Fandom: Frozen
Pareja: Elsa/Anna
A.N: Descargo toda responsabilidad, ninguno de los personajes me pertenecen. Historia completamente AU. Femslash. NO INCESTO. Anna y Elsa no son hermanas.
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Run
Capitulo I
"Recuerda que creo en ti"
Anna tenía cinco años la primera vez que se encontró con ella. Podía recordar el gran esfuerzo que hacía para mantenerse en el mismo lugar, mientras su padre se encontraba a su lado con una sonrisa, esperando que las enormes puertas del castillo se abrieran para recibirlos. El motivo de su visita hace tiempo se había programado, su padre era el recolector oficial del hielo en el reino, y en cualquier evento que organizaba la familia real siempre se solicitaba su trabajo. Anna era consciente de lo importante que eso era, la paga era buena y serviría para abastecerse de alimentos durante algunas semanas. Kristoff, su hermano estaba también emocionado pero trataba de mantener su compostura de indiferencia respecto al tema, siempre decía que cada año ocurría lo mismo por esas fechas debido al cumpleaños de la princesa Elsa.
La niña mordió su labio inferior al escuchar como las enormes puertas se abrían y un mayordomo les permitía el paso al interior. Su padre entrelazo su mano con la de ella y juntos siguieron al hombre de traje verde. Caminaron a través de un pasillo largo con sus paredes desnudas, había algunas armaduras antiguas colocadas estratégicamente para darle un toque de clasicismo, y finalmente se detuvieron frente a unas puertas color blanco. Anna sintió la emoción correr a través de sus venas hasta que el mayordomo volvió hablar.
-El rey espera por usted, pero me temo que ella deberá quedarse.
El padre de la niña le observo en una completa perdida de palabras, mientras que Anna no pudo ocultar su decepción. Su única oportunidad de estar frente a la princesa se había esfumado sin que pudiera evitarlo. Algo dentro de ella se apago al soltar la mano de su padre y retroceder para que entrara.
-Voy a estar bien, papá. –Aseguro la pequeña de pelo rojizo con una sonrisa triste.-Esperare aquí. Te lo prometo.
-Anna… -La voz de su padre se desvaneció al abrirse la puerta, Anna le empujo alentadoramente y alcanzo a escuchar su suspiro lleno de resignación. Si no fuera por la porque necesitaba el dinero para sostener a su familia se habría marchado sin pensarlo– Volveré pronto.
La niña asintió y vio como la puerta se cerró con firmeza tras los pasos de su papá. Durante unos momentos permaneció viendo la puerta con anhelo, pero sabía que ningún milagro ocurriría para que ella entrara. Desde que se había enterado que su padre iría al castillo no dudo en rogar para acompañarle, nunca antes había estado en su interior, solo en su patio principal donde el pueblo se reunía para escuchar los discursos del rey. A pesar de que era tedioso permanecer de pie en medio de una multitud, Anna disfrutaba de esas ocasiones porque podía contemplar a la bella princesa rubia. Todo el pueblo de Arendelle amaba a Elsa, una niña hermosa y educada que siempre parecía mantener una sonrisa tímida en sus labios.
Anna se recargo contra la pared contraria a la puerta y lentamente se fue desvaneciendo hasta quedar sentada en el suelo impecable. Su vestido se arrugo en su mayoría pero no le dio demasiada importancia, Elsa no la vería de cualquier forma. Veinte minutos más tarde ya cansada y aburrida de observar la puerta, encogió sus rodillas hasta su pecho para ocultar su rostro. Últimamente había estado trabajando con Kristoff más de lo habitual, su cuerpo cansado no podía seguir resistiendo y el silencio sepulcral empezó a convertirse en un cómodo arrullo que hizo sus parpados más pesados que de costumbre.
La escalofriante sensación de estar siendo observada entre sueños hizo que se moviera para buscar una posición cómoda. Con la cabeza apoyada en algo suave y blando, Anna no dudo en abrazar su almohada, sin embargo al hacerlo sus brazos se aferraron a algo delgado y firme. Una risa lejana resonó en sus oídos y por alguna razón la niña imagino el rostro de la princesa. La oscuridad e imagen lentamente fueron desapareciendo hasta que sus parpados se volvieron sensibles a la claridad, Anna parpadeo totalmente desconcertada al ver una pared blanca, pero lo más inquietante fue un par de piernas que sobresalían bajo su cabeza.
Asustada y completamente incrédula ante lo que veía, Anna trato –por inercia- de alejarse lo más pronto posible del cuerpo cálido que la acogía.
-Tu… tu, yo…princesa.-Balbuceo la niña de pelo rojizo con las mejillas ardiendo en color carmesí.-Lo siento.
Anna se puso de pie rápidamente e hizo una reverencia hacia la chica de ojos azules que le observaba atentamente
-No te preocupes. –Desestimo Elsa levantándose de su lugar con gracia, sin percatarse de la mirada hipnotizada de la otra niña ante su simple acto- ¿Estás bien?
-Sí, creo que sí.
-¿Crees? –Cuestiono la rubia arqueando su ceja con desconfianza- Hace unos momentos parecías muy cansada.
Las manos de Anna se retorcían entre sí con nerviosismo, la mirada escrutiñadora de Elsa provocaba una ola de sentimientos que no podía controlar. Era como si su sueño se hubiera vuelto realidad para luego convertirse en una pesadilla horrible. No solo había parecido una indigente grosera al dormirse en las piernas de la princesa, si no también una chica torpe que no podía hablar claramente.
Sin más remedio la castaña rojiza asintió desviando su mirada hacia el suelo.
-Lo siento, princesa.
Elsa frunció el ceño con preocupación y se permitió hacer un rápido escaneo físico de la otra chica. Su cabello se encontraba atado en dos coletas dándole un toque angelical, además de un cuerpo delgado y rostro manchado con algunas pecas. Sin embargo, al mirar la oscuridad bajo sus ojos sabía que no había descansado adecuadamente.
-¿Cómo te llamas? –Pregunto la princesa después de tranquilizarse.
- Anna…. Soy Anna. –Murmuro la niña con timidez.
La niña de mayor edad asintió e inhalo profundamente antes extender su mano hacia ella. Los ojos verdes de la chica de inmediato se alzaron para mirarle con incredulidad, Elsa aparento no tomarle demasiada importancia pero por dentro el nerviosismo iba consumiéndola poco a poco.
-Vamos. –Dijo entrelazando sus manos con cierto temor.
Por un momento los ojos de Anna se desviaron hacia la puerta recordando la promesa que le había hecho a su padre, pero cuando la princesa tiro suavemente de su mano sabía que cualquier repercusión valdría la pena. Ella deseaba estar junto a la niña rubia desde la primera vez que la vio y dejar pasar su única oportunidad sería un grave error.
Elsa la condujo a través del pasillo solitario sin soltar su mano, la niña apenas y podía respirar adecuadamente. Sin embargo cuando pasaron por la escalera de caracol que conducía a la sala de pinturas, el arrepentimiento empezaba a notarse en su rostro. Quizás había sido mala idea traer a Anna. Su padre se enfadaría cuando se enterara, pero estaría más aterrado si supiera que había desobedecido sus órdenes, los guantes blancos estaban cuidadosamente guardados en su vestido.
Anna caminaba a su lado observando cada rincón del castillo, y la princesa por primera vez se sintió orgullosa del enorme y solitario lugar donde vivía.
-¿Cuál es tu pasatiempo favorito? –Elsa se detuvo en seco y la tensión en su pequeño cuerpo se volvió evidente. La temperatura en el lugar disminuyo repentinamente haciendo que Anna titiritara de frio.- No tienes que responder, yo solo…
-Me gusta hacer muñecos de nieve. –Contesto la niña con una sonrisa avergonzada.
-A mi también, ¿podemos hacer uno? Vamos al jardín.
La princesa percibió la felicidad en la voz de Anna y no pudo evitar sonreír. Algo en su interior se removió con inquietud, pero el sentimiento de alegría por primera vez domino cualquiera de sus acciones. Las conversaciones con su padre quedaron en el olvido junto a su miedo, y sin decir una palabra más se dirigió hacia el lugar indicado para jugar. El salón de baile era enorme con sus paredes elegantemente decoradas, Elsa suspiro antes de volverse hacia Anna prometiéndose mantener todo bajo control.
-Princesa, no entiendo…
-Anna, ¿confías en mí? –Interrumpió la rubia con ansiedad. Sus ojos azules analizaron el rostro cubierto de pecas frente a ella en busca de algún signo de falsedad, pero sorprendentemente solo encontró la confianza y sinceridad en la mirada de la niña menor.
-Con todo mi corazón.
Elsa exhalo con alivio mientras la emoción corría a través de sus venas. Cuidadosamente soltó la mano de su compañera y se alejo unos metros, justo en medio de la habitación. Anna le observo desconcertada, una vez mas había hablado sin pensar. La princesa podría pensar que era rara, o peor aun… asustarse por la honestidad horrible con la que actuaba. Sin embargo, la niña rubia se mantuvo inmóvil por un segundo sin dejar de observarla, sus manos se habían apropiado de un puñado de tela de su vestido mientras su pie derecho se inclinaba sobre el suelo. Elsa podía sentir su corazón latir apresuradamente mientras pensaba en lo placentero que se sentía ser egoísta por primera vez.
Anna abrió sus ojos sorprendida mientras veía el hielo surgir de Elsa, la temperatura descendió y de pronto todo el suelo se cubrió de hielo cristalino. La niña chillo con emoción observando a su alrededor, amaba el hielo más que nada. Copos de nieve empezaron a caer y Elsa se acerco con algo de miedo hacia ella, pero Anna no pudo evitar abrazarla. Las clases sociales quedaron a un lado junto a su posición, simplemente eran dos niñas disfrutando de su infancia. La princesa rio alegremente mientras daba vueltas con la niña de pelo rojizo, cualquier temor de ser rechazada fue dejado de lado. Sin embargo la felicidad disminuyo cuando la pequeña mano de Anna se deslizo a través de los dedos de Elsa, la rubia sin saber que hacer de inmediato convoco una pila de nieve para amortiguar el golpe. El alivio invadió el cuerpo de la ojiazul al escuchar la risa estridente de la niña.
-Eso fue increíble, hazlo de nuevo. –Grito Anna entusiasmada.
Elsa se limito a sonreír y extendió sus manos haciendo que la nieve se apilara en columnas de diferentes tamaños. La chica más joven retrocedió unos cuantos pasos para tomar un impulso que le permitiera alcanzar la primera montaña, las risas continuaron resonando en el salón hasta que la princesa resbalo accidentalmente y grito, provocando que Anna perdiera el equilibrio. La rubia grito el nombre de la niña y trato de detener su caída contra el suelo cubierto de hielo, pero la rapidez con la que el cuerpo de la pequeña caía y la lentitud de sus movimientos hizo que solo alcanzara a golpear la cabeza de la chica.
El cuerpo inconsciente de Anna cayo con un golpe seco contra el suelo, Elsa se acerco de inmediato con un nudo en su garganta y tomo entre sus brazos el cuerpo de la niña. Las lágrimas empezaron a caer por sus mejillas y los gritos desgarradores fueron escuchados por su padre que la buscaba desesperadamente.
-¿Elsa, qué has hecho? –Cuestiono el rey horrorizado ante la escena
-Fue un accidente, papá. –Explico la niña con voz quebrada.- Nosotros estábamos… yo no quise hacerle daño.
El rey se acerco a ambas ignorando el frio en el lugar, sin proponérselo arrebato el cuerpo inconsciente de la niña pelirroja de los brazos de su hija. Su fuerza casi envió a Elsa de bruces contra el suelo, pero la princesa no pareció tomarle importancia y siguió detrás de su padre con la intención de estar al lado de Anna, sin embargo el rey le observo sobre su hombro con el ceño arrugado. La ira y temor era evidente en su rostro.
-Vuelve a tu habitación, tú y yo hablaremos mas tarde.
-¿Ella se pondrá bien? ¿Puedo….-La voz de la princesa se desvaneció al ver como su padre abría la puerta con dificultad.
-No desobedezcas más, Elsa. Tendremos suerte si encontramos la manera de salvarla y ocultar lo que ha sucedido.
De pie en el pasillo solitario la niña de ojos azules sollozo en voz alta con su corazón desgarrado. Vio como su padre se alejaba con el cuerpo inerte de la niña hasta perderse en la lejanía. Había herido a Anna, la primera y única persona que había confiado en ella.
Era un monstruo y como tal ella nunca se acercaría de nuevo a alguien.
Los días transcurrieron mientras la conciencia de Elsa se encargaba de torturarla. Su padre había vuelto horas más tarde después del accidente y aseguro que Anna se encontraba bien, pero que sería la última vez que tendría contacto con ella. La princesa no protesto, a pesar de que por dentro quería hacerlo, se limito a asentir con la mirada perdida en el suelo bajo sus pies. El ambiente en su habitación era más frio que en otras ocasiones, y los pedazos de hielo que sobresalían en las paredes demostraban la angustia en su corazón. El rey contemplaba su cuerpo inmóvil con preocupación, la palidez en su rostro y ojos hinchados estrujaba su corazón. Quería abrazarla, susurrarle que todo estaría bien… pero mentiría al decir que no temía del daño que Elsa pudiese causarle. Sentía temor de su propia hija, una niña inocente con un poder incontrolable. Había caído tan bajo que la impotencia corría por sus venas como un rio desembocado.
-Elsa sé que no ha sido fácil para ti, pero no puedo permitir que alguien más salga herido. –El rey suspiro desviando su mirada hacia la ventana cubierta de hielos puntiagudos y filosos.- He tomado la decisión de enviarte con alguien que podrá ayudarte. Me asegurare de que nada te haga falta y cuando por fin logres controlar tu poder, volverás a tomar lo que te corresponde ¿entiendes? Recuerda que creo en ti.
Las últimas palabras del hombre se convirtieron en un susurro casi imperceptible, pero Elsa logro escucharlo. Su pesadilla se había hecho realidad y no tenía más alternativa que imaginar una luz al final del camino, pero incluso el tratar de encontrar un consuelo se había vuelto algo imposible. La puerta de su habitación se cerró al igual que su corazón.
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Gracias por haber entrado!
Hasta la próxima ;)
