Nota: Y bueno, ya era hora de que se publicara otra historia de El Jardín Secreto, ¿no creen?. Espero que les guste, es un drabble.

¡Gracias por leer! Las opiniones y críticas constructivas son bienvenidas ;D

Disclaimer: Ni la historia de El Jardín Secreto ni sus personajes me pertenecen.


Mary lo supo una mañana de primavera.

(Una mañana idéntica a la que, cinco años atrás, Dickon, Mary y Collin vieron por primera vez a Archibald Craven sonreír mágicamente)

Supo lo que en realidad ya sospechaba desde hacía varios meses. Pero que nunca tuvo el coraje para confirmar sus dudas por una—tonta o no—idea que la perturbaba.

Porque Mary se cegaba, todas las noches. Se cegaba todas las noches para no pensar ni entender que era lo que verdaderamente él sentía por ella.

Él, Collin…

(Su pequeño e inválido primo Collin)

Mary también supo una tarde de invierno.

(Una tarde parecida a la que, cinco años atrás, encontró a un muy curioso petirrojo)

Porque aquella tarde Collin no había sido ya capaz de contenerse ante la tentación que representaba su prima para él. No había podido evitar que sus bocas se encontrasen tal como lo hicieron en la mañana de primavera, siendo en ambos casos en los pocos momentos de distracción de Dickon, cuando los tres se hallaban en el jardín un miércoles cualquiera, observando cómo los minutos se les pasaban rápidos y sin consideración alguna

(En cambio en la niñez, los minutos se iban lentos y alegres)

Y a pesar que a Mary en esas dos oportunidades, la sorpresa y en un inicio, la furia, la invadieron por completo, le era imposible mentir y decir que jamás le gustó el probar los extrañamente dulces y fríos labios de Collin—oh, y sí que eran fríos, al menos lo eran si los comparabas con los de Dickon: siempre cálidos—.