M a t i c e s

Capítulo único.

Por Naruki Sakurazuka.

Warning: Nada fuerte, sólo insinuaciones de yaoi e incoherencias al por mayor.

Disclaimer: Ni Yu gi oh! ni sus personajes me pertenecen. Si fueran míos, Katsuya en la serie sería el perro de Kaiba xD...

Author's Notes: Algo sin sentido. El título no tiene mucho que ver... estaba mirando el cielo cuando surgió la idea, admirando los diferentes matices que tomaba. No era azul y, para desgracia mía y de algunos más, tampoco verde...

Dedicado a Katsu-chan; Mi beta, Mi Hikari, Mi Fighter... Querías que te escribiera algo, y surgió ésto. Lamento que no sea nada mejor, pero lo escribí con mucho cariño

Katsuya Jounouchi, el mejor duelista del mundo... Bueno, sin contar a Yuugi... y a Yami... y a Kaiba... Mmmm...

Ah, sí!.

Katsuya Jounouchi, el mejor duelista rubio del mundo -Y también el más atractivo, claro-, era plenamente consciente de las miradas sorprendidas/atónitas/incrédulas sobre él. Pero era absolutamente comprensible; eso no era algo que ocurriera todos los días.

Dirigió sus melados ojos al cielo, preguntándose seriamente si ese día los planetas se habían alineado... O quizás de un momento a otro el sol se volvería negro y la tierra se partiría en dos. ¡El Fin del mundo!: ríos de lava manando por doquier, gente gritando deseperada al oír a Anzu cantar, rubias duelistas muriendo lenta y muy, muy, muy dolorosamente¡Lluvia de lindos gatitos azules con severos complejos de superioridad que, por fin, admiten amor y devoción al Astro Rey dorado y...!

¡Un momento!

Se supone que estaba analizando eso.

La manzana de la discordia; la caja en sus manos primorosamente envuelta en papel azul con un lindo listón dorado como adorno. Sencillamente hermosa; tan perfecta, tan cuadrada, tan simétrica, tan envueltatan... tan... azul.

Suspiró, devolviendo su atención a las miradas expectantes de sus amigos, la confundida mirada castaña de su hermana y la intensa mirada de esos ojos azulísimos que le quitaron el alientoy así, sintiéndose como un pobre animalito enjaulado en plena excivición, la abrió.

...Oh.

Levantó la confundida y dorada mirada para encontrase con los ojos ya no completamente azules de Seto Kaiba... Ahora, mientras sonreía maliciosamente, en aquel profundo mar zafirino brillaba algo extraño, algo dorado...

Y Katsuya sonrió, aceptando silenciosamente el regalo... y lo que implicaba. Entonces Seto Kaiba se marchó, y sus amigos, vencidos por la curiosidad, se acercaron.

-¿Jou, qué...?

Pero Katsuya rió alegremente ignorando a la gente a su alrededor, completamente feliz al observar todo el contenido de la caja.

Lo primero que había visto; un collar -para perro- azul, decorado con huesos dorados y una pequeña placa que decía: "Katsuya". Pero, además, habían unas esponjosas orejas y cola de felpa doradas, un par de esposas, un látigo (-¿Qué diablos...?), y una nota sujeta a un juego de llaves, que notó pertenecían a una habitación del más lujoso hotel de la ciudad.

Cachorro:

Si quieres, puedo enseñarte cómo darle buen uso a tus regalos...

Feliz cumpleaños.

Seto Kaiba.

Y sin decir nada más, ni dejar de sonreír, se apresuró a alcanzar a su amo...

.:Owari:.

Andrei, Amadeo, Armand... No importan los nombres, tampoco importa el ayer ni quien seamos hoy o mañana, lo único importante es éste amor que jamás ha de morir...