Prologo
Bienvenidos a… Alburquerque
Un oxidado Datsun de color blanco, atravesaba las calles de Alburquerque con rapidez. En el interior del vehiculo, se podía ver a una mujer de rostro dulce y amable conduciendo, mientras un chico, de unos 17 años, estaba en el asiento del copiloto, mirando con atención la ciudad donde, a partir de ahora, vivirían él y su madre.
¿Por qué pones esa cara, Troy? ¿No te gusta Alburquerque? – preguntó Lucille, mirando a su hijo.
no es eso mama – dijo rodando los ojos
¿entonces que es?
Troy volvió la vista hacia la ventanilla, esquivando la mirada de su madre, que miraba la carretera y su hijo alternativamente.
es solo que… echaré mucho en falta Baltimore… Alburquerque es…extraño
Los ojos de Lucille se entristecieron, mientras sujetaba con fuerza la mano de Troy. Esto iba a ser muy duro para los dos. Lucille aminoró la marcha hasta detener el coche, enfrente de una humilde casa. Los dos salieron del interior del coche y se quedaron viendo unos instantes su futuro hogar. Madre e hijo se dieron una mirada de apoyo y con pasos de plomo se dirigieron a la puerta. Lucille metió la llave en la cerradura y la puerta se abrió dejando ver el interior.
Troy parpadeó unas cuantas veces y miró sorprendido los azules ojos de su madre.
esto…mama… no es por ser ceniza pero… ¿no crees que esta casa esta…a punto de caerse?
Troy sabia que no tenían apenas dinero, y que el abuelo les había dejado lo justo para comprar esta casa, pero, sinceramente, dudaba que estas cuatro paredes aguantaran por mucho tiempo.
no seas exagerado, Troy. Solo…solo hace falta una mano de pintura y quedará como nueva, ya verás – dijo Lucille no muy convencida, mirando como caía un poco de polvo de una grieta del techo.
ya, claro… una mano de pintura… - dijo Troy señalando con asco el moho que había en los azulejos de la cocina y en los utensilios.
bueno vale… no es "exactamente" como en las fotos, pero… nos las apañaremos
Mientras Troy curioseaba por la cocina y el comedor, Lucille fue a inspeccionar las habitaciones. El alma se le cayó a los pies al ver el somier sin colchón y las paredes de cemento en la futura habitación de su hijo. Sin poderlo evitar, lagrimas empezaron a inundar sus ojos. Troy no merecía pasar por todo esto. Él había abandonado su hogar, sus amigos… lo había dejado todo atrás sin retraerle nada. ¿Ahora encima debía soportar vivir en la miseria? Sentía que había fallado a su hijo y a ella misma. Necesitaba tanto a Jack en estos momentos…
Troy entró en la habitación y se asusto de ver a su madre llorando. Se acercó a ella y la envolvió entre sus brazos con expresión asustada y confundida.
mama, ¿Qué pasa, porque lloras?
lo siento tanto, Troy… perdóname por favor… - le dijo Lucille entre sollozos
Troy, al observar la habitación, entendió el comportamiento de su madre, y la abrazó más fuerte.
no llores mama…no es tu culpa…nada de esto es culpa tuya…ya verás como nos las apañaremos…
Y Lucille sonrió por primera vez desde que habían llegado a Alburquerque, porque, mientras tuviera a Troy, todo iría bien.
