Kate Houghtom Beckett a sus 16 años, era una joven hermosa de un 1,70, con su pelo castaño claro que le llegaba hasta la mitad de su espalda, y sus grandes ojos verdes hacían que muchos deslumbraran un futuro en las pasarelas.
Pero lejos de eso ella. Era el promedio más alto de su escuela. San Paul school uno de los colegios mas pijos de la ciudad, donde iban los hijos de prominentes, abogados, empresarios hasta los hijos de jueces y senadores.
Allí, en su pequeño mundo, donde iba desde el kínder. Allí era presidente de su clase y del club de debate. Kate era de chichas que jamás faltaba a clase, y eran la preferida de todos los maestros, era de esas jóvenes que todos ponían de ejemplo a seguir, Era de esa clase de chicas que jamás le había dado un disgusto a sus padres, y sus maestros la adoraban. Era lo que sin duda lo que se podía decir una hija perfecta.
Eso aseguraban sus padres Johanna y Jim Bechett. Los Beckett. se habían conocido en la universidad Stanrford a principio de los años estar tres años de novios, y luego de graduarse en abogacía ambos se trasladaron a Nueva York, donde contrajeron matrimonio, y luego de casi un año y medio de estar casados, llego a sus vidas Kate.
El había logrado convertirse en pocos años en socio de una de las mas prestigiosas firmas de la ciudad.
Jim Rupert Beckett, era uno de sus tipos tradicionales de valores familiares fuertes. Como cualquier hombre que había logrado el existo a temprana edad Jim era soberbio y creía que estaba bien mirar al mundo desde arriba sobre a todos aquellos que no eran de su clase.
Jim venia de una familia de abogados desde que cada uno de ellos tenia uso de razón y desde luego en su vida no podía imaginarse que su única hija, no seguía los pasos de él.
Por su parte Johanna Lewis, era una mujer que decía que era una idealista, ella creía que era una mujer de carácter fuerte, que creía en la gente.
Fue por ese convencimiento que a diferencia de su marido ella había sido decir seguir una carrara en el área publica, primera como ayudante del fiscal de distracto y para luego convertirse en fiscal del distracto de la zona sur.
Tanto Johanan como Jim, aunque en apariencia parecían muy distintos, en realidad eran demasiado parecidos. Ambos creían que la mejor forma de criar a los hijos eran de forma ferria. Creían que controlar cada movimiento de su hija harían que esta fuera por el buen camino
Ese Viernes por la noche Kate había logrado que sus padres le dieran permiso para ir a una fiesta, a la que la había invitado su mejor amiga Maddy.
Mientras que se terminaba de de poner un pequeño maquillaje en la cara kate escuchaba atentamente a su madre que se encontraba en la puerta del dormitorio. Con su habitual discurso sobre lo que tenia que hacer y lo que no tenia que hacer.
- recuerda katie. No bebas alcohol y tienes que volver a la doce, además no me gusta nada ese vestido que tienes esta demasiado corto. -
La muchacha dejo el delineador sobre su cómoda y miro a su madre - por favor mamá no te parece, que ya estoy grande además me encanta este vestido -
Johanna soltó el aire – katie tu sabes lo que tu padre y yo pensamos en que vayas a ese tipo de fiesta agradece que vas hasta las doce. Además no me has dicho quien va a esa fiesta -
- mamá voy con Maddy y Lanie a una fiesta de unos del colegio nada mas - dijo tomando su bolso y su cazadora de cuero y camino hacia la puerta con su madre por detrás.
- recuerda lo que te dije, vuelves a la doce y ten cuidado con lo que haces ¿vale? - soltó su madre caminado tras ella.
- siii adiós mamá - dijo cerrando la puerta. Mientras viajaba en el ascensor pensó. Que sus padres eran unos grandes padres, pero muchas veces se pasaban de sobre protectores.
