Como siempre, los personajes pertenecen a sus autoras y editoriales; y sólo me los cojo un rato para crear historias golosas sin afán de lucro.

Universo alterno, moderno y goloso describiendo relaciones amorosas poco comunes. Yo no juzgo ni condeno, sólo plasmo sentimientos y situaciones que ocurren todos los días y en más personas de las que creemos.

Escenas lemon. Avisados estamos todos: si no te gustan las historias fuertes NO LEAS.

Minific presentado en la Guerra Florida 2014, que allá quedó inconcluso, pero aquí lo terminaré. No voy a inventar el hilo negro, pero tampoco me llevo a posta ideas ajenas sin permiso, así que si encuentras alguna historia parecida será pura casualidad.

Gracias a Friditas por la sugerencia y a Lady Lyuva por permitirme usar su idea de Albert (ella sabe cuál) para este fic.

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EQUILÁTERO

Capítulo 1

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El silencio sepulcral que domina la elegante oficina acorde al rango de su ocupante se rompe al momento en que suena el teléfono fijo, y sobresalta al joven ejecutivo que estaba concentrado en sus múltiples asuntos empresariales. Muy molesto, contestó al cuarto o quinto timbrazo. Al otro lado de la línea estaba su secretaria, que le habló con una octava más en su tono de voz, por el miedo de saber que su jefe la reñiría por pasarle una llamada a pesar de que le advirtió que no lo hiciera.

El joven echó un vistazo rápido a la gran cantidad de documentos que le quedaban por revisar. Muchos de ellos pueden esperar, pero él es un profesional y un workhólico confeso. Encima, desde que el Patriarca se había ido de nuevo a sus viajes de aventura y exploración él, que era el siguiente en la línea directiva por la renuncia de su hermano -que prefería la investigación científica en vez de los negocios- tenía una carga de trabajo que incluso le llevó a romper con su novia de toda la vida.

«¿A quién quieres engañar, Archibald? Nunca quisiste a Annie Britter. Sólo empezaste a salir con ella por una serie de enredos y por hacerle caso a...»

A Candy, su prima adoptiva: esa revoltosa que al igual que el Patriarca, le gusta andar suelta por los mundos de Dios en vez de centrarse y casarse de una buena vez. La última aventura de la chica fue partir a Siria como enfermera para una ONG de atención médica de alcance mundial. Hasta Albert intentó disuadirla de ir a un país inmerso en una cruenta guerra civil, pero la ojiverde es realmente tenaz y no la convencieron. Apenas si consiguieron sacarle la promesa de que les avisaría en caso de tener algún problema.

Pero precisamente es a esa preciosa rubia de ojos verdes a quien en realidad querría desnuda en su cama, todos los días, y por eso tomó la decisión de cortar las vanas esperanzas de Annie, aunque lógicamente no le dio esos motivos para la ruptura, sino otros más convencionales como el enfriamiento de su cariño y el exceso de trabajo.

Sin embargo, lo que verdaderamente fue el parteaguas que animó a Archie a terminar con Annie fue aquella última vez en que hicieron el amor y en medio de los gritos de ella por su orgasmo, él gimió un sentido "Candy" al tener el suyo. Tuvo suerte de que Annie no lo hubiera escuchado, pero fue lo suficientemente listo para saber que era hora de terminar con la farsa. Unos días después, con la mayor delicadeza que pudo rompió su noviazgo con la ojiazul.

Pensaba en su amada, alocada y aventurera rubia, cuando la voz de su secretaria lo interrumpió de nuevo.

-Señor Cornwell...

Archibald Cornwell se mesó los cabellos desesperado, y pagó con la pobre secretaria el estrés al que estaba sometido.

-¿No te dije que no me pasaras llamadas, Molly? ¡Ninguna llamada! ¡No quiero que NADIE me desconcentre, sabes que tengo mucho trabajo!

Molly justificó la interrupción explicando el motivo de la llamada a la extensión privada de Archie.

-Señor Cornwell, lo molesto porque del otro lado de la línea tengo a la señorita Candice White-Andrew, y usted me dijo que ella era importante.

El corazón de Archie dio un vuelco. Tuvo un mal presentimiento habida cuenta el peligroso destino donde actualmente se encontraba Candy haciendo voluntariado, como parte de una ONG especializada en atención médica en zonas de guerra o devastadas por desastres naturales.

-¡Jo-der! A ver si no le ha pasado algo... ¿te dijo si está todavía en Aleppo?

-No, señor, de hecho no le he preguntado nada, pero se la escucha muy triste.

La preocupación del joven fue en aumento.

-Pásamela inmediatamente, Molly... y disculpa lo de hace un momento, es que ya sabes cómo estoy desde que Albert y Stear me dejaron solo...

-Sí señor, no se lo tomo en cuenta. Está muy estresado ahora que hasta Johnson se fue.

George Johnson está de luna de miel porque se ha casado con aquella linda mujercita a la que suele nombrar como "Lady Soraya", aunque a decir verdad, con tanta presión Archibald ya ha olvidado el nombre real de la distinguida y flamante señora Johnson. Su prioridad es Candy. En realidad, siempre lo ha sido.

-Le paso a la señorita Andrew...

-Gracias, Molly.

Se afloja el nudo de la elegante corbata de seda azul y el botón del cuello de su impecable camisa, a la vez que da un pequeño sorbo a su vaso de agua mientras espera la conexión de la llamada desde el conmutador de Molly a su extensión.

-Archie...- la voz de la rubia se escucha llorosa.

Al dandi se le parte el alma oírla así. La ama tanto, aunque no sea suya ni lo vaya a ser nunca. O tal vez por eso la ama y desea con tanta locura.

-Dime, Gatita... ¿te pasa algo malo? ¿Sigues en Aleppo? ¿Esos cabrones de la guerra te han hecho daño? ¿Quieres que mande un avión a Beirut o a donde te quede más cerca, para que te evacuen? ¿Estás herida? ¿Necesitas dinero? ¿Tienes hambre? ¿Te hacen pasar frío?

El joven habla atropelladamente, haciendo un bombardeo de preguntas por el nerviosismo y la preocupación.

-Ahora no estoy en Siria, Archie, estoy en Londres. Y dentro de lo que cabe, estoy bien...

«¿Londres?»

Caramba, esta chica cambia de ciudad antes de que la gente se acostumbre a su última localización. Aun tiene en el marco digital de su escritorio una secuencia de fotos de Candy en Aleppo -¿o era Homs?- durante las fiestas por el fin del Ramadán.

En las imágenes se ve preciosa a pesar, o incluso, de llevar el hijab -velo musulmán-, porque la prenda realza su hermosa cara sin artificios, más ahora que su piel luce ligeramente dorada gracias a la constante exposición al espléndido sol mediterráneo.

En todas las fotos aparece sonriente, ya sea con compañeros de la ONG o con niños sirios. Al igual que cuando trabajaba en hospitales americanos, la rubia tiene la cualidad de hacer sentir bien a sus pacientes, aun siendo pequeños víctimas de una despiadada guerra civil. Los ojos verdes de la chica, perfilados con khol al estilo de las mujeres árabes, aumentan su belleza y se han quedado grabados en la mente de Archibald como una marca al rojo vivo en su mente, para siempre. Las pequeñas manos de esa mujer aparecen tatuadas con bellos arabescos temporales, gracias al henna. Ese look árabe le confiere un aura de misteriosa sensualidad que enloquece a Archie.

-Gatita, ¿qué estás haciendo en Londres?

Ella rompe a llorar de nuevo.

-Sigh... vine a ver a mi novio, aprovechando una recaudación de ayuda humanitaria, pero...

-¡Pero qué, carajo! Perdón, Candy, es que estoy muy nervioso...

-Hemos roto. Más bien él ha roto conmigo. Está saliendo con una compañera suya. Dijo que quería una mujer que estuviera dispuesta a estar siempre con él.

El dandi siente que el alma se le va a los pies. No sabe cuál es la emoción que ahora domina su ser dificultándole pensar fríamente: la rabia, los celos o la preocupación por ella.

-¿Será cabronazo el titiritero de mierda ese? Pero bueno, qué se puede esperar de un bastardo que aun no sabe bien ni quién es. Estúpido niñato hijo de puta...

-Archie... por favor...

El tono de voz que oyó de Candy, suplicante y enronquecido por la tristeza y las horas llorando, en vez de conmoverlo en realidad excitó mucho al petimetre. Se la imaginó tendida en su cama y dispuesta para él, desnuda, húmeda, ruborizada y suplicante; diciéndole exactamente las mismas palabras, en el mismo tono, pero para incitarlo a poseerla. Empezó a ponerse duro y caliente, mal asunto.

-Dime, Gatita...

-¿Podrían venir tú o Stear por mí al O'Hare? Al rato voy a ir a comprar el boleto de avión. Llegaré pasado mañana, pero no quiero quedarme en Chicago sino ir directa a Lakewood o a Hogar de Pony.

-No, Candy...

Candy contuvo la respiración. ¿Su querido Archie le estaba negando ese pequeño favor?

-Está bien, Archie, entiendo que estén ocup...

-No, no me entiendes, Candy, déjame terminar. No te voy a ir a recoger al O'Hare porque osotros vamos por ti a Londres. Usaremos el avión privado del tío William, no creo que se enfade por ello. O sea, iremos Stear y yo por ti.

-Oh, pero... ¿no vas a avisarle a Albert?

-Pero nada, además, ya sabes que anda en Alaska, en sus movidas ecologistas, así que ni lo necesita ahora. Pero al menos él se reporta cada tres días, ¿sabes? Ayer hablamos, así que para cuando nos comuniquemos de nuevo estaremos de regreso.

Un pequeño reproche hacia la rubia, que no llama a casa tan seguido. De hecho, ¿cuánto hace que no hablaba por teléfono con Archie? ¿Dos meses?

-Lo siento, Archie... yo me reportaba a la casa, pero pues nunca están. No te enfades conmigo.

Otra vez ese tonito de voz que se la pone tan tiesa como para partir una roca.

-No podría enfadarme contigo ni aunque me lo propusiera, Gatita...- la voz de Archie se escucha anhelante, como una caricia.

«Mierda, tanto estrés te está haciendo decir lo que no debes... cállate, estúpido Archie, ¿has olvidado el acuerdo que hiciste con tu hermano?»

Se supone que él y Stear habían acordado hace bastantes años no exteriorizar ante otras personas sus sentimientos hacia la hermosa ojiverde. Porque los dos saben que ambos están sin remedio locos por ella. Prometieron que se limitarían a seguir cascándosela pensando en la bellísima rubia, como vienen haciendo desde la adolescencia; y a tirarse mujeres cerrando los ojos para hacerse la ilusión de que es su rubia idolatrada. En los últimos años han estado montando tríos con chicas dispuestas a ello, siempre pensando en que era Candy a quien se estaban tirando. Era su manera de sacar el amor que tenían guardado para la hermosa rubia desde que tenían trece o quince años.

Pero a veces cuesta tanto callar lo que oprime el corazón, especialmente cuando esa chica, la mujer de tu vida, te llama balbuceando por las lágrimas derramadas a causa de un miserable hijo de mil padres. ¡Cuánto daría por abrazarla dulcemente, y besarla tiernamente hasta que se sintiera tranquila!

-Bueno, dime en qué hotel estás hospedada y mañana mismo a esta hora pasamos por ti.

-¿En serio? ¿Tan pronto? No estoy en un hotel, sino en el apartamento de Albert en Covent Garden. Me dio una copia de las llaves cuando me fui a Siria.

-¿Y por qué no te fuiste a la casa Andrew en Chelsea? Ahí estarías más cómoda.

-Me gusta más Covent Garden, Archie, esta mañana estuve bastante paseando por ahí. Comiendo, mirando gente, comprando frutas tropicales. Mañana iré de nuevo a pasear por las calles, me encanta este barrio, su aire multicultural e intelectual. Sus habitantes parecen libres y felices; en Chelsea son muy estirados. Además...

El joven nota que la chica ha detenido abruptamente la conversación, así que la apremia a continuar.

-¿Además qué, Gatita? ¿No me digas que aquella escoria te ha visitado en Chelsea?

-Sí... por eso no quise alojarme en la casa. Él ni siquiera sabe que existe este apartamento.

-De acuerdo, preciosa, en cuanto cuelgue llamaré al hangar para que preparen el avión, llamo a Stear y mientras arreglan el vuelo paso por mi hermano para ir a recoger los pasaportes a la casa e irnos pitando al aeropuerto. Bueno...

Al joven le parte el alma tener que colgar el teléfono, pero debe hacerlo si quiere gestionar todo rápidamente. Sin embargo, no se atreve a hacerlo, no quiere, desea seguir sintiendo la cercanía de la rubia aunque sea por medio de un maldito auricular de conmutador. Ella interrumpe el silencio.

-Archie, cuelga ya... Hay muchas cosas que hacer. Mañana te abrazaré con cariño, te lo prometo.

Como si le estuvieran quitando a un niño su juguete favorito, Archie cuelga haciendo una mueca de disgusto, no sin antes despedirse efusivamente de Candy prometiéndole que irán por ella al día siguiente. A continuación, aprieta la tecla de cortar la llamada y revisando en su agenda personal, marca un número que lo comunica al hangar y comienza a dar instrucciones a los empleados del mismo. Luego se aplica en localizar a su piloto de confianza... porque de Stear, aunque sepa pilotar, no se fía tanto como para hacer un viaje interoceánico; y mucho menos si va a estar nervioso y preocupado por Candy.

Finalmente, marca el teléfono de su hermano para ponerlo al corriente de la situación y darle algunas indicaciones mientras prepara el viaje.

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"" Amor animi arbitrio sumitur, non ponitur ""
Elegimos amar, pero no podemos elegir dejar de amar (Publio Sirio)

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CONTINUARÁ...

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Vuelvo a las andadas golosas, ahorita empezó ligth, pero ya verán "aluego". De antemano, muchas gracias por su apoyo!

¿Por qué este título tan geométrico? Porque el equilátero es un triángulo perfecto, jijijiji... ya se irán enterando.