Después de casi siete meses, Gwen todavía salía de la nueva base cuando escuchaba un coche, un ruido fuera de lugar, esperando que fuera Jack, que por fin volviera a casa. Pero eso nunca ocurría, Jack no volvía y ella y Rhys seguían estando solos. Torchwood tan sólo eran ellos dos. Por mucho que había intentado rehacer el equipo tras la marcha del capitán, creyendo que podría llenar su hueco de líder, se dio cuenta que no podía, que no podía encontrar a nadie que sustituyera a sus compañeros muertos y ella no era suficientemente fuerte para hacerse cargo de todo y creer que podía convertirse en alguien como Jack.
Torchwood estaba a punto de morir o tal y como ella pensaba, estaba a punto de dejarlo morir, por no atreverse a crear uno nuevo de las cenizas del anterior. Se sentía cobarde por hacerlo, miserable por acabar de esa forma con aquello por lo que Toshiko, Owen y Ianto habían muerto, pero no podía hacer otra cosa; no sin Jack, no sin el capitán Harkness.
Pero aquella mañana, nada más levantarse de la cama sintió algo distinto. Rhys le dijo que sería por los últimos meses de embarazo, pero ella sabía que no era así, que había algo más, que algo acababa de ocurrir y algo estaba a punto de ocurrir. Estaba nerviosa y entristecida al mismo tiempo, entusiasmada y con la moral por los suelos, los dos sentimientos luchando en su interior por dominarla, pero ninguno lo conseguía.
Rhys y Gwen fueron como todos los días a la base, aunque la mayor parte de las reformas ya estaban terminadas, los despachos preparados y todas las salas a punto, el lugar todavía parecía tétrico y en cierto modo muerto, pues ellos dos solos no lo podían llenar.
De alguna forma todavía estaban dentro los espíritus de los amigos muertos, de los agentes olvidados y cuyos cuerpos habían sido destrozados en la destrucción de la primera base, pero sobretodo había un espíritu, que si no conseguía remediarlo pronto, la seguiría por siempre, allá donde fuera. Jack Harkness se había ido, la había abandonado y aún así, no podía olvidarle, no podía odiarle por haberlo hecho, no se sentía con fuerzas para dejarlo marchar.
Entonces escuchó el ruido, algo tan minúsculo que probablemente nadie más notaría, nadie que no lo estuviera esperando, nadie que no hubiera pasado todos los días anteriores que aquello sucediera.
Salió de la base, mientras Rhys la miraba sin comprender lo que le ocurría a su mujer; pensó que le ocurría algo al bebé pero al ver la ilusión en su rostro se dio cuenta que no era así. La siguió y al llegar a la puerta, se detuvo sin poder creer lo que veían sus ojos, Gwen le había dicho más veces que aquello ocurriría, pero hasta ese momento, tan sólo había creído que se trataba de las ilusiones de su mujer. Ahora se daba cuenta, que Gwen siempre había tenido razón.
"¡Jack!"
Gwen corrió hasta el capitán y se lanzó a sus brazos. Jack la cogió y le besó en los labios, para sorpresa, pero no preocupación de Rhys.
"¡Estás enorme!" El capitán contempló a Gwen, le parecía preciosa, con aquel bebé creciendo en su interior y a punto de nacer. Al menos no todo había sido malo aquellos últimos meses. "Estás… increíble."
Gwen se separó de él y le dio un pequeño empujón, su expresión enojada sorprendió a Jack. "¿Se puede saber porque has tardado tanto? Estoy embarazada, debería tomarme las cosas con más tranquilidad y en lugar de eso, he estado remodelando la segunda base."
Jack la miró sorprendido. "¿La segunda base?" Levantó la mirada, reconocía perfectamente aquel lugar. ¿Cómo no hacerlo? Había sido el último lugar en el que había visto a Ianto feliz.
"Bueno ya sabes, necesitábamos una nueva base después que la otra… tenía que hacer algo mientras esperaba que volvieras. ¿Quieres verla? Espero que sea de tu agrado." Gwen se fijó entonces en el muchacho que estaba detrás de Jack y que hasta ese momento no había dicho nada. "¿Y tu eres…"
"Oh si, este es Alonso, creo que nos vendrá bien una incorporación al equipo, ya sabes, ahora estamos un poco faltos de efectivos." Gwen tan sólo tuvo que mirar a los ojos al capitán para ver el dolor que corría por sus venas al decir eso, pero no dijo nada al respecto. "¿Qué, entramos?"
Jack quedó sorprendido al acceder a la nueva base, poco tenía que ver con el lugar en el que se habían escondido meses antes, pues ahora recordaba a la primera base, en la que había vivido más de cien años; sólo que esta era mucho más moderna, algo más acorde con el nuevo siglo en el que acababan de entrar. Estaba llena de aparatos, algunos de los cuales eran idénticos a los que ya tenían en la primera base, otros en cambio no los había visto nunca.
"Esto es increíble, lo que habéis hecho aquí. Desde luego yo no podría haberlo hecho mejor."
El capitán continuó mirando a su alrededor y vio cuatro mesas, cuatro mesas idénticas a las que tan bien conocía en la bahía. Se dio cuenta que dos de ellas estaban vacías. Se fijó en las otras dos. La primera sin duda, era la de Gwen, pues las fotos con Rhys la delataban, pero al ver la segunda, sintió que el corazón el daba un vuelco.
La mesa no estaba vacía, pero no podía creer lo que sus ojos estaban viendo. Dio unos pasos vacilantes hasta ella y cogió entre sus manos una foto. "Nos la dio su hermana", dijo Gwen, "después de contarle lo que realmente hacía su hermano, dijo que Ianto querría estar aquí, con nosotros, contigo."
Jack no podía apartar la vista de la foto, de aquel Ianto que parecía feliz en casa, tal vez lo hubiera sido sino hubiera entrado en Torchwood, tal vez… "¿Todavía tengo una oficina?"
Gwen deseaba hablar con Jack, preguntarle como se encontraba, que había hecho el tiempo que había estado fuera y ayudarle a superar aquel horrible momento, pero le conocía demasiado bien y presionarle no era una buena idea.
"Claro, sígueme."
Alonso miró al capitán y por fin creyó comprender que había detrás de la máscara de tipo encantador y carismático que Jack siempre mostraba escondiendo su verdadero yo. Lo había conocido en aquel bar y ya entonces sabía que había algo que el capitán no le estaba contando, algo que acababa de entender. Jack estaba roto en pedazos y él no era quien podía recomponerlo.
El despacho era prácticamente el mismo, como si Gwen hubiera hecho fotos a cada rincón y las hubiera usado para hacer la nueva oficina. Jack se sentó en el sillón y miró al ordenador, en el que estaba abierto un correo electrónico a su nombre y en su buzón varios mails, todos a su nombre.
"Estos correos han ido llegando en los últimos días y todos vienen a tu nombre, incluso hay uno de Martha. No se, me suenan casi todos estos nombres, pero no he querido abrirlos, me parecían algo personal y además sabía que volverías y querrías leerlos tu mismo."
"Gracias." Gwen salía del despacho cuando Jack la llamó. "Gwen, ¿Has esperado todo este tiempo por mi?"
"Ya te he dicho que sabia que volverías." Su joven amiga sonrió con seguridad, aunque en el fondo siempre había tenido miedo que eso no ocurriera y que Jack se hubiera marchado para siempre. "Te dejo para que te acomodes en tu nueva oficina ¿de acuerdo?"
Jack todavía no había dejado la foto de Ianto, pues era lo único que le aferraba allí, todo lo demás había cambiado, Gwen había cambiado, la base había cambiado, todo era distinto, menos aquel recuerdo de Ianto que conservaba en las manos.
Volvió a mirar los mails y entonces se fijó en los nombres, los conocía casi todos y cada uno de ellos, Martha, Mickie, Sarah Jane, y todos dirigidas a él.
Finalmente decidió abrir la primera, la que había escrito Martha.
"Hola Jack, no se si podrás leer esto, porque ya he oído que te has marchado. Pero te conozco y se que volverás, se que no podrías abandonarnos y mucho menos abandonar a tu equipo. Te escribo porque necesitaba hablar contigo y decirte…
¿Sabes algo del Doctor? Mickey y yo lo vimos hace unos días, pero los dos tuvimos el mismo horrible presentimiento. Algo le iba a ocurrir y él lo sabía. Traté de contactar con él, pero no hubo forma. No coge el móvil, es como si se hubiera esfumado y después de que tú nos abandonaras, no podía pensar que él también nos ha dejado solos.
Entonces me di cuenta que había muchas cosas que no le había dicho, cosas que creía poder decirle y confesarle con el tiempo, creyendo que siempre estaría ahí; porque nunca se me pasó por la cabeza que nos pudiera dejar o algo peor. Me di cuenta que tal vez ya no podría decirle todo aquello que necesito contarle, pues ahora me dio cuenta que no he sido del todo sincera con él, al menos en los últimos años y me da miedo pensar que ya no pueda serlo.
Dime que tu si que has sabido algo de él, dime que tienes noticias suyas y dime, por supuesto que has vuelto a casa, que alguien sigue protegiendo este mundo, pese a todo por lo que has pasado.
Vaya, creo que soy una insensible, pero con todo esto del Doctor no me he preocupado por ti, por preguntarte como estabas. Gwen me lo contó todo, lo de Ianto, lo de Steven… tenía que haber estado allí, tenías que haberme llamado, ¿Qué más daba mi luna de miel cuando tú me necesitabas? Me siento fatal por no haber estado allí, tal vez podría haber llamado al Doctor, tal vez podríamos haber evitado todo esto.
No se Jack, han pasado tantas cosas todos nosotros hemos cambiado tanto, que no se lo que está bien o lo que está mal. Pero sobretodo lo siento, soy tu amiga y te abandoné, os abandoné a todos y ahora mira lo que ha pasado. Y el Doctor…
¿Dónde está el Doctor? ¿Por qué no contesta a mis llamadas? Por favor, Jack necesito tu ayuda, hay tantas cosas que no le he dicho y no me perdonaría nunca no decirle.
Por cierto, verás que hay un archivo con este mail, es una carta para el Doctor, ya sabes, todo lo que quiero decirle, por si tu podrías hacérselo llegar, si es que das con él, que espero que lo hagas Jack. He hablado con otros amigos, ya sabes, Sarah Jane y los demás y todos están igual, todos sienten que ha ocurrido algo y nadie puede dar con él, todos tienen cosas que decirle, todos sienten que han llegado demasiado tarde. Supongo que nos entiendes tú también, que tú también lo has sentido.
Por favor Jack, encuéntrale y hazle llegar nuestros mensajes, porque todos le necesitamos.
Con todo mi cariño, Martha.
Si, Jack también lo había sentido, nada más verlo, allí en la lejanía del bar, sabía que algo no andaba bien, que aquellos ojos se estaban despidiendo de él, pero entonces Jack no lo había asimilado. Ahora se daba cuenta que Martha tenía razón, tenía tantas cosas que decirle al Doctor y de alguna forma, su corazón le decía que no tendría otra oportunidad de hacerlo, tal vez la carta no fuera un mal método de hacerle llegar todo lo que sentía; todos sus amigos habían envidado alguna, incluso algunos a los que no había tenido el placer de conocer. Todos tenían algo que decirle y él era uno de esos amigos.
Respiró profundamente y abrió una nueva hoja en blanco. Jack no era de los que se sinceraban, de los que escribían cartas de amor, de los que pedían perdón abiertamente, ni de los que confesaban sus pecados para sentirse mejor.
Pero sintió aquel impulso, la necesidad de hacerlo también, de escribir una carta al Doctor, un mensaje, en el que sólo por si acaso, pudiera contarle todo lo que necesitaba decirle.
