Espero que disfruten esta historia sacada de mi cabeza loca.

Acepto criticas, mientras sean constructivas. Espero que la dsifruten

Disclaimer: Elfen Lied o Avatar: La leyenda... no me pertenecen, sino a sus respectivos autores. No gano nada con esta historia


Las luces de los focos brillaban intensamente, mientras que varios soldados apuntaban sus ametralladores hacia el frente. La noche era fría, y el sonido del leve movimiento del mar se escuchaba en medio de ese inquietante silencio. Cuando parecía todo el mundo se paralizo y no ocurriría nada más. Una figura apareció, bañada en la luz blanca y terrible. Una mujer joven, adolecente y en la flor de la vida, de características bastante peculiares, no solamente por el cabello corto carmesí, sino también por la extraña formación que surgía en la parte derecha de su cabeza, una especie de cuerno corto, aunque de lejos se parecía mas a una oreja de perro o gato.

Los soldados comenzaron a gritar, un montón de palabras surgían para romper el silencio y la mayoría eran "disparen" y "acaben con ella". Pero la mujer no retrocedió, porque Lucy sabía que se dirigía hacia su muerte. ¿Extraño, no? Porque después de todo ella no le temía mucho a la muerte, había visto tanta que se acostumbro a su presencia. La sangre chorreando de las heridas y los cadáveres de miradas sorprendidas, tristes y enojadas. Incluso aunque pensara que esos seres no eran nada más que una parte de la gran ilusión llamada "humanidad".

Se rio un poco para sus adentros, no una risa de satisfacción ni de malicia, sino una risa irónica. Ella también era parte de un sueño, uno llamado "diclonius", la raza que supuestamente sustituiría a la ya imperfecta y oxidada "especie suprema" del planeta. Pero esas cosas poco le importaban, ni antes ni ahora. Todo tenía un fin, incluso las estrellas que brillan en el cielo. Vio como los soldados comenzaron a disparar, esperaba ese momento. Con un simple pensamiento, cuatro largos brazos transparentes salieron de su espalda como una especie de tentáculos.

Los vectores, sin ellos los diclonius serian casi exactamente a las demás personas, además de los cuernos. El gran problema capital de esa "plaga" mutante, ya que esos mismo eran el poder que manifestaban ellos, eran capaces de agarra, golpear y cortar con facilidad muchos objetos. Incluso expandir su especie por métodos menos "comunes". Bloquear unas simples balas era más que sencillo. Con un simple movimiento, de los brazos subieron a través del cielo oscuro y se lanzaban hacia los soldados, mientras que los otros dos protegían a la chica.

Uno de ellos partió a dos soldados por la mitad y el otro lo lanzo por aire a varios metros. Aterrizo en uno de los grandes focos, siendo electrocutado y poco después su cuerpo ardió en llamas. Los brazos viajaban en un zigzag incesante, matando en cada movimiento. Lucy vio como uno de los soldados, más lejos que los demás, alzaba una bazooka que apuntaba hacia ella.

"¡Mierda!"

Ella era capaz de detener balas de calibre bajo y mediano, pero no era lo suficientemente fuerte para detener y desviar proyectiles de alto poder, mucho menos misiles y sus explosiones. Poniendo rápidamente sus vectores en el suelo, se elevo a los aires gracias a la fuerza antinatural de esos brazos extraños. No era lo mismo que volar, era algo así como el salto de una pulga para trasladarse a grandes espacios. Por un momento se sintió identificada con aquel insecto, ambos eran parásitos en el mundo cuya vida era efímera.

El misil paso de largo, estrellándose en el suelo y explotando, incluso matando a otros soldados. Esos tipos estaban tan locos por exterminarla que no se daban cuenta que se mataban entre sí. Agarrando con sus poderes a uno de los blindados de la patrulla, lanzo el pesado vehículo por los aires, hacia los soldados de detrás. Vio una explosión y aprovecho para poder continuar con la masacre. Varios de los hombres armados, viendo como no podían acabar con ella, trataron de tomar distancia para poder obtener un mayor apoyo.

Esos tipos conocían bien que el alcance de un vector era limitado, el de Lucy apenas alcanzaba dos metros. Sabía como usarlos a su favor, como por ejemplo lanzando varios objetos a gran velocidad y mortal precisión. Pero ellos eran más, muchos más, y veía como otros vehículos venían hacia el puente para apoyar el grupo principal. Claramente tenían ventaja numérica, incluso para Lucy, ella no podía acabar fácilmente con ejércitos enteros.

Pero continúo caminando, sin ningún temor, sin nada. Vio como salían de los vehículos más solados, con más armas y más guerra que entregar al diclonius. En esos momentos no sintió mucho, quizás era simplemente la sensación de que todo terminaba que aquello toda esa escena era vaga. Lo único que escuchaba eran el ensordecedor ruido del combate y los gritos de bestias.

Ella era el caos, el epicentro, a su alrededor todo era vida y muerte. Luchaban con valentía, pero desperdiciaban sus vidas de forma inútil. A estas alturas deberían de aprender de cómo evitar sus ataques. Pero antes de que se diera cuenta, uno de los soldados que estaba aparentemente muerto (su torso estaba separado de sus piernas) apunto su pistola a tiempo para dispararle en el cuerno que le quedaba.

Dolor, otro dolor agonizante le invadía su cuerpo. No pudo ver tampoco la granada que sostenía en la otra mano. En ese momento su vista era segada por el brillo rojo, intento protegerse (con sus propios brazos) de la metralla que se expandía en todas partes, pero no pudo evitar la onda ni el calor abrasador. Cayo al agua, fría en contraste con el fragor del combate, fría como el hielo, como toda su vida. Era un milagro que no estuviese despedazada que ni los fragmentos letales penetraran por su frágil cuerpo. Pero sabía que era el fin, ya no le quedaban suficientes fuerzas.

Miro hacia arriba, a la luna, brillante en esa noche. Tan brillante y hermosa que era ridícula en medio de la muerte y la miseria de todos. La miraba por última vez, con lágrimas en los ojos. Que tonto, Lucy llorando cuando pensaba que no le quedaba más lagrimas que derramar. Era ridículo, extremadamente ridículo.

Tanto como esa mujer brillante, de piel bronceada y con un gran vestido blanco, como un ángel que bajaba del cielo para mirar los últimos momentos de la diclonius. En su rostro solamente había tristeza y compasión hacia su persona, algo poco común en quienes la mayoría la miraban en conocimiento de su verdadera naturaleza. De pronto, una voz suave entraba en su mente, como si un calor amigo intentara calentar el frio cuerpo de la mutante.

"He venido lejos, muy lejos, porque los espíritus me contaron tu historia, Lucy. En verdad sufriste mucho"

No pudo contenerse, sonrió débilmente mientras se fijaba más en los rasgos de ese ser celestial

"Estoy loca, finalmente me volví loca"

Pero la mujer de luz negó con la cabeza

"Solamente te doy una segunda oportunidad, aunque sufriste, tu también cometiste pecados. Algunos por simple odio, otros por celo rencoroso, pero puedes corregirlos. Es tu elección si vivir una vez mas o simplemente morir en el olvido"

El ángel extendió su mano derecha, ofreciéndola hacia la chica herida en el agua. Sus palabras (o lo que fuera esa voz en su cabeza) le irritaban, porque le hacían recordar sus más grandes fracasos y errores. Haber matado a la familia de Kouta fue su más grande error y lo había pagado caro ¿Qué era lo que ofrecía ese espíritu para poder enmendar por completo eso?

La voz de la mujer del cielo sonó una vez más en su mente

"No tengas miedo, allá donde vas podrás encontrar con la salvación. Puedes hacerlo…por el"

Lucy la miro a los ojos, ahora que lo notaba, estaban llenos de sinceridad. No había engaño o malicia en ellos. No entendía si eso era una simple ilusión de su cerebro provocada por la falta de aire y el dolor, pero de alguna manera presentía que podía terminar todo si aceptaba su petición. Con sus últimas fuerzas, levanto su brazo derecha, abriendo su palma ensangrentada. La mujer agarro suavemente la de la mutante.

Sentía calor en la zona donde se contactaban, además que el dolor desaparecía poco a poco. La mujer levanto a Lucy suavemente del agua, elevándola al cielo. Ambas estaban abrazadas y la chica de pelo carmesí lloraba. Antes de que fuera envuelta en luz, sintió un extraño presentimiento. Esa mujer y la luna, de alguna manera sorprendente, se parecían mucho. Y de pronto se sumió a la oscuridad

Si eso era la muerte, era mucho mejor que la vida que sufrió. Su conciencia prevalecía, pero estaba calma, como un sueño o cuando su otra personalidad "Nyu" tomaba su lugar. Deseaba que nunca se acabara esa calma.

Escucho el sonido del mar, una suave oleada que iba y venía empujada. Poco a poco sentía que su cuerpo estaba apoyado en algo duro. A juzgar por la forma y la dureza del suelo, podía deducir que estaba en una cueva, eso lo entendía perfectamente porque se había refugiado en muchas en su niñez. No entendía bien que pasaba, podía ser que la corriente la arrastro hasta una gruta, pero el mar se escuchaba a lo lejos y la cueva no parecía estar muy húmeda.

Levantándose lentamente y abriendo los ojos, observo el entorno que la rodeaba. La oscuridad era más parcial el que de la inconsciencia, podía oler el aire fresco, debiendo estar en la entrada. Expandió sus vectores, encargándose de revisar si no había algún pozo o precipicio por el cual cayera accidentalmente. Sintió varios objetos detrás suyo, se dio vuelta detrás suyo y agarro lo que estaba allí.

Parecía ser ropa, lo cual era bastante conveniente, ya que la suya estaba mojada, lo mejor era cambiarse antes de que se enfermera. También vio una bolsa de color de cuero, que contenía comida y unas muy extrañas monedas ya que no poseían ninguna inscripción ni cara ni seca. Y lo último que encontró fue una caja algo pequeña, no podía ver bien, así que simplemente la abrió por accidente cuando la examinaba más detenidamente.

En otras circunstancias acallaría a la música salida de ese instrumento, pero la misma la paralizo. Lucy conocía perfectamente esa melodía,"Lilium", que le traía demasiados recuerdos, muchos tristes y dolorosos. Escucho el tono hasta la mitad, cerró la caja y apago ese detonador mental. No entendía que pasaba, en unos momentos estaba medio muerto y ahora estaba segura en una cueva con objetos que obviamente los dejos una persona que la conocía demasiado bien, ya que casi muy pocas personas conocían la conexión entre ese tema y ella misma. Ni siquiera se paso por su cabeza de que esa mujer le proporcionara todas esas cosas.

Miro por todas partes, preparando sus vectores para cualquier ataque sorpresa, espero incluso horas, atenta a todo movimiento. Finalmente se rindió, viendo como ningún soldado y mercenario especializado (incluso otro diclonius como ella) aparecía sorpresivamente para matarla. Suspiro, cansada, prosiguió a sacarse la ropa y poniéndose la prenda dejada por el extraño benefactor. Tuvo que revisar varias veces el conjunto para asegurarse de que no se pusiera al revés, no le importaban las cosas como el estilismo y la moda. Tampoco se pasearía vestida desnuda entre la gente común, llamaría la atención, obviamente.

Ahora que todo salió con resultado inesperado, tenía que revisar el exterior y tratar de saber donde estaba. Kouta estaba a salvo, no le importaba nada más eso. Ahora Lucy debía encontrar un camino para encontrar un hogar, lejos, muy lejos de "ellos". Cuando estaba por dormirse otra vez, sintió un pequeño brillo anaranjado filtrarse detrás suyo.

"Eso debe ser la luz del sol"-pensó con cansancio.

Era verdad, la esfera de fuego salía (o más bien el planeta giraba en una posición donde la estrella estática pudiera iluminar la parte correspondiente) llenando de luz la oscuridad. Lucy por un momento parpadeo y se cubrió con su mano derecha. Con eso pudo ver perfectamente todo lo que le rodeaba, la ropa que ella misma llevaba era un extraño traje-kimono de varias tonalidades verdes, al igual que el bolso que estaba a su lado. Salió afuera de la caverna, mientras miraba a todos lados sorprendida.

Ese paisaje no era propio de Kamakura, menos aun viendo la ausencia de edificios y calles. Era más bien si estuviese en medio del campo, con las montañas a lo lejos, además de una especie de empinada. La hierba verde crecía a su alrededor y el olor del aire limpio parecían apoyar esa teoría. Confundida, camino hacia una especie de camino sin hierba. El viento fresco movía su pelo y extrañamente, todo eso le despertó el hambre y la sed. Agarrando un pan de la bolsa, lo mordió sin preocuparse por las migas ni la precariedad. También agarro la cantimplora (extrañamente también de cuero, bastante anacrónico a la época triste en la que vivía), el agua refresco la garganta sedienta de Lucy.

Unas pocas gotas cayeron al suelo firme, el sol brillaba incesantemente y por una razón, bajo su cabeza al suelo. Se había formado un pequeño charco, formándose un reflejo de su propio rostro. Abrió su boca, sorprendida, porque no era posible. Los cuernos estaban ahí, en su lugar. No entendía que pasaba, juraba que los perdió en esa noche fatídica ¿o acaso eso fue parte nada mas de una ilusión provocada por el dolor?

Puso su mano en la frente, era demasiado, ya le empezaba doler la cabeza al tratar de recordar bien lo sucedido. Todavía sufría las secuelas del disparo que recibió al escapar de la isla, hace unas semanas, incluso sin que invirtieran las personalidades, podía todavía sentir la sombra del dolor de aquel momento. Debía ocultar los cuernos, por suerte el traje llevaba una capucha. Inmediatamente oculto su rostro en la capa verde.

Siguió caminando, ignorando el constante dolor de cabeza. Las praderas eran fértiles y no tenía ninguna referencia en donde estaba. El que le envió la comida y ropa no se le ocurrió en darle un mapa o brújula. A lo lejos pudo apreciar unas estructuras, aunque pequeñas. No tenía más opción que ir allá para poder ubicar su posición actual.

Camino durante una hora, observando en todo momento el paisaje. Todo le resultaba desconocido para ella, incluso hasta el aire mismo. El camino doblaba a la izquierda, adentrándose en un espeso bosque. Pero cuando estaba por hacerlo, escucho un ruido detrás de ella. Eran pasos de algo bastante pesado, cuando se dio medio vuelta, vio dos animales de gran tamaño. Si no le engañaban los ojos, se parecía a un pájaro, quizás una avestruz, pero más grande. Las bestias parecían tirar un carro de color verde, tiradas con un hombre con un traje del mismo color, que llevaba un látigo y una correa.

En otras circunstancias hubiera tenido el impulso casi instintivo de decapitar al cochero y enviar al vehículo por los aires matando a sus pasajeros. Pero en vez de eso de aparto a un lado, dejándolo pasar. Se sentía más amable y tranquila de lo normal, el aire extraño le tranquilizaba o simplemente no tenía muchas ganas de masacrar seres vivos. Siguió el carro por detrás hasta llegar hasta una aldea en una hora (si su reloj mental no le mentía)

Al fijarse la estructura y la gente que paseaba en el pueblo, se dio cuenta que no era para nada a ningún lugar de Japón, ni siquiera un establecimiento campesino se igualaba a la forma tan extraña de cómo vivía la gente. Era como si, literalmente, hubiese retrocedido en el tiempo. La ropa que llevaban parecía provenir de hace un milenio de antigüedad. Y lo más extraño es que casi todo estuviese pintado de ese color que ya le molestaba un poco los ojos, verde por aquí, verde por allá y siempre acompañado con un poco de amarillo.

Lo más familiar que le podía encontrar era la formas de las casas y los caracteres de escritura que se veían en las tablas y la piedra (aunque le costó un poco descifrarlas). La que estaba en la entrada de la gran aldea era "Gaoling". No le ayudaba en absoluto, maldijo en silencio su mala suerte y su falta de memoria.

Las conversaciones de los habitantes era bastante…curiosa por decirlo así, uno de ellos decía algo sobre "tropas de la Nación del Fuego" y otro, un adolescente, conversaba con su compañero sobre los avances hechos en su "Tierra Control". Sin duda alguna ese pueblo no era más que el casting para una película fantástica, pero no veía las cámaras y los directores. Otra posibilidad era que toda esa gente estaba loca. Pero todo era demasiado extraño, como un sueño. Excepto que en los sueños no se puede escuchar, oler, sentir tanto en el ambiente.

No tenía muchas ganas de hacerlo, pero debía preguntar a alguien sobre donde estaba. Yendo hacia un negocio donde vendían frutas.

-¿Puede decirme en que parte de Japón estoy?- dijo en voz baja y sin agregar el "disculpe" y el "por favor", no deseaba perder el tiempo. El hombre encargado miro durativamente a Lucy, como si lo que escucho era cierto o simplemente estaba tan cansado que no entendió lo que dijo esa misteriosa mujer

-¿Japón? Nunca escuche de una provincia del Reino de la Tierra con ese nombre, por tu aspecto pareces refugiada. No me sorprende, hoy en día hay muchos más que antes – el hombre señalo hacia la calle de adelante-. Si no tienes un mapa, allá hay un negocio que te vende mapas muy buenos. Te recomiendo que tengas cuidado en tu viaje, hay muchos bandidos acechando los caminos.

La diclonius frunció el seño ante toda la palabrería de ese verdulero, pero parecía sincero y su voz sonaba demasiado natural para un loco. Sin despedirse, se fue hacia el lugar señalado. El lugar estaba lleno de gente, pudiendo ser esos otros "refugiados", en el mostrador tres personas daban unos pergaminos (estos tipos sí que vivían literalmente en el pasado). Cuando llego su turno, pidió varios mapas de la zona. Ella tenía el dinero suficiente para pagar, aunque no estaba acostumbrada a las monedas. Le entregaron dos pergaminos a su pedido, uno mundial y otro continental. La ver los dos mapas, frunció aun más su ceño todavía y miro ferozmente al hombre que le atendía.

-Tonto, estos mapas están equivocados, ¿acaso tratas de engañarme?

-No no señorita…-dijo el encargado con un rostro visiblemente asustado-. Mis mapas son de excelente calidad, mis cartógrafos son los mejores y son bastante fiables. En estos tiempos de guerra, muchos desean ir a Ba Sing Se.

Lucy ya estaba harta de que jugaran con ella, con apuramiento, guardo los pergaminos en el bolso y salió afuera del negocio

"Estúpidos, estúpidos, tiene suerte de estar vivos. Tengo que salir de aquí, estoy llamando demasiado la aten…"

BAM

Un sonido suerte, como un estruendo, se escucho a su izquierda. Se quedo quieta por un momento, giro su cabeza para ver que sucedía. Si todo era un sueño, entonces lo que vio era prueba más que suficiente, porque ninguna persona en el mundo (excepto los diclonius) podía levantar esferas de tierra en el aire sin usar las manos, como si literalmente flotaran. Unos ocho niños de unos doce o catorce años de edad, distribuidos una mitad a un lado y al otro en el otro, mirándose al frente, literalmente lanzaban rocas hacia su oponente. Bueno, no todos, uno de ellos no se defendió y fue derribado al suelo. Un hombre adulto se le acerco para decirlo algo sobre las "clases".

No era posible, pero sus ojos no le engañaban, eso que hacían esos chicos no era posible para un humano. Esos mapas, lo que hablaba esa gente, los extraños animales, solo dirigían a una posible teoría.

Que no estaba más en su propio mundo