Los personajes pertenecen a Stephenie Meyer, la historia es mía.
-Es una oferta que no pueden rechazar-dijo Aro, con ese aire de peligro y misterio-. Tienen que admitirlo.
Voltee a mirar a mi hermano para ver si aún estaba de acuerdo con este delicado plan.
-Vamos Bella, sabes que no tenemos otra opción-. Dijo Jasper susurrando.
-¿Estas seguro?-. Le pregunte – Jasper sabes que no nos tenemos que meter en cosas como estas, no quiero tener problemas-. Le contesté nerviosa.
Aro solamente nos miraba susurrar desde su asiento, estábamos en su restaurante y teníamos muy poco tiempo. Jasper se notaba igual o más de nervioso que yo porque sabía en el problema que nos íbamos a meter, pero como él decía necesitábamos de esto, porque al trabajar para Aro teníamos muchas ventajas, las cuales eran obviamente el dinero y es por eso que estábamos aquí pero, como en vida nada es regalado también hay sus cosas malas. Trabajar para Aro, el Señor Aro Vulturi era muy difícil, ¿Por qué? , porque si tú no hacías lo que él quería no te despedía y ya, no claro que no, te mataba, y a mi no me importaba mi vida; mi vida es una mierda, la que me importaba era la de mi hermano, Jasper.
-Bella no habrá problemas-. Dijo confiado Jasper- Yo cuidare de ti y tú cuidaras de mí, como siempre ovejita- termino con voz angelical.
Yo mire de nuevo a Aro y no me gusto lo que vi.
Era como estar firmando por pan con el Diablo. No me sentía segura, Dios ¿Quién en este planeta se puede sentir seguro con alguien cerca como él?
Vamos Bella, me regañe yo misma, sabes que lo requieres, no te puedes echar para atrás ahorita.
El plan era fácil. Enamorar a un riquillo, engatusarlo, casarme con él, dejarlo en banca rota y después de que termine de usarlo, matarlo.
Respire profundo y conté hasta diez, mire nuevamente a los hombres con los que estaba sentada, uno muy diferente del otro, y contesté por fin.
-Esta bien- dije, - vamos a acabar a Edward Cullen-.
Aro sonrió y me dio un apretón de manos y Jasper hizo lo mismo con él.
Aro se fue a seguí atendiendo su restaurante y nosotros nos quedamos sin mover en la misma mesa, pensando.
-Vas a ver que todo saldrá bien hermanita-. Me dijo y me dio un beso en la frente; cuando me besaba ahí era porque estaba preocupado.
-Sí, espero que salga bien-. Conteste.
Como dije, el plan era fácil.
