Holaa! Os traigo una nueva historia, podéis dar las gracias a los delirios de mi mente. Por cierto soy un asco con los summary... El título es mejor resumen que el propio resumen xD.

Os cuento un poco como va la cosa, este fic lo escribí hace tiempo así que digamos que estoy sacando cosas de debajo de la alfombra ahora que estoy sin tiempo. Ya está terminado y es bastante corto en realidad aunque lo he dividido en 8 capítulos, claro que serán si acaso la mitad de largos que en mis otros fics. Y si hay bastantes reviews lo mismo los subo de dos en dos... Si, es chantaje, por si no lo habíais notado. Bueno que no os entretengo más, espero que os guste. ;)


- Emma, Emmaaa! Mira, atenta. El truco está este movimientoooh guau! me da vueltas un poco la cabeza... - Emma soltó una media carcajada mientras Ruby intentaba mostrarle su paso de baile seductor infalible. Snow puso los ojos en blanco pero aún así acabó riendo con ellas, al fin y al cabo ella a pesar de no estar bebiendo nada de alcohol en ese momento si que se había tomado un par de copas de vino durante la cena.

Emma dio un trago a su cerveza y soltó un largo suspiro. La noche no es que estuviera saliendo como habían planeado. Ruby echaba de menos salir con ellas de fiesta. Desde que se rompió la maldición el hecho de salir a emborracharse juntas no hacía que Snow ni Emma se sintieran muy cómodas, ya tenían que lidiar con haber compartido ciertas cosas que ni en un millón de años hubiesen querido que supieran la una de la otra y no querían añadir a la lista nada más. Finalmente, y después de mucho insistir, Ruby consiguió convencerlas para una noche de chicas. Cena en el restaurante de todos los viernes y después al Rabbit Hole, ese era el plan. Pero parte del plan consistía en que se divertirían en el proceso, pero a mitad de la cena comenzaron a producirse algunos momentos incómodos cada vez que Ruby sacaba uno de sus temas de conversación "divertidos". Frustrada por el camino que estaba tomando la noche decidió ahogarse en vino, al menos así se le haría más llevadera, y en este punto Emma tenía que admitir que la botella y media que se había bebido la chica habían hecho un buen trabajo a judgar por la manera que se movía ahora frente a ellas. Volvió a suspirar, se terminó la cerveza de un trago y se unió al baile de una manera más discreta.

Regina golpeaba incesantemente la barra en un tic nervioso claramente impaciente. No le gustaba esperar, llevaba ahí como cinco minutos y el barman ni si quiera la había mirado. Disimuló un bufido y continuó intentando llamar su atención mientras echaba miradas asesinas a su alrededor. No era su lugar favorito en el mundo sin duda, pero después de los intentos de Kathryn por recuperar su amistad sentía que se lo debía. En realidad le debía mucho más que eso, así que si su ¿amiga? Que extraña sonaba esa palabra en su cabeza. Si su amiga quería asistir a un antro de mala muerte ella haría de tripas corazón y la acompañaría.

Resopló audiblemente. No es que fuera la mujer más paciente del mundo, sentía como su magia hormigueaba en la punta de sus dedos tentándola a freír al camarero que parecía ignorarla deliberadamente ya que ni una sola vez se había acercado a la zona de la barra en la que esperaba. Se fijó en que el chico, de poco más de veinte años, parecía sentir una predilección por un lado especifico de la barra así que ella se deslizó unos metros hacía la izquierda. Estaba a punto de hacer un gesto para captar su atención cuando la escuchó. Esa risa. Esa odiosa e inconfundible risa. Puso los ojos en blanco y maldijo su suerte. No era suficiente con tener que estar aquí, no, tenía que encontrarse en el mismo lugar que la idiota de la sheriff. Aunque si lo pensaba bien este sitio seguro que iría bien con la personalidad de Emma, era ella la que estaba invadiendo el territorio enemigo. Sacudió la cabeza intentando despejar se pensamientos estúpidos como ese y se volvió hacía el barman que continuaba mirando embobado algo no muy lejos de ella. Sintió un ramalazo de ira recorrerla de arriba a abajo y se apresuró a recuperar el control, no sin antes que dos o tres vasos vacíos junto a ella explotasen de repente.

Seguramente si no hubiese estado mirando en esa dirección en ese instante no lo hubiese notado, la música estaba bastante alta y ella no es que estuviese precisamente muy pendiente a lo que ocurría a su alrededor, sin embargo lo vio. Tres vasos vacíos sobre la barra hecho añicos espontáneamente sin nada que lo provocase. Aparentemente. Tras el asombro inicial una pequeña sonrisa asomó en su rostro mientras negaba lentamente. Un par de metros a la derecha se encontraba la causa probable del estropicio, una figura que reconocería en cualquier parte, de espaldas a ella apoyada sutilmente en la barra como si tuviera miedo real de tocarla. Regina. Su sonrisa se hizo más amplia cuando se dio cuenta de que la noche había mejorado considerablemente, después de todo había encontrado su pasatiempo favorito, molestar y sacar de sus casillas a Regina Mills, la alcaldesa inquebrantable y la ex reina malvada a medio reformar.

- Majestad, no esperaba verla en un lugar como este. - Regina giró lentamente ante las palabras, el sonido de su voz y sobretodo el titulo cargado de ironía no daban lugar a confusión.

- Sheriff Swan, que desagradable infortunio encontrarme esta noche con usted – Emma levantó una ceja mientras una media sonrisa aún firmaba en sus labios – Oh, disculpe, es "alteza" ahora, ¿no Princesa? - La sonrisa de Regina estaba llena de veneno al igual que sus palabras.

- Es sólo Emma – Entornó los ojos estudiando un poco más a Regina – De todos modos, ¿qué haces aquí? No es que sea lugar para una re... para ti. - Regina se sorprendió levemente ante la elección de palabras de Emma pero no lo mostró.

- No es de su incumbencia, sheriff, lo que yo haga o deje de hacer es exclusivamente asunto mío.

- Lo que tu digas. - Regina alzó las cejas por la respuesta de Emma, pero la rubia ni si quiera lo notó, se había vuelto hacía el chico inútil que servía las bebidas – Una cerveza y... - Se volvió y le echó una mirada a Regina – ¿un vodka con naranja quizás? - Regina parpadeó confundida unos instantes antes de asentir lentamente. ¿Cómo había adivinado la sheriff lo que llevaba intentando pedir más de quince minutos? Sacudió la cabeza y se dirigió al camarero ella misma.

- Y un gintonic. - Esta vez fue el turno de Emma para mirarla confundida. - ¿Acaso pensaba que vendría a este antro yo sola? - Emma se giró y buscó con la mirada por las mesas del fondo hasta dar con Kathryn sentada en una de ellas jugueteando con su teléfono mientras esperaba. - Diría que ha sido un placer encontrarme con usted sheriff, pero le prometí a alguien no volver a mentir, así que hasta la próxima, que con un poco de suerte será nunca.

Emma frunció el ceño al ver como Regina simplemente tomaba ambas copas en las manos y se daba la vuelta elegantemente. La siguió con la mirada hasta que la voz del barman la sacó de su estupor.

- 12,50.

- ¿Cómo dice?

- Las dos copas y la cerveza son 12,50 - ¡¿Qué?! Maldita Regina, no me creo que te hayas ido sin pagar, pero tranquila, que queda mucha noche por delante... - Aunque si me das el número de la morena que baila como una diosa la cerveza es gratis. - Emma volvió a centrarse en el chico, lo miró de arriba a abajo y dejando el dinero justo en la barra simplemente dijo: - Ni lo sueñes, piérdete.

Cuarenta y cinco minutos después Emma continuaba bailando y bromeando con las chicas pero mentiría si dijera que se ha olvidado de Regina, más bien todo lo contrario, desde que la vio no había podido sacarla de su cabeza, ni si quiera había podido quitarle el ojo de encima. Al estar pendiente logró ver como Kathryn se levantó y se alejó de la mesa, presumiblemente a por más bebidas, dejando a Regina sola. Sintió el impulso de ir hacía ella y estaba a punto de lanzarse hacia allí cuando vio como un hombre se le acercaba. No sabía quien era, pero le sonaba su cara, seguramente sería un habitual de aquel bar, de la cafetería de la abuelita o de la comisaría. Frunció el ceño al pensar en Regina coqueteando con un ex-delincuente, podía aspirar a mucho más, ella misma era ex-delincuente reformada, además tenía un trabajo fijo y un¡¿Pero en qué demonios estoy pensando y qué mierda llevaba esta cerveza?! Sacudió la cabeza con fuerza, por suerte aún no había bebido tanto como para marearse pero si lo suficiente como para desinhibirse.

Volvió su atención a Regina y una sonrisilla inconsciente se plantó en su boca al ver como el tipo era rechazado elegantemente. Sin pensarlo dos veces se dirigió hasta la mesa y se sentó frente a ella, después de todo no podía dejar pasar una oportunidad de molestar a Regina.

- ¿Pero qué...? ¡Señorita Swan! - Pasando de la sorpresa al enfado Regina miró furiosa a la sheriff - ¿Qué demonios quiere ahora? ¿Creí que le había dejado claro que se alejara de mi?

- ¿Y dejar pasar la oportunidad de ver como tu cara se vuelve toda rosada de furia? Oh no, ¡jamás me lo perdería! - Emma rió quedamente.

- Lárguese sheriff, no la necesito para arruinar mi noche.

- Oh, ¿no me diga que tu noche ya está arruinada de por si? ¿Pero si incluso te he visto ligar? - Las cejas de Emma se movieron sugerentes y como ella misma había predicho el rostro de Regina comenzaba a tornarse rosado a medida que la furia la invadía.

- ¿Está usted borracha? Qué estupidez – se corrigió a si misma – por supuesto que lo está. - Regina la miró con infinito desprecio.

- Oh no, querida – dijo Emma en una de sus mejores imitaciones de la reina – hace falta mucho más que eso para emborracharme. Sin embargo no diría lo mismo de usted majestad, tan sólo una copa y ya se le han subido los colores, que poco propio de una dama... - Exagerando su forma de hablar, Emma ya no pudo continuar sin echarse a reír, si las miradas matasen en este momento habría caído fulminada. Regina se acercó poco a poco apoyando sus brazos sobre la mesa hasta quedar tan cerca que a Emma se le borró la sonrisa de la cara junto con todo pensamiento que no fuera lo intensa que era su mirada.

- No tiene ni idea de lo que soy capaz señorita Swan... - Apenas fue un murmullo entre todo el jaleo del bar, pero a Emma se le erizaron todas y cada una de las partes de su cuerpo. Regina se deslizó hacia atrás de nuevo contenta con el efecto causado, después de todo sus técnicas intimidatorias aún funcionaban...

Al verse libre del embrujo de Regina Emma se tomó un par de segundos para recuperarse y sin mucho pensar la retó.

- Eso habría que verlo.

- ¿Cómo dice? - Regina la miró estupefacta unos segundos.

- Digo, que eso habría que verlo, claramente puedo aguantar mucho más que tú. De hecho te reto a que lo demuestres. - Se miraron a los ojos durante unos segundos que parecieron infinitos. Regina luchaba contra ella misma en su cabeza, una parte, la parte razonable, le decía que se deshiciese de la idiota que tenía delante cuanto antes, pero la otra parte, la que nunca se echaba atrás, la que jamás rechazó ningún desafío, esa parte gritaba que aceptase el reto, que le enseñase a la rubia insufrible que nadie se atreve con la Reina Malvada. Emma que prácticamente podía ver la lucha que mantenía Regina a través de sus ojos decidió provocarla más aún. - ¿Sabes qué? Mejor dejalo, no lo conseguirías, SÉ que jamás me superarías en un duelo de chupitos y además con lo terca que eres terminarías bebiendo más de lo que en realidad puedes soportar y, entre tu y yo, tengo mejores cosas que hacer que terminar la noche contigo en urgencias.

Regina sabía perfectamente lo que intentaba Emma y lo peor es que sabía que ya se había salido con la suya. Se levantó hecha una furia y plantó las manos sobre la mesa acercándose a ella. Apretaba tanto la mandíbula que Emma creyó que en cualquier momento sus dientes saltarían hecho pedazos.

- Muy bien sheriff, acepto. ¿Qué tiene en mente? - Emma se levantó lentamente hasta llegar a su altura y mantuvo su mirada unos segundos antes de esbozar una media sonrisa.

- Te-qui-la. - Pronunció cada una de las sílabas recreándose en el modo en el que las pupilas de Regina vacilaron.

- ¿Tequila?

- Si, majestad, tequila. Puede retirarse, aún está a tiempo, no imagino que en su esplendido palacio sirviesen algo parecido, lo entenderé... - La sonrisa de Emma se hizo más amplia y burlona a medida que hablaba.

- Ahí le doy la razón señorita Swan – ¿Qué? Emma parpadeó confusa – Pero le recuerdo que llevo aquí treinta años, querida, treinta años siendo completamente adulta y créeme que han sido bien aprovechados lo que, si las cuentas no me fallan, me da una ventaja de al menos 18 años sobre usted, sheriff. - Emma se estremeció ante el modo en el que pronunció el titulo y fue vagamente consciente de como una sonrisa malvada adornaba los labios de Regina mientras se daba la vuelta rápidamente hacia la barra.


Bueno, este es el primer capítulo y espero que os haya gustado la idea, puede que parezca un poco trillada pero creo que evoluciona digamos de una manera diferente... O igual no y son cosas mías, cualquiera sabe.

Pues eso que si quereis dejar algún review con vuestra opinión, sea cual sea, será bienvenido. :P

PD.: Tengo que confesaros algo, en realidad esto es una pantalla de humo para que no os deis cuenta de que no actualizo los otros fics, pero es que estoy hasta arriba de exámenes y trabajos en la universidad y no podré actualizar en bastante tiempo, así que, ahora que todo el mundo me ve (XD) aprovecho para pedir disculpas y mandarle un beso a mi madre... Te imaginas que mi madre lee esto? x'DDD Que loco todo...

En fin...

Besos.

S.