Aquellos que hayan llegado hasta este punto porque han leído la primera parte, tienen mi agradecimiento asegurado. De todos modos, si queréis darle las gracias a alguien, deberíais agradecérselo a Wolfofthesea, ya que ha sido ella la que me ha inspirado para comenzar con esta segunda parte. En fin, no me enrollo más, a continuación aquello por lo que habéis clicado:
Arciria
_ Pues te mueves bien para no saber bailar. _ Bromeé, al tiempo que Neal me dejaba caer y me recogía con la otra mano._ ¿Tienes más talentos ocultos?
_ Bueno… no lo sé… por algo se llaman… talentos ocultos._ Dijo, alzando la cejas.
Debía haber batido un record, Neal no había pensado en Emma durante al menos dos minutos. Se llevó las manos a los costados y se abrazó a sí mismo. Estaba temblando un poco. Me miró de arriba abajo.
_ ¿Y tú no tienes frío con ese vestido? Ni siquiera tienes mangas_ Dijo, tratando de trasladar a mí lo que lo hacía parecer débil. Algo muy masculino.
_ No tienes que hacer esa jugada si tienes frío, Neal. Lo hace por mi culpa. Anda… vamos dentro… creo que sé de un salón que tiene que estar vacío. Le intentaré explicar al cocinero como se hace una pizza. ¿Te parece bien?
_ Creo que yo sabría hacer una pizza mejor que tu cocinero.
_ Oh… ¿Lo estás retando?_ Le pregunté, sonriendo.
_ Quizá… Si tu cocinero no ha visto una pizza en su vida, creo que llevo ventaja.
_ Entonces decidido. Tú harás la pizza._ Le dije, sacándole la lengua.
Tercera persona
El mono encogía sus alas lastimeramente sobre el cuerpo momificado de la que en su día fue su dueña, su diosa, la malvada bruja del oeste. Poca atención prestó a su congénere cuando este hizo acto de presencia, hasta que una niebla verde lo envolvió y reveló su apariencia humana. Ante la atenta mirada del otro mono, abrió un frasco que no parecía contener nada en absoluto, pues su superficie no lo revelaba.
El joven se arrodilló para quedar a la altura de lo hasta hace nada había sido Zelena e inclinó el frasco, dejando caer dos escasas gotas de agua por su boca, tremendamente abierta de terror. Durante unos momentos en que el joven no pudo ocultar su más absoluto pánico, no ocurrió nada. Cuando estaba a punto de darse por vencido, observó que el mono volador que había junto a la bruja comenzó a gritar.
El mono se había percatado de que el vientre de la bruja ya no parecía tan ceñido a su esqueleto. Su piel estaba empezando a pasar de un tono verde sucio a un brillante tono esmeralda. Poco a poco, el cuerpo comenzó a hincharse como si se tratase de un globo, más no mostrando una piel envejecida y arrugada. La piel era joven, y la figura que la bruja empezaba a tener, envidiable.
Una larga melena pelirroja comenzó a brotar desde su cráneo a gran velocidad, al mismo tiempo que sus ojos volvían a aparecer. Zelena parpadeó varias veces y tomó aire antes de ponerse en pie y cambiarse la ropa por una más acorde con un gesto de su mano. Pasó la mano por el mono que tenía cerca y le acarició la cabeza antes de volverse al joven que acababa de salvarle la vida.
_ Al final puedo comprobar que no cometí un error al contigo, Walsh. Durante estos años has demostrado ser muy útil.
El joven suspiró aliviado al ver que la bruja le concedía algo de respeto. Había pasado horas buscando debajo de cada piedra del lago Nostos hasta encontrar un par de gotas de agua. Al principio la bruja, que no temía que nada pudiese derrotarla, había encontrado dicha búsqueda inútil, pero ahora, tenía que agradecérselo.
_ ¿Cuál será vuestro siguiente paso?_ Le preguntó.
_ Quizá haya perdido el juguete que traía conmigo, pero eso no cambia las cosas, Walsh. Mis hermanas han vivido una vida demasiado tranquila y necesitan que alguien les diga que olvidarse de mí… fue un gran error.
_ ¿Ambas hermanas? Habría jurado que usted había dicho que Arciria no entraba en sus planes.
_ Antes tenía algunas esperanzas en ella. Anteriormente ella fue una bruja portentosa… y odiaba a Regina incluso más que yo. Ahora… bueno… ahora se dedica a hacer esculturas de hielo y a corretear por ahí vestida de azul. Así no me sirve para nada.
Zelena alzó la vista al cielo y se llevó la mano a su colgante, que resplandeció ligeramente cuando lo tocó. Se sentía totalmente segura de sí misma, y estaba enfadada, más enfadada que nunca.
Regina
La noche había sido un éxito. Todo el mundo lo había pasado bien, incluso parecía que Neal se había ahorrado el montar una escenita como ocurría cada vez que me veía con Emma. Me había sorprendido que mi hermana se hubiese ocupado de que todo, incluido eso, hubiese salido tan bien. Pero al parecer, no me equivocaba al pensar que algo arruinaría la fiesta. Pues cuando pensé que podía decir que todo había salido bien, el portón del salón se abrió de par en par y una figura verde vestida de negro hizo acto de presencia.
_ Siento llegar tarde._ Dijo, como saludo.
Noté como un escalofrío me recorría la espalda, sintiendo que tan familiar era aquella escena para mí. Noté como Emma, a mi lado, se tensaba también. La maldad de aquella mujer era tangible. Ella me miró a mí directamente y comenzó a cambiar en mi dirección. Killian y David se acercaron con intención de preguntarle qué ocurría, pero ella los lanzó por los aires.
_ Insignificantes estorbos…_ murmuró.
Sentí como la sangre me hervía repentinamente. Por alguna razón, aquella mujer hacía que me pusiese de los nervios. Escuché a Emma desenfundar, y estuve tentada de hacer aparecer una bola de fuego, pero esperé un poco más antes de actuar. Había algo en todo aquello que no me cuadraba, así de simple.
_ Será mejor que te vayas._ Dijo Emma._ Ya nos hemos enfrentado a demasiadas complicaciones para una vida. No nos arruinarás un día como este.
_ ¿Arruinarlo? Yo no he venido a arruinar nada. Al contrario, querida, he venido a daros un regalo. A ti… a Regina… a Arciria… y a todas las personas de esta encantadora familia que no he tenido el placer de conocer.
Fue entonces cuando caí, en por qué todo me resultaba tan familiar. Yo había estado exactamente en la misma situación que aquella mujer, y ella estaba usando mis mismas palabras. Me estaba imitando de mala manera. Por eso estaba tan furiosa.
_ ¡No queremos nada de ti!_ Exclamé, siguiéndole el juego sin darme cuenta.
_ Pues va a aceptarlo. Mi regalo para todos vosotros, es este hermoso y glorioso día. Porque mañana empieza mi verdadero reto. Habéis hecho vuestros movimientos, y ahora yo haré los míos. Pronto… todo cuanto amáis… todo cuanto todos vosotros amáis… os será arrebatado para siempre._ Dijo, sonriendo, y con sus ojos clavados en mí._ Y de vuestro sufrimiento… se fraguará mi victoria. Juro que destruiré vuestra felicidad, aunque lo último que haga… sea eso.
Por un momento, un tremendo silencio se apoderó de la sala. Yo intenté contenerme lo mejor que pude. Puedo jurar que me esforcé, que intenté con todas mis fuerzas contener aquel impulso. Pero no pude. Llené el silencio de la habitación con una genuina carcajada que reverberó durante segundos.
_ No sé quién eres… pero admito que esa ha sido buena. Casi me lo he creído._ Le dije, separándome de Emma._ Eres una buena imitadora… pero dudo que seas tan buena bruja como quieres hacernos creer.
_ ¿Te ha gustado mi actuación?_ Dijo, sonriendo._ Pensé que a todos les alegraría recordar viejos tiempos… aquellos en los que te sentías sola… y amargada.
_ Tiempos que, afortunadamente… pasaron._ Comenté, mirándola._ Supongo que eres… la bruja malvada del Oeste… ¿Me equivoco? Creo recordar que fuiste destituida tiempo atrás.
_ En realidad… yo me marché. Buscaba otro objetivo._ Dijo, sin dejar que sonreír de aquella manera.
_ ¿Qué objetivo?
_ El trono de este castillo, por supuesto._ Dijo, muy digna.
_ Oh… mi trono._ Dije, mientras fingía una expresión de concentración._ Me temo que tendrás una… bueno… digamos que… pequeña oposición al respecto. Mi esposa Emma y yo… no tenemos intención de darte nuestro trono, como supongo que comprenderas.
_ Pero es mío por derecho. A fin de cuentas, yo soy la hermana mayor.
_ ¿Disculpa?_ Pregunté, confundida.
_ ¿Nuestra madre nunca te habló de mí, acaso?_ Me preguntó._ ¿Ni de Arciria… ni de mí? Parece que nuestra madre ha sido un poco… dejada… en ese aspecto.
_ ¿Por qué iba a creerme semejante estupidez?_ Fue cuanto dije.
_ Rumpelstiltskin, si hicieses el favor de iluminar a mi hermana con tu sabiduría y decirle la verdad que tanto tiempo se le ha estado ocultando.
Arciria
Tenía el vestido lleno de harina, queso, tomate y jamón. Hacer una pizza desde cero era más difícil de lo que Neal y yo habíamos pensado en un principio. Porque al final, al verle tan agobiado, había terminado por unirme a su lucha contra la masa. Ahora estábamos esperando a que el horno hiciese su trabajo, y lo cierto es que la mezcla entre el olor de la pizza y el horno de leña hacían que mi estómago rugiera. Había comido en la fiesta, pero me parecía que hacía horas de aquello.
_ Nunca he tenido el arte de la paciencia._ reconocí, mirando el horno posesivamente.
_ Todas las cosas buenas llevan tiempo, Arciria._ Dijo, mirándome.
Cuando nuestros ojos se cruzaron, sentí un respingo que me hizo volverme de nuevo al horno. Mi corazón acababa de dar un bote, y no entendía por qué. Aproveché para sacar la pizza del horno y cortarla. Olía bastante bien, aunque su aspecto era de todo menos bonito. En el fondo agradecíamos que todo se hubiese quedado pegado a la masa. Neal y yo cogimos un trozo y nos miramos fijamente.
_ Si no sobrevivo dile a Henry que le quiero._ Dijimos los dos a la vez.
Nos llevamos los dos el trozo de pizza a la boca y, yo al menos me sorprendí al ver que aquello sí que parecía una pizza. Quizás era porque estaba hambrienta… o porque hacía diez años que no probaba una pizza, pero lo cierto es que me encantó.
_ Le falta el pepperoni._ Me lamenté.
_ Sigue siendo la mejor del reino encantado._ dijo Neal.
_ Tampoco es que tenga demasiada competencia._ dije, irónica.
En ese momento noté algo, una sensación en el pecho, en mi corazón, que nada tenía que ver con lo que estaba sucediendo. Y un pensamiento fugaz acudió a mi cabeza. "Regina está en peligro." pensé de inmediato.
_ Neal, tenemos que volver al salón. Algo pasa con mi hermana. Presiento que es grave.
Dejé el trozo de pizza sobre la mesa y, sin importarme lo que pudiera pensar la gente por la harina que cubría mi vestido, corrí en dirección al salón. Escuchaba a Neal detrás de mí y eso me hacía sentirme segura por algún motivo.
Zelena
_ Y ahora que hemos confirmado la verdad, ¿Qué tal si probamos cuál de las dos es mejor bruja?_ Pregunté, lanzando a Regina por los aires.
Ella era muy mayor para medirse conmigo. Tantos años sin practicar su magia le habían pasado factura. Y yo era fuerte. Había estado mejorando mis hechizos todos aquellos años. Y ahora, demás, había rejuvenecido mi cuerpo. Quizá no necesitaba nada para cumplir mi venganza. Ahora, mientras elevaba a Regina por los aires, ahogándola, y rechazaba a todos los que trataban de defenderla con mi magia, me daba cuenta de que estaba perdida.
O al menos, debería estarlo. Cuando Regina empezaba a ponerse Blanca, sentí como el frío se extendía por mi brazo, hasta que pequeños carámbanos empezaron a surgir de mi piel. Solté a Regina, dolorida, para comprobar que caía sobre una cómoda aunque fría montaña de nieve. Había un factor con el que no había contado en aquel plan, y ahora ese factor me estaba congelando la mano.
_ ¿Quién te crees que eres para atacar a mi hermana?
Arciria estaba decidida. Llevaba el vestido azul cubierto de harina, pero su rostro no tenía nada de gracioso. Regina era mayor, y ya no era tan poderosa como antes. Pero Arciria, por el contrario, era joven, y su control sobre el hielo era digno de ser mencionado. Mi brazo me dolía, más de lo que quisiera admitir.
_ Soy su hermana mayor, la legítima heredera al trono. Tú mejor que nadie deberías entender por qué hago esto._ Le dije, mientras me ponía en pie._ Ella no es digna. No ha luchado como tú o como yo por llegar hasta donde estamos.
_ Lo que dices es estúpido._ Dijo Arciria._ Olvídate de eso. Si quieres un lugar en nuestra casa, ese no el modo de conseguirlo. Aquí hay sitio para todos. Nos da igual si estás perdida o si eres verde. Deja de intentar matar a Regina y hablemos como personas civilizadas.
_ Voy a conseguir mí trono. Y ni tú, ni ella, ni nadie será capaz de detenerme._ Dije, poniéndome en pie._ Quizás hayas ganado esta batalla, pero no ganarás la guerra. Juro que algún día podré ese precioso poder de hielo que ostentas en tu contra.
