NOTE: IF YOU SPEAK ENGLISH YOU CAN READ THE ENGLISH VERSION OF THIS STORY IN MY PROFILE. MY DEAR AUTO-SPAM.

Bueno, aquí hay otra historia con un OC como prota.

Me dieron ganas de escribir esta historia ya que apenas ayer me pasé el Attack on Titan 2, y aunque me gustó mucho siento que se pudo hacer algo mejor con el Avatar; se esforzaron demasiado por hacer que todo quedara lo más canon posible y aunque fuera de la trama principal parecía que el avatar sí era de importancia, al momento de los arcos importantes era casi un personaje de relleno.

Esta historia aunque está basada en el juego, cambiaré muchas cosas, siendo de lo más importante el impacto del personaje y su personalidad, ya que se la daré yo y no será un estereotipo como en el juego.


Capitulo 1: The diary of a soldier


POV Primera persona.


Muchas personas afirmaban que la vida era bella, otros afirmaban que era una desgracia, y unos pocos veían todo en tonos de grises. La vida quita más de lo que da, no importa qué tan poco tengas o qué tan grandes sean tus riquezas, tu deuda con la vida siempre estará en números rojos.

Cuando eres niño no sabes eso, ves la vida con total inocencia, esperando lo mejor de todas las personas sin saber que una persona que te sonría puede ser la misma que te clave un cuchillo en el corazón.

Inclusive estando encerrado como el ganado, un niño puede llegar a ser feliz solo con inocencia. Y ese fue mi caso.

Mi nombre es Faraday Furorem, y estoy escribiendo mi propia odisea por el infierno.

Nací y crecí en el distrito de shingansina hasta los 10 años. Hasta aquel día fatídico.

A mí siempre me gustaron las celebraciones; con mi joven mente veía en la vida una oportunidad de darle sentido al sinsentido, por lo que celebrar el día en que se llega al mundo para mí era celebrar una oportunidad. Yo le caía bien a la mayoría de los niños, siendo educado y amable en todo momento. Asistía a la única escuela decente en el distrito, la cual mis padres pagaban con el sudor de su frente y yo les recompensaba con mi propio sudor. Me esforzaba en sacar notas perfectas, no sólo por mis padres sino también por mí, ya que tengo un orgullo muy grande.

Era primero de marzo del año 845, mi cumpleaños número 10. Esperaba que fuese como cualquier cumpleaños, y así lo fue por la mayoría del día, hasta que el atardecer llegó.

Estaba divirtiéndome con unos amigos correteando por las calles, cuando un sonido bruto como si un rayo acabara de caer nos hizo detener. Miramos hacia aquellos muros que eran nuestra cárcel y nuestra salvación, había humo detrás de ella. Toda la humanidad tembló al ver una mano gigante y una cabeza asomándose por ella. Era un titán, un titán de 50 metros, justo la altura de la muralla. Era un titán colosal.

Yo no supe cómo reaccionar, se suponía que los titanes, a lo mucho, podían superar los 18 metros. Pero ahí estaba, el enemigo de la humanidad nos hacía sentir como hormigas una vez más.

Y eso no fue lo peor de ello. Nos sentiríamos como presas.

Mi mente despertó al escuchar el crujido ensordecedor de la muralla rompiéndose. Aquel titán colosal había roto la entrada de la muralla de una patada, enviando una gran cantidad de escombros gigantes por los aires.

No supe más de mis acompañantes cuando empecé a correr, lo más rápido que mis piernas podían. Pronto choqué con una persona y caí al piso. En ese pequeño instante de miedo mis padres: Michael y Gaia llegaron preocupados. Al verlos sentí alivio, pero aquel sentimiento de confort no me iba a durar ni un minuto.

Mi padre tomó mi mano y empezamos a correr los tres, pero un segundo estruendo llamó nuestra atención; y en lo que pareció para mí una eternidad, pero en realidad fueron nanosegundos, una gigantesca piedra se dirigía hacia nosotros. Pero mi padre logró empujarme. Debido al impacto yo perdí por unos segundos la conciencia, y al abrir los ojos lo único que vi fue una roca con sangre bajo ella. No tuve ni tiempo para el luto cuando un soldado de las tropas de guarnición tomó mi mano y me llevó al bote. Di una última mirada hacia atrás y lo vi: el titán acorazado, expulsando vapor caliente de sus fauces.

Contradictoriamente, aquel fue el día más frío de mi vida.

Nuestra principal defensa nos había traicionado. La humanidad recordó lo insignificantes que eran con respecto a sus depredadores. Yo aprendí que la vida era frívola e indiferente.

Ya en el bote, aun temblando y en shock por la muerte de las personas más preciadas de mi vida, el llanto rabioso de un chico de mi edad llamó mi atención.

Era un chico de cabello castaño que había visto unas cuantas veces pelear contra los matones del barrio. Estaba junto a un chico rubio y una chica pelinegra. El castaño tenía lágrimas en los ojos, pero una mirada feroz, mientras repetía como si fuera un mantra:

"Los mataré a todos. Asesinaré a todos los titanes."

Aquellas simples palabras me despertaron. Debía centrarme en el responsable. Sí, fueron los titanes, pero el causante directo de la muerte de mis padres fue el titán acorazado. Desde ese día me sumí en el deseo de venganza, una promesa de vida. No dejaría atrás las enseñanzas de mis allegados, pero ya no vería la vida como una oportunidad positivamente; es una oportunidad para estar en el infierno y buscar una manera de salir.


Fin POV.


Un año había pasado desde aquel día, y Faraday no había desaprovechado el tiempo. Tenía planeado enlistarse en el ejército y unirse a la legión de reconocimiento, a pesar de no estar muy de acuerdo con la filosofía del soldado, pero mientras no abandonara su honor, para Faraday estaría bien seguir órdenes.

Había estado entrando su cuerpo y su mente. Practicaba aquel estilo que le había enseñado su tío abuelo, quién murió hace ya 4 años de vejez. Gai Furorem era su nombre. El hombre le había enseñado la importancia del trabajo duro, y, a escondidas de sus padres (quienes no aceptaban que el chico peleara y mucho menos se enlistara en el ejército) le enseñó algunos estilos de pelea. Debido a su edad el entrenamiento no fue muy fructífero, pero sentó las bases en el chico.

Con 11 años era bastante alto para su edad, midiendo unos sólidos 1,55 metros. Su piel era blanca, ojos celestes y cabello blanco.

Faraday la estaba pasando mal últimamente. Debido a la sobrepoblación y la perdida de tierras la comida escaseaba; muchas bocas y pocos recursos. El gobierno había tomado medidas drásticas y obligó a todos los mayores de 15 años a ir a una misión suicida para recuperar el muro maría.

Obviamente fue una treta para matar tantas personas posibles. Todo salió como lo planeado: no hubo sobrevivientes.

A pesar de eso, la comida seguía escaseando, y él siendo un huérfano sin ningún conocido pasaba muy inadvertido por los soldados encargados de dar las raciones. Tantos supuestos amigos que llegó a tener y ahora estaba completamente solo; tenía entendido que, si iba un grupo de niños, huérfanos o no, las probabilidades de conseguir raciones decentes eran muy altas. Lamentablemente él estaba solo.

A más de un año de la caída del muro maría, Faraday tuvo que ingeniárselas para sobrevivir. Sus entrenamientos extremos requerían mucho más que las pobres raciones que recibía de vez en cuando, y por mucho que lo intentó no logró encontrar alguna especie de trabajo en todo el distrito Trost. Su última opción fue robar.

Un golpe duro a su orgullo, pero lo necesitaba para sobrevivir. Sus sesiones de entrenamiento consistían en correr 10 kilómetros, hacer 100 sentadillas, 100 flexiones y 100 abdominales todos los días; hacia estos ejercicios de todas las formas. A veces corría usando sus manos como pies, las flexiones con una sola mano y recientemente con el dedo índice.

Usaba su sigilo y mirada estoica para robar en el mercado, siempre asegurándose de que hubiese las suficientes personas para camuflarse; tuvo que tapar su cabello con una capucha pues su melena blanca era fácilmente reconocible.

Tuvo éxito por varios meses. Una vez casi fue descubierto por una chica pelinegra que se le hacía familiar, pero el peliblanco le lanzó una de las manzanas que había robado, esperando ganarse su silencio; y al parecer así fue pues salió impune de ello.

Su suerte tenía que terminar, y un día fue atrapado con las manos en la masa. El vendedor ambulante lo persiguió, pero Faraday era mucho más rápido y ágil, por lo que terminó por escapar.


17 de agosto de 846.


Faraday se despertó al sentir el sol en su cara. Estaba acostado en una "cama" dentro del lugar de hospedaje donde se quedaba. El ojiceleste gruñó por ser despertado por el astro, sintiéndose cansado y con un dolor de cabeza como nunca lo había tenido.

Poco tiempo pasó para que el peliblanco sintiera algo raro en su mejilla derecha. Se sobó y sintió una deformidad en su piel, y al mirar sus dedos se encontró con la sorpresa de que tenía sangre seca. Debido a su roce brusco la herida se había vuelto a abrir.

El chico fue al baño de la posada a mirarse al espejo, encontrándose con una herida en forma de equis en su mejilla. Faraday no entendía cómo había pasado eso; y ahí es cuando el peliblanco cayó en cuenta que no recordaba nada de la noche anterior.

Por días intentó recordar, pero siempre que lo hacia su cabeza le dolía.

Un día, mientras caminaba por el mercado, escuchó a dos soldados de la guarnición comentar algo curioso.

"¿Escuchaste sobre los cadáveres que encontraron hace unos días?"

"Sí, al parecer fueron quemados vivos o algo así. Sus cuerpos quedaron irreconocibles."

Faraday sintió escalofríos, no se imaginaba la sensación de morir quemado.


Año 847


Había llegado el día. Los primeros pasos hacia la venganza del chico de ojos celestes. La inauguración de la tropa de reclutas número 104.

Faraday había crecido bastante, con 12 años ya llegaba a los 1,63 metros; su cuerpo estaba bien construido, al igual que su mente; su cabello blanco le llegaba un poco por debajo de los hombros, teniendo corto el flequillo para evitar molestias; sus ojos celestes se habían afilado y la herida en su mejilla derecha había cicatrizado. Traía puesto el uniforme estándar de reclutas, pero en color negro, ganándose algunas miradas curiosas de los demás reclutas, ya que todos traían el típico marrón. Debajo de su chaqueta llevaba puesta una camisa negra con un chaleco azul oscuro, además de un pantalón de combate azul oscuro.

"¡Muy bien, gusanos de mierda! ¡Bienvenidos al campo de fábrica de comida de titanes! ¡Prepárense para desear ser comidos por uno en vez de estar aquí! ¡Mi nombre es Keith Shadis, y seré el anfitrión de su miseria!"

Era la voz del instructor, Keith Shadis. Solo con ver su rostro era suficiente para cagarse en los pantalones. Faraday ya podía apreciar varios dejes de nerviosismo en la gran mayoría de cadetes.

El instructor caminó entre las filas, evaluando a los cadetes y deteniéndose en uno que otro para hacer que el pobre miserable se orinara encima. Los únicos notables fueron un chico rubio que estaba al lado de un chico con el cabello castaño y una pelinegra, los tres se le hacían muy familiares al peliblanco. Armin Arlet era el nombre del rubio, el pobre hizo su mejor esfuerzo para no mostrarse nervioso. Luego Connie springer, un poco irreverente, pero al menos no le había mostrado tanto miedo al instructor, aunque este casi lo mata cuando notó que el chico de pelo corto estaba saludando mal. Jean krinzten, se notó más confiado que el resto, expresando sin ningún problema sus deseos de unirse a la policía militar, solo para ser recibido por un cabezazo del veterano.

Faraday no estaba realmente nervioso, pero llevaba dos años viviendo sin compañía y esto había afectado un poco sus habilidades sociales, además de su nueva actitud. Estaba seguro que Shadis lo iba a notar dado su vestuario.

Y no se equivocó.

El calvo se detuvo frente a Furorem, mirándolo con ojos de asesino. El peliblanco mantuvo su mirada hacia el frente, sin titubear y con expresión relajada.

"Parece que tenemos a un gusano multicolor. ¿Cuál es tu nombre, pequeña mierda? ¿Y por qué chingados usas ese color de uniforme?" Preguntó el hombre con acidez.

"Faraday Furorem. Provengo del distrito de Shiganshina. Uso negro porque estoy eternamente en luto." Dijo simplemente el ojiceleste, sin gritar, pero lo suficientemente alto para sonar firme.

"Oh, parece que tenemos a otra carnada con experiencia. Dime, Furomierda, ¿qué mierda pretendes hacer aquí?" Preguntó insultante el ojicafé, sin conseguir ninguna reacción negativa del cadete, quien no caía en sus trucos de intimidación.

"Venganza, señor." Respondió con simpleza, haciendo que Keith lo mirara interesado.

"¿De quién te podrías vengar tú, mocoso?" Preguntó con curiosidad camuflada.

"Del Titán acorazado." Declaró finalmente, dejando que sus ojos celestes brillaran un poco.

"Hmp. Sueñas alto, gusano. No te preocupes, yo mismo te tiraré a su boca si esa tortuga súper desarrollada se vuelve a aparecer." Con eso último, Keith Shadis lo dejó en paz.

Lo siguiente fue más divertido, una chica llamada Sasha Braus estaba comiendo una patata y cuando el instructor la increpó ella le ofreció la mitad. La puso a correr 30 vueltas al área de entrenamiento.

Una vez Keith dispersó la formación, todos fueron a establecerse en sus recamaras. Eran habitaciones de dos personas, y las parejas eran elegidas al azar por los instructores.

Terminó emparejado con Armin Arlet, el que también venía de Shiganshina. El peliblanco estaba dejando sus cosas en la mesa de noche y en la cama, principalmente solo eran libros y pergaminos, además de varias pesas para las muñecas y las piernas.

Ante la mirada curiosa de Armin, Faraday se quitó toda la parte superior de sus prendas y también sus botas. Procedió a vendarse desde las manos hasta el codo, y se puso unas pesas-muñequeras; repitió el mismo proceso con sus pantorrillas, dejando sus pies libres. Lo último que hizo fue atarse su largo cabello en una cola de caballo.

Antes de salir, el ojiceleste dirigió su mirada hacia el rubio, quien al verse atrapado observando desvió un poco la mirada avergonzado. El peliblanco se acercó al chico y le extendió la mano.

"Faraday Furorem. Eres Armin, ¿verdad? Un placer." Se presentó manteniendo su actitud calmada. El rubio miró la mano del chico con cierta sorpresa antes de apretarla.

"Eh, sí, un placer igualmente." Medio tartamudeó el ojiazul.

Faraday dejó la habitación y salió hacia la zona de entrenamiento bajo la mirada de algunos hombres, y una vez salió del pabellón masculino, de algunas mujeres.

El peliblanco notó que la chica patata seguía corriendo, llevaba como 40 minutos en ello y aun no se veía cansada. Él esperaba terminar sus 25 kilómetros diarios antes de que el almuerzo terminara (aumentó la cuota a medida que mejoraba) el cual comenzaría en 2 horas. No pudo hacerlo antes porque tuvo que salir temprano de Trost para llegar a la inducción.

Faraday respiró, miró y en un estallido de velocidad que sorprendió a los que aún lo tenían en la mira, corrió. La circunferencia del campo de entrenamiento era de aproximadamente 5 kilómetros, por lo que tendría que hacer 5 vueltas. En una zona irregular (curvas, descensos, etc.) podía mantener una velocidad constante de 10 km/h por al menos 1 hora antes de tener que bajar la velocidad para descansar; si todo iba bien terminaría en poco más de 2 horas y media.

"A tu izquierda." Avisó Faraday pasándole al lado a Sasha quien lo miró sorprendida.

"A tu izquierda." Casi una hora después volvió a pasar lo mismo y la pelirroja se sentía frustrada debido a su hambre. Aquello sucedió un par de veces más. Sasha ya odiaba a los zurdos.

Varios cadetes veían raro al dúo, pero en especial al chico, quien estaba allí por gusto y no por castigo.

"¿Qué está haciendo ese loco?" Se preguntó una castaña llamada Ymir.

"Parece que está entrenando. Ya lleva más de tres vueltas." Decía Connie.

"Bah, seguro sólo quiere causar una buena impresión a los instructores. Un lameculos." Comentaba Jean mientras entraba al comedor.

El trío de Shiganshina miraba atentamente al cadete peliblanco, en especial Mikasa, ya que a ella se le hacía muy familiar.

Una vez adentro, el tema seguía siendo el cadete impetuoso.

"Así que él es tu compañero de cuarto, ¿Armin?" Le dijo Eren a su mejor amigo.

"Sí. Nada más llegar al cuarto, desempacó y se preparó para salir. Aunque no se fue sin saludar, se presentó y me dio la mano." Explicó el rubio.

"Oh, tienes modales." Comentó la pelinegra.

Una media hora después, la puerta del comedor se abrió, revelando al peliblanco. Se había colocado unas botas más casuales y entró colocándose su camisa negra. Tomó su almuerzo y buscó un lugar, notando que las miradas estaban sobre él.

"Tal vez llamé demasiado la atención. Y pensar que hace dos años no me incomodaban estas situaciones." Se recriminó mentalmente el ojiceleste. Faraday entonces vio un puesto vacío al lado de la pelinegra que estaba con Armin, y siendo este último el único con el que se había presentado formalmente, decidió probar.

"Disculpen, ¿podría sentarme aquí?" Pidió con cortesía.

"Adelante, claro que puedes." Le dijo Armin amablemente.

Faraday entonces tomó asiento y procedió a comer.

"Mucho gusto, mi nombre es Faraday Furorem." Se presentó educado el peliblanco. Eren y Mikasa se presentaron devolviéndole la cordialidad.

"Oye, Faraday, si no te molesta que te pregunte. ¿Qué estabas haciendo allá afuera?" Preguntó con curiosidad el pelicastaño.

"Estaba corriendo." Respondió con simpleza Faraday tomando un sorbo de agua.

"Bueno sí, eso era obvio. Me refiero a por qué." Aclaró Eren descolocado por la respuesta del cadete.

"Entrenamiento, obviamente." Volvió a responder sin mayor detalle. Eren entonces se rindió y dejó de forzar una respuesta más elaborada.

Los tres amigos siguieron hablando de cosas medianamente banales mientras que Faraday comía despacio y en silencio. El peliblanco se dio cuenta de las miradas de reojo que recibía por parte de Mikasa, pero no dijo nada.

Terminado el almuerzo Faraday se despidió y se fue a buscar un lugar menos público para terminar su rutina. La chica patata aún seguía corriendo.

"A tu izquierda." Fue lo único que salió de la boca del peliblanco pasándole al lado a la pelirroja caminando, ya que esta apenas y estaba trotando.

"¡Eres muy malo!" Escuchó gritar a la chica mientras Él se adentraba a una zona más boscosa.

Encontró un claro perfecto, con varios árboles para practicar sus golpes. Primero procedió a meditar, colocándose en posición de loto y dejando su mente en blanco. Luego posturas de Kata del estilo de su tío abuelo: el Goken. Un estilo basado puramente en la fortaleza física y la velocidad, destinado a romper huesos y estallar órganos.

Así estuvo por más de 3 horas cuando al fin el sol empezó a ocultarse y ya era hora de cenar. Hoy al ser el primer día se dejaba para que los cadetes se conocieran y socializaran, puesto que el trabajo en equipo es uno de los factores más importantes del ejército, no importa a qué rama vayas a ir.

Cuando llegó al comedor notó que había varios cadetes alrededor de Eren y pudo escuchar que le estaban preguntando sobre Shiganshina.

"Así que Él también. Supongo que no es raro teniendo en cuenta que parece ser buen amigo de Armin; Mikasa también debe ser de ahí entonces." Reflexionaba el chico, sentándose en una mesa solitaria a comer.

"Disculpa, ¿está ocupado?" Una voz dulce llegó a los oídos de Faraday, tal vez demasiado dulce. Era una chica bajita, rubia y de ojos azules, su cara era muy bonita, casi angelical; a su lado una chica alta de cabello castaño que tenía pecas en las mejillas.

"No. Adelante." Respondió el ojiceleste, entonces las dos tomaron asiento.

"Entonces, chico corredor, ¿algún motivo por el cuál en el primer día te hayas estado entrenando? Sí sabes que mañana nos sacarán la mierda, ¿no?" Interrogó la castaña con bastante irreverencia.

"Disculpa, no he escuchado tu nombre." Fue lo único que respondió Faraday cuando la miró.

"Soy Ymir." Respondió la chica con una ceja levantada.

"Faraday Furorem. Para responder tu pregunta, yo tengo una rutina diaria de entrenamiento que he estado cumpliendo los últimos dos años. Hoy no pude hacerla en la mañana para venir aquí, por ende, recuperé el tiempo perdido." Respondió el peliblanco, dando una respuesta más detallada a una pregunta más detallada.

"Oh, eso es impresionante, debes ser muy disciplinado. Soy Krista Lenz, por cierto." Fue la rubia la que habló esta vez, dándole una bonita sonrisa al chico de la cicatriz. Faraday sería tonto al no pensar que se veía hermosa, pero de todas formas algo se sentía raro, es como si estuviera forzando la sonrisa, pero lo hacía a tal nivel que por un segundo casi lo engañó.

Faraday esta vez se tomó el tiempo de recorrer el lugar con la mirada, observando todas las caras presentes. Había algunas que tenían esos dejes de trauma, los mismos que él veía todos los días en el espejo al levantarse; miradas decididas, miradas más "normales" que él catalogaría como inocentes.

Casi al final de la cena hubo un pequeño incidente entre Eren y ese tipo Jean, al parecer el tipo con cara de caballo veía absurdos los ideales de libertad del ojiverde. Faraday podía decir que las ideas de Eren eran buenas y cargadas de un deseo puro, pero carecían de realismo, las cosas no eran tan fáciles. También pudo notar como Krista ocultaba algo de pan en su ropaje y no se había bebido toda el agua.

Algunos minutos más tarde Faraday fue a ver a la chica patata, quien volvía caminando como un titán al pabellón femenino. El peliblanco comprendía lo hambrienta que debía estar la chica, después de todo él llegó a aguantar hambre muchas veces en el último par de años. Traía consigo un pan con algo de tomate adentro y una botella de agua; los obtuvo de la cafetería fácilmente usando sus habilidades de ladrón.

Cuando la chica lo divisó, se le aventó como un animal salvaje; Faraday logró esquivarla gracias a sus reflejos, pero quien no pudo esquivar a la bestia fue Krista, quien también había llegado con algo para Sasha.

"¡Es pan!" Exclamó la pelirroja antes de comérselo rápidamente ante la mirada sorprendida de Krista y la confundida de Faraday.

"¿Estás bien?" Preguntó el peliblanco extendiéndole la mano a la rubia que estaba en el suelo; ella la aceptó mientras asentía.

"¿Por qué la ayudas?" Preguntó inmediatamente el ojiceleste mirando como la pelirroja saboreaba el pan.

"Bueno… me dio algo de pena." Dijo la rubia algo nerviosa cuando Faraday la miró fijamente.

"Esta chica… decidió no comer todo a su disposición por ayudar a una desconocida. O es demasiado amable o no se tiene ningún tipo de aprecio." Pensaba el chico de la cicatriz.

"Oye, a tu izquierda."

Aquellas palabras hicieron que Sasha se erizara y mirara a su izquierda, pero esta vez la sorpresa no fue desagradable. Con sus reflejos de cazador logró atrapar otro pan, lanzado por el peliblanco. Sasha entonces observó a sus dos salvadores: una rubia pequeña con cara de ángel y aquel chico que la había sobrepasado dándole vueltas al campo de entrenamiento; ahora mismo, para Sasha, ellos dos eran los Dioses del universo.

"¡¿Ustedes son Dioses?!" Exclamó la pelirroja tomando una mano de cada uno mientras se arrodillaba. Krista sonrió y Faraday levantó la ceja.

"Veo que también decidiste ayudarla. ¿Por qué?" la rubia le devolvió la pregunta al albino.

"Sé lo que es pasar hambre." Respondió inmediatamente Faraday fastidiando los planes de Krista de ponerlo nervioso.

Faraday entonces le dio la botella de agua a Sasha y procedió a despedirse de las dos chicas, las cuales lo miraban fijamente.

Furorem llegó a su habitación, tocando la puerta antes de entrar en consideración con su compañero. Procedió a entrar y lo encontró ya entre las sabanas con un libro en sus manos.


Seis meses después.


Diario de un soldado.


Medio año ha pasado volando. Estos primeros meses han sido una simple inducción de cómo usar el equipo de maniobras paso por paso además pulir las capacidades físicas necesarias: equilibrio, resistencia y fuerza; además de eliminar por completo la sensación de nauseas, mareo y dolor de cabeza, fortalecer la percepción y aumentar la velocidad mental.

He podido apreciar a mis compañeros más interesantes:

Eren jeager, intrépido, ruidoso e impulsivo; lo único especial en él es su voluntad y su perseverancia, tiene prácticamente mis mismas cualidades. Al igual que él yo carezco de un talento innato, o bueno, eso no lo diría mi tío abuelo Gai. Él me decía que la disciplina y la perseverancia, aunque no talentos innatos, eran mejores que uno.

Mikasa ackerman, un genio total en todas las áreas; su fuerza y velocidad son monstruosas, está incluso por encima de mi nivel sin intentarlo mucho, sin embargo, carece de una técnica definida, únicamente dejándose llevar por su talento y por lo empírico. Su personalidad es similar a la mía, es calmada y mantiene una mirada estoica, aunque su nivel de empatía es casi nulo, únicamente preocupándose por Armin y Eren, en especial Eren.

Annie leonhardt, su técnica de combate cuerpo a cuerpo es impecable. Aunque siempre parece aburrida e indiferente, he podido notar que muestra intereses en ciertas situaciones.

Krista Lenz, buena estudiante, aunque nada súper excepcional. Lo único que me inquieta de ella es su actitud, aún no he podido descubrir si esconde algo. Ella se volvió mi acertijo preferido.

En general me llevo bien con la mayoría o soy indiferente, mis compañeros me dieron el apodo de "el caballero entre soldados", dado que a pesar de mi actitud siempre termino ayudando a quien lo necesite o me lo pida.

Hoy empieza el primer entrenamiento real con el equipo de maniobras.


Fin diario de un soldado.


A Faraday le tocó en el grupo de Armin, Eren, Mikasa, Annie, Jean, Reiner y Berthold. Estaban frente a un camino con paredes rocosas lo suficientemente altas para colocar los anclajes. Las instrucciones eran simplemente moverse hasta la siguiente zona de entrenamiento.

Faraday había estado preparando muy bien la parte teórica, leyendo todo sobre el funcionamiento del equipo y sobre la física conocida. El peliblanco decidió que para el movimiento optaría por algo que él llamó "el arte de lo simple". Pequeños impulsos de gas eran suficientes para que la inercia hiciera todo el trabajo en cuanto al movimiento, los cambios de dirección eran acompañados por otros pequeños impulsos de gas y cambiar su centro de gravedad; además, al caer aprovecharía plenamente la aceleración gravitatoria, no gastando demasiado gas en la ilusión de conseguir más velocidad pues el principio de equivalencia permitía que cualesquiera cuerpos en caída libre tendrían la misma relación distancia-tiempo, por lo que un pequeño impulso de gas a gran presión sería suficiente para aumentar en gran medida su velocidad de caída.

Keith shadis dio la orden y los ocho cadetes se impulsaron hacia arriba. Solo un minuto bastó para que Mikasa se pusiera al frente de todos, con Reiner, annie y berthold siguiéndola de cerca, Jean y Eren detrás de ellos y Armin y Faraday a lo último.

Sin embargo, antes de que Shadis regañara a los dos cadetes, Faraday dio un pequeño toque de gas que lo impulsó en gran medida, y una vez estuvo en lo más alto de la parábola, retrajo sus anclajes y los disparó con rapidez al frente, dando un toque más de gas mientras Él ponía a girar todo su cuerpo como un tornado.

El resultado fue un remolino blanco describiendo ondas en el aire, pasando a Mikasa quien se sorprendió al ver algo blanco pasarle al lado y adelantársele 10 metros.

Faraday entonces aterrizó con gracia en la siguiente zona de entrenamiento, siendo el primero en llegar.

"¡Bien hecho Faraday, llegaste primero, serías una gran carnada! ¡Ahora habrá modelos a escala de titanes por todo el campo, ustedes tendrán que cortarles la nuca!"

Eran la voz de Shadis al mismo tiempo que los muñecos a escala de los titanes se elevaban.

Faraday tenía dos maneras para matar titanes: la primera era seguir con sus premisas del arte simple y la otra era adaptar su arte Goken al equipo de maniobras. El arte Goken 3D aún no lo había probado demasiado, pero la premisa era la misma: usar su velocidad y fuerza superior para romper el cuerpo del oponente; en el caso de los titanes cortar la carne; ideó el Goken 3D para matar a varios titanes sencillos en corto tiempo, pero su razón principal fue el titán acorazado; no era un titán común por lo que no podría jugar simple e ir director a la nuca, tenía que destrozar primero su cuerpo. Por ahora iba a usar su arte simple.

Faraday tiró sus anclajes, uno en el piso y otro en el cuello del titán maniquí; se columpió hasta la altura del torso del titán para luego soltar el anclaje del piso y aprovechar el impulso para hacer un corte limpio y profundo en la nuca del titán. Luego, con uno de sus anclajes libre, visualizó rápidamente a otro maniquí a 7 metros de distancia y rápidamente tiró el anclaje hacia los pies del maniquí, impulsándose mientras soltaba el otro anclaje, y al estar lo suficientemente cerca tiró el libre hacia el cuello del maniquí, repitiendo una vez más el proceso.

Faraday ya había derribado 2 de los 10 maniquíes cuando sus compañeros llegaron.

Con 4 maniquíes en su haber Faraday siguió a la siguiente zona de entrenamiento, la cual era más o menos lo mismo, solo que ahora había la posibilidad de cortarle los tobillos al maniquí.

Derribó unos cuantos antes de ir a la zona final, la cual era una zona boscosa donde había muchos maniquíes esparcidos por todo el lugar, siendo el objetivo derribar cuantos puedas.

Al final del entrenamiento, él y Mikasa quedaron empatados a 18 maniquíes cada uno.

Keith dio fin al entrenamiento, pero mencionó que los que quisiera podían quedarse a seguir practicando una hora más. Faraday decidió ir a un lugar apartado del bosque a seguir practicando su estilo Goken 3D, pero mientras estaba en el aire sus engranajes se trabaron. Para su fortuna, Reiner y Berthold estaban cerca y lo agarraron, ayudándolo a aterrizar.

"Hey, ¿estás bien?" Preguntó el rubio.

"Sí, muchas gracias a los dos." Agradeció el chico de la cicatriz antes de mirar con leve fastidio su equipo y soltar un suspiro. Adiós entrenamiento extra.

Más tarde, ya en la cena, Faraday buscaba un lugar donde sentarse. A pesar de haber congeniado bien con la mayoría, realmente no consideraba a nadie amigo, por lo que siempre que tenía la oportunidad se sentaba solo. Ese no fue el caso hoy, pues terminó sentado junto con Krista, Ymir y Sasha.

"Faraday, escuché que estuviste asombroso hoy. Dicen que inclusive superaste a Mikasa, ¿es verdad?" Preguntaba Sasha emocionada mirando al peliblanco.

"No estoy aquí para competir." Fue la respuesta del ojiceleste, haciendo que Sasha hiciera un puchero.

"Oh vamos, no seas modesto, estuviste increíble. Prácticamente estabas volando." Fue la voz de Eren, quien estaba en la mesa adyacente junto con Armin, Mikasa y Jean; en su voz se notaba la admiración. Jean resopló.

"Sí, volando, pero casi se estrella contra el piso." Dijo el chico tratando de restarle importancia al tema Faraday.

"Oh, Faraday, ¿te encuentras bien?" Preguntó Krista preocupada.

"No fue nada. Mi equipo falló. Reiner y Berthold me sujetaron antes de caer." Se explicó el peliblanco dejando que algo de irritación se colara en su voz, aun se sentía frustrado por no haber podido seguir entrenando.

Mikasa miraba al chico comer con un poco más de agresividad, era muy leve, probablemente solo ella lo había notado. Faraday siempre le había parecido interesante; él siempre estaba entrenando, las 24/7; cuando los cadetes llegaban al campo de entrenamiento él ya estaba ahí, sentado en posición de loto con notable agitación. Él era el primero en levantarse y el ultimo en irse a dormir; ella no creía que hubiera alguien con más perseverancia que Eren, pero ahí estaba el peliblanco. Le daba curiosidad los motivos del ojiceleste, supuso que era algo personal puesto que él también era de Shiganshina; además, también estaba ese sentimiento de ya conocerlo de antes.


6 meses después. 3 años desde la caída de maría.


Diario de un soldado.


Mis relaciones personales han mejorado en los últimos tiempos. Mina y Thomas se convirtieron en mis primeros amigos aquí después de que los ayudara a mejorar en el equipo de maniobras, ya que su rendimiento apenas y había sido regular al comienzo.

He llegado a tenerle una alta estima a Sasha; algunas conversaciones casuales y el hecho de que somos regularmente emparejados en los entrenamientos de escuadrón, nos llevaron a cazar juntos. En un principio lo hacía para aprender algo nuevo, después de todo ella viene de una aldea de cazadores, pero con el tiempo le encontré lo divertido a pasar tiempo con ella. Es todo lo contrario a mí, su excentricidad sirve como alivio cómico, me hace reír.

Últimamente estoy más cerca de Krista. Todo a partir de que ella se quisiera ofrecer como voluntaria en el hospital de soldados; yo la animé y la acompañé en pro de descubrir el misterio que suponía la rubia. No logré recolectar mucha información, pero sí logré que ella se abriera un poco más conmigo, ahora cuando estamos solos ya no siempre tiene una expresión empalagosa en la cara, es un poco más seria y no teme hacer uno que otro comentario algo cómico. Lo más divertido de la situación es la molestia de Ymir al vernos juntos.

Disfruto pasar tiempo con Eren y Armin, ambos son dos caras de una misma moneda. Eren siempre está dispuesto a entrenar conmigo, a pesar de que le doy tremendas palizas, lo cual me llevó a enseñarle un poco acerca de cómo pelear. Armin discutía libros conmigo, lo hacíamos muy a menudo ya que compartimos cuarto; hace un tiempo compartió conmigo su libro más preciado, uno que cuenta cosas sobre el mundo exterior que me dejaron maravillado.

Por último, Mikasa. No hablamos mucho que digamos, solo cosas casuales. Como ella no se despega de Eren prácticamente las únicas ocasiones en las que hemos estado solos ella y yo han sido un par de veces que nos tocó un entrenamiento de campo, trabajamos muy bien juntos eso sí; sus habilidades físicas naturales complementaban las mías sacadas a punta de análisis y esfuerzo. Había respeto mutuo, pero por alguna razón muchas veces hay tensión entre los dos, aun siento ese sentimiento de familiaridad con ella y no la he podido ubicar.

Todo este entrenamiento y las personas aquí han permitido que me olvide un poco de todo lo que me atormenta, aunque las pesadillas no han parado. Se aproxima el tercer aniversario de la muerte de mis padres y me siento presionado a entrenar más y más.


Fin diario de un soldado.


Algún tiempo después.


La situación estaba bastante jodida.

Faraday y Mikasa habían sido colocados nuevamente en un equipo de dos para la actual misión de escuadrón. Esto había sido un vicio últimamente para los instructores, ver a los dos mejores cadetes trabajar juntos, inclusive les dieron el apodo de "El Yin Yang", aquello debido a principalmente a sus tonalidades opuestas de cabello.

Sin embargo, las cosas no habían resultado bien esta vez. Estaba nevando y el entrenamiento era en las montañas. Mikasa y Faraday lo estaban haciendo bien, la misión era de reconocimiento, lograr evitar a la mayor cantidad de "titanes" posibles, los cuales eran representados por instructores; cada que un instructor notara a tu escuadrón ganarías un punto, y a más puntos tengas menor tu calificación. Ambos habían logrado evitar a todos los instructores hasta ahora, pero todo se jodió cuando escucharon un grito, el grito de Eren.

Mikasa reaccionó por inercia y salió disparada hacia el origen del ruido. El peliblanco intentó detenerla, pero terminó por seguirla, tratando de que al menos no lo vieran a él, puesto que pudo contar que al menos dos instructores ya habían visto a Mikasa.

El chico de la cicatriz intentó advertirle a Mikasa que tuviera cuidado con el anclaje ya que la nieve podía obstruir las puntas. El intento fue en vano y Mikasa terminó cayendo 7 metros debido a la ruptura de uno de los anclajes, torciéndose el tobillo izquierdo y dislocándose el hombro del mismo lado; posteriormente fue rodeada por unos lobos que abundaban por el lugar; Mikasa iba a sacar sus espadas, pero se dio cuenta que por su afán de buscar a Eren había olvidado reabastecerse. La pelinegra se puso en guardia para intentar luchar a pesar de que era una manada de 6 lobos salvajes.

Su salvación fue un tornado blanco que se camuflaba con la nieve, enviando lejos al primer lobo que se le había lanzado; en pocos segundos Faraday la tomó y pronto estuvieron en la rama de un árbol.

"¿Estás bien?" Preguntó el ojiceleste. La chica lo estaba mirando con los ojos abiertos aun sorprendida por la situación y asintió levemente, pero sintiendo el dolor en su tobillo y hombro.

Faraday notó su hombro; tomó parte de la bufanda de la chica y la puso cerca de su boca. Mikasa lo miró confundida.

"Muerde. Acomodaré tu hombro."

Mikasa hizo caso y mordió la bufanda. El peliblanco le quitó la chaqueta y tomó su hombro, la miró un momento antes de asentir y de un solo movimiento le encajó el hombro.

"Eso fue imprudente." Le dijo el ojiceleste cuando a la chica se le había pasado el dolor.

"Pero Eren…"

"Mikasa, sé que te preocupas mucho por Eren. No entiendo el contexto de su relación, pero lo que sí sé es que deberías confiar más en Él." Le increpó el chico ante la mirada un tanto avergonzada de la pelinegra.

"No entiendes… Eren es mi única familia, la última que me queda…" Susurró Mikasa. Faraday suavizó su mirada.

"Sé lo que es perder a quienes más amas. A diferencia de ti a mí ya no me queda nadie, pero si ese fuese el caso no quisiera que esa persona le pasara algo, sin embargo, Eren no es un niño pequeño, él no necesita que lo cuides, necesita que le enseñes." Le habló con seriedad. Mikasa miró hacia el suelo pensativa.

"Perdona si parece que me estoy metiendo donde no me llaman, solo que antes ya he notado como a Eren a veces le molesta que lo sobreprotejas tanto."

Ambos se quedaron en silencio.

"¿Qué te pasó a ti?" Preguntó Mikasa de repente, sorprendiendo al chico albino.

"¿Ah?"

"Dijiste que ya no te quedaba nadie…" Recordó Mikasa, bajando un poco su voz al final dándose cuenta de que había sido una pregunta muy osada de su parte.

Faraday meditó por un momento si responder o no la pregunta.

"Como sabes yo también soy de Shiganshina. Yo vivía con mis dos padres; mis abuelos paternos y maternos murieron antes de yo nacer o cuando era un bebé, y mi tío abuelo por parte de mi padre murió cuando yo tenía 7 años. Mis padres murieron el día de la caída; un gran pedazo de escombro les cayó encima cuando corríamos, el causante fue el titán acorazado." Terminó de contar el peliblanco.

Mikasa lo miró fijamente, en sus podía ver que comprendía su dolor; ambos lo habían perdido todo, o bueno, al menos ella aún tiene a Eren.

Entonces Mikasa decidió contarle una versión resumida de su vida. El peliblanco escuchó atentamente las palabras de su compañera; ahora podía comprender mejor el porqué de su sobreprotección con Eren, ella perdió dos veces a su familia, no era una locura que ella actuara así con él, pero aún se mantenía firme en su opinión inicial, solo que ahora entendía.


Dos años después. Año 850.


Diario de un soldado.


Los años pasaron volando y la graduación estaba a pocos días.

Mikasa y yo habíamos avanzado mucho desde aquel incidente. Muchas veces nos hemos encontrado y hablado sobre nuestras vidas, todo como un medio de desahogo. A medida que los meses pasaban podría decirse que ya nos considerábamos amigos, y no solo por Armin y Eren. Para todos los reclutas fue una sorpresa cuando Mikasa empezó a dejar a Eren solo para pasar tiempo conmigo, al principio fue gracioso, pero luego empezaron a molestarme con que había hechizado a la pelinegra, y luego se esparcieron rumores que teníamos una relación en secreto. Es decir, Mikasa es muy bonita pero ese tipo de sentimientos no están en mi lista de quehaceres por ahora… ¿verdad?

Logré hacer avances en mi estilo Goken 3D hasta el punto de que solo necesito experiencia en batalla real para usarlo al 100%. La primera vez que lo usé en un entrenamiento fue hace 2 meses, hice literalmente trizas 10 maniquíes en 10 segundos, los corté de pies a cabezas. Todo eso fue porque ese día estaba de malas y Jean quiso provocarme diciéndome que me demoraba mucho en hacer movimientos.

También hice modificaciones en el equipo de maniobras, específicamente en las espadas. Con ayuda de Armin logramos optimizar el equipo de maniobras. Las espadas ahora eran curvas y no rectas, aprovechando más el filo. Cuando fui interrogado por el instructor Shadis, únicamente le dije que me sentía más cómodo con esta forma. Obviamente mantuve en secreto mis otras mejoras.


Fin diario de un soldado.


Unos días después.


Keith shadis se encontraba viendo el último entrenamiento de su tropa, revisando a los mejores calificados, uno por uno, hasta que observó a Faraday, quien como un tornado hacía trizas otro maniquí.

"Faraday Furorem. Tiene el mejor de los talentos: la disciplina. Lo he visto entrenar por 15 horas seguidas hasta desfallecer del cansancio, y luego despertar y hacer el doble de entrenamiento en la mitad del tiempo. Técnica propia impecable; un sentido del honor elevado que lo hace ganador de la confianza de su escuadrón. Cuando él y Ackerman hacen equipo juntos son imparables."

Unas horas después, ya de noche, todos los reclutas se encontraban en filas frente al instructor Shadis.

"¡Muy bien, gusanos! ¡Es increíble que hayan sobrevivido, yo esperaba que para este punto fuesen solo cadáveres!" Era la felicitación del hombre calvo.

"Como saben, ustedes podrán elegir entre tres ramas diferentes del ejercito: las tropas de guarnición, las encargadas de la protección de los muros y las defensas contra los titanes; la legión de reconocimiento, aquellos que arriesgan sus vidas yendo al territorio titán en una búsqueda de la victoria; por último, la Policía militar, actúan bajo las órdenes directas del rey y son los encargados de establecer la paz y el orden en las murallas. Pero solo aquellos que quedaron entre los 10 primeros pueden unirse a la policía militar." Explicó el instructor.

"Ahora, los que escuchen su nombre un paso al frente."

"Krista Lenz."

"Sasha Braus."

"Connie Springer."

"Marco Bolt."

"Jean Krinztein."

"Eren Jeager."

"Annie Leonhardt."

"Berthold Hoover."

"Reiner Braun."

Todos se quedaron expectantes. Solo faltaba el primer lugar y ni Mikasa ni Faraday habían sido mencionados; era imposible que cualquiera de los dos quedara fuera del top 5 al menos y más absurdo fuera del top 10.

"Para el primer puesto tuvimos que discutirlo mucho. Discutimos entre bajar las posiciones o declarar un empate; sin embargo, no teníamos forma de desempatarlos, por lo cual, por primera vez en el ejército, el primer lugar será compartido por dos personas. Un paso al frente: Mikasa Ackerman y Faraday Furorem."

Pelinegra y peliblanco dieron un paso al frente, sorprendidos como todos los demás por la decisión tomada. Para ser sinceros, a ambos no les importaba en qué puesto quedaran; Faraday ya se había decidido por la legión, y Mikasa sabía que Eren también, por ende, tenía dos motivos para unirse a la legión.

Sí, Mikasa le había tomado mucho cariño a Faraday, tal vez no tanto como el cariño que tenía por Eren, pero comparable al de Armin; se sentía cómoda con el chico de cabello blanco, con el tiempo Faraday le empezó a mostrar ciertas muestras de cariño que no había recibido hasta ahora; eran cosas simples, uno que otro abrazo en momentos que lo conciernen, palabras alentadoras que no eran ni demasiado cursis ni demasiado duras, ella las definiría como dulces; su favorita fue una vez que ella se sintió decaída un día que hablaban de las partes felices de sus pasados, Faraday limpió sus lágrimas y besó su frente.

La celebración de la graduación fue esa noche, en el comedor, todos los cadetes felicitaban a los 11 mejores soldados, preguntándoles si se iban a unir a la policía militar. Krista respondía que aún no se había decidido, Sasha y Connie fantaseaban con la comida en la MP, era bien sabido que Marco, Jean y Annie irían a la policía también; Reiner y berthold al parecer se unirían a la legión.

"No lo lograrás." Fueron las palabras de Thomas, uno de los amigos de Faraday ante las palabras de Eren. El peliblanco dejó de beber de su vaso para mirar al rubio.

"Los titanes son invencibles, es imposible para nosotros los humanos ganarles." Fueron las duras palabras de Thomas, las cuales dejaron en silencio el lugar.

"¿Te rindes porque crees que no puedes ganar? Las derrotas del pasado fueron producto de nuestro desconocimiento sobre los titanes, pero ahora sabemos más, hemos aprendido de los errores, ¿me estás diciendo que los sacrificios que se hicieron para conseguir esa información fueron en vano? No, contraatacaremos." Fueron las palabras inspiradoras de Eren.

"Eren tiene razón." Era la voz de Faraday, haciendo que todos los vieran con sorpresa; Faraday no solo era amable, sino también bastante sabio, todos conocían su faceta de sabiduría; decía lo correcto en el momento indicado.

"A veces, las personas merecen que su fe sea recompensada. Dado que la vida es tan injusta, quita más de lo que te da, es tu responsabilidad tratar de mantener lo más preciado para ti; darle un sentido al sinsentido, en este infierno en el que vivimos encontrar el lugar más frío. Una idea bien elaborada puede ser la causa del cambio, una leyenda. Al final de todo, todos sufrimos, la pregunta es: ¿Sufrirás luchando o sufrirás penando?"

Todo quedó en silencio tras las palabras del peliblanco.

Tiempo después.


Diario de un soldado.


Me gradué. Un pasó pequeño pero importante en la búsqueda de mi venganza.

Vivimos entre estos muros, esperando a ser comidos, pero ya no más. Yo no llamaría "vidas" a esto que tiene la humanidad.

Llegó la hora de romper las jaulas que apresan nuestras alas.


Fin diario de un soldado.