Corría, sabía que no podía detenerme ni mirar atrás. Lo que pasó fue una equivocación, más para él que para mí; o tal vez más para mí que para él. La lluvia ayudaba a camuflar mis pasos pero me dificultaba el poder ver. Que tonta fui al pensar en que podría cambiar las cosas, debí saber antes que él nunca dejaría a su esposa por mí; no estaba en posición de generar tal escándalo.
En ese entonces aún quedaba un rastro de inocencia en mí, pero gracias a eso ahora sé que no debo dejarme llevar y confiar tanto, menos aún en los hombres. Mientras huía de aquel lugar nunca llegué a imaginar lo que me deparaba el futuro, lo que llevaba en mi vientre. Afortunadamente la niña que engendramos no tenía parecido alguno a él, quizá un poco de su personalidad seria y huraña que tanto amé; pero no había peligro en que alguien fuera a reconocerla, después de todo había nacido earth-bender como yo.
Ojalá hubiera sabido lo feliz que me haría aquella niña, entonces no habría sufrido tanto aquel día. Sus logros eran impresionantes, y todo el mundo decía que era hermosa; yo no podía verla pero sabía que se parecía a mí. No tardó en superarme como metal-bender, era un prodigio y se sabía que podría tomar mi puesto sin necesidad de la herencia sanguínea, ella se lo merecía.
Cuando me preguntaban quién había sido el padre la respuesta era simple, la niña había nacido de la tierra de mis entrañas, por eso era tan fuerte. Nadie debía averiguarlo, ni siquiera se lo conté a mis mejores amigos; no, ellos eran quienes menos podían saberlo.
Ahora ya descanso, después de las cientos de aventuras que viví ya puedo estar tranquila; sé que ella estará bien, es lo mejor de ambos. Acá no existen las mentiras, así que Aang y quienes nos han seguido hasta la tumba ya pueden saberlo. Lin, la gran Chief Beifong, es producto de un desliz del señor del fuego. Pero para mí es mi mayor tesoro.
Espero paciente su llegada, sé que incluso acá no podrá amarme como yo lo quise; pero deseo que conozca a su hija mayor, que se sienta tan orgulloso como yo lo he estado toda su vida.
Ya no me importa ser la amante ciega, es parte de mi pasado y formó mi gran amor por mi hija. Ahora si puedo verla, ahora ya no estoy ciega; y tal como siempre lo supe, ella es muy hermosa.
