Advertencias: Drabble escrito durante la pasada edición del quinesob. Mi primera experiencia en este fandom, tenedlo en cuenta :p No soy una experta en sangre, todo parecido con la realidad es pura coincidencia. PWP básicamente. tomatazos, gracias.
Elea :p
MURDER SCENE
Lee
el caos en cada renglón escrito con sangre en una habitación de
hotel. Las paredes narran la historia de un aficionado, un novato que
se arrastra por los caminos traicioneros de la improvisación. El
prólogo está escrito desde el umbral de la puerta, con caligrafía
descuidada y trazos atropellados, temblorosos. Hila palabras
descosidas en una composición insulsa de forcejeos y cuchilladas
superficiales, sin argumento, sin premeditación ni alevosía. El
punto y a parte se esconde en la madera labrada del tocador, fruto de
una inspiración repentina en la sien.
La narración no deja de
ser pobre, poco fluida, sobre la moqueta. La trama se desliza en
pisadas espontáneas que custodian la puerta principal y resbalan a
los pies de la cama, apuntando a un predecible desenlace.
El
epílogo tiene lugar entre las sábanas, con un estilo grotesco y
abrupto. Omite el placer de los detalles y planta su semilla en
frases cortas y concisas, ebrias de vino espumoso. Y un punto y final
entre ceja y ceja que se desparrama desde el crucifijo a la almohada.
Entrega el informe y se desentiende de un mediocre crimen pasional que acabará archivado entre rejas y olvidado en las profundidades del océano. Él es la cara opuesta de la misma moneda. Todo es sobriedad en su escena del crimen. Las ideas perfiladas al detalle, catalogadas en una caja de herramientas. Los trazos claros y elegantes, respetando los márgenes de un papel en blanco. Las palabras apropiadas para reescribir la misma novela cada noche y que resulte diferente, novedosa, placentera. Todo es sobriedad en su escena del crimen, salvo cuando se trata de Rudy.
El código no contempla las marcas de los dientes en el cuello, ni cubre el semen que resbala entre sus muslos tensos. Estrecha la mano del caos y el desconcierto, se deja seducir por la ordinariez de la improvisación. Despierta el apetito en su boca y sacia su sed en cada rincón de su cuerpo. Arrastra el gusto a sudor y sangre con sus labios, trazando un camino de tentaciones que nace en la comisura y muere por debajo del ombligo. Le mira a los ojos y se encuentra a sí mismo, rendido ante las impredecibles consecuencias de la espontaneidad.
Cuando se trata de Rudy, su técnica se torna vulgar, como un crimen pasional en una habitación de hotel.
F I N
