Es algo rara, pero espero que os guste. Los personajes no me pertenecen.

Sus primeros recuerdos eran de sangre. Uno, dos, tres... tres gotas de pequeñas flores de color rojo contra cualquier prenda era que llevaba. No podía recordarlo ahora, pero poco importaba. Ella le tendió la mano, y la siguiente gota cayó contra su palma.

Ella había estado llorando.

"Deja de llorar." Le gritó el comandante. ¿El que hablaba era hombre o mujer? Ni siquiera podía recordarlo. Sólo la falta de vida con la que hablaba y la mano en el hombro agarrándola manteniendo su espalda erguida. Hacia que desease volver a jugar y dormir. "Deja de llorar y comienza de nuevo." La voz siguió insistiendo. "Comienza de nuevo." Ella empieza a llorar. La bofetada fue fuerte y su cabeza se movió hacia atrás desde el golpe. Había sangre en su boca, y caía por la barbilla

Uno, dos, tres.

Tres flores pequeñas, y una araña en la mano.

"Contrólate." Le exigió la voz. Ella aprieta su mano y deja de llorar.

Años más tarde...

"Dime lo que pasó en la guerra de Fiore, en orden cronológico, indicando las bajas significativas o los resultados de cada batalla." Ella tiene ocho, y según lo que dicen sus maestros. Eso significa que ha vivido una guerra. Y los recita como si fuese su propio nombre. Su tutor continúa leyendo en de su libro sin prestarla atención. Y ella empezó a preguntarse en qué lugar estaba. Sólo buscaba una cosa... su libertad, y si tenía que morir, preparada estaba para ello...

Años después...

Ella esquiva un cuchillo, pero cae al suelo y aterriza mal. Una afilada rama atravesó su tobillo y se mordió el labio para no gritar. Había aprendido a no gritar. La última vez que lloró, una costilla le quebraron y también le rompió el brazo, como castigo por su debilidad.

La debilidad era el fracaso y el fracaso el dolor. Ella sabe lo sabe por experiencia. Ha aprendido de manera muy dura. Por eso era de suma importancia el autocontrol. Se levanta apoyándose en sus dos pies, negándose a favorecer al pie malo.

Porque eso era el dominio de uno mismo. Su mantra, su autocontrol.

Ella tenía doce.

Un tiempo después...

Ella adivina por el terreno donde podría estar. Japón. Ahora estaban cerca de una playa, apenas había gente, solo ellos y sus tiendas de campaña.

Trató de parecer una chica de catorce años.

Le era imposible...

Ella tiene dieciséis años, y su primer y único intento de rebelión le costó un brazo. Ella mantiene su pelo atado en una gruesa trenza, pero le es imposible tapar sus cicatrices. Nunca se librará de ellas. Eran su vergüenza, la exhibición de su fracaso. Esta era un dolor, ella lo sabía. Pero no perdía la esperanza de conseguir su ansiada libertad.

Años después...

"¿Cómo te llamas?" Preguntó un hombre bajito y con poco pelo. Ella lo mira, hacía tiempo de la rebelión, y ella consiguió su libertad, y ahora iba a ingresar en Fairy Tail, un lugar donde la acogieron a pesar de ser un monstruo.

"Soy Lucy." Dijo la rubia.

"Encantado, Lucy. Mi nombre es Makarov, y a partir de ahora esta será tu casa..." Ella siente como sus lágrimas escapan. Le daba igual que la viese como una debilucha. Pero ahora era feliz. Salió del despacho y entró en un aula.

"Mi nombre es Lucy. Y soy nueva..." Esperó cabizbaja a que la humillaran como otros lo hicieron. Pero en vez de eso, la acogieron sonrientes y allí es cuando lo vio, tenía una gran sonrisa en su rostro, fue el primer amigo que tuvo, y, la chica dejó de sentir las ganas de morir, y sustituirlas por vivir al lado de aquel chico pelirrosa que, con una sonrisa la cautivó.

Por una vez, dejó su autocontrol a un lado y dejó llenarse de todas las nuevas emociones...

Espero que os haya gustado...