lo había hecho, y dejó que la inconsciencia lo tomara para perderse en sueños y pesadillas.
—I want to die… but feel… only that please... {1} — suplicó antes de perderse de la realidad.
Y por eso, no pudiendo notar, la sombra que se acercaba a él, pudiendo oír sus últimas palabras, sin entenderlas.
Continuará…
{1} _ Quiero morir… dejar de sentir… solo eso, por favor…
Notas de Luni:
¡Holas! Aquí reportándome con un nuevo fic, esta vez de mi nueva obsesión: Hetalia. Como verán, está medio raro, aunque eso no es para nada extraño en mí. Si incluso oigo a Hime en mi cabeza diciendo:
-Ay Mari, cuando no tú dejando misterios y dudas…-
¡Bueno, che! ¡Me gustan los misterios! xP
Dejando de lado eso, solo quiero añadir que mis otros fics están en proceso de redacción, puesto que me está costando salir del bloqueo al que me fui sometida después de tanto examen integrador ¬¬ y el calor que azota este verano a Argentina no ayuda para nada ToT. Para este tengo miles de ideas, así que dudo tardar para continuarlo, en especial porque no será muy largo, aunque todo depende de ustedes, las lectoras.
Si les gusto, saben como hacérmelo saber: ¡Con un hermoso reviews! ¡Vamos, que nos les cuesta nada, che!
Y me gustaría saber que otras parejas prefieren, yo tengo unas cuantas en mente pero quiero saber lo que opinan ^^
¡Nos vemos! ¡Bye!
