Ranma ½ es propiedad de Rumiko Takahashi, escribo sin fines de lucro, solo para entretener
Espero les guste…
EL MURO DEL BESO
Capítulo I.
"Viejo loco"
Perspectiva de Ranma
- ¡Maldición, esa Akane tarda demasiado! – Grite exasperado en la entrada del bachillerato. La había estado esperando por unos largos minutos, aunque ciertamente dude en hacerlo pues durante el receso Shampoo me había abrazado y esa tonta de Akane me golpeó con todas sus fuerzas. Me preguntó cuándo entenderá que yo no quiero estar junto a ninguna de ellas.
Luego de unos instantes la vi salir del instituto, al verme me volteó la cara y yo bufe fastidiado… Me hubiese ido a casa solo.
Caminamos por el sendero que lleva a casa pero su descontento me tenía inquieto, odiaba que hiciera esos berrinches más aún cuando yo no había hecho nada.
— No entiendo por qué estás tan enfadada. – Le reproche.
— ¡No estoy enfada! – Me contesto sin si quiera mirarme, obviamente seguía molesta, pero nunca lo admitiría, más porque aquello era ocasionado por sus celos — Ya te eh dicho que tú sabrás que haces y con quien lo haces Ranma, si te gusta tanto Shampoo quizá deberías ser el prometido de ella y dejarme en paz de una buena vez.
Ese comentario me remolino el estómago, ¿yo con Shampoo? ¡Jamás!, pero ya me había enfadado, por lo que decidí seguirle el juego.
— Ja, quizá debería, no me agrada ser prometido de una celosa machorruda como tú.
Evidentemente el insulto "celosa machorruda" la hizo enfurecer, provocando que me lanzará su mochila directo a la cara, desafortunadamente no la logré esquivar.
— ¡Eres un idiota!
Me cabreaba que me golpeará por estupideces que yo no ocasionaba, así que quise insultarle inmediatamente pero una voz me distrajo de mí objetivo.
— Hey chico… - susurro alto una voz, de una de las casas por las que pasábamos.
— ¿Mmm? – Dijimos al unísono.
De una de las casas grandes por las que caminábamos día con día, se dejó ver un pequeño anciano, con arrugas que lo cubrían por completo y un cabello entre blanco y gris, de aproximadamente 70 años, apoyado por un elegante bastón.
— Si, ustedes, par de tortolos. – Nos sonrío el viejo. Yo rodé los ojos disgustado por esa palabra, no era ni inimaginable que fuésemos eso, mucho menos con las actitudes de Akane.
— ¡A quién llama tortolos! – Gritamos al mismo tiempo enfurecidos, como si aquella palabra fuera una maldición.
El viejo rio. — Lo siento, lo siento, ¿pueden acercarse un momento? – Nos indicó con las manos, a decir verdad se me figuro a un viejo pervertido y definitivamente no me acercaría a él, ni mucho menos permitiría que Akane se acercase a él.
— ¿Necesita ayuda? – Pregunto atenta Akane, admiraba que siempre se preocupase por la gente, pero a veces era tan confiada que por eso corría peligro, por lo que decidí mantenerme en guardia ante cualquier cosa que pudiese pasar.
— No jovencita. Pero siento que ustedes necesitan oír una buena historia. – El Viejo, saco una silla de su casa y se sentó en el porche, como si supiera que irremediablemente nos acercaríamos, pero esas patrañas no nos engañaban tan fácilmente.
— Lo sentimos pero tenemos que llegar a casa, tal vez para la proxim… - Estaba por concluir cuando la inocencia de Akane me interrumpió.
— ¿Una historia sobre qué? – Dijo ella mientras caminaba hacia hacía el porche
Me di un golpe en la frente mentalmente y le grite para que se detuviera. — ¡Akane!
— ¿Qué? ¡Solo quiero saber!
El anciano río. — Pues vera señorita, les contare una historia de amor. – el viejo puso una actitud seria llamando aún más la atención de mí boba prometida.
— ¡Por dios, no! – Grite enfermo, pues la palabra "amor" me causaba cólera. — Vámonos Akane, estoy seguro que no quieres escuchar boberías. – Le dije esperando ser influyente en ella.
No lo fui.
— ¿Una historia de amor? – Pregunto Akane ilusionada, aparentemente intrigada por conocer la historia. — ¿De quién?
En ese momento me jalé el pelo desesperado por dos razones:
Una: Detestaba las historias de amor
Dos: Tenía hambre y quería llegar a casa rápido.
Ambos ignoraron mis evidentes muestras de horror y se pusieron a hablar.
— De unos jóvenes que plasmaron su amor en un muro… - respondió el viejo de manera seria y misteriosa.
— Vamos Akane, tengo hambre y este viejo está loco. – Le volví a pedir.
— Cállate Ranma, si quieres puedes ir a casa, yo iré al rato… - Me dedico una mirada fría y se acercó aún más al viejo. - Por favor, continúe…
— ¿Eso quieres? – Le pregunte aún más desesperando, esperando que cambiase de opinión.
— ¡Si, lárgate!
— Pues ahora te espero, no hare lo que tú me digas. – Dije con sumo enfado, no iba a dejar que ella me controlará, además si le pasaba algo y no estaba cerca, seguramente me arrepentiría después, así que cruce los brazos y me tuve que quedar a escuchar la estúpida historia.
— Como quieras pero ¡Cállate afeminado! – Me gritó, hiriéndome en mi punto débil, detestaba que me insultará así, sabía que ese tema me causaba depresión. ¿Por qué siempre lo usaba?
— ¡Oye Macho peludo! – Le grite, yo sabía que ella odiaba eso, pero no se iba a quedar tan feliz después de insultarme.
— ¡No me llames así insensible!
La guerra entre dos mundos estaba por comenzar sin importarnos terminar con toda vida humana que se atravesara entre nosotros durante esa pelea. — ¡Pero si tu empezaste caderas anch…! – Le dije, pero fui interrumpido por unas carcajadas, el anciano se burlaba de nosotros.
— ¡¿De qué se ríe?! – preguntamos, sumamente enfadados.
— Es que… - El viejo se tambaleaba en su silla y de vez en cuando tomaba aire, trataba de parar de reír. — Me recuerdan a mí
— ¿A usted? – Preguntamos al unísono.
El anciano recargo su cabeza en la silla rechinante y cerró los ojos, como añorando el pasado. — Si… hace años... me refiero hace unos 30 años atrás… - suspiro. — Mi prometida y yo… ambos nos amábamos ¿saben? Pero peleábamos, así como ustedes…
A decir verdad aquello me sorprendió y la historia empezó a intrigarme, pero no lo suficiente como para desear quedarme a oírla.
El anciano nos sonrió. — No necesito que me lo digan, basta con verlos para saber que existe algo entre los dos… además, existe una manera de saber si ustedes deben seguir juntos o no.
Un calor intenso subió por mis mejillas y mire a Akane de reojo… Sí, si había algo.
— ¿Existe una manera? – pregunto Akane interesada.
— No creerás lo que dice un viejo loco desconocido ¿o sí? – Le cuestione, seguía incrédulo ante lo que el anciano nos decía. Vi la mirada sórdida que me dedico Akane y capte que ella estaba creyéndolo todo, solo suspire, harto de seguir insistiendo. — No tiene caso… - susurre.
— Así es, mi novia y yo nos separamos luego de que las peleas se volvieran cada vez más intensas, luego de 4 años de compromiso todo se perdió, de la noche a la mañana y no volví a saber más nada de ella… - suspiro, ya un poco triste. — Desesperado, descubrí que existe un muro a las afueras de Nerima, en el cual las jóvenes parejas plasmaban sus nombres, era una leyenda que fue popular por ese tiempo por aquí, se decía que el muro estaba embrujado ya que una novia murió enfrente del antes de llegar a la boda con su futuro marido, entonces los jóvenes enamorados escribían su nombre en él y si la relación iba a perdurar, aparecían mensajes indicando que así iba a ser y si no, los nombres aparecían tachados, en aquellos años todo ello provoco innumerables quiebres y yo, tratando de tener una señal sobre nuestra relación, escribí nuestras iníciales…
— ¿Y qué paso después? – pregunte ya más interesado, pues aunque fuese un cuento de hadas debo decir que la trama era buena.
El anciano se meció en su silla durante largos minutos, luego se levantó. — Es tarde, anochece y hace frio. – abrió la puerta de su casa y se metió dentro de ella.
Me quede boquiabierto cuando vi que se iba, primero nos pide que lo escuchemos y luego se va groseramente sin terminar la historia.
— Pero espere, no ha terminado de contarnos, es una grosería dejarnos así. – Refunfuñe.
El anciano me sonrió antes de cerrar la puerta. — El final no importa, sé que ustedes lo descubrirán por si mismos… vayan con cuidado a casa y… por cierto… mi nombre es Shion. – Nos guiño el ojo como si estuviese seguro de que lo haríamos, antes de desaparecer por la puerta.
— Vaya pérdida de tiempo. – Dije irritado por lo sucedido.
El camino hacia casa fue silencioso, yo tenía hambre y me sentía débil hasta para dialogar, Akane seguía sin hablarme y seguramente todavía estaba molesta por lo sucedido en la escuela.
— Oye Ranma… - Dijo Akane de pronto, rompiendo el hielo que se había formado.
— ¿Mmm que sucede?
— ¿No crees que deberíamos hacerlo? – Me dijo mientras clavaba sus hermosos ojos en los míos, estaba seria.
Esos ojos, sumados a su actitud tímida me hicieron pensar en la posibilidad de ir más allá, ¡había llegado la hora!
— ¿A qué te refieres? – le dije nerviosamente, estaba sonrojado lo podía sentir.
— Tu sabes… - Akane agacho la mirada manteniendo el silencio y provocando aún más intriga en mí.
— Ak... Akane yo… - Me alenté mentalmente a decir lo siguiente, era difícil mostrar mis sentimientos.
Pero todo eso se fue al carajo.
— Ir a escribir nuestros nombres al muro…
Casi caigo de espaldas cuando escuche eso, aunque me tranquilice un poco, debo decir que creí otra cosa.
— ¡No puede ser que hayas creído todo lo que dijo ese anciano!
— ¡Tal vez sea mentira pero debemos percatarnos si es verdad!... poner nuestros nombres y tú sabes… - agacho la mirada y comenzó a jugar con sus zapatos, avergonzada. — Averiguar si debemos continuar con esto…
Mi cuerpo se tensó y un montón de telarañas aparecieron en mi cabeza en forma de miedos. ¿Y si no estábamos destinados a ser? ¿Qué iba a pasar con nuestra relación? No, no, no, ¡no!, no podía imaginar una vida sin Akane, sin verla todas las mañas, sin escucharla gritar, sin… tener esa esperanza continua de algún día declararle el amor que sentía por ella.
Era una idiotez la historia pero podía haber algo de verdad en ella. No quise alentarla a nada, sobre todo porque quería seguir formando parte de su vida. Opté por cambiar de tema.
— Vamos a casa, es tarde y deben estar esperando.
— Pero Ranma… - Akane estaba parecía atónita, seguramente se preguntaba si yo quería seguir con el compromiso.
Decidí explicarle lo que pensaba, sobre todo para no delatarme.
— Escucha, dudo mucho que eso del muro sea verdad y si lo es no demuestra nada, ¿sabes? No podemos vasar nuestro futuro en el cuento de un anciano desconocido, tal vez solo era para probarnos. – Me cruce de brazos disimulando mi terror por no estar destinados a ser — No hay motivo para hacerlo, no necesitamos pruebas para seguir con esto, basta con tenernos el uno y el otro… - Mierda, se me había ido de las manos. Cuando me percate de lo que estaba diciendo, la mire y observe en sus ojos algo de esperanza… ¡no así no!
— Entonces… Ranma tu…
— ¡No! Digo… - comencé a reír nervioso, miré hacia el cielo el cual estaba obscureciéndose, ¡el pretexto perfecto para salir de esa situación! — Tenemos que irnos nos esperan. – corrí de prisa sin si quiera mirarla de nuevo.
Akane no se quedó atrás y me siguió de cerca. — ¡Ranma! No corras tan rápido… dime, ¿todo lo que me dijiste es cierto?
Seguí corriendo ignorando sus palabras, claro que era cierto pero no era la manera ni el momento de decírselo.
— ¡Corre Akane, tengo hambre!
Akane suspiro mientras me seguía. — No tiene caso algún día lo sabré.
La noche callo y olvidamos lo sucedido, yo me fui a dormir tranquilo, pero en la madrugada sentí unas cachetadas en mi rostro que me despertaron.
Era Ese estúpido de Ryoga, estaba en el pie de mi cama.
— ¿! Qué rayos te pasa Ryoga?! – pregunte aturdido.
— ¡Lo sé todo, se lo del muro y sé que si plasmo mi nombre en el junto al de Akane, ella y yo podremos estar juntos! – Río burlonamente. – Los estuve siguiendo transformado en cerdo. Soy tan ágil.
Fruncí el ceño, siempre ha sido un ingenuo en cuanto a cosas de ese estilo. — ¡Que idiotez que creas eso! A mí no me interesa lo que hagas, pero no entiendo, ¿¡para qué rayos vienes y me despiertas!?
— Quería que supieras que tus días junto Akane están contados y esta misma noche iré en busca del muro y lo traeré para que ella observe que su destino es estar junto a mí. – Sonrió Ryoga inmerso en sus sueños casi imposibles, después brinco por la ventana agitándose como si hubiera encontrado la cura a su maldición y perdiéndose entre la penumbra, ese cerdo era un idiota.
Ya no pude dormir durante toda la noche, me quede sentado en el suelo un tanto sorprendido por la actitud entusiasmada de Ryoga. Suspire y me cruce de brazos, meditando lo sucedido. — ¡Ese maldito p-chan está loco!, dudo mucho que encuentre el muro, es muy despistado, además si lo hace no regresara dentro de unos años. – Me carcajee en medio de la noche. Más aún porque no quería pensar en que lo iba a encontrar, sin embargo un zapato volador me cayó la boca de un sopetón. Alguien me lo había lanzado desde fuera.—Rayos – susurre sobándome el chipote que seguro se me iba a formar.
Me olvide de esa noche y tuve una vida tranquila (dentro de lo que cabe, sin contar todos los golpes y peleas que tuve con Akane), durante cinco meses, pero una mañana estaba desayunando un poco de prisa pues se me había hecho tarde para el instituto cuando Ryoga destrozo la mitad de la casa con un pedazo enorme de muro que llevaba consigo, el cual dejo caer frente de mí y dejando a todos atónitos. El muro tenía dibujos y múltiples nombres plasmados en él.
Vi como con uno de sus dedos, agitado por cargar quien sabe durante cuantó tiempo la pared aquella, señalo un espacio. Entre cerre los ojos para ver que decía y un sentimiento de horror apareció en mi estomagó.
"Akane y Ryoga, destinados"
— Lo vez Akane… - Susurro Ryoga, estaba rojo, no sabía si era por el esfuerzo que hizo o porque estaba nervioso.
Vi a Akane incrédulo de que ella lo creyera, pero al ver su rostro supe que lo hacía.
Al parecer Ryoga & Akane estaban destinados a… ¡No puede ser!
Continuara
EDITADA, espero les guste ;)
