Disclaimer: Los personajes de Legend of Korra pertenecen a Nickelodeon, no son míos, yo sólo me limito a jugar con ellos un rato y luego, como una niña buena, los vuelvo a dejar en su lugar. No pretendo infringir sus derechos. Sólo los usaré un poco para escribir sobre ellos.

Advertencia: Éste es un escrito que remarca una relación entre dos mujeres, por lo que hay una intimidad física de carácter sexual, de modo que si eso no te parece, o por algún motivo es ilegal en tu país, no lo leas.

El punto arranque se encuentra en el regreso de Korra, pero debo remarcar que el brillo bruto relució en la noche de cena, cuando medio equipo Avatar se reúne después de tres años, pero los días siguen avanzando, conforme indique el texto. Sustituiremos la idea de que nuestras intérpretes se meten en líos, y llenaremos cada rincón posible de rojo frenesí. Espero sea de tu agrado. Gracias.

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Andar todo el día deseando a cierta recia empresaria, no era forma de vivir para un Avatar de la categoría de Korra.

Se había pasado tres largos años fuera de su radar, y cuando regreso, se dio cuenta que era inevitable apreciar cómo le fallaban los sentidos siempre que la mujer de gran porte se encontraba a su lado. Había pensado en ella. Más de lo necesario estaba claro. Es insano, poco humano, y hasta peligroso.
Tener este deseo reprimido, le nublaba la vista, le tensaba los músculos, tanto que llegaba a doler. Todo por no tener en sus brazos a la dama de la que se había enamorado aún en la distancia.

Quería gritar a los cuatro vientos que podía protegerla de cualquier peligro, arrancarle una sonrisa en cualquier momento, y hacerla sentir amada en cualquier noche. Que pertenecía a ella. Pero, era sólo una fantasía, una bélica y honorable fantasía, que había salido de control, liberada por su piel, y sustituida por un deseo insaciable de pasión.

Después de la noche que habían pasado juntas en ese restaurante tan elegante, Korra sabía que necesitaba estar un tiempo lejos de Asami. Después de su pequeña discusión sobre el Señor Sato, Korra se dio cuenta de que no tenía derecho de mandar sobre la esbelta mujer. Así que no tuvo más opción que ceder.

Los últimos días habían sido fatídicos para la guerrera y su corazón. Sabía que deseaba a Asami, pero sabía que declarar sus sentimientos o hacer algo al respecto, no era lo más conveniente para su relación amistosa.

Una noche lejos de ella, es lo único que necesito —Pensó la Avatar para sí misma. —Lo único que necesito es una noche con alguien que no conozca para acabar con esta maldita necesidad. —Reflexionó mientras contemplaba sin mirar el enemigo hecho de madera que tenía enfrente. —Por los espíritus, tengo que olvidarme de todo éste rollo. —De reojo miró a su razón de desvelos, que leía plácidamente un libro al final del área de entrenamiento.

Korra aprovechaba estas oportunidades para mirar a la joven que estaba sumergida en las páginas que tenía enfrente, había sido su compañera desde hacía varios años. Contaba con ella. Lo sabía. Ya fuese como maestra instructora en manejo de satomóvil, confidente de secretos, compañera de batalla y amiga, pero nunca en la posición que ella crecidamente deseaba, amante.

Es tan preciosa y tan lista. ¿Por qué pierde el tiempo mirando entrenar a una estúpida como yo? Le convengo tanto como un pato-tortuga. Soltó un profundo suspiro, retiro sus guantes de entrenamiento y contemplo el cayente atardecer nocturno, con la esperanza de poder dormir esta noche.

Con una falsa excusa, se disculpó hacia la heredera, diciendo que estaba agotada y se iría a descansar a su habitación en el templo del aire. Dejando atrás unos ojos tan verdes como esmeraldas, tristes y confundidos.

Había pasado muchas noches despierta pensando en Asami y en lo maravilloso que sería tener una relación más intensa con ella. En el fondo de su corazón sabía que no podía ser.

Somos demasiado diferentes. —Una sonrisa triste llena de melancolía brotaba de sus labios. —He hecho demasiadas cosas en el pasado y mi vida es demasiado complicada para merecerme a alguien con un alma como la de Asami. Necesito hacer algo nuevo: ir a un bar, beber cerveza y acostarme con algún desconocido. Cuantas menos ataduras, mejor para mí. —Se convenció en el pensamiento, Korra con triste certeza supo que mañana iría a Ciudad Republica... sin Asami. Tragó saliva audiblemente y se desplomó en su cama, a la espera de que saliera el sol.

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La mañana llegó con el sol levantándose en lo alto, Korra fue las primera en despertarse en todo el templo, cosa de extrañar. Fue a donde los acólitos del templo preparaban los alimentos para el desayuno. Se encontró con Pema, quien fue la primera en sospechar de la inusual y mañanera actitud del Avatar.

—Buenos días Korra ¿Qué haces tan temprano? —Cuestiono la madre de cuatro, sin querer darle impresión a la pregunta, sabía que algo raro pasaba con la maestra agua desde que llegó.

—Buenos días Pema. —Realizó una pequeña reverencia. —Tengo un asunto pendiente que resolver, una importante misión, y he querido dejarlo zanjado desde temprano. —Mintió algo nerviosa, esperando no ser descubierta por la profesional señora, ama y detectora de mentiras por naturaleza.

—¡Oh ya veo! —Sintió su nerviosismo cual depredador a su presa. —En ese caso, iré a despertar a Asami, para que te acompañe en tu importante misión. —La esposa del viejo Tenzin era tremenda, por experiencia, e intuición de matrona, ella sabía lo que consternaba al Avatar, sus miedos. Constantemente trataba de influir a Korra a que diera paso con la empresaria, con tenues insinuaciones, proponía que hacían linda pareja, o que deberían salir más seguido juntas, incluso que ambas tendrían hermosos hijos juntas, claramente la ojiazul interpretaba esto como burlas hacia su persona.

—¡NO! —Alegó demasiado perturbada. —¡Mejor voy yo a informarle de la situación! ¡Gracias! —Y salió apresurada del lugar. Su nerviosismo a este punto era demasiado tangible. Algo ocultaba, pensó la mujer de edad mayor.

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Se inclinó sobre Asami y le susurró que se despertara. La mujer de cabellera negra dio un manotazo a Korra como si fuera un insecto que estuviera invadiendo su dormitorio privado y la golpeó en la nariz.

¡Auuuu! —Gruñó Korra.

Aterrorizada por el gruñido del insecto, Asami se incorporó de golpe y miró a su alrededor medio atontada para ver al gran bicho en cuestión.

—¿Korra? —Dijo Asami, aun algo adormilada. —¿Qué haces? —Preguntó, pues Korra se encontraba contemplando el techo con la cabeza echada hacia atrás.

—Estoy obligando a la sangre a que vuelva a mi cabeza. Me has dado un buen golpe.

Asami se puso muy colorada.

—¡Oh, por todos los espíritus, Korra, cuánto lo siento! ¡Creía que eras un bicho! —Dijo la bella mujer incorporándose de su cama para posarse a lado de la morena.

—Genial... Asami, gracias, ahora me siento mucho mejor. —Refunfuñó el Avatar mientras se sujetaba el tabique nasal.

—No, en serio, lo siento. Lo estás haciendo mal, vamos, deja que te vea. —Asami se acercó a Korra sin abrocharse la camisa de dormir, lo cual dejaba sus pechos visibles a los penetrantes ojos azules, que estaban clavados y muy redondos.

Tosiendo y atragantándose con el mismísimo aire que respiraba, intentó apartarse de la empresaria.

—¡No, ya está! No te preocupes. Sé que no lo has hecho a propósito. Estoy bien, créeme. —Intentó alejarla con el pensamiento.

—Bueno, si estás segura. —Dijo algo triste al perder la oportunidad de acariciar el rostro de la testaruda Avatar.

—Sí, estoy bien. Sólo necesito echarme agua fría en la cara. —Y en mi ropa interior. —Ahora mismo vuelvo. —Dijo Korra, poniéndose en pie y dirigiéndose al baño que estaba en la habitación.

Se agacho delante del lavamanos, mojó el trapo que estaba de lado y se lo puso en la nariz.

—Ah, mucho mejor. —Suspiró la guerrera de la tribu agua.

A su espalda se escuchó un sonido de una manija en rotación, después agua cayendo. Rápidamente se dio media vuelta para llegar a distinguir delante de ella la sensual espalda desnuda Asami entrando en la regadera.

—Ya lo creo Korra. —Sonrió, cerrando la transparente cortina colgada, empezando a lavarse el cuerpo.

—¡Asami! ¿¡Qué estás haciendo!? —Dijo Korra, más alto de lo que esperaba.

—Mmm, me estoy bañando ¿Qué parece que estoy haciendo?

—Bueno ¿¡Y tienes que hacerlo desnuda!? ¿¡En éste baño!? —Korra se dio un golpe mental por comportarse como un colegial patético que no quería pasar a la pizarra.

—Korra, la gente tiende a bañarse desnuda. Así es más fácil lavarse. ¿Qué te pasa hoy? —Preguntó Asami, asomando la cabeza por la cortina. —Pareces un poco nerviosa.

Eso no describe ni por asomo lo que estoy sintiendo ahora mismo. —Pensó la frustrada mujer que ahora podía ver la forma de los blancos y tangibles pechos de la ojiverde a través de la delgada cortina. —Es sólo que podría verte cualquiera. —Korra intentó disimular su estúpida respuesta llena de pánico, con otra afirmación igualmente estúpida.

—Mi heroína. —Sonrió Asami, volviendo a su tarea de lavar su cuerpo. —No te preocupes, te recuerdo que estamos en mi habitación, del templo aire, no en un lugar público donde puedan verme ¿Segura de que estas bien?

—Si, si... de las mil maravillas. —Y salió de la sección de baño.

Ya no había más hemorragia nasal, Asami ya estaba vestida. Todo iba bien en el mundo, hasta que recordó que tenía que explicarle a la bella y fuerte ingeniera que saldría de "Misión secreta" sin ella. No sabía cómo lo haría, pero tenía que embriagarse con el cuerpo de alguien más pensando en ella, sino, se perdería para siempre.

Continuara...

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Espero te guste, es una historia no muy larga, de momento algo graciosa, pero más delante subiré de volumen unas cuantas rayas, terminaré pronto.
He decidido subirla en partes, para leer que les parece.
Gracias.