Ni en sus más locos sueños había imaginado descubrir la identidad que más anhelaba de ese modo.
Pero bien dicen que las cosas ocurren tarde o temprano, cuando las deseamos con todo el corazón.
Y es que de cierto modo... todo había ocurrido de un modo bastante... ¿torpe? Quizás fue un descuido absurdo, o quizás, solo quizás, fue el destino que quiso que el secreto acabará ése día.
Bueno, no acabaría del todo. Porque solo una identidad se sabía, la otra aún no.
Ladybug y Chat Noir habían peleado contra un akuma, las batallas cada día eran más complicadas, requerrían muchas carreras, golpes, y sobretodo: fuerza. Además, debían pensar rápido, por el bien de los ciudadanos de París.
Cuando Chat Noir regresó a la normalidad, se apresuró en ir al metro, puesto que tenía que viajar por ese medio, ya que su guardaespaldas no aparecía.
Y al bajar por el metro, se topó cara a cara con un fuerte resplandor rosa, que casi lo cego por un momento. Pero no fue capaz de cerrar sus ojos, simplemente... se topó con Marinette.
Marinette había sido Ladybug durante todo ése tiempo.
La chica tenía la boca abierta de par en par.
—¡No es lo que parece! —gritó ella, pero no tenía nada más que decir —. Bueno... quizás viste a Ladybug y luego a mí, ¡pero no es que seamos la misma persona! Solo que... ella se acaba de ir. ¡Sí! Eso. Se fue por el techo y yo estoy justo aquí, porque... pues... ¡tengo que tomar el metro!
Habló tan rápido que no pudo evitar hacer que él muchacho se riera de su actitud.
—¿No creíste nada, verdad? —preguntó ella avergonzada.
—Tus nervios te delatan, eres una actriz terrible —respondió él.
—¡Se supone que debía ser un secreto! —intentó defenderse ella.
—Marinette, si quieres que sea un secreto no deberías ir por ahí transformándote en el metro, es un lugar público.
Ella bajó la cabeza y rascó un poco su cabello, esto era algo incómodo.
Adrien por su parte se sentía algo molesto. ¿Marinette no había sido capaz de revelarle su identidad a Chat Noir? Más de un año peleando juntos, y debió enterarse por un accidente. Eso parecía casi una broma.
Pero no podía decir nada, ella no sabía su identidad. Y planeaba mantener las cosas así.
—Es de noche, no pensé que viniera alguien.
Sintió algo de pena, el rostro de la chica parecía contrariado, eso lo hizo sentir un poco mal.
—Tranquila, guardaré el secreto —prometió él.
—Gracias... —pero aún parecía triste. ¿Es que acaso no confiaba en él?
—¿Por qué te ves tan decepcionada?
—Es solo que... no quería que nadie sepa mi secreto, porque quiero que todos estén a salvo. Y además... yo no soy como Ladybug —aceptó finalmente —. Ladybug es la parte fuerte, defensora, guerrera y valiente. Marinette es... solo Marinette.
Adrien estaba sorprendido por dos razones: primero que nada: nunca pensó que Marinette sería capaz de hablar sin tartamudear (al menos con él) y lo segundo: ella tenía una muy mala opinión sobre sí misma.
Tocó el hombro de la chica y con completa seguridad le dijo:
—No importa que siendo Marinette seas torpe, eso es algo completamente tierno y en ocasiones divertido —ambos rieron gracias al comentario —. Además, te he visto actuar de modo valiente cientos de veces. Cuando defiendes a tus amigos, cuando te convertiste en representante de la clase, y cada vez que tus ojos muestran determinación. De cierto modo, ambas partes se complementan.
El brillo en los ojos de Marinette valía oro en ese momento.
—Muchas gracias, Adrien... —ella sonrió con una ternura que conmovió a Adrien.
Él sintió que era un buen momento para abrazar a su amiga, y eso hizo. Le dio un abrazo, se asustó un poco al sentir un leve temblor por parte de su amiga. Pero solo fue capaz de acariciar su espalda con dulzura.
Cuando se separaron, tuvo una idea, se sonrojó un poco, pero de todas formas la dijo en voz alta.
—No me gustaría tomar el metro, ¿crees que podrías llevarme a casa?
Vio el sonrojo en el rostro de la chica que saltó de inmediato.
—Bueno, seguramente Tikki ya comió, ¡pero tendría que cargarte! No digo que seas pesado, ¡porque claro! Practicas muchos deportes y eres ¡hermoso! ¡digo! ¡grandioso! Así que... eh... no, no será problema.
Mientras Adrien se reía, Marinette se transformó. Adrien vio toda la secuencia de transformación y su corazón se aceleró. Él era la primera persona en ver aquello, se sintió tan dichoso, tan afortunado. ¡Era arte! Arte mágico, claro.
—¡Vamos a casa!
Ladybug lo tomó entre sus brazos, y con ayuda del yoyó mágico, ambos iban de techo en techo.
Y ambos podían sentir la magia de estar al lado de la persona que amas, el palpitar ajeno... y la cercanía. Definitivamente ese momento jamás sería olvidado por alguno de ellos.
